Matar a otro, perjudica gravemente la salud
Queridos amigos y hermanos:
Es la vieja, y tal vez única, tentación del hombre: llegar a ser Dios. La Biblia documenta bien esta pretensión en esas tres imágenes clásicas: comer del árbol prohibido, construir una torre de Babel o hacerse el becerro de oro. Cada uno sabe qué fruta desea y degusta, qué rascacielos levanta y ante qué ídolos se postra. Cuando se tiene una idea de Dios como rival inevitable, como amigo indeseado, como padre no reconocido, entonces surge una y otra vez esa tentación de deshacerse de Dios. Cada generación ha ido construyendo su propia trama y su propio drama a la hora de prescindir de Dios, y el muestrario es inmenso.
Lógicamente, cuando uno trata de comprender cuál es ese Dios que tanto rechazo concita, entonces lo primero que descubrimos en la mayoría de los casos es que se trata de un dios minúsculo y menor, acaso fruto de los temores, las heridas, los fantasmas de quienes reniegan de su fe, o fruto del falseamiento que la incoherencia y mediocridad de los creyentes tantas veces estamos sirviendo. Pero todos tenemos algún Dios/dios, y a Él/él nos referimos, nos ajustamos a sus leyes, profesamos su credo y le entregamos nuestros diezmos.
Lo que hemos podido ver esta semana pasada es una entrega más, de una larga saga, por la que el hombre se posiciona con rivalidad descreída ante Dios, en el fondo quiere jugar a serlo él, destronando al verdadero Dios. Se ha llegado a "fabricar" un embrión humano. Nunca antes el hombre había llegado tan lejos en el logro, aunque sí en los intentos de fajarse en su investigación sin ningún control ético para lograr sus objetivos a cualquier precio.
Para Mons. Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida y director del Centro de Bioética de la Universidad del Sagrado Corazón de Roma, desde el punto de vista ético esta pretendida clonación `terapéutica´ es doblemente ilícita. "En primer lugar la clonación tiene un procedimiento que va contra la naturaleza y, en segundo lugar, elimina al embrión clonado. Por tanto, si ya es algo monstruoso clonar a una persona, hacer una fotocopia según nuestra voluntad, lo es todavía más eliminar al embrión para sacar de él un uso terapéutico. Por el contrario, hay pruebas de que para curar esas enfermedades son válidas y suficientes las células madre que se pueden sacar del adulto o del cordón umbilical. La insistencia en este camino de la clonación llamada `terapéutica´, con fines `soprendentes´, da la idea de que se trata de una batalla política. Es decir, se busca alcanzar la libertad de hacer lo que se quiere con el embrión humano desde el punto de vista industrial"
No es otra cosa que fabricar personas humanas, como se hacen los fármacos: en cadena productiva, en envases comercializados y con una calculada fecha de caducidad. Pero, lógicamente, con una diferencia: lo que se ofrece no es una pastilla, un jarabe o un sobre efervescente, sino una persona humana que una vez construida, se la usa parcialmente y.... se tira lo demás. La clonación terapéutica es un modo eufemístico de realizar un asesinato. Lo hicieron ya en los lager nazis o en los gulag soviéticos. Se ve qué rápidamente olvidamos y torpemente volvemos a repetir nuestros errores y nuestros horrores. Y aunque la Iglesia se vuelva a quedar sola en la defensa de la vida -de toda la vida-, tendremos que alzar nuestra voz por boca de los que no tienen voz una vez más. Porque lo que se hace contra el hombre, ofende el Corazón de Dios. Sí, matar a otra persona... perjudica gravemente su salud.
Con mi afecto y bendición,
Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y Jaca
Queridos amigos y hermanos:
Es la vieja, y tal vez única, tentación del hombre: llegar a ser Dios. La Biblia documenta bien esta pretensión en esas tres imágenes clásicas: comer del árbol prohibido, construir una torre de Babel o hacerse el becerro de oro. Cada uno sabe qué fruta desea y degusta, qué rascacielos levanta y ante qué ídolos se postra. Cuando se tiene una idea de Dios como rival inevitable, como amigo indeseado, como padre no reconocido, entonces surge una y otra vez esa tentación de deshacerse de Dios. Cada generación ha ido construyendo su propia trama y su propio drama a la hora de prescindir de Dios, y el muestrario es inmenso.
Lógicamente, cuando uno trata de comprender cuál es ese Dios que tanto rechazo concita, entonces lo primero que descubrimos en la mayoría de los casos es que se trata de un dios minúsculo y menor, acaso fruto de los temores, las heridas, los fantasmas de quienes reniegan de su fe, o fruto del falseamiento que la incoherencia y mediocridad de los creyentes tantas veces estamos sirviendo. Pero todos tenemos algún Dios/dios, y a Él/él nos referimos, nos ajustamos a sus leyes, profesamos su credo y le entregamos nuestros diezmos.
Lo que hemos podido ver esta semana pasada es una entrega más, de una larga saga, por la que el hombre se posiciona con rivalidad descreída ante Dios, en el fondo quiere jugar a serlo él, destronando al verdadero Dios. Se ha llegado a "fabricar" un embrión humano. Nunca antes el hombre había llegado tan lejos en el logro, aunque sí en los intentos de fajarse en su investigación sin ningún control ético para lograr sus objetivos a cualquier precio.
Para Mons. Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida y director del Centro de Bioética de la Universidad del Sagrado Corazón de Roma, desde el punto de vista ético esta pretendida clonación `terapéutica´ es doblemente ilícita. "En primer lugar la clonación tiene un procedimiento que va contra la naturaleza y, en segundo lugar, elimina al embrión clonado. Por tanto, si ya es algo monstruoso clonar a una persona, hacer una fotocopia según nuestra voluntad, lo es todavía más eliminar al embrión para sacar de él un uso terapéutico. Por el contrario, hay pruebas de que para curar esas enfermedades son válidas y suficientes las células madre que se pueden sacar del adulto o del cordón umbilical. La insistencia en este camino de la clonación llamada `terapéutica´, con fines `soprendentes´, da la idea de que se trata de una batalla política. Es decir, se busca alcanzar la libertad de hacer lo que se quiere con el embrión humano desde el punto de vista industrial"
No es otra cosa que fabricar personas humanas, como se hacen los fármacos: en cadena productiva, en envases comercializados y con una calculada fecha de caducidad. Pero, lógicamente, con una diferencia: lo que se ofrece no es una pastilla, un jarabe o un sobre efervescente, sino una persona humana que una vez construida, se la usa parcialmente y.... se tira lo demás. La clonación terapéutica es un modo eufemístico de realizar un asesinato. Lo hicieron ya en los lager nazis o en los gulag soviéticos. Se ve qué rápidamente olvidamos y torpemente volvemos a repetir nuestros errores y nuestros horrores. Y aunque la Iglesia se vuelva a quedar sola en la defensa de la vida -de toda la vida-, tendremos que alzar nuestra voz por boca de los que no tienen voz una vez más. Porque lo que se hace contra el hombre, ofende el Corazón de Dios. Sí, matar a otra persona... perjudica gravemente su salud.
Con mi afecto y bendición,
Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y Jaca