Caminante:
Te habla un adventista que ha estudiado mucho. No por eso tengo que estar en la verdad, pues hay muchos que han estudiado más que yo y están enterrible error. Pero no soy de los que acepto todo así porque sí. He analizado y comparado toda doctrina de mi iglesia y alabo a Dios que ha dado tanto a su pueblo.
En cuanto al tema, bastan las palabras del mismo Jesús: "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad" (Mateo 5:5). Las palabras de Pedro, así comolas de Apocalipsis 20 son claras: la tierra ser'a quemada. Toda la energía que se halla bajo la superficie del planeta, tiene que ser liberada. Lo será luego del milenio de Apoc. 20. El "fuego y azufre" hará la obra de destrucción. No quedará ni vestigio de Satanás, sus ángeles y todos los impíos que han seguido sus artimañas. Pero el planeta queda. Sobre esa superficie chamuscada, Dios creará "un cielo nuevo y una tierra nueva". Son justamente Pedro y Apocalipsis que nos hablan de esa realidad. Dice Pedro: "Bien que esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus promesas..."
Mira esto, amigo, y no trates de buscar como contradecirlo: "Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro (Isaías 45:18).
"Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal (Apocalipsis 21:10,11). Esta inmensa ciudad baja del cielo y ¿a dónde baja? Pues a la tierra, una vez esta sea restaurada por Dios.
En esta tierra, donde el Cordero de Dios estuvo, padeció y murió, será el mismo lugar donde establecerá su reino para siempre. Ahí nos veremos, amigo.
