Le recuerdo que su propia institución es la que los clasifica de un modo distinto y distintivo al resto de los libros. Son ellos los que le dan el nombre de deuterocanónicos, para diferenciarlos de los otros. Y claramente pertenecen la “segunda norma”, es decir, al llamado Canon Alejandrino.
No los esto criticando, sino que le estoy haciendo un apunte necesario. A su vez, Cirilo de Jerusalen, Padre de la Iglesia, indica claramente que...
5. Lee, pues, los veintidós libros, pero no quieras saber nada de los apócrifos. Medita y estudia sólo aquellos, que son los que en la Iglesia leemos con confianza cierta; mucho más prudentes y piadosos que tú eran los Apóstoles, así como los antiguos obispos de la Iglesia que nos los transmitieron; por tanto, tú, que eres hijo de la Iglesia, no conculques sus leyes. Medita en serio los veintidós libros del Antiguo Testamento, cuyos nombres esfuérzate en grabártelos de memoria tal como te los diré ahora. Los cinco primeros son los libros de la Ley, de Moisés: Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio. Después, cl libro de Josué y el de los Jueces, el séptimo y que se considera conjuntamente con Rut. De los restantes libros históricos, el primero y segundo de los Reinos se consideran uno entre los hebreos, y lo mismo sucede con el tercero y el cuarto(45). De modo semejante sucede entre ellos con el primero y el segundo de los Paralipómenos, a los que consideran un único libro; también los dos libros de Esdras(46) son contados como uno. El de Ester es el libro duodécimo. Estos son los históricos. Cinco están escritos en verso: Job, el libro de los Salmos, Proverbios, Eclesiastés y el Cantar de los cantares, que es el libro diecisiete. Siguen cinco proféticos: un libro de los Doce profetas(47) y la Epistola(48), más los libros de Ezequiel y Daniel, el vigésimo segundo del Antiguo Testamento.
Cada cual, y por si mismo, entienda que está diciendo Cirilo.
Que Dios le bendiga.