Re: EL DIEZMO.
Que hayamos visto, la única cabeza aplastada aquí ha sido la tuya. Claro que no hay gran diferencia entre tu cráneo aplastado o sin aplastar. Tanto da que da lo mismo. Verás, pasmado, tienes que explicarnos por qué los adventistas no se comen su propio diezmo en Jerusalén, como hacían los hebreos dos de cada tres años. También nos tienes que explicar por qué el diezmo que dan los sectarios del adventismo no se distribuye entre los extranjeros, las viudas y los huérfanos, como se distribuía el diezmo de los hebreos una vez cada tres años. Cuando tu cráneo vacío y aplastado logre explicarnos lo anterior, humeado, intenta alguna otra cortinita de humo, porque esta te ha llenado la oquedad de dentro de tus meninges de los fétidos gases que te caracterizan.
¡Cuántas cosas aprenden con los no adventistas las desamparadas ovejas de tu grey!, ¿eh, humeado? Las comparaciones son odiosas, pero, francamente, nunca has tenido la más mínima oportunidad. Y cada vez será peor, humeado. Cuantas más patochadas sueltes, más daño haces a tu secta. Es inevitable. Y la gente va aprendiendo.
¡Ha sido un placer, sectario! Ya sabes lo que tienes que presentarnos, humeado. ¡Contamos con tu inestimable colaboración! ¡No nos defraudes!
Aquí es donde la verdad divina vuelve a aplastarte la cabeza.
Que hayamos visto, la única cabeza aplastada aquí ha sido la tuya. Claro que no hay gran diferencia entre tu cráneo aplastado o sin aplastar. Tanto da que da lo mismo. Verás, pasmado, tienes que explicarnos por qué los adventistas no se comen su propio diezmo en Jerusalén, como hacían los hebreos dos de cada tres años. También nos tienes que explicar por qué el diezmo que dan los sectarios del adventismo no se distribuye entre los extranjeros, las viudas y los huérfanos, como se distribuía el diezmo de los hebreos una vez cada tres años. Cuando tu cráneo vacío y aplastado logre explicarnos lo anterior, humeado, intenta alguna otra cortinita de humo, porque esta te ha llenado la oquedad de dentro de tus meninges de los fétidos gases que te caracterizan.
¡Cuántas cosas aprenden con los no adventistas las desamparadas ovejas de tu grey!, ¿eh, humeado? Las comparaciones son odiosas, pero, francamente, nunca has tenido la más mínima oportunidad. Y cada vez será peor, humeado. Cuantas más patochadas sueltes, más daño haces a tu secta. Es inevitable. Y la gente va aprendiendo.
¡Ha sido un placer, sectario! Ya sabes lo que tienes que presentarnos, humeado. ¡Contamos con tu inestimable colaboración! ¡No nos defraudes!