Re: ENLACE: De Mal en Peor!!!
Dios, en su soberanía absoluta, libremente, sin presiones ni desde afuera ni desde adentro, eligió, decidió crearnos. Dios, en su soberanía infinita, libremente decidió amarnos. Nos hizo para que nosotros fuéramos el objeto de su amor. Para que nosotros pudiéramos compartir de esa vida que Él es, y que es tan fantástica, Él libremente quiso compartirla con nosotros.
Nos hizo para depositar su amor sobre nosotros. Esto debe ser la clave para nuestra vida. Dios nos creó en el vientre de nuestra madre, nos modeló para que pudiéramos ser amados. Amados con un amor ilimitado e incondicional, así que debo saber que para eso fui creado. Ese es mi propósito y mi razón de ser. Esos son los planos, y si al arquitecto le preguntamos ¿para qué está aquí esta persona? Ó ¿para qué estoy yo aquí? , la respuesta sería: “¡PARA SER AMADO!”
Ese es el por qué, esa es la razón de mi vida. Entonces si no estoy conectado con ese amor que viene de Dios, si no tengo un encuentro personal con ese amor incondicional, entonces, o sigo muerto, o soy una persona disfuncional que no termina por funcionar bien.
El hombre fue creado sin “pilas” incluidas. Las pilas que le hacen funcionar es el amor de Dios, es lo que nos da energía, lo que nos hace vivir. No podemos funcionar sin pilas, no podemos vivir sin el amor de Dios. Y esto no es evangelismo para incrédulos, es un mensaje dirigido a creyentes, que dan por hecho que ya lo saben todo. Espero que entendamos lo que estamos diciendo, pues esto es muy profundo.
No podemos funcionar a ningún nivel de nuestra existencia, ni podremos comenzar a ser transformados a partir de nuestro nuevo nacimiento, a no ser que sepamos en lo más profundo de nuestro ser, que somos ilimitada e incondicionalmente amados por Dios.
Y esto no es saber acerca de ello, de oídas, ni es hacer como que lo sabemos, ni es hacer lo que nos han dicho que debemos hacer, ni cantar los domingos acerca de ese amor, ni de orar bonito. Sino que esto es SABER que somos amados por Dios. Y si no lo sabemos, como hemos dicho, somos seres muertos o disfuncionales, pues esa es la razón de nuestra vida. Y si esa no es la razón , no hay ninguna otra.
O lo creemos, o no lo creemos. O lo tenemos, o no lo tenemos. O somos amados, o no lo somos. No hay de otra. El Señor nos lo dice así: “O muerte, o vida”, ó fríos, o calientes”, no hay lugar para los tibios.
Cuando hablamos de este amor que proviene de Dios, jamás debemos confundirlo con un amor humano. El amor es de Dios, como una fuente de vida, porque DIOS ES AMOR. Y si Dios ES amor, el amor no es algo que él tiene, Dios lo ES, más no lo tiene. Y eso significa que el amor de Dios no es una emoción que Dios tenga, sino que es su esencia misma, es su SER, su naturaleza misma. Si fuera una emoción compulsiva, su amor estaría alto un día y bajo al día siguiente. Pero si ES QUIEN ES, entonces su amor no cambia, nunca cambia, ni cambiará. Es el amor Ágape de Dios, el amor perfecto y único.
Dios se entregó a sí mismo a nosotros, nos dio de sí mismo, de su ser, su Espíritu. Y eso significa que si Dios ES amor por naturaleza, entonces no hay nada que yo pueda hacer para lograr que Él me ame. Él me ama porque él así lo ha decidido, ¡y punto!
Si es la forma que ÉL ES, yo no puedo hacer nada para ser que lo sea. Si Dios es amor, ¿qué puedo hacer para hacer lo que ya es? Dios nos ama NO por quien somos nosotros, sino por quién es Él. Dios no nos ama porque nosotros le amemos, sino porque él nos amó a nosotros primero. Nos ama porque su naturaleza es amar. Así que infinita e ilimitadamente está siempre ese brotar del amor que se da a sí mismo, proveniente de Dios. Así que somos amados por Dios, simplemente porque Él es así.
Su amor es espontáneo, no podemos hacer nada para hacer que se fije en nosotros y nos ame, porque ya nos ama desde siempre, ¡y por eso nos dio vida, por amor! No haya nada que podamos hacer para obligarle o probarle a que nos ame, pues ya lo hace. No podemos acumular puntos buenos para decir: “¡Ahora si ya soy merecedor de que me ames!” Dios nos ama a causa de quien es Él, y no por causa de quienes somos nosotros.
Dios, aún a pesar de que el hombre rechazó su amor, viene a nosotros, por medio de su Hijo, y nos dice una vez más, “¡TE AMO hijito!”, “YO no te voy a dejar separado de mi, vuélvete a mi amor!”
Así que su amor por nosotros no tiene ninguna causa, sino que Dios mismo es la causa de su amor. Es un amor incondicional que no tiene letra pequeña como los contratos. No tenemos que hacer nada para hacer que nos ame, ni tampoco podemos ganarnos su amor. No podemos llegar a pensar que podemos ganarnos su amor, porque no tiene nada que ver con lo que hacemos para ganarlo, sino que su amor ya es derramado sobre nosotros.
Su amor, por naturaleza es un regalo, así que un regalo no se cobra, solo se recibe. Su amor es por su gracia.
Y es muy importante que al decir todo esto, no pensemos que estamos hablando de un Dios que ama en forma fría y distante. Algo así como que Dios es amor y como nosotros estamos ahí delante, pues tiene que amarnos porque si, porque no le queda otra opción, más que amarnos. ¡No es así!
El amor de Dios no se da por lástima, o porque así tiene que darse. No es el amor de una deidad distante que está involucrado con el hombre en una forma forzosa. Ni porque sepa que nosotros, sus criaturas, necesitamos su amor, y entonces por eso nos lo da, por lástima. Así que llena un cheque de amor y nos lo envía, o bien, nos cobra a nosotros un cheque para enviarnos su amor lastimeramente, pues no le queda otra más que amarnos.
¿Y por qué digo todo esto?....
Porque si pensamos por un momento, a este dios es al que muchos profetas modernos presentan: El dios del “Dale tu cheque, para que te devuelva un cheque mayor de su amor y su bendición.” Esto es una blasfemia al amor incondicional de Dios. Aunque trágicamente muchos han creído en ese dios, que da amor y bendición, a cambio de nuestros cheques y pactos.
Y debemos estar concientes de que cada vez que decimos la palabra AMOR, esta está escrita con el nombre de Jesús, y firmado con su sangre derramada en la cruz. Así que no podemos definir el amor de Dios en una forma abstracta y fría. El amor de Dios vino a nosotros en la persona de nuestro Señor Jesucristo, y fue derramado en su sangre, en la cruz. Viene a nosotros, se deleita en nosotros.
¡El pacto ha sido confirmado en la cruz! Así que....¡¿cómo está eso de pactar con dios con nuestro dinero?!....¡Hombres blasfemos, que no se tientan el corazón para decir sus blasfemias!
¡Huye de estos "maestros"!