En el sacerdocio de Melquisedec no era necesario el derramamiento de sangre, la ofrenda solo consistía de PAN Y VINO. Fue este el sacerdocio propugnado y continuado por Jesús. Pero por supuesto: Jesus vino a cumplir con toda justicia como paso previo a restablecer la Verdad.
Para que nadie pudiera decir que era un renegado que vino a destruir sino por el contrario trató de reedificar sobre las ruinas, por eso está escrito de Él:
Isaías 42:3
No quebrará la
caña cascada, Ni apagará la mecha que casi no arde; Con fidelidad traerá justicia.
Todo lo opuesto a un revolucionario, pues se sometió hasta la muerte aun cuando su legado era otro.