Re: La querella iconoclasta - La lucha por el favor de Dios -
Excelente nseigi, yo comparto tu interpretación
tal vez, el hecho de que la iglesia reformada sea iconoclasta sea que no se permite las imagenes en los templos, pues el templo es un lugar de culto a Dios y por ende no deberia haber algo que pudiera (aunque no este permitido) atraer la veneración a lo que no es Dios.
Y tambien que sabiendo que Cristo es hijo de Dios, no podriamos representar la imagen de Dios, dado que seria impropio representar la plenitud divina, manifestada en Jesucristo, además que no se sabe cual era su verdadera apariencia.
Saludos
Te contesto.
En el anglicanismo, en esta denominación, pero en otras también con imágenes como la luterana. Es de escuela dominical que las imágenes no son adorardas ni veneradas, tampoco son vejadas o perseguidas; pues creemos que como presentación de hechos bíblicos o de personajes bíblicos tienen una función comunicativa o pedagógica, que ayuda al hombre, necesitado también de los visual al concentrar su atención o vivir su vida simbólica (que es una parte del hombre) de forma adecuada con la mayor adecuación a la voluntad de Dios.
No existe ninguna liturgia aprobada o permitida que incluya nada creado como objeto de culto, escepto el agua del bautismo, el pan y el vino; y hasta cierto punto algunos símbolos que sí se usan en el culto, como puede ser una cruz, el incienso, las velas, los colores (en sentido litúrgico), las ropas de los celebrantes, la música, el cánticos; y nosotros mismos, creados, pero que somos sacrificio racional en el altar de Dios, toda nuestra vida.
Pero imágenes no. Las imágenes deben hablarlos de quien representan. Sabemos que son representaciones no fotografías excatas y no debe ser la intención de quien las hace hacer una copia de la realidad que no conocemos. Así YHVH son letras que representan a Dios, un cuadro de Jesús es una representación de su cuerpo, que sería lo que también habría visto cualquiera que hubiese conocido a Cristo, una imagen de la maternidad de María nos habla de la encarnación, una representación de la crucifixión nos habla de la muerte de Cristo; pero también son muy habituales representaciones mucho más metafóricas como la última cena en el sentido de la comunión en Cristo y en los hermanos, el buen pastor como representación de la parábola del Señor, también la viña como representación de Jesús, o el pez como representación del anagrama de nuestro Señor Salvador, etc...
Son representaciones que apelan en el creyente a realidades que conoce y que refrescan sus memoria o le pueden ayudar a recordar. A mi una cruz me ayuda a recordar en momentos en los que estoy distraído por la mi fragilidad la muerte vicaria de Cristo. Una imagen de la anunciación me ayuda a recordar que el Verbo vino en carne, y porque es Dios, el valor de su muerte en la cruz es cubre todos los pecados de los hombres, pues su valor es infinito y su mérito infinito.
Esa al menos es la actitud reformada ante las imágenes, como el arca y los querubines recordaban a Israel el pacto en la ley.
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Ahora bien estos objetos no son sagrados, no pueden ser honrados como objetos que son, no son lo que representan, no tienen poderes mágicos, no sanan, ni salvan, ni oyen ni escuchan, no son puertas para el cielo ni por ellos el creyente se acerca más a Dios. Sino que en Espíritu y Verdad adoraran los verdaderos, ya sea contemplando una montaña muy bella que Dios ha creado, leyendo la Biblia, viendo una representación del Señor, escuchando una predicación o recreándose en una alabanza, meros estímulos que como mucho no pueden más que inquietarnos o ayudarnos a recordar, a centrarnos (como el silencio ayuda a la concentración). Pero es Dios quien sale al encuentro y no ninguna imagen.
