¿Quien es la Iglesia Adventista del Séptimo Día? ¿Son una secta ó una denominación evangélica peculiar?
La contestación a ésta pregunta es algo que como veremos resulta fundamental, aunque tiene que venir precedida de otra: ¿Qué es una secta? No voy a referirme al contexto etimológico de la palabra, porque en ese contexto cualquier grupo pudiera denominarse como secta. Ni tampoco a la aplicación de la palabra griega haíresis, ni a lo que pudiera significar el término en el contexto de la historia bíblica del nuevo testamento. Al referirme a secta quiero decir "una organización de componente religioso, de estructura piramidal, de contenidos dogmáticos; exclusivista y excluyente a todo lo que no proceda de si misma; fundamentalista en la defensa de las interpretaciones y contenidos que desde la cúpula se imparten, y en la que el individuo, el adepto, se instruye para una obediencia exenta de análisis, y se obliga a renunciar a profundizaciones y objeciones interpretativos y de exégesis, supeditándolo a cuanto desde arriba le digan que debe creer, aceptar y defender. Además de ello, la secta está siempre relacionada con el liderazgo de un personaje carismático, guru, santón ó profeta, incuestionable dado el reconocimiento de un nivel sobrenatural en cuanto a su vida, o sus enseñanzas y revelaciones. Es típico que en la realidad el personaje en cuestión, este vivo o muerto, pero mantenido por los herederos espirituales y económicos de la secta, ha sido alguien cuya vida no corresponde con los principios éticos ni religiosos que popularmente reclama y proclama. Y que en el fondo de todo está la pervivencia económica, ideológica y de poder de un grupo reducido que maneja los hilos, donde la disidencia se paga con la expulsión, cuando no con la persecución".
Bueno, pues si aceptamos como secta algo que corresponda con la descripción anterior, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, es una secta. Pese a quien le pese, y haya sido defendida por quien haya sido en cualquier ámbito, y alguno de ellos próximo, e incluso interno al evangelismo. Y esto a pesar también de que exista una táctica promocionada por ellos, y amparada por algunos nombres y figuras del evangelismo español, en el caso relativo a nuestro país, que pretendan mostrarlos como un grupo ó una denominación evangélica peculiar en cuanto a la interpretación de ciertas doctrinas, pero tampoco más allá que otras denominaciones. Esto ya lo habían intentado a escala internacional con el testimonio de Walter Martin, aunque como menciona Cesar Vidal en su Libro "La Otra Cara del Paraíso", este reconoció haber sido engañado por los adventistas que habían utilizado con él sugerentes tentaciones económicas (Mencionado por W. Rea en Pirates of Privilege).
Si queremos determinar la peligrosidad de esta secta bajo el punto de vista social, en honor a la verdad debemos decir que la Iglesia Adventista del Séptimo Día, no es una secta de las llamadas peligrosas, como podríamos mencionar aquí a los diferentes grupos que en determinadas partes del mundo, y en los últimos 25 ó 30 años han acabado en baños de sangre, crímenes rituales, etc. Pero como secta ideológica es muy peligrosa porque aparta a las personas del único camino de Salvación, de Jesucristo, introduciendo y divulgando un evangelio diferente, que conduce a la perdición de las almas. Como bien reconoce Ramón Vallés en su libro "Las sectas. El cáncer del años 2000": "Todas las sectas son extremadamente peligrosas ya que están fuera del camino verdadero de la vida". (Lamentablemente Ramón Vallés no incluye a los adventistas en su relación de sectas, aunque si a los Testigos de Jehová que son otra de las ramas del millerismo).
La Historia Por razón de espacio solo puedo dedicar unas breves líneas para presentar la historia de la génesis común del adventismo y de Los Testigos de Jehová. Y tenemos que remontarnos a la segunda década del siglo pasado para descubrir allí a un campesino ignorante, pero que yo creo que actuaba de buena fe, como fue William Miller, que preocupado por el fin del mundo creyó encontrar la respuesta a las profecías de Daniel, predicando y anunciando el advenimiento de Jesucristo para el 21 de Marzo de 1843, y luego para una fecha indeterminada entre esta y el 21 de Marzo de 1844.
Aunque el hombre se endiosó un poco al verse como un nuevo y solitario Noé, llamando al arrepentimiento antes de que fuese tarde para el juicio que según él se avecinaba, fueron sus lugartenientes los que proclamaban que sus afirmaciones eran tan ciertas como la Biblia misma. Uno de ellos Elder Joshua hizo sus buenos negocios a cuenta del caudal ingente de crédulos que se sintieron atraídos, y a la vez descuidados de unos bienes que, de todas formas, en breve no iban a necesitar. Todo este mover sucede en medio del anquilosamiento de las iglesias tradicionales, de modo que en breve espacio de tiempo, Miller, consiguió más de cien mil entusiasmados seguidores, que se entregaron con denuedo a la repetición de las predicciones milleristas a lo largo y ancho de los EEUU.
Mucha gente sintió un avivamiento, una renovación espiritual, y ya no hablaba más que de profecías y de Apocalipsis. Desde un año antes a la fecha pronosticada, la multitud de seguidores se dispusieron a tal espera, ante la confirmación celestial, que fue a lo que atribuyeron una "lluvia de estrellas" (caída de meteoritos) que sucedió por entonces. Los expectantes seguidores abandonaron negocios, cosechas, propiedades, etc., anunciaban la condenación de los que no les seguían en su alocada fantasía, en lo que fue un fenómeno de tal magnitud que llegó a hacer intervenir a las autoridades. Pero llegó la fecha, y el posterior retorno a casa con la desazón y la frustración como bandera para tantos que no se conforman con las palabras razonables del mismo Jesucristo, quien afirmó en palabras recogidas en Marcos 13:32: Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Una corrección de fechas y un nuevo fracaso se llevó también la vida de Miller, quien murió poco después de un ataque al corazón decepcionado por la terquedad de la realidad.
Sin embargo este caudal de gente crédula había que aprovecharlo. Podía ser una mina. Y, los que aprovecharon en su propio beneficio fueron en primer lugar un tal Irma Edson y otro tal Croissier, que pusieron la base ideológica como autores de la doctrina disparatada y antibíblica de que Jesucristo vino realmente en la fecha anunciada de 1844, pero no a la tierra, sino al "santuario celestial" y "entró en el santísimo tabernáculo para hacer una expiación especial y borrar los pecados de su pueblo".
Este disparate fue aceptado por muchos de aquellos desesperados crédulos . Así empezó la divulgación y el asentamiento del movimiento adventista. Uno de los pilares de aquellos principios revueltos fue la visión que tuvo Ellen G. White el 24 de marzo de 1849, afirmando la cercanía del fin del mundo, para que aquellos que dudaban en irse, se quedaran por si acaso. A profeta muerto, profeta puesto.
Otro de los que dieron publicidad a ésta versión fue James White, marido de la anterior, en los libros como "Life Incidentes" y que unos años más tarde su lista viuda, Ellen White, volvió a reescribir, en vista del escaso éxito que habían recibido los libros en sus primeras ediciones. Solo que ahora, 16 años después, plagiando los textos en muchos casos de forma textual, pero presentándolos como una nueva revelación, bajo la inspiración del Espíritu Santo por medio de visiones, se convirtieron en best sellers que proporcionaron pingües beneficios a la autora y a la cúpula dirigente, con el asentamiento definitivo de una importante tajada del movimiento millerista en sus manos. Otra parte quedó en las manos de Russell.
Estos libros plagiados, presentados como "inspirados" fueron el origen y la base de la teología adventista. Hay un trabajo muy bueno sobre ésta cuestión escrito por un ex-adventista Walter T. Rea, que se puede obtener a través de Internet, titulado: Ellen G. White profet? or Plagiarist! The White Lie! No importa que las afirmaciones de Ellen White contengan grandes errores en temas médicos, astrológicos, históricos, y por supuesto de interpretación bíblica, que para los adventistas se tratará de cuestiones infalibles.
La táctica diabólica que están usando es intentar nutrirse de los hijos de los evangélico. No cabe duda de que es más fácil convencer de sus extravagancias interpretativas con la Biblia a unas personas que aunque no la conozcan demasiado, al menos la respeten y estén dispuestas a abrirse a un tema parecido a este: ¿Dime un texto en toda la Biblia donde se mande guardar el domingo? Y, como nuestros hijos, hablando en términos generales, saben más de la cláusula de rescisión del contrato del futbolista de moda, o del modisto que hizo el cuello barco del traje de la infanta, que de los principios fundamentales de las doctrinas bíblicas, pues son una víctimas fáciles. Para ello solo tienen que tener acceso, y ese acceso lo han conseguido engañando a los líderes de sus padres, de lo que se trata en el ultimo apartado del articulo ¿cómo no les va a resultar más fácil luego engañar a los hijos?.
Es una triste Realidad para el Adventismo, no hay como escaparse..
Saludos