Estimado sisepuede. Saludos cordiales.
Tú dices:
Canright dice:
"
San Agustín, que vivió en 353-430 D. C., el padre de la teología cristiana, a quien la iglesia debe casi tanto como a Pablo, era altamente educado."
(Dudley M. Canright, Mi renuncia al adventismo del séptimo día, cap. 1,
http://www.geocities.com/alfil2_1999/canright-renuncia1.html).
Más bien el padre de la teología católica, pues el padre de la teología cristiana no es otro que su Autor, Cristo Jesús (Heb. 12:2). Es la iglesia católica la que le debe mucho a Agustín de Hipona, pero no el cristianismo.
Cierto, Agustín tuvo una "alta educación". ¿Y de qué le sirvió esa preparación a Agustín? El no creía en la justificación por la fe, y por el contrario enseñaba la justificación por obras. Creía en doctrinas antibíblicas como el purgatorio y la inmaculada concepción de María, y practicaba el culto a las imágenes y a los difuntos. Agustín confiesa haber caído bajo el hechizo de la metafísica platónica, e interpretó la doctrina bíblica a partir del platonismo.
Agustín, además, acuñó la famosa frase: Roma locuta est, causa finite est (Roma ha hablado, caso terminado?), con la que fundamentó la doctrina de la infalibilidad del papa.
¡Valiente educación, refinación y talento los que llevan al instruido a los extravíos de la filosofía y a las abominaciones paganas!
Canright dice:
"
Ahora miremos los fundadores de nuestras sectas heréticas. Joanna Southcott era enteramente analfabeta, una simple lavandera. Ann Lee, la fundadora de los Cuáqueros, no tenía ninguna educación, trabajaba en una procesadora de algodón, y era cocinera en un hospital. Joseph Smith, el fundador del Mormonismo, no tenía ninguna educación, y Brigham Young tenía muy poca. Ni una sola de estas personas era influyente en el mundo, aparte de sus propios y engañados seguidores."
(Dudley M. Canright, Mi renuncia al adventismo del séptimo día, cap. 1,
http://www.geocities.com/alfil2_1999/canright-renuncia1.html).
Cierto. Estos charlatanes que menciona Canright fueron verdaderamente iletrados en toda ciencia, excepto en la del engaño. Pero Canright olvida mencionar que los peores maestros del engaño han sido, por el contrario, hombres de mucho reconocimiento académico. Sócrates, Platón y Aristóteles son un ejemplo incuestionable de ello: sus sofismas acerca del idealismo, la metafísica, la reencarnación, el politeísmo y otras abominaciones, así como su justificación de la sodomía, demuestran que el mayor engaño no es aquel que se limita a una pequeña secta, sino el que subyuga a toda una generación, a toda una era histórica, a todo el mundo conocido, en sus extravíos.
Esto es precisamente lo que se dice del terrible poder político religioso descrito en la profecía como el cuerno pequeño, el cual será altivo de rostro y entendido en enigmas (Dan. 8:23). Entendido en enigmas. Adam Clarke comenta esta frase así: ?Muy sabio y hábil en todas las cosas para gobernar y sus intrigas. La sabiduría de Roma es proverbial en el presente tiempo? (Commentary on the Bible, StudyLight.org,
http://www.studylight.org/com/acc/view.cgi?book=da&chapter=008). Sí, el mayor engaño religioso en toda la historia de la humanidad sería dirigido, no por la rusticidad y la ignorancia, sino por la ilustración y la erudición: un poder muy entendido en enigmas y muy influyente en el mundo.
Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes? (vers. 25). No se trata de alguien iletrado, sino de alguien bien entendido e ilustrado, que emplea su astucia para engañar y someter a muchos.
Tomás de Aquino, a quien los católicos gustan llamar el doctor angélico, es tal vez el erudito más conspicuo de la fe católica. Sin embargo, su educación, refinamiento y talento no le impidieron defender atrocidades como la Inquisición, proponiendo que una herejía es razón suficiente para llevar al hereje a la muerte (Véase, Summa Theologica, II:II, 11:3,
http://hjg.com.ar/sumat/c/c11.html#a3). También propuso que los hijos de los judíos debían ser bautizados a la fuerza. Y esto sin mencionar las consabidas abominaciones católicas que el doctor angélico supo defender a capa y espada con su educación, refinamiento y talento. El resultado de las enseñanzas de Aquino no fue el engaño de una pequeña secta de iletrados, sino el engaño de todo un continente durante siglos, incluyendo a personas ilustradas.
Este ataque de Canright a la idoneidad académica de nuestros pioneros es un eco exacto del ataque que el pagano Celso dirigió a los cristianos del segundo siglo, por las mismas razones: Hay una raza nueva de hombres nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, asociados entre sí contra todas las instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente cubiertos de infamia, pero autoglorificándose con la común execración: son los Cristianos (Celso, El discurso verdadero contra los cristianos, en Biblioteca de Clásicos Grecolatinos, prefacio 1).
¿Qué es eso de personas influyentes en el mundo? Lejos del aplauso del mundo, los cristianos recibirían el menosprecio y aborrecimiento de todos por causa del nombre de Cristo (Mat. 10:22; Luc. 21:17). Hay una buena razón para que los cristianos no sean reconocidos ni estimados por el mundo: ¡porque no son del mundo! Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece? (Juan 15:19). Por eso los adventistas, lejos de avergonzarse por no tener luminarias aplaudidas por el mundo, deben regocijarse porque en ellos se cumplen las palabras de nuestro Señor. Si así no fuese, habría razones serias para preocuparse. (Aporte de Giovanni Cabrera)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.
El otro ataque de Canright contra los pioneros, en el sentido de que por ser iletrados engañan sólo a otros iletrados, es la misma acusación que el pagano Celso endilgó a los cristianos y a su Maestro:
?Tal es el linaje de donde salieron los cristianos. La rusticidad de los judíos ignorantes los dejó caer en los sortilegios de Moisés. Y, en estos últimos tiempos, los cristianos encontraron entre los judíos un nuevo Moisés que los sedujo de una forma aún mayor. Él pasa entre ellos por hijo de Dios y es el autor de su nueva doctrina. Agrupó en torno suyo, sin selección, una multitud heterogénea de gentes simples, groseras y perdidas por sus costumbres, que constituyen la clientela habitual de los charlatanes y de los impostores, de modo que la gente que se entregó a esta doctrina nos permite ya apreciar qué crédito conviene darle? (Ibídem, prefacio 6).
?¿Qué hombre en sano juicio puede dejarse captar por doctrina tan ridícula? Basta contemplar la multitud que la abraza para despreciarla. Los maestros de los cristianos ni buscan ni encuentran discípulos, sino entre hombres sin inteligencia y de espíritu obtuso? (Ibídem, prefacio 39).
Ningún crédito ofreció el mundo a Cristo y sus seguidores, y del mismo modo ningún crédito ofrece Canright a los pioneros adventistas y sus seguidores, por las mismas razones. En razón de ello, puede alegrarse el pueblo adventista de ser identificado con el pueblo cristiano del primer siglo.