Bendiciones en Cristo.
¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. (Isaías 53, 4-5)
Algo que me llama la atención de casi todas las religiones del mundo es que ellas consisten de un sinnúmero de ritos y sacrificios hechos a un dios esperando que este responda a la invocación de quien se los ofrece. Al revés de esto algo curioso es que desde el principio la religión hebrea se caracterizó por tener un Dios que había creado al hombre, había puesto todo a su disposición y salía Dios al encuentro de aquel, y el hombre responde a este acercamiento elevando un sacrificio de acción de gracias. Detalle importante para separar a esta religión de todas las demás.
Casi todas las otras religiones promueven un camino de perfeccionamiento hecho por el humano en miras de ser aceptado y premiado por su dios. El cristianismo, sin embargo llega al extremo de presentarnos a un Dios que ha venido a optar por el débil, por el impío que peca y se encuentra sumido en la desolación de su impotencia, para asumir Él mismo los pecados, faltas y flaquezas de su criatura y perdonarla... se une Él mismo a ella de manera misteriosa y entonces así promueve y dirige Él mismo, unido a ella, el perfeccionamiento de su criatura.
Todavía no he encontrado la manera de acercarme o pensar en este suceso sin sentir vértigo. Por más interesante y sorprendente que me parece la vida de Jesús, sus palabras, sus ejemplos, la amabilidad y la bondad que mostró, lo más desconcertante es que no fue su ejemplo, su vida y como la vivió sino precisamente su muerte lo que significa libertad y vida para mí.
Es que no encuentro la manera de escapar del hecho de que Dios murió por mí, y si alguna vez mi carne osa considerar alejarse de Él mi única oración es que me lleve allí, al pié de la cruz, donde le conocí y me dejé seducir. No hay forma de dejar de sorprenderme al imaginarme al Excelso y Sublime tomando mi lugar en la cruz, saber que cada golpe que recibió lo recibía por mí, cada latigazo, cada escupitajo, cada clavo, cada burla que escuchó... Él estaba ocupando mi lugar. No tengo que meditar mucho para darme cuenta de mis rebeldías, de mis insolencias, mis culpas, perversidades y prostituciones, están ahí, claras... y eran mis dolencias y mis dolores los que Él soportaba.
¿Qué otra cosa es esta muerte sino Sustitución?. Toda la justicia de Dios fue satisfecha en su totalidad en esta muerte porque sólo Dios mismo podía satisfacer la inmensidad de mis pecados sumados a los de todos los hombres. Cada verso en La Biblia que habla de esta muerte no hace más que atornillar en mi alma y corazón la certeza de que he sido comprado, que mi rescate ha sido pagado, que soy deudor de este Hombre.
Me llama la atención la manera en la que Jesús ha satisfecho la Justicia Divina. No me complace la explicación de una muerte a cambio de mi muerte. No creo que Dios Padre hubiese aceptado una sustitución de este tipo. Algo más tenía que haber ofertado el Hijo de Dios para satisfacer la Justicia de Dios que su propia vida. Dios Padre quedaría desfigurado y como un Juez injusto si hace morir a un inocente por la culpa de los transgresores. Creo que lo que satisfizo a Dios Padre fue el Amor con que Jesús se entregó.
La Sustitución que satisface al Padre creo que es una Sustitución Solidaria. Y esto hace brillar y parecer mucho más profundo el misterio amoroso del Padre. Quien se está entregando en la cruz es uno que Es Amor en su más íntima naturaleza, Jesús ha decidido voluntariamente ocupar mi lugar por Amor, porque me ama se entrega. Creo que es esta solidaridad con uno que es culpable lo que hace que el Padre acepte ese sacrificio y no una satisfacción mercantilista de vida por vida. Gracias a la riqueza de la misericordia de Dios Padre, por la largueza de su bondad ofrece Él mismo, porque no puede quedárselo, a su Hijo, en un altar de amor, el Hijo decide ocupar el lugar de la víctima siendo Él inocente. El uno sufre la angustia de ver a su amado conocer la muerte y el otro lleva sobre sí todo el fruto de mis rebeldías, Él purísimo y Santo llega hacerse Él mismo pecado y maldición para que uno que no lo merece sea liberado.
Dios ha conspirado amorosamente para que un pecador vuelva a la vida, sustituyéndolo.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.
¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. (Isaías 53, 4-5)
Algo que me llama la atención de casi todas las religiones del mundo es que ellas consisten de un sinnúmero de ritos y sacrificios hechos a un dios esperando que este responda a la invocación de quien se los ofrece. Al revés de esto algo curioso es que desde el principio la religión hebrea se caracterizó por tener un Dios que había creado al hombre, había puesto todo a su disposición y salía Dios al encuentro de aquel, y el hombre responde a este acercamiento elevando un sacrificio de acción de gracias. Detalle importante para separar a esta religión de todas las demás.
Casi todas las otras religiones promueven un camino de perfeccionamiento hecho por el humano en miras de ser aceptado y premiado por su dios. El cristianismo, sin embargo llega al extremo de presentarnos a un Dios que ha venido a optar por el débil, por el impío que peca y se encuentra sumido en la desolación de su impotencia, para asumir Él mismo los pecados, faltas y flaquezas de su criatura y perdonarla... se une Él mismo a ella de manera misteriosa y entonces así promueve y dirige Él mismo, unido a ella, el perfeccionamiento de su criatura.
Todavía no he encontrado la manera de acercarme o pensar en este suceso sin sentir vértigo. Por más interesante y sorprendente que me parece la vida de Jesús, sus palabras, sus ejemplos, la amabilidad y la bondad que mostró, lo más desconcertante es que no fue su ejemplo, su vida y como la vivió sino precisamente su muerte lo que significa libertad y vida para mí.
Es que no encuentro la manera de escapar del hecho de que Dios murió por mí, y si alguna vez mi carne osa considerar alejarse de Él mi única oración es que me lleve allí, al pié de la cruz, donde le conocí y me dejé seducir. No hay forma de dejar de sorprenderme al imaginarme al Excelso y Sublime tomando mi lugar en la cruz, saber que cada golpe que recibió lo recibía por mí, cada latigazo, cada escupitajo, cada clavo, cada burla que escuchó... Él estaba ocupando mi lugar. No tengo que meditar mucho para darme cuenta de mis rebeldías, de mis insolencias, mis culpas, perversidades y prostituciones, están ahí, claras... y eran mis dolencias y mis dolores los que Él soportaba.
¿Qué otra cosa es esta muerte sino Sustitución?. Toda la justicia de Dios fue satisfecha en su totalidad en esta muerte porque sólo Dios mismo podía satisfacer la inmensidad de mis pecados sumados a los de todos los hombres. Cada verso en La Biblia que habla de esta muerte no hace más que atornillar en mi alma y corazón la certeza de que he sido comprado, que mi rescate ha sido pagado, que soy deudor de este Hombre.
Me llama la atención la manera en la que Jesús ha satisfecho la Justicia Divina. No me complace la explicación de una muerte a cambio de mi muerte. No creo que Dios Padre hubiese aceptado una sustitución de este tipo. Algo más tenía que haber ofertado el Hijo de Dios para satisfacer la Justicia de Dios que su propia vida. Dios Padre quedaría desfigurado y como un Juez injusto si hace morir a un inocente por la culpa de los transgresores. Creo que lo que satisfizo a Dios Padre fue el Amor con que Jesús se entregó.
La Sustitución que satisface al Padre creo que es una Sustitución Solidaria. Y esto hace brillar y parecer mucho más profundo el misterio amoroso del Padre. Quien se está entregando en la cruz es uno que Es Amor en su más íntima naturaleza, Jesús ha decidido voluntariamente ocupar mi lugar por Amor, porque me ama se entrega. Creo que es esta solidaridad con uno que es culpable lo que hace que el Padre acepte ese sacrificio y no una satisfacción mercantilista de vida por vida. Gracias a la riqueza de la misericordia de Dios Padre, por la largueza de su bondad ofrece Él mismo, porque no puede quedárselo, a su Hijo, en un altar de amor, el Hijo decide ocupar el lugar de la víctima siendo Él inocente. El uno sufre la angustia de ver a su amado conocer la muerte y el otro lleva sobre sí todo el fruto de mis rebeldías, Él purísimo y Santo llega hacerse Él mismo pecado y maldición para que uno que no lo merece sea liberado.
Dios ha conspirado amorosamente para que un pecador vuelva a la vida, sustituyéndolo.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.