Re: LA REINA DEL CIELO
Sigamos contestando copias... ni modo.
Los Padres Apostólicos, como san Ignacio, ponen de relieve su maternidad divina. Durante el siglo II, Justino en Roma, Ireneo en Lyón y Tertuliano en Cartago, partiendo del paralelismo Adán-Cristo, inculcado con fuerza por san Pablo (Rom 5, 12-21), desarrollan el paralelismo análogo: Eva-María. La antiquísima fórmula del símbolo bautismal, el Credo (siglo II), evocaba continuamente a los fieles la grandeza de María como virgen y madre del Salvador: Natum ex Maria Virgine. Todo esto demuestra la especial veneración de las primeras generaciones cristianas hacia ella. Un reflejo significativo de dicha veneración, junto al testimonio de la confianza en la intercesión de la Virgen, la ofrecen los abundantes monumentos del arte funerario romano de los siglos II y III, con imágenes de la Virgen en las catacumbas.
Sigamos contestando copias... ni modo.
Cómo se le llama a la madre de los Reyes????.En ningún lugar del Nuevo Testamento se dice que María la madre de Jesús sea o tuviera que ser nombrada reina del cielo;
Nada que ver con la ICpero este título lo poseía la diosa-madre pagana que era adorada siglos antes de que María siquiera hubiera nacido
Nada que ver con la ICSí, hacía mucho tiempo, en los días de Jeremías, que el pueblo adoraba a la «reina del cielo» y practicaba ritos que eran sagrados para ella. Como podemos leer en Jeremías 7:18-20, «Los hijos recogen la leña y los padres encienden el fuego y las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la "reina del cielo"».
No solo ellas, también nosotros ... y qué crees ???..... también los padres de la iglesiaY en este contexto, es interesante notar que actualmente las mujeres de Paphos (Cipre), hacen ofrendas a la virgen María, como reina del cielo, en las ruinas del antiguo templo de Astarté
Los Padres Apostólicos, como san Ignacio, ponen de relieve su maternidad divina. Durante el siglo II, Justino en Roma, Ireneo en Lyón y Tertuliano en Cartago, partiendo del paralelismo Adán-Cristo, inculcado con fuerza por san Pablo (Rom 5, 12-21), desarrollan el paralelismo análogo: Eva-María. La antiquísima fórmula del símbolo bautismal, el Credo (siglo II), evocaba continuamente a los fieles la grandeza de María como virgen y madre del Salvador: Natum ex Maria Virgine. Todo esto demuestra la especial veneración de las primeras generaciones cristianas hacia ella. Un reflejo significativo de dicha veneración, junto al testimonio de la confianza en la intercesión de la Virgen, la ofrecen los abundantes monumentos del arte funerario romano de los siglos II y III, con imágenes de la Virgen en las catacumbas.