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Hay un solo Dios,
y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre. 1 Timoteo 2:5-6
--------------------------------------------
El zar Nicolás acostumbraba visitar sorpresivamente
las barracas de su ejército.
Una noche halló a un joven oficial,
hijo de uno de sus amigos,
durmiendo con la cabeza apoyada en una mesa.
Delante de él había un revolver y una hoja de papel
en la cual el joven había sumado todas las cifras de dinero
que debía a causa de su pasión por el juego.
Como su situación le parecía desesperada,
tenía la intención de acabar con su vida.
Al pie de la hoja había escrito:
«¿Quién podría pagar una deuda tan grande?»
Cansado y abrumando por la pena, terminó por dormirse.
El primer pensamiento del zar fue despertarlo
e infligirle un ejemplar castigo.
Luego cambió de parecer:
¿no era este hombre el hijo de su amigo?
Decidió perdonarle.
Pero el perdón no borraba la deuda
y la justicia exigía que fuese saldada.
Entonces tomó la pluma que se encontraba en la mesa
y debajo de la desesperada pregunta del oficial escribió:
«Yo, Nicolás, zar de Rusia».
A causa de nuestros pecados,
todos contrajimos una pesada deuda con Dios.
Desobedecimos sus mandamientos
y no lo amamos como debimos haberlo hecho.
Merecemos una justa condenación.
Pero Dios quiere perdonarnos y lo hace con justicia,
ya que Jesús pagó nuestra deuda.
"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles,
a su tiempo murió por los impíos.
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros"
(Romanos 5:6 y 8).
Pero es necesario aceptar ese perdón.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Web Aguas Vivas • Chile
http://www.aguasvivas.cl/
Hay un solo Dios,
y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre. 1 Timoteo 2:5-6
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El zar Nicolás acostumbraba visitar sorpresivamente
las barracas de su ejército.
Una noche halló a un joven oficial,
hijo de uno de sus amigos,
durmiendo con la cabeza apoyada en una mesa.
Delante de él había un revolver y una hoja de papel
en la cual el joven había sumado todas las cifras de dinero
que debía a causa de su pasión por el juego.
Como su situación le parecía desesperada,
tenía la intención de acabar con su vida.
Al pie de la hoja había escrito:
«¿Quién podría pagar una deuda tan grande?»
Cansado y abrumando por la pena, terminó por dormirse.
El primer pensamiento del zar fue despertarlo
e infligirle un ejemplar castigo.
Luego cambió de parecer:
¿no era este hombre el hijo de su amigo?
Decidió perdonarle.
Pero el perdón no borraba la deuda
y la justicia exigía que fuese saldada.
Entonces tomó la pluma que se encontraba en la mesa
y debajo de la desesperada pregunta del oficial escribió:
«Yo, Nicolás, zar de Rusia».
A causa de nuestros pecados,
todos contrajimos una pesada deuda con Dios.
Desobedecimos sus mandamientos
y no lo amamos como debimos haberlo hecho.
Merecemos una justa condenación.
Pero Dios quiere perdonarnos y lo hace con justicia,
ya que Jesús pagó nuestra deuda.
"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles,
a su tiempo murió por los impíos.
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros"
(Romanos 5:6 y 8).
Pero es necesario aceptar ese perdón.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Web Aguas Vivas • Chile
http://www.aguasvivas.cl/