Gracias por tu explicación.
Entiendo tu visión, al menos está algo alejada del pacifismo extremo que muchos interpretan y siguen. Sin embargo, hay que reconocer que ese pacifismo extremo y dañino de la sociedad occidental moderna viene del cristianismo, a raíz de estas enseñanzas de Jesús. Que hayan sido malinterpretadas o llevadas al extremo es otro asunto, pero lo cierto es que han llevado a eso.
De todos modos, aún en tu interpretación alejada del pacifismo extremo, considero que sigue habiendo un pacifismo dañino. Pongamos un ejemplo práctico y común hoy en día: Un adolescente que es acosado por unos abusadores en su escuela. Siguiendo las enseñanzas de Jesús, deberíamos enseñarle que no reaccione violentamente contra ellos, sino que ponga la otra mejilla, es decir, que los ignore, ¿no? Eso cuanto menos, para ser aún más completo deberíamos decirle que ame a sus abusadores. Pero bueno, asumiendo que eso es naturalmente imposible quedémonos en que los ignore al menos. ¿Qué se consigue con eso? ¿Vemos en la práctica que eso funcione? ¿Realmente detiene el mal? Yo veo más bien todo lo contrario: cuanto más manso sea, más se crecen los abusadores y no sólo abusarán más de él, sino también se animarán a hacerlo con otros, y a su vez hará que otros imiten sus comportamientos. Es decir, haciendo eso, ignorando el mal, lo que realmente se consigue es expandir aún más el mal. En cambio, en multitud de ocasiones hemos visto que si el agraviado reacciona y se defiende respondiendo con violencia contra sus abusadores, éstos pasan a respetarle para siempre, e incluso muchos aprenden la lección y no vuelven a hacerlo con nadie más.
Por tanto, vemos que el dicho romano de "si quieres paz, prepárate para la guerra", antagónico a las enseñanzas de Jesús, no sólo funciona a nivel colectivo, sino también a nivel individual. En infinitas ocasiones hemos comprobado que al mal se le detiene combatiéndolo, no ignorándolo como propone la moral cristiana.
Heroísmo, valentía, fuerza y honor VS mansedumbre, misericordia, martirio y compasión. Valores antiguos VS moralismo cristiano. ¿Cuál de las dos filosofías contribuye más para que el bien triunfe sobre el mal? Esa es la cuestión.
Creo estas confundiendo una postura de no confrontacion en el plano cotodiano on una conflagracion y agresion directa. Yo soy cuidadano de los Estados Unidos. La constitucion de pais me otorga el derecho de portar armas de fuego para la defensa. Yo servi en el ejercito de mi pais por una decada en circunstancias muy dificiles. Y creeme, tengo las cicatrices para probarlo.
Por otro lado soy fiel servidor de Cristo Jesus y he laborado incansablemente para llevar adelante el Evangelio y avanzar la causa de Cristo en toda la tierra. Pero no dudaria en usar violencia extrema si la vida y la seguridad de mi familia estuviera en juego.
Cristo Jesus y los Apostoles abogaron por no resistir a la fuerza del estado. No olvides que Israel estaba siendo ocupada por los romanos. Y la historia de los judios contempla la venida del Mesias que conquistaria los enemigos de Israel. Pero Cristo Jesus vino a conquistar al enemigo de nuestras almas, y no asi al Imperio.
El uso adecuado de la autodefensa tiene que ver con la sabiduría, la comprensión y el tacto. En Lucas 22:36, Jesús les dice a sus discípulos restantes:
“Si no tienen espada, vendan su manto y compren una”. Jesús sabía que ese era el momento en que sus seguidores se verían amenazados, y defendió su derecho a la autodefensa. Poco tiempo después, Jesús es arrestado y Pedro toma una espada y le corta la oreja a alguien. Jesús reprende a Pedro por ese acto (versículos 49-51). ¿Por qué? En su celo por defender al Señor, Pedro estaba interponiéndose en el camino de la voluntad de Dios. Jesús les había dicho a sus discípulos varias veces que debía ser arrestado, llevado a juicio y morir (p. ej., Mateo 17:22-23). En otras palabras, Pedro actuó imprudentemente en esa situación. Debemos tener sabiduría sobre cuándo luchar y cuándo no hacerlo.
Éxodo 22 da algunas pistas sobre la actitud de Dios hacia la autodefensa:
“Si un ladrón es sorprendido forzando una casa de noche y recibe un golpe mortal, el que lo hizo no será culpable de homicidio; pero si el robo ocurre después del amanecer, el que lo hizo será culpable de homicidio” (Éxodo 22:2-3). Dos principios básicos que se enseñan en este texto son el derecho a poseer una propiedad privada y el derecho a defender esa propiedad. Sin embargo, el pleno ejercicio del derecho a la autodefensa dependía de la situación. Nadie debía apresurarse a usar la fuerza letal contra otra persona, ni siquiera contra alguien que quisiera hacerle daño. Si un ladrón atacaba a alguien en mitad de la noche y, en la confusión del momento, el aspirante a ladrón era asesinado, la Ley no acusaba al dueño de la casa de asesinato. Pero, si el ladrón era sorprendido en la casa durante el día, cuando era poco probable que el dueño de la casa se despertara, entonces la Ley prohibía matar al ladrón. En esencia, la Ley decía que los propietarios no debían apresurarse a matar o atacar a los ladrones en su casa. Ambas situaciones podían considerarse defensa propia, pero se esperaba que la fuerza letal fuera el último recurso, utilizada solo en caso de un escenario de “ataque sorpresa” en el que el propietario probablemente estuviera confundido y desorientado. En el caso de un ataque nocturno, la Ley le otorgaba al propietario el beneficio de la duda de que, aparte de la oscuridad y la confusión del ataque, no usaría intencionalmente la fuerza letal contra un ladrón. Incluso en el caso de defensa propia contra un ladrón, se esperaba que una persona piadosa tratara de contener al agresor en lugar de recurrir inmediatamente a matarlo.
Pablo recurría a la defensa propia en alguna ocasión, aunque sin violencia. Cuando estaba a punto de ser azotado por los romanos en Jerusalén, Pablo le informó discretamente al centurión con el látigo que él, Pablo, era ciudadano romano. Las autoridades se alarmaron de inmediato y comenzaron a tratar a Pablo de manera diferente, sabiendo que habían violado la ley romana al ponerlo en cadenas. Pablo había usado una defensa similar en Filipos, después de ser azotado, para obtener una disculpa oficial de aquellos que habían violado sus derechos (Hechos 16:37-39).
La viuda persistente en la parábola de Jesús siguió golpeando la puerta del juez con la súplica repetida:
“Hazme justicia contra mi adversario” (Lucas 18:3). Esta viuda no estaba dispuesta a darse por vencida y dejar que su enemigo se aprovechara de ella; por los canales adecuados, buscó la autodefensa.
El mandato de Jesús de
“poner la otra mejilla” (Mateo 5:39) tiene que ver con nuestra respuesta a los desaires y ofensas personales. Algunas situaciones pueden requerir autodefensa, pero no represalias de la misma manera. El contexto del mandato de Jesús es Su enseñanza contra la idea de
“ojo por ojo y diente por diente” (versículo 38). Nuestra autodefensa no es una reacción vengativa ante una ofensa. De hecho, muchas ofensas pueden ser simplemente absorbidas por la paciencia y el amor.
La Biblia nunca prohíbe la autodefensa, y a los creyentes se les permite defenderse a sí mismos y a sus familias. Pero el hecho de que se nos permita defendernos no significa necesariamente que debamos hacerlo en todas las situaciones. Conocer el corazón de Dios a través de la lectura de Su Palabra y confiar en
“la sabiduría que viene de lo alto” (Santiago 3:17) nos ayudará a saber cómo responder mejor en situaciones que podrían requerir defensa propia.
Saludos.