Re: LOS ADVENTISTAS Y SUS CREENCIAS
Estimado freddyjuarbe. Saludos cordiales.
Gabriel:
Mira tu incoherencia. Dices que los Valdenses eran perseguidos por el testimonio de Jesus. PARA TI EL TESTIMONIO DE JESUS SON LOS LIBROS DE ELENA G. DE WHITE. La falsa profetiza Adventista. Entonces los Valdenses eran peseguidos por esos libros que ni existian en su tiempo???? Esto muestra que el Testimonio de Jesus nada tiene que ver con Ellen White. Debes entonces ser como los Valdenses que JAMAS CREYERON EN ESA FALSA PROFETIZA ADVENTISTA.
Se coherente. Esa incoherencia surge de ponerte a COPIAR Y PEGAR a manzalba sin analizar lo que haces. Por eso mismo Ellen White tiene el lodo del plagio en sus libros, porque copio y copio sin control y mira las consecuencias. Un monton de libros plagiados que mantienen engañados a toda una secta heretica. LOS ADVENTISTAS DEL 7MO. DIA.
Respondo: El don de profecía es uno de los dones más selectos de Dios a la familia humana. En realidad sigue en importancia al don supremo del Hijo unigénito de Dios y de su Espíritu Santo concedidos a un mundo extraviado por el pecado.
Las revelaciones que Dios ha hecho a los hombres mediante el don de profecía han sido, en parte a lo menos, registradas y conservadas para beneficio de todo el mundo en todas las épocas. Por eso existe la Biblia - el sagrado y divino Libro que lleva el nombre de "Palabra de Dios".
Cuando la apostasía se hubo desarrollado hasta producir la unión de la iglesia y el estado, hubo protestas y separaciones de caudillos e iglesias leales.
Lo atestiguan los casos de Montano, Novaciano, Donato, los paulicianos, Constantino de Armenia, Calaudio de Turín, los albigenses, Valdo, de los valdenses, Wiclef de Inglaterra, Hus y Jerónimo de Bohemia. En el punto culminante aparecieron también Lutero, Melanchton, Zwinglio y muchos colaboradores. En ninguna época de aquellos quince siglos estuvo el Salvador de los hombres privado de verdaderos testigos del poder salvador del Evangelio. Estos testigos fueron enviados por él de muchas maneras en preparación para la obra poderosa que realizaron Lutero y otros hombres fieles que habían sido suscitados para esa hora.
Dice Wylie:
"Una cosa ha llamado la atención de todos los que han estudiado, con inteligencia y reverencia, la era de la cual hablamos, y es que en esa época aparezcan simultáneamente tantos hombres de gran carácter y del más sublime intelecto. Ninguna otra época puede mostrarnos semejante galaxia de nombres ilustres". (The History of Protestantism, tomo 1, libro 8, cap. 1, pág. 410).
Todos los grandes reformadores edificaron sobre el mismo fundamento. Todos recalcaron los grandes principios fundamentales: Cristo, el Espíritu, la Palabra, la ley y el Evangelio, según las Escrituras de verdad.
"La misma existencia de estos creyentes que guardaban
la fe de la primitiva iglesia era un testimonio constante contra la apostasía de Roma, y por lo tanto despertaba el odio y la persecución más implacables. Era además una ofensa que Roma no podía tolerar el que se negasen a entregar las Sagradas Escrituras. Determinó raerlos de la superficie de la tierra. Entonces empezaron las más terribles cruzadas contra el pueblo de Dios en sus hogares de las montañas. Lanzáronse inquisidores sobre sus huellas, y la escena del inocente Abel cayendo ante el asesino Caín repitióse con frecuencia.
Una y otra vez fueron asolados sus feraces campos, destruídas sus habitaciones y sus capillas, de modo que de lo que había sido campos florecientes y hogares de cristianos sencillos y hacendosos no quedaba más que un desierto. Como la fiera que se enfurece más y más al probar la sangre, así se enardecía la saña de los siervos del papa con los sufrimientos de sus víctimas. A muchos de estos testigos de la fe pura se les perseguía por las montañas y se les cazaba por los valles donde estaban escondidos, entre bosques espesos y cumbres roqueñas.
Ningún cargo se le podía hacer al carácter moral de esta gente proscrita. Sus mismos enemigos la tenían por gente pacífica, sosegada y piadosa. Su gran crimen consistía en que no querían adorar a Dios conforme a la voluntad del papa. Y por este crimen se les infligía todos los ultrajes, humillaciones y torturas que los hombres o los demonios podían inventar.
Una vez que Roma resolvió exterminar la secta odiada, el papa expidió una bula en que condenaba a sus miembros como herejes y los entregaba a la matanza. (Véase el Apéndice.) No se les acusaba de holgazanes, ni de deshonestos, ni de desordenados, pero se declaró que tenían una apariencia de piedad y santidad que seducía "a las ovejas del verdadero rebaño." Por lo tanto el papa ordenó que si "la maligna y abominable secta de malvados," rehusaba abjurar, "fuese aplastada como serpiente venenosa."
(Wylie, lib. 16, cap. 1.) ¿Esperaba este altivo potentado tener que hacer frente otra vez a estas palabras ? ¿ Sabría que se hallaban archivadas en los libros del cielo para confundirle en el día del juicio? "En cuanto lo hicisteis a uno de los más pequeños de éstos mis hermanos —dijo Jesús,— a mí lo hicisteis." (S. Mateo 25: 40, V.M.)
En aquella bula se convocaba a todos los miembros de la iglesia a participar en una cruzada contra los herejes. Como incentivo para persuadirlos a que tomaran parte en tan despiadada empresa, "absolvía de toda pena o penalidad eclesiástica, tanto general como particular, a todos los que se unieran a la cruzada, quedando de hecho libres de cualquier juramento que hubieran prestado; declaraba legítimos sus títulos sobre cualquiera propiedad que hubieran adquirido ilegalmente, y prometía la remisión de todos sus pecados a aquellos que mataran a cualquier hereje. Anulaba todo contrato hecho en favor de los valdenses; ordenaba a los criados de éstos que los abandonasen; prohibía a todos que les prestasen ayuda de cualquiera clase y los autorizaba para tomar posesión de sus propiedades." (
Wylie, lib. 16, cap. 1.) Este documento muestra a las claras qué espíritu satánico obraba detrás del escenario; es el rugido del dragón, y no la voz de Cristo, lo que en él se dejaba oír." Conflicto de los Siglos pág. 83,84.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.