La Visión de Daniel
Como en todo objetivo, en las cosas celestiales existe un PLAN. Este plan fue enseñado a varios profetas y se desglosa en toda la historia de Israel. En el caso del profeta israelita Daniel en la tierra de Babilonia, y por boca del príncipe Gabriel, se le hace saber todo cuanto sucedería desde sus días hasta el tiempo del fin, de una forma muy peculiar, y no sólo en una ocasión sino en varias visiones. Éste comandante le dijo en una de sus apariciones: “70 conjuraciones están determinadas sobre tu gente y sobre tu sagrada ciudad, para acabar la trasgresión (y sellar), [y terminar] los pecados (pecaminosos), y cubrir la iniquidad, traer la rectitud perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y se prudente, que desde la salida de la palabra para retornar y construir Ierushalaim (Jerusalén) hasta el Mesías Superior (líder), habrán 7 conjuraciones y 62 conjuraciones; se volverán a edificar la plaza y la trinchera en tiempos [de] tribulación. Después de las 62 conjuraciones será cortado (destruido) el Mesías, y ya no estará. Y la ciudad y el santuario serán arrasadas por gente de un líder que vendrá, su final llegará [como] en inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y [él] fortalecerá convenio con muchos [por otra] semana, y a la mitad hará cesar el sacrificio y el tributo (ofrenda). Y al finalizar [vendrá] abominación desoladora para culminar, y lo decidido se derretirá sobre el desolador”. (Contexto hebreo de Daniel 9:24-27).
El plan giraba en torno a:
• Su gente: Israel.
• Su santa ciudad: Jerusalén.
Si miramos las versiones bíblicas convencionales, veremos que las traducciones no son fidedignas. El texto hebreo no dice: “shibím shavuot” (70 semanas), sino: “shabeím shibeím” (70 conjuraciones). El número “7” en hebreo es: “sheba” o “shbá”, la palabra: “séptimo”, es: “shivá” o “shiví”, de donde deriva: “Shabeí” (Sh-b-a/e). Por otro lado, en hebreo la palabra “semana” es: “shavua”, y conjuraciones es: “shibeím”.
Mirando el texto, observamos la separación entre 7 objetivos y 62 objetivos, tras ellos el Mesías es “quitado”. Estos objetivos entraban en un determinado patrón de tiempo:
• Desde: La salida de La Palabra para regresar y edificar Jerusalén.
• Hasta: El Mesías líder.
• Luego: viene la desolación que continuará hasta la condenación de Satanás.
Es posible que esas 7 etapas se dieran desde esos días hasta la llegada de Jesús, o simplemente englobasen el “plan” con la Casa de Israel desde Adán. Digamos, de momento, que las “Shabeím shivá” (7 conjuraciones), que se mencionan como inicio, corresponden con las “shivá iomím” (siete lapsos) del Barashit (Génesis), mal llamados “siete días del Génesis”. Las otras 62 conjuraciones corresponden con Jesús. Él mismo hace que se cumplan. Por último, después de estas 69 conjuraciones (7 + 62), queda una “última conjura” a la que sí se le llama “Ha Shavua” (La Semana). En esta “semana” es cuando el Mesías hace “llamamiento” a muchos y hace “convenio” con ellos. En este intervalo de tiempo hay un “intermedio” en el cual son sacados de la tierra un número selecto de personas la cuales viven en constante “sacrificio”. También son sacados los muchos de ellos que yacen en el Seno de Abraham y son la “ofrenda” de los resucitados que el Hijo va a llevar al Padre. Este proceso hace parte del denominado “rapto” o “arrebatamiento”. Es decir, Jesús llevaría a cabo, en resumen, estos dictámenes principales:
• Control del mundo de los muertos: La Resurrección.
• Llamamiento y convenio con el “sacrificio continuo”: vivos y muertos: La Esposa.
• El Arrebatamiento, Rapto o Abducción ante la venida del Anticristo: La Apostasía.
Entonces al finalizar este espacio de tiempo, viene la Abominación Desoladora y en su cúspide final Satanás es muerto y echado al Gehena (El Lago). Pero llevemos el desarrollo del tema por partes:
• 7 conjuraciones: A pesar de parecer similar a los 7 Días del Génesis, es posible que se refiera efectivamente al retorno de los judíos desde Babilonia en tiempos de Ciro y la restauración de Jerusalén hasta la concepción de Jesús.
• 62 conjuraciones: El desarrollo del Plan por parte del Mesías.
• 1 conjuración (La Semana): Desde que el Mesías es “sacado” de La Tierra hasta el día en que Satanás muere y se establece el Gran Juicio. (Esa “semana” constituye lo expuesto en el Libro del Apocalipsis)
El Plan de Dios en manos del Mesías
El objetivo de Iehovah Elohim, giraba en torno al “pueblo” (Israel) y a la “santa ciudad” (Jerusalén) de la persona a quien le estaban hablando (Daniel), y este PLAN debía sacarse adelante mayormente por medio del Mesías, que no es otro sino Jesús, el Hijo del Dios Viviente. Este PLAN, en su conjunto, estaba explicado de esta manera:
• Acabar la transgresión y sellarla: Jesús pagó por los pecados del mundo.
• Terminar los pecados: empezar a erradicar la práctica del pecado en el mundo. Ya no se ejecutará más desde que Satanás muera.
• Cubrir la iniquidad: el perdón de pecados para no constar en el Libro de la Vida.
• Traer la rectitud perdurable: viene la justicia, la honradez y la vida correcta a los hombres.
• Sellar la visión y la profecía: Establecen y hacen oficial el cumplimiento de la venida del Hijo de Dios. él morará entre los hombres.
• Ungir al santo de los santos: Investir y coronar al Mesías.
“El aguijón del pecado es la muerte”, así que desde que hubo pecado también reinó la muerte. Escrito está:
“No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés…” (Romanos 5:14), y esto sucedió por dos razones principales:
1. Aparecieron “seres” que se hicieron pasar por dioses y dominaron el mundo. La guerra contra ellos nunca ha cesado pero el mundo quedó a la merced de dichos “señores” mientras Dios llamaba a Abraham.
2. No hubo Ley. No existía Ley. No fue sino hasta Moisés que fue establecida la Ley (Los 10 Mandamientos) que la humanidad tuvo “luz de conciencia”.
De manera que, con Moisés se podía identificar todo aquello que tenía a la raza humana “muerta” (separada de Dios) en el sentido espiritual. Pero aún el hecho de practicar el pecado llevaba al “distanciamiento” entre Dios y los hombres. Por esa razón se les enseñó a sacrificar animales como pago o “expiación” de pecados.
¿Qué hizo Jesús sobre este respecto? ¿Acaso no dio su propia vida por los pecados de todos? Jesús rompió el molde establecido del holocausto de animales dando su propia vida, pero “una sola vez”, y a partir de ahí todo aquel que se sujeta a Cristo está bajo la cobertura de la “expiación de pecados” (la gracia), es decir, “no está muerto”. Así entendemos que con Cristo hemos sido “resucitados”, ya que cuando éramos del mundo estábamos muertos en las transgresiones, pero en Cristo hemos vuelto a “vivir”, a tener “relación con el Padre Creador”, y entonces así ser lo que debemos ser: Hijos de Dios. por ello nadie que no naciere de nuevo no podrá heredar el reino de Dios.
Lo más probable es que las primeras 7 conjuraciones fuesen objetivos a cumplir desde la expatriación de los judíos a tierra de Babilonia hasta que llegase Jesucristo, y los 7 intervalos del Génesis hiciesen parte del “bloque” o “plan” anterior, antes del establecimiento de Israel como nación. De manera que entendemos que por Cristo fue “cubierta la iniquidad”, se nos enseñó a vivir en sanidad, para “acabar la transgresión” y “terminar los pecados”. Así mismo, Jesús enseñó lo que era la Vida Eterna y el Reino de los Cielos, con lo cual así mismo nos enseñó a comportarnos como “dioses” (Hijos de Dios), trayendo la “rectitud perdurable”.
Entonces, con su propia venida cumplió lo profetizado sobre él desde los tiempos antiguos y cumplió todo en sí mismo. Así, “hechas todas las cosas nuevas” y efectuando todo el PLAN que estaba esperando por él, para que él las ejecutara, fue “sellada la visión y la profecía”. Y también él mismo fue “ungido”, entendiendo que él, Cristo Jesús, es el Mesías, el “santo de los santos”.
Ahora bien, Gabriel dijo a Daniel sobre otros eventos que sucederían:
• Después de las 62 conjuraciones será “quitado” el Mesías y ya no estará: Jesús murió, resucitó y fue alzado al cielo.
• La Ciudad (Jerusalén) y el Santuario (el Templo) serán arrasados: Esto ocurrió en el año 66-70 d.C. cuando el emperador romano Tito mandó sus ejércitos contra Jerusalén y la arrasó.
• Su final llegó como inundación: Lo que quedaba de Israel fue desterrada en el año 135 d.C. bajo el mandato del emperador romano Adriano.
• Hasta el fin de los tiempos durarán las devastaciones: Esa tierra siempre ha estado en guerra, desde que llegaron a la Tierra Prometida dominada por los cananitas, y así seguirá hasta el tiempo del Armagedón –incluso en días del levantamiento de Gog.
• Él fortalecerá convenio con muchos: Jesús llama a muchos a hacer parte de su equipo, y “pacta” con ellos una vez aceptan a Jesús “en su corazón” como su “rey, señor y salvador” y creen que él es “el Hijo de Dios”.
• Hará cesar el sacrificio y el tributo (ofrenda): Muchos de estos elegidos vivían, viven y vivirán en “aflicción”, porque habitan en el mundo. Estos son conscientes de que no son parte de este mundo, pues este mundo, como hoy está, es del Enemigo, y así será hasta que él sea quitado. Ellos esperan en Cristo “sacrificándolo” todo y son el “ofrecimiento” que Jesús llevará al Padre como “testimonio”. Pero eso sucederá en el denominado “Arrebatamiento”, que pronto ha de acaecer.
• Vendrá la Abominación Desoladora: Tras ese evento aparecerá el Hijo de la Perdición, que es un falso mesías y aun anti-cristo. Él reinará por poco más de 3 años y medio, y hará toda su voluntad en La Tierra, recibiendo todo el poder de todos los gobiernos.
• Lo decidido se derramará sobre el Desolador: El Hijo de la Perdición reinará hasta que llegue el momento determinado cuando el “Desolador” (Satanás) page por todo lo que ha hecho y recaiga sobre él todo lo que ha sido juzgado y profetizado.
Y este Plan ha sido señalado sobre el pueblo de Dios (Israel) para dar luz al mundo, pero hoy el mundo ya tiene la luz (la Biblia) y puede acceder al Cuerpo de Cristo por sí mismos, si así lo considera el Espíritu Santo y el propio Jesús.
Anexo
Observemos algunos puntos interesantes que habíamos pasado por alto, en Daniel 9:22 Gabriel dice: “he salido”, pero, ¿de dónde ha salido? ¿Por qué no dice: “he bajado” o simplemente “he venido”? Querrá decir que “a salido de la guerra” con tal de venir y llegar hasta Daniel a revelarle las cosas. Luego en Daniel 9:23 Gabriel afirma: “Al principio de tus ruegos fue dada la orden”, pero, ¿cuál orden? Precisamente la orden de que se manifestara lo que Daniel estaba suplicando. Daniel pedía por su pueblo, para que fuesen devueltos a Jerusalén de la deportación a la que los llevó Nabucodonosor.
Unos versos más abajo, en Daniel 9:25 escribió el traductor que reza: “Plaza y muro”, cuando en hebreo dice: “Rehob ve-Jarutz”, que significa: Rehob = amplio, calle ancha, plaza; Jarutz = oro, decisión, diligente o foso. Entonces tenemos: plaza y oro. ¿Estará refiriéndose a la Nueva Jerusalén? (ver: Apocalipsis 21:18) Además, esa plaza y ese oro se levantarán “en tiempos angustiosos”. ¿Qué tiempos angustiosos hubo en días del profeta Esdras o del rey Artajerjes? Ha habido conflictos desde siempre en todas partes, y en Jerusalén sólo hubo algunos legalistas que se reusaban a la reconstrucción del Templo, pero eso fue todo (ver: Esdras 4:7). Así que, ¿en qué lugar fueron tiempos angustiosos? ¿Lo habrán sido para los babilonios cuando los medo-presas los vencieron o lo serían después para los persas en días del macedonio Alejandro Magno? O más bien, como cita en hebreo: “tiempos atribulados” conforme a lo de “arriba”. Creo que se refiere a que esas 7 y 62 (desde el levantamiento de “esa” Jerusalén -7- hasta la muerte del Mesías -62- = 69) serían en tiempos de Juan el bautista y Jesús: “Desde los días de Juan bautista el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan.” (Mateo 11:12)
Analizando a la luz del idioma hebreo en Daniel 9:25, dice correctamente que “desde la salida de la Palabra para regresar y construir Jerusalén”. Tenemos pues aquí una aparente mención al regresar de los deportados, pero junto con la construcción de la Jerusalén celestial, puesto que no menciona absolutamente nada sobre la reconstrucción del Templo, sino de “Jerusalén”. Aunque se puede asumir que se refiera a ambas cosas. El hecho es que en ningún momento menciona el Templo.
Luego, Daniel 9:26 nos lleva a otro punto clave en torno a la explicación de Gabriel: “hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.” ¿Hasta el fin de cuál guerra? ¿El conflicto en oriente próximo? Posiblemente, pero visualicemos el contexto general para aducir que se esté refiriendo precisamente la misma guerra que cita antes sobre los “tiempos angustiosos”, y que tiene que ver con la “violencia” que comenzó en días de Juan, allá arriba. Si no fuese esta guerra, y hablase de la invasión de Tito o Adriano, ¿acaso no es una obviedad que las devastaciones no culminan hasta el final de una guerra? Además, no hubo realmente ninguna guerra en aquellos días ni con las referencias que da Gabriel, salvo que se hable del Armagedón. Las batallas y revueltas de los días de los macabeos eran guerras de guerrillas, con lo cual puede estar hablando del fin del enfrentamiento allá arriba. Además, Daniel es particularmente propenso a escribir sobre este evento “celestial” desde el capítulo 7 hasta el fin de su libro.
Entonces, ¿era una guerra en la Tierra o era una batalla cósmica? Daniel 10:1 dice que “el conflicto era grande”, ¿cuál conflicto? Evidentemente del que ya se venía hablando bajo pseudónimos como “rey del norte y del sur” o “el macho cabrío y el carnero” o “los reyes de Persia y Media contra Grecia”. Aquel enfrentamiento allá arriba, porque de otra manera no tiene ninguna lógica que Gabriel le diga que “el príncipe del reino de Persia se le opuso durante veintiún días”. ¿Cómo se come eso de que al mismísimo Gabriel se le oponga el “zar” (líder) del Paras (Persia)?, y además añade que “Miguel, uno de los principales príncipes, “vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.” (Daniel 10:13) ¿Quedó allí? ¿Allí dónde? Ya Daniel está en Persia, bajo el reinado de Ciro, así que ¿de qué enfrentamiento estaba hablándole Gabriel? Además de que Gabriel no da nombres propios cuando los profetas sí dan nombres propios, para que quede constancia de todo. Sobre lo del “zar” –no dice “nasik” (príncipe) ni dice “nagid” (soberano)- tenemos claro que no es un rey (melej) aunque se le llama “el” príncipe. ¿Acaso no hay más príncipes? De hecho, dice: “quedé allí con los príncipes”.
Otra cosa es que, si fuese con los dioses con quienes se están enfrentando, ¿por qué no decirlo? Muy posiblemente porque no estaba permitido hablar de ellos ni se les iba a referir como dioses (ver: Josué 23:7). En Daniel 10:20-21 Gabriel dice: “ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.” Y añade en Daniel 11:1: “Y yo mismo, en el año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo.” Claramente no hay problema en citar los nombres de los gobernantes terrestres, así que, ¿Por qué no dijo quiénes eran esos “zares” contra los cuales se enfrentaban él y Miguel? Y vuelve la pregunta: ¿desde cuándo los arcángeles pelean con príncipes terrestres? Y si así fuera, ¿cómo es posible que fuesen refrenados por ellos? ¡Incluso
por 21 días!
Gabriel aclara que después de enfrentarse al príncipe de Persia tendrá que enfrentarse al de Grecia, que claramente no es en la región del Peloponeso, pues esta estaba bastante dividida políticamente. Lo que se intuye es que no habla de los reyes y príncipes de dichas naciones sino de los “zar” (líderes) que los manejan desde arriba. En el libro del ruso Zecharia Sitchin sobre “Las Guerras de los Dioses y los Hombres”, el escritor explica cómo los dioses dejaron de hacer acto de presencia ya en tiempos de Abraham, para únicamente respaldar a los reyes que ellos mismos subían al poder, mientras los propios dioses se mantenían alejados de los hombres y sus ciudades cada vez más. En sus trabajos, Sitchin, lleva a pensar que efectivamente los dioses controlaban las regiones y al haberse cansado de las guerras entre ellos mismos, utilizaban a los reyes puestos por ellos mismos sobre las ciudades, donde a “ellos” (los dioses soberanos del país) se les daba culto, se enfrentaban en guerras por el poder. De ahí el hecho de que les construyesen estatuas en ciudades concretas o se consagrase una ciudad en honor a su dios regional.
Por:
Frederick Guttmann R.
[email protected]
-projectmagen.com-
Como en todo objetivo, en las cosas celestiales existe un PLAN. Este plan fue enseñado a varios profetas y se desglosa en toda la historia de Israel. En el caso del profeta israelita Daniel en la tierra de Babilonia, y por boca del príncipe Gabriel, se le hace saber todo cuanto sucedería desde sus días hasta el tiempo del fin, de una forma muy peculiar, y no sólo en una ocasión sino en varias visiones. Éste comandante le dijo en una de sus apariciones: “70 conjuraciones están determinadas sobre tu gente y sobre tu sagrada ciudad, para acabar la trasgresión (y sellar), [y terminar] los pecados (pecaminosos), y cubrir la iniquidad, traer la rectitud perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y se prudente, que desde la salida de la palabra para retornar y construir Ierushalaim (Jerusalén) hasta el Mesías Superior (líder), habrán 7 conjuraciones y 62 conjuraciones; se volverán a edificar la plaza y la trinchera en tiempos [de] tribulación. Después de las 62 conjuraciones será cortado (destruido) el Mesías, y ya no estará. Y la ciudad y el santuario serán arrasadas por gente de un líder que vendrá, su final llegará [como] en inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y [él] fortalecerá convenio con muchos [por otra] semana, y a la mitad hará cesar el sacrificio y el tributo (ofrenda). Y al finalizar [vendrá] abominación desoladora para culminar, y lo decidido se derretirá sobre el desolador”. (Contexto hebreo de Daniel 9:24-27).
El plan giraba en torno a:
• Su gente: Israel.
• Su santa ciudad: Jerusalén.
Si miramos las versiones bíblicas convencionales, veremos que las traducciones no son fidedignas. El texto hebreo no dice: “shibím shavuot” (70 semanas), sino: “shabeím shibeím” (70 conjuraciones). El número “7” en hebreo es: “sheba” o “shbá”, la palabra: “séptimo”, es: “shivá” o “shiví”, de donde deriva: “Shabeí” (Sh-b-a/e). Por otro lado, en hebreo la palabra “semana” es: “shavua”, y conjuraciones es: “shibeím”.
Mirando el texto, observamos la separación entre 7 objetivos y 62 objetivos, tras ellos el Mesías es “quitado”. Estos objetivos entraban en un determinado patrón de tiempo:
• Desde: La salida de La Palabra para regresar y edificar Jerusalén.
• Hasta: El Mesías líder.
• Luego: viene la desolación que continuará hasta la condenación de Satanás.
Es posible que esas 7 etapas se dieran desde esos días hasta la llegada de Jesús, o simplemente englobasen el “plan” con la Casa de Israel desde Adán. Digamos, de momento, que las “Shabeím shivá” (7 conjuraciones), que se mencionan como inicio, corresponden con las “shivá iomím” (siete lapsos) del Barashit (Génesis), mal llamados “siete días del Génesis”. Las otras 62 conjuraciones corresponden con Jesús. Él mismo hace que se cumplan. Por último, después de estas 69 conjuraciones (7 + 62), queda una “última conjura” a la que sí se le llama “Ha Shavua” (La Semana). En esta “semana” es cuando el Mesías hace “llamamiento” a muchos y hace “convenio” con ellos. En este intervalo de tiempo hay un “intermedio” en el cual son sacados de la tierra un número selecto de personas la cuales viven en constante “sacrificio”. También son sacados los muchos de ellos que yacen en el Seno de Abraham y son la “ofrenda” de los resucitados que el Hijo va a llevar al Padre. Este proceso hace parte del denominado “rapto” o “arrebatamiento”. Es decir, Jesús llevaría a cabo, en resumen, estos dictámenes principales:
• Control del mundo de los muertos: La Resurrección.
• Llamamiento y convenio con el “sacrificio continuo”: vivos y muertos: La Esposa.
• El Arrebatamiento, Rapto o Abducción ante la venida del Anticristo: La Apostasía.
Entonces al finalizar este espacio de tiempo, viene la Abominación Desoladora y en su cúspide final Satanás es muerto y echado al Gehena (El Lago). Pero llevemos el desarrollo del tema por partes:
• 7 conjuraciones: A pesar de parecer similar a los 7 Días del Génesis, es posible que se refiera efectivamente al retorno de los judíos desde Babilonia en tiempos de Ciro y la restauración de Jerusalén hasta la concepción de Jesús.
• 62 conjuraciones: El desarrollo del Plan por parte del Mesías.
• 1 conjuración (La Semana): Desde que el Mesías es “sacado” de La Tierra hasta el día en que Satanás muere y se establece el Gran Juicio. (Esa “semana” constituye lo expuesto en el Libro del Apocalipsis)
El Plan de Dios en manos del Mesías
El objetivo de Iehovah Elohim, giraba en torno al “pueblo” (Israel) y a la “santa ciudad” (Jerusalén) de la persona a quien le estaban hablando (Daniel), y este PLAN debía sacarse adelante mayormente por medio del Mesías, que no es otro sino Jesús, el Hijo del Dios Viviente. Este PLAN, en su conjunto, estaba explicado de esta manera:
• Acabar la transgresión y sellarla: Jesús pagó por los pecados del mundo.
• Terminar los pecados: empezar a erradicar la práctica del pecado en el mundo. Ya no se ejecutará más desde que Satanás muera.
• Cubrir la iniquidad: el perdón de pecados para no constar en el Libro de la Vida.
• Traer la rectitud perdurable: viene la justicia, la honradez y la vida correcta a los hombres.
• Sellar la visión y la profecía: Establecen y hacen oficial el cumplimiento de la venida del Hijo de Dios. él morará entre los hombres.
• Ungir al santo de los santos: Investir y coronar al Mesías.
“El aguijón del pecado es la muerte”, así que desde que hubo pecado también reinó la muerte. Escrito está:
“No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés…” (Romanos 5:14), y esto sucedió por dos razones principales:
1. Aparecieron “seres” que se hicieron pasar por dioses y dominaron el mundo. La guerra contra ellos nunca ha cesado pero el mundo quedó a la merced de dichos “señores” mientras Dios llamaba a Abraham.
2. No hubo Ley. No existía Ley. No fue sino hasta Moisés que fue establecida la Ley (Los 10 Mandamientos) que la humanidad tuvo “luz de conciencia”.
De manera que, con Moisés se podía identificar todo aquello que tenía a la raza humana “muerta” (separada de Dios) en el sentido espiritual. Pero aún el hecho de practicar el pecado llevaba al “distanciamiento” entre Dios y los hombres. Por esa razón se les enseñó a sacrificar animales como pago o “expiación” de pecados.
¿Qué hizo Jesús sobre este respecto? ¿Acaso no dio su propia vida por los pecados de todos? Jesús rompió el molde establecido del holocausto de animales dando su propia vida, pero “una sola vez”, y a partir de ahí todo aquel que se sujeta a Cristo está bajo la cobertura de la “expiación de pecados” (la gracia), es decir, “no está muerto”. Así entendemos que con Cristo hemos sido “resucitados”, ya que cuando éramos del mundo estábamos muertos en las transgresiones, pero en Cristo hemos vuelto a “vivir”, a tener “relación con el Padre Creador”, y entonces así ser lo que debemos ser: Hijos de Dios. por ello nadie que no naciere de nuevo no podrá heredar el reino de Dios.
Lo más probable es que las primeras 7 conjuraciones fuesen objetivos a cumplir desde la expatriación de los judíos a tierra de Babilonia hasta que llegase Jesucristo, y los 7 intervalos del Génesis hiciesen parte del “bloque” o “plan” anterior, antes del establecimiento de Israel como nación. De manera que entendemos que por Cristo fue “cubierta la iniquidad”, se nos enseñó a vivir en sanidad, para “acabar la transgresión” y “terminar los pecados”. Así mismo, Jesús enseñó lo que era la Vida Eterna y el Reino de los Cielos, con lo cual así mismo nos enseñó a comportarnos como “dioses” (Hijos de Dios), trayendo la “rectitud perdurable”.
Entonces, con su propia venida cumplió lo profetizado sobre él desde los tiempos antiguos y cumplió todo en sí mismo. Así, “hechas todas las cosas nuevas” y efectuando todo el PLAN que estaba esperando por él, para que él las ejecutara, fue “sellada la visión y la profecía”. Y también él mismo fue “ungido”, entendiendo que él, Cristo Jesús, es el Mesías, el “santo de los santos”.
Ahora bien, Gabriel dijo a Daniel sobre otros eventos que sucederían:
• Después de las 62 conjuraciones será “quitado” el Mesías y ya no estará: Jesús murió, resucitó y fue alzado al cielo.
• La Ciudad (Jerusalén) y el Santuario (el Templo) serán arrasados: Esto ocurrió en el año 66-70 d.C. cuando el emperador romano Tito mandó sus ejércitos contra Jerusalén y la arrasó.
• Su final llegó como inundación: Lo que quedaba de Israel fue desterrada en el año 135 d.C. bajo el mandato del emperador romano Adriano.
• Hasta el fin de los tiempos durarán las devastaciones: Esa tierra siempre ha estado en guerra, desde que llegaron a la Tierra Prometida dominada por los cananitas, y así seguirá hasta el tiempo del Armagedón –incluso en días del levantamiento de Gog.
• Él fortalecerá convenio con muchos: Jesús llama a muchos a hacer parte de su equipo, y “pacta” con ellos una vez aceptan a Jesús “en su corazón” como su “rey, señor y salvador” y creen que él es “el Hijo de Dios”.
• Hará cesar el sacrificio y el tributo (ofrenda): Muchos de estos elegidos vivían, viven y vivirán en “aflicción”, porque habitan en el mundo. Estos son conscientes de que no son parte de este mundo, pues este mundo, como hoy está, es del Enemigo, y así será hasta que él sea quitado. Ellos esperan en Cristo “sacrificándolo” todo y son el “ofrecimiento” que Jesús llevará al Padre como “testimonio”. Pero eso sucederá en el denominado “Arrebatamiento”, que pronto ha de acaecer.
• Vendrá la Abominación Desoladora: Tras ese evento aparecerá el Hijo de la Perdición, que es un falso mesías y aun anti-cristo. Él reinará por poco más de 3 años y medio, y hará toda su voluntad en La Tierra, recibiendo todo el poder de todos los gobiernos.
• Lo decidido se derramará sobre el Desolador: El Hijo de la Perdición reinará hasta que llegue el momento determinado cuando el “Desolador” (Satanás) page por todo lo que ha hecho y recaiga sobre él todo lo que ha sido juzgado y profetizado.
Y este Plan ha sido señalado sobre el pueblo de Dios (Israel) para dar luz al mundo, pero hoy el mundo ya tiene la luz (la Biblia) y puede acceder al Cuerpo de Cristo por sí mismos, si así lo considera el Espíritu Santo y el propio Jesús.
Anexo
Observemos algunos puntos interesantes que habíamos pasado por alto, en Daniel 9:22 Gabriel dice: “he salido”, pero, ¿de dónde ha salido? ¿Por qué no dice: “he bajado” o simplemente “he venido”? Querrá decir que “a salido de la guerra” con tal de venir y llegar hasta Daniel a revelarle las cosas. Luego en Daniel 9:23 Gabriel afirma: “Al principio de tus ruegos fue dada la orden”, pero, ¿cuál orden? Precisamente la orden de que se manifestara lo que Daniel estaba suplicando. Daniel pedía por su pueblo, para que fuesen devueltos a Jerusalén de la deportación a la que los llevó Nabucodonosor.
Unos versos más abajo, en Daniel 9:25 escribió el traductor que reza: “Plaza y muro”, cuando en hebreo dice: “Rehob ve-Jarutz”, que significa: Rehob = amplio, calle ancha, plaza; Jarutz = oro, decisión, diligente o foso. Entonces tenemos: plaza y oro. ¿Estará refiriéndose a la Nueva Jerusalén? (ver: Apocalipsis 21:18) Además, esa plaza y ese oro se levantarán “en tiempos angustiosos”. ¿Qué tiempos angustiosos hubo en días del profeta Esdras o del rey Artajerjes? Ha habido conflictos desde siempre en todas partes, y en Jerusalén sólo hubo algunos legalistas que se reusaban a la reconstrucción del Templo, pero eso fue todo (ver: Esdras 4:7). Así que, ¿en qué lugar fueron tiempos angustiosos? ¿Lo habrán sido para los babilonios cuando los medo-presas los vencieron o lo serían después para los persas en días del macedonio Alejandro Magno? O más bien, como cita en hebreo: “tiempos atribulados” conforme a lo de “arriba”. Creo que se refiere a que esas 7 y 62 (desde el levantamiento de “esa” Jerusalén -7- hasta la muerte del Mesías -62- = 69) serían en tiempos de Juan el bautista y Jesús: “Desde los días de Juan bautista el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan.” (Mateo 11:12)
Analizando a la luz del idioma hebreo en Daniel 9:25, dice correctamente que “desde la salida de la Palabra para regresar y construir Jerusalén”. Tenemos pues aquí una aparente mención al regresar de los deportados, pero junto con la construcción de la Jerusalén celestial, puesto que no menciona absolutamente nada sobre la reconstrucción del Templo, sino de “Jerusalén”. Aunque se puede asumir que se refiera a ambas cosas. El hecho es que en ningún momento menciona el Templo.
Luego, Daniel 9:26 nos lleva a otro punto clave en torno a la explicación de Gabriel: “hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.” ¿Hasta el fin de cuál guerra? ¿El conflicto en oriente próximo? Posiblemente, pero visualicemos el contexto general para aducir que se esté refiriendo precisamente la misma guerra que cita antes sobre los “tiempos angustiosos”, y que tiene que ver con la “violencia” que comenzó en días de Juan, allá arriba. Si no fuese esta guerra, y hablase de la invasión de Tito o Adriano, ¿acaso no es una obviedad que las devastaciones no culminan hasta el final de una guerra? Además, no hubo realmente ninguna guerra en aquellos días ni con las referencias que da Gabriel, salvo que se hable del Armagedón. Las batallas y revueltas de los días de los macabeos eran guerras de guerrillas, con lo cual puede estar hablando del fin del enfrentamiento allá arriba. Además, Daniel es particularmente propenso a escribir sobre este evento “celestial” desde el capítulo 7 hasta el fin de su libro.
Entonces, ¿era una guerra en la Tierra o era una batalla cósmica? Daniel 10:1 dice que “el conflicto era grande”, ¿cuál conflicto? Evidentemente del que ya se venía hablando bajo pseudónimos como “rey del norte y del sur” o “el macho cabrío y el carnero” o “los reyes de Persia y Media contra Grecia”. Aquel enfrentamiento allá arriba, porque de otra manera no tiene ninguna lógica que Gabriel le diga que “el príncipe del reino de Persia se le opuso durante veintiún días”. ¿Cómo se come eso de que al mismísimo Gabriel se le oponga el “zar” (líder) del Paras (Persia)?, y además añade que “Miguel, uno de los principales príncipes, “vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.” (Daniel 10:13) ¿Quedó allí? ¿Allí dónde? Ya Daniel está en Persia, bajo el reinado de Ciro, así que ¿de qué enfrentamiento estaba hablándole Gabriel? Además de que Gabriel no da nombres propios cuando los profetas sí dan nombres propios, para que quede constancia de todo. Sobre lo del “zar” –no dice “nasik” (príncipe) ni dice “nagid” (soberano)- tenemos claro que no es un rey (melej) aunque se le llama “el” príncipe. ¿Acaso no hay más príncipes? De hecho, dice: “quedé allí con los príncipes”.
Otra cosa es que, si fuese con los dioses con quienes se están enfrentando, ¿por qué no decirlo? Muy posiblemente porque no estaba permitido hablar de ellos ni se les iba a referir como dioses (ver: Josué 23:7). En Daniel 10:20-21 Gabriel dice: “ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.” Y añade en Daniel 11:1: “Y yo mismo, en el año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo.” Claramente no hay problema en citar los nombres de los gobernantes terrestres, así que, ¿Por qué no dijo quiénes eran esos “zares” contra los cuales se enfrentaban él y Miguel? Y vuelve la pregunta: ¿desde cuándo los arcángeles pelean con príncipes terrestres? Y si así fuera, ¿cómo es posible que fuesen refrenados por ellos? ¡Incluso
por 21 días!
Gabriel aclara que después de enfrentarse al príncipe de Persia tendrá que enfrentarse al de Grecia, que claramente no es en la región del Peloponeso, pues esta estaba bastante dividida políticamente. Lo que se intuye es que no habla de los reyes y príncipes de dichas naciones sino de los “zar” (líderes) que los manejan desde arriba. En el libro del ruso Zecharia Sitchin sobre “Las Guerras de los Dioses y los Hombres”, el escritor explica cómo los dioses dejaron de hacer acto de presencia ya en tiempos de Abraham, para únicamente respaldar a los reyes que ellos mismos subían al poder, mientras los propios dioses se mantenían alejados de los hombres y sus ciudades cada vez más. En sus trabajos, Sitchin, lleva a pensar que efectivamente los dioses controlaban las regiones y al haberse cansado de las guerras entre ellos mismos, utilizaban a los reyes puestos por ellos mismos sobre las ciudades, donde a “ellos” (los dioses soberanos del país) se les daba culto, se enfrentaban en guerras por el poder. De ahí el hecho de que les construyesen estatuas en ciudades concretas o se consagrase una ciudad en honor a su dios regional.
Por:
Frederick Guttmann R.
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