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El exclusivista, apenas ver� dos: el �verdadero�, que es el de la organizaci�n a la que pertenece, y los falsos, que son todos los dem�s, aunque luciendo todav�a retazos del �nico original.
En algunos surge la pregunta: -�Valdr� la pena? En los otros, ser�a improcedente.
El tema es propuesto ahora a los cristianos evang�licos, ya que cat�licos, adventistas, TJ y mormones, suelen estar muy c�modos y satisfechos con la organizaci�n que integran, convencidos que goza en exclusividad del favor divino como depositaria de la verdad. Obvio: si los que est�n dentro est�n en la verdad, cuantos se hallan fuera a�n est�n en el error.
Como de entrada ya les estamos concediendo esto, es de esperar que no inunden el ep�grafe con fines propagand�sticos para pescar incautos. El prop�sito no es discutir con ellos, sino ayudar y compartir con quienes aspiran sana y sinceramente tener las cosas claras.
Entre los cristianos evang�licos, en cambio, son muchos los hermanos y hermanas no satisfechos ni conformes con los lugares en que han estado, los que est�n, y los que podr�an llegar a estar si cerrando ojos y tapando o�dos se metieran.
Que la fe se debilita y el escepticismo crece entre nosotros es una realidad, pese a que permanece encubierta por la religiosidad dominical que acostumbra llenar los templos.
Hermanos y hermanas suspiran por un cristianismo que valga la pena dedicarle coraz�n y vida. Aunque es ampl�sima la oferta de opciones, saben que todo es �m�s de lo mismo�. Saben tambi�n que el creyente individual no pasa de ser un n�mero que ocupa un espacio en el banco, m�s los otros n�meros del monto de su ofrenda.
Aunque diferentes ministerios invocan muy loables prop�sitos, a ojos vista se hace notorio que todo gira en torno al pastor y su familia �que parece ser el leitmotiv de de la congregaci�n-, y contentar lo mejor posible al selecto grupo de ac�litos que lo secundan.
Los mejores miembros no son los que m�s trabajan �estos ya est�n reconocidos-, sino los que cumplen la gimnasia dominical de llegar puntualmente, sentarse, o�r, ofrendar, saludar a irse, hasta el pr�ximo domingo. Estos no dan problema alguno; con hacer acto de presencia y dejar su �bolo, basta. -�Ojal� todos fueran as�! �suspira el pastor.
Este tipo de cristianismo parece no valer la pena; pero muchos lo siguen, pues parecer�a todav�a peor no hacerlo.
Este es el momento en que quiero confrontarlos a un solo vers�culo:
� Y Pablo dijo: �Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente t�, sino tambi�n todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!� (Hch 26:29).
Estoy convencido que este es el cristianismo que vale la pena y que est� tan vigente para nosotros hoy d�a como para Pablo en su tiempo. Para Pablo su problema era aquellas cadenas. Nosotros no las tenemos, pero nos falta lo dem�s. �C�mo vivir un cristianismo que valga la pena?
�Qu� les parece si lo vamos conversando?
Reciban mis amables saludos.
Ricardo