Desde que el ser humano mira el cielo y se pregunta “¿Quién me puso aquí?”, una tensión se despierta dentro de él: creer o no creer en Dios.
No es una pregunta inocente, sino un umbral que divide caminos eternos.
El cristiano vive dentro de una paradoja:
Y en ese misterio se libra la batalla espiritual más intensa del alma.
Suesta de la Eternidad: ¿Fe o Indiferencia?
El filósofo Blaise Pascal planteó algo revolucionario:
> “Aun si no puedes probar que Dios existe, es más racional creer que no creer.”
Su argumento es simple pero devastador:
Pero la Biblia va más allá del cálculo:
> “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?”
— Marcos 8:36
Un viajero camina por el desierto, quemado por el sol, muriendo de sed. De pronto ve un pozo.
El guía le dice:
— “El agua está ahí. No puedo demostrártelo; tienes que saltar dentro y confiar.”
El viajero responde:
— “Si salto y no hay agua, muero… pero si no salto, también muero.”
La fe es ese salto:
arriesgado, absurdo, necesario… y salvador.
Como dijo Jesús:
> “El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.”
— Mateo 16:25
La fe no compite con la razón… la trasciende.
Creer en Dios es aceptar que lo eterno puede habitar lo temporal, que el Infinito puede encarnarse en un pesebre.
Es escándalo.
Es paradoja.
Es misterio.
Pablo lo explicó así:
> “Porque por fe andamos, no por vista.”
— 2 Corintios 5:7
> “Lo necio de Dios es más sabio que los hombres.”
— 1 Corintios 1:25
La fe genuina no nace porque entendemos todo, sino porque entendemos que Dios lo entiende todo.
Todos hemos preguntado alguna vez:
“Si Dios es bueno… ¿por qué permite esto?”
El sufrimiento es la objeción más fuerte contra la fe.
Sin embargo, la Escritura responde en varias dimensiones:
✦ El mal moral
Dios nos dio libertad real.
Y la libertad implica riesgo.
> “He puesto delante de ti la vida y la muerte… escoge, pues, la vida.”
— Deuteronomio 30:19
✦ El mal natural
Nuestro mundo está quebrado.
> “La creación entera gime a una.”
— Romanos 8:22
✦ El mal redentor
La cruz fue el acto más doloroso…
y el más amoroso.
> “Por sus heridas fuimos sanados.”
— Isaías 53:5
Dios no solo permite el sufrimiento: Él lo habitó, lo cargó, lo venció.
Y promete restaurar todo:
> “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos.”
— Apocalipsis 21:4
Un niño llora antes de una operación.
“No quiero”, dice.
No entiende por qué su madre permite que un bisturí lo hiera.
Lo que el niño percibe como crueldad…
la madre sabe que es salvación.
Así también, muchas veces Dios nos sana con cortes que no comprendemos.
Creer o no creer no es un debate hipotético.
Es la decisión más seria que tomarás en tu vida.
El cielo no se gana por lógica.
El infierno no se evita por indiferencia.
El alma no se salva por excusas.
> “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado.”— Isaías 55:6
> “Hoy es el día de salvación.”— 2 Corintios 6:2
Dios no te pide que entiendas todo.
Solo te pide que confíes en Él… y saltes.
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