Hola Amor Eterno, cumplo con lo prometido.
Algunas citas bíblicas:
"Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu" (2 Cor. 3,18).
Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gál 2,20
"pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios". Colosenses 3,3
Galatas 3, 26-28: Ustedes están en Cristo Jesús, y todos son hijos de Dios gracias a la Fe. Todos se han revestido de Cristo, pues todos fueron entregados a Cristo por el bautismo. Ya no hay diferencia entre judio y griego, entre esclavo y hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer, pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.
"Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles (...) Despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad" (Ef. 4, 17,22-24).
Lo expresa san Agustín: "Alegrémonos, por tanto, y demos gracias a Dios: no sólo hemos llegado a ser cristianos, sino que hemos llegado a ser Cristo mismo. ¿Lo comprendéis, hermanos? ¿Sois conscientes de la gracia que Dios ha derramado sobre vosotros? Asombraos y alegraos:
¡hemos llegado a ser Cristo! Si Cristo es la cabeza y nosotros los miembros, el hombre total es él y nosotros" (In Johannis evangelium tractatus, tr. 21, 8: Nuova Biblioteca Agostiniana, XXIV, Città Nuova, 2ª ed., Roma 1985, pp. 495-497).
Comentarios católicos y de Juan Pablo IIEL ROSTRO DE CRISTO
EN EL ROSTRO DE LA IGLESIA
http://www.vatican.va/roman_curia/c..._doc_20021210_martins-rosto-de-cristo_sp.html
El rostro de Cristo en los santos y testigos de la Iglesia
1.
El rostro de Cristo resplandece con luz más intensa en los santos y testigos de la fe, puesto que en ellos, en virtud de su docilidad al Espíritu, se ha hecho más nítida la identificación con Jesús recibida en el bautismo: han llegado a ser, por decirlo así, más ipse Christus en la participación en su vida y en su misión.
Pero
el rostro de Cristo que se refleja en los santos, y que ellos han mostrado al mundo, es el del Señor muerto y resucitado, del que habla el Papa en la Novo millennio ineunte. Al respecto dice: "Como en el Viernes y en el Sábado santo, la Iglesia permanece en la contemplación de este rostro ensangrentado, en el cual se esconde la vida de Dios y se ofrece la salvación del mundo. Pero esta contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! Si no fuese así, vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe (cf. 1 Co 15, 14). (...) La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado. (...) En el rostro de Cristo ella, su Esposa, contempla su tesoro y su alegría. "Dulcis Iesu memoria, dans vera cordis gaudia"" (n. 28).
Es precisamente lo que han hecho los santos. En la variedad de sus carismas y en la pluralidad de sus vocaciones, han tenido la humilde audacia de fijar su mirada en el rostro de Cristo resucitado, viviendo su radicalismo evangélico como una fascinante aventura del Espíritu. Han alcanzado las más altas metas de la santidad, contemplándolo con amor.
Esta es, ciertamente, la tarea fundamental de todo cristiano. Está llamado a ser, ante todo y sobre todo, un contemplador del rostro de Cristo. Lo subraya con vigor Juan Pablo II en su recentísima carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, firmada, como se sabe, en la plaza de San Pedro durante la audiencia general del pasado 16 de octubre. En ella el Papa es sumamente claro y categórico: "Fijar los ojos en el rostro de Cristo, descubrir su misterio en el camino ordinario y doloroso de su humanidad hasta percibir su fulgor divino manifestado definitivamente en el Resucitado glorificado a la derecha del Padre es la tarea de todos los discípulos de Cristo; por tanto, es también la nuestra" (n. 9). Los santos son los que han comprendido a fondo, y han vivido con más intensidad, esa tarea como una auténtica exigencia de su bautismo. Han sido los contempladores por excelencia del rostro del Señor crucificado y resucitado.
Y
, contemplando el rostro de Cristo, se han abierto "a acoger el misterio de la vida trinitaria, para experimentar de nuevo el amor del Padre y gozar de la alegría del Espíritu Santo" (ib.).
Al actuar así, los santos han hecho que se cumplieran en ellos las palabras de san Pablo: "Reflejando como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más: así es como actúa el Señor, que es Espíritu" (2 Co 3, 18; cf. Rosarium Virginis Mariae, 9).
En esto consiste esencialmente la santidad cristiana: ser reflejo de la santidad de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Este es nuestro compromiso, como subraya el cardenal Newman en una de sus elevaciones: "
Permanece conmigo, y yo comenzaré a resplandecer como tú resplandeces; a brillar hasta ser luz para los demás. Toda la luz, oh Jesús, vendrá de ti: nada será mérito mío. Tú serás quien brille, a través de mí, ante los demás. (...) Haz que te anuncie no con las palabras, sino con el ejemplo, con la fuerza de atracción, con la influencia solidaria que procede de lo que hago, con mi semejanza visible a tus santos, y con la clara plenitud del amor que mi corazón alberga por ti".
Card. José SARAIVA M., c.m.f.
Prefecto de la Congregación para las causas de los santos
En la revelación privada así lo dice el mismo Dios a Vassula Ryden
ODAS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Parte 2)
Febrero - Abril 2003
En Mi ilimitada compasión he dicho en los Atrios del Cielo: "No quiero contemplar afligido, sin pausa y sin fin, la muerte de los pecadores; antes bien, quiero que vuelvan a Mí y vivan". Desde lo alto vi un cementerio ingente y el hedor de los cuerpos en putrefacción se esparcía por el cosmos entero... El mundo en descomposición está cubierto de tinieblas, tragado por la oscuridad. Así pues, ¿he de ver continuamente a Mis hijos y herederos esclavizados y muriendo? ¿Durante cuánto tiempo he de ver Mi propia casa hecha pedazos y dividida? Sí, realmente es tiempo de separar la cizaña del trigo. Hice entonces un juramento y dije:
"Yo les daré, por el poder de Mi Espíritu Santo, la Gracia para que se fortalezca el yo escondido de quienquiera que responda a Mi Llamada de gracia, para que puedan vivir en Mí y Yo pueda vivir en ellos por la fe. Entonces, plantados en el amor y erigidos sobre el amor, serán elevados para obtener la total plenitud de Mí Mismo".
Así he respondido a tu pregunta, Vassula. Yo he dicho, en Mi infinita Misericordia: "Derramaré luz en esta creación irracional para iluminar sus mentes y renovarlas con una revolución espiritual. Yo Mismo los conduciré a esta renovación del yo y de la mente, llevando a cada uno a la bondad y a la santidad de la verdad. Mi deseo de salvar a todos arde en Mi Corazón.
Yo no apartaré Mi Rostro, sino que instruiré a cada uno y los reeducaré. Sí, ciertamente, el Señor del cielo y de la tierra inflamará esta tierra con Su Amor. Iré a visitar a Mis hijos pródigos y los haré volver a Mí, recordándoles este océano de Bondad, recordándoles que pongan su confianza en Mí. Con gran ternura, les enseñaré a practicar el bien y a no ceder jamás al mal. Luego, con dulzura, les reeducaré, volviéndoles a deletrear Mi Palabra con su propio vocabulario para que les llegue con mayor seguridad. En otras palabras, la Divina Sabiduría se adaptará a sus necesidades para que Me entiendan en su alma, tan empobrecida, dándoles el Conocimiento de la salvación a través del perdón de sus pecados. Y como el Sol naciente, Yo iluminaré sus corazones.
Yo los sembraré en Mi Corazón, donde florecerán y declararán con alegría:
"¡Cuán grandes son Tus signos, Maestro!
¡Cuán múltiples y poderosas Tus maravillas!
Tú, el Dios Omnipotente y maravilloso
que has hecho brillar Tu Rostro sobre mí y me has favorecido,
adornando mi alma entera de Ti Mismo,
¡que Tu Nombre sea alabado y adorado!".
Y Yo, en Mi deleite, responderé: "De ahora en adelante, Mi bienamado, Yo residiré en ti y tú residirás en Mí, tu Dios". ( La Verdadera Vida en Dios)
¿Sabe por qué el Señor dice Yo no apartaré Mi rostro: porque la mayoría de los bautizados está muerta espiritualmente pero El por amor se abaja a nuestra miseria puesto que si no contemplamos Su Rostro, y lo reflejamos, el Padre no nos reconocería como Sus hijos el Día del Juicio.
Bendiciones. Inés