Tenemos que enseñarnos a depender de Dios en todo...

Efe-E-Pe

Círculos concéntricos
4 Octubre 2008
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Hola, amigos y hermanos.

Debo confesarles que ando un poco agüitado... Si en un mes mi casa no se vende, la empresa que tiene hipotecada la casa nos echará. No digo que mis viejos y yo caeremos en la desgracia; Dios nos ha sostenido con poder y misericordia porque Él es fiel al cumplir Su palabra, pues no ha visto justo en desamparo.

El problema que tengo ahora, es el de la crisis del desapego. Por años vivimos en un lugar donde tuvimos muchos recuerdos, tanto buenos como no tan buenos... Salirnos de esta casa será como si un "algo" se nos fuera arrancado del pellejo, algo que siempre duele porque en ocasiones creemos que las cosas no cambiarán. Ese es un error en el que a veces incurrimos.

...sin embargo, quiero ver el lado positivo de la lluvia de limones en ciernes. Esto lo digo porque mis viejos ya no están para trabajar como lo han hecho por años. Ya necesitan vivir su vejez y sus canas en solaz; ya cada uno de mis hermanos debe enfrentar sus broncas sin la injerencia de los papás, pero a veces parece que no perdemos la mañita... Lo digo por mi mamá, que aún se preocupa por algunos de mis hermanos que ya hasta nietos tiene, jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Mi madre es bienintencionada al querer ayudarnos, no se lo puedo tomar a mal. Precisamente por eso fue que la casa quedó hipotecada: al tratar de sacar de una mega bronca a uno de mis hermanos por un fuerte préstamo, ahora estamos a punto de que nos pongan de patitas en la calle.

No, no es que ella haya calculado mal las consecuencias de un mal negocio que se vino a pique por la crisis económica mundial o por el AH1N1 o por las barbas de la rana rené... Todas las mamás son así, tratan de ver que sus retoños no carezcan de nada, pero hay veces que la buena intención puede comprometer algo más que el dinero. A raíz de este problema, se dieron situaciones muy delicadas, separaciones entre hermanos, descontento y rencillas... porque, aún cuando mi familia conoce del Evangelio, pos cada uno ya agarró por su cuenta las parrandas... y algunos ya hacen de su vida un papalote sin tomar en cuenta que Dios mira todo lo que hacemos, lo apunta en sus registros, y se lo guarda para cuando venga a hacer las cuentas. Eso me preocupa bastante.
 
Re: Tenemos que enseñarnos a depender de Dios en todo...

Se me pidió en la congregación compartir un tema basado en la última parte del salmo 119. ¡Vaya si vino a colación con lo que estoy viviendo en mi familia!

Muchas de las veces no parece que tengamos conciencia de que dependemos de Dios en todo. Creemos a veces mal sobre una falsa seguridad; creemos que siempre viviremos cómodamente hasta que nos encontremos con Cristo en las nubes... y la realidad pinta las cosas de manera más cruda y real. De hecho, si el "cristiano" no se halla padeciendo persecución, debería cuestionar su "cristianismo".

Tenemos que enseñarnos a confiar en el Dueño de la plata y el oro, porque de Él dependemos para vivir aquí. Ello no quiere decir que deberíamos cargarle la mano a Dios, también nosotros debemos tomar nuestra parte al obedecer y trabajar con nuestras manos. Dios no bendice a los flojos, sino a los diligentes.

Cuando me enteré del problema de la hipoteca, me entristecí mucho, mucho. Venían a mi mente escenarios en que mis papás y los dos solterones que quedamos (mi hermana y yo) estaríamos en una casucha de cartón y palos podridos, acarreando agua en alguna ciudad perdida... Con el tiempo, y conforme las cosas evolucionaban, traté de ver cómo podía ayudar a no hacer más difícil nuestra vida futura: dentro de dos años podré acceder a un crédito que me permita pagar una casa más o menos decente para mis viejos. Alterno a ello, una de mis primas ha ofrecido, de buena voluntad, una casa en la que podremos estar hasta tener algo propio dónde poder quedarnos. Además de todo, un funcionario que es amigo de mi mamá, también ha prometido ayudarnos consiguiendo un lugar donde no se pague renta.

Durante este tiempo de crisis, se derramaron lágrimas, se escucharon gritos iracundos, se rompieron corazones, se dieron rupturas familiares... y todo porque no hemos aprendido a dar el valor a cada cosa. En verdad que el dinero va y viene, pero una casa no es cualquier cosa. A mi papá le costó años de duro trabajo y muchos desvelos. Se suponía que ellos pasarían su vejez en algo que sería suyo... y ahora todo está a punto de esfumarse.

Por otra parte, también durante este proceso, se han dado algunas situaciones en que se ha podido ver que Dios sigue sosteniendo con poder a mis viejos. Hemos tenido lo necesario como para vivir decorosamente...

Mi renacimiento en Cristo se vino a dar en medio de esta crisis de desapego porque estoy convencido que algo bueno ha de sucedernos, pese a los cambios que experimentaremos en quizá un mes más... Sufriremos quizá ciertas incomodidades, carencias, aún puede darse el caso de noches de pesadillas... aunque también quizá tendremos la oportunidad de estar en un lugar más tranquilo, lejos de las broncas de mis hermanos que intranquilizan a mis viejos -en especial, a mi madre-.

También estoy convencido que, a mi edad, estoy más que listo para vivir de manera independiente. Quiero honrar a mis padres con una vida propia en la que pueda bastarme a mí mismo. Sé que el proceso no será fácil porque la vida de adulto es dura... y más dura es si vives en un país donde la autoridad de cartón que te dizque gobierna no puede garantizarte un futuro decoroso.
 
Re: Tenemos que enseñarnos a depender de Dios en todo...

De hecho, Dios quiso que el ser humano, llegada la edad adulta, sea capaz de separarse de la autoridad paterna, se consiga su ayuda idónea, y ambos inicien una nueva familia.

Es aquí también donde he recibido no pocas críticas porque, a mi edad, soy un soltero maduro. En realidad no me preocupa. Después de ver las meteduras de pata de mis hermanos -con sus consecuentes desavenencias-, estoy convencido que, por más que me tilden de marica o de tonto, no he de enredarme con ninguna mujer que no sea aquella que Dios me dé para vivir una vida en la que podamos soñar juntos, sentados a la luz de la luna en una cama de nubes blancas, y podamos caminar en el Camino sagrado, siempre tomados de las manos hasta que Papá nos reciba en la santa ciudad.