Nadie puede negar que don Karol Joseph ha brillado como el jefe de su organizació religiosa. Nadie puede negar que es un gran diplomático, un políglota, un gran estadista. Estoy seguro que durante estos años ha estado muy bien asegurado por politólogos modernos muy bien entrenados en la ciencia de la organización, de la administración, y de las relaciones humanas. Esto es innegable.
Tampoco nadie puede negar el estado catatrófico en el que encontró don Karol Joseph a su organización. Las iglesias estaban vacías, no había alumnos en los seminarios, reinaba la división entre los más potentados cardenales. Esta organización religiosa estaba por sucumbir, estaba cuesta abajo.
Juan XXIII estuvo muy conicente de esta situación. Esa es la razón por qué convocó a al Concilio Vaticano II. Estaban desesperados. No sabía qué hacer. Se dice que Juan XXIII fue elegido como un papa de transición. Bueno, el gordito hizo más de lo que se esperaba. Comenzó el "aggiornamento", o sea la puesta al día de su decadenta 'iglesia'. En este concilio botaron al tacho el latín, las sotanas las convirtieron en pantalones, y en algunas partes comenzaron a construir 'iglesias' sin muñequitos. Por ejemplo, la nueva catedral de la ciudad de Huánuco, en el Perú central, no tiene ídolos. Cuando se entra a ella parace que uno estuviera entrando a un templo donde se predica la PALABRA DE DIOS. Claro, después de un rato, se puede ver que los cambios no han sido profundo, sólo superficiales. Se ha imitado a los evangélicos porque pensaron que así iban a atraer al pueblo.
Bueno, dos corrientes de 'catolicismo' aparecieron en los años sesenta, los carismáticos y los marxistas. Roma no sabía qué hacer. El pueblo se volcaba a las iglesias pentecostales. La juventud se identificaba con el socialismo y el comunismo. ¿Qué hacer? Pues lo de siempre: SINCRETIZAR eso. Se hicieron carismáticos y se hicieron marxistas. Fye un todo vale.
En los años sesenta y setenta, los jóvenes 'católicos' no sabían en quién creer, en el Che Guevara, o en el Espíritu Santo. Era un pandemonium.
Hasta que vino Karolo, y todo fue tomando un tono más centralizado. No expulsaron ni a los marxistas ni a los carismáticos. En esos añor tuve un amigo cura 'católico', mi alumno de lengua española (¿A quién ha hablado a enseñar a hablar Fegna? Respuesta: A nadie ya que le falta aprender).
Para la clausura del curso, este agustino fue el responsable de traer el 'sermonnet'. Me pidió que le ayudara a traducirlo. Trabajamos varias horas. Su tema central fue: "NI ROMA, NI WASHINGTON, NI MOSCU". En ese tiempo no tomé el asunto tan claro como lo veo hoy día. Lo que él nos quería decir es, "Miren, no queremos aliarnos ni a la oligarquía del Vaticano, ni al capitalismo, ni al marxismo." La solución para él era volver al Cristo de la Cruz y de la tumba vacía. ¡Cuánto me gustaría volver a ver a este curita tan simpático!
Ahora, después de un tan buen gobierno de don Karol Joseph, ¿quién va a poder sucederle? DEspués de tantísimoa años los curas están acostumbrados a la maestría administrativa de su papa, pero ahora se cierne en el horizonte el gran debate de quién va a continuar el buen trabajo?
Están superdivididos. Pelean entre ellos. Hay algunos que están agotados con tanta mariolatría; quieren cambios. Hay otros que piensan que María es la redentora de Roma, que sin ella Roma decaerá otra vez como lo hizo con Pío XII, el que dio el dogma a beneficio del ser humano que ellos llaman María y que sirve para sustituir a JESUCRISTO.
No queremos la muerte de Juan Pablo (Karol Joseph); pero los que hemos nacido tendremos que morir. ¿Habrá solución para este enigma? Los católicos norteamericanos están esperando un papa "que conozca mejor la realidad de este país" según algunos comentaristas.
O tal vez nos damos con la sorpresa que algún español que desertó de las filas del EVANGELIO DE JESUCRISTO es elegido para tan interesante posición.
Tampoco nadie puede negar el estado catatrófico en el que encontró don Karol Joseph a su organización. Las iglesias estaban vacías, no había alumnos en los seminarios, reinaba la división entre los más potentados cardenales. Esta organización religiosa estaba por sucumbir, estaba cuesta abajo.
Juan XXIII estuvo muy conicente de esta situación. Esa es la razón por qué convocó a al Concilio Vaticano II. Estaban desesperados. No sabía qué hacer. Se dice que Juan XXIII fue elegido como un papa de transición. Bueno, el gordito hizo más de lo que se esperaba. Comenzó el "aggiornamento", o sea la puesta al día de su decadenta 'iglesia'. En este concilio botaron al tacho el latín, las sotanas las convirtieron en pantalones, y en algunas partes comenzaron a construir 'iglesias' sin muñequitos. Por ejemplo, la nueva catedral de la ciudad de Huánuco, en el Perú central, no tiene ídolos. Cuando se entra a ella parace que uno estuviera entrando a un templo donde se predica la PALABRA DE DIOS. Claro, después de un rato, se puede ver que los cambios no han sido profundo, sólo superficiales. Se ha imitado a los evangélicos porque pensaron que así iban a atraer al pueblo.
Bueno, dos corrientes de 'catolicismo' aparecieron en los años sesenta, los carismáticos y los marxistas. Roma no sabía qué hacer. El pueblo se volcaba a las iglesias pentecostales. La juventud se identificaba con el socialismo y el comunismo. ¿Qué hacer? Pues lo de siempre: SINCRETIZAR eso. Se hicieron carismáticos y se hicieron marxistas. Fye un todo vale.
En los años sesenta y setenta, los jóvenes 'católicos' no sabían en quién creer, en el Che Guevara, o en el Espíritu Santo. Era un pandemonium.
Hasta que vino Karolo, y todo fue tomando un tono más centralizado. No expulsaron ni a los marxistas ni a los carismáticos. En esos añor tuve un amigo cura 'católico', mi alumno de lengua española (¿A quién ha hablado a enseñar a hablar Fegna? Respuesta: A nadie ya que le falta aprender).
Para la clausura del curso, este agustino fue el responsable de traer el 'sermonnet'. Me pidió que le ayudara a traducirlo. Trabajamos varias horas. Su tema central fue: "NI ROMA, NI WASHINGTON, NI MOSCU". En ese tiempo no tomé el asunto tan claro como lo veo hoy día. Lo que él nos quería decir es, "Miren, no queremos aliarnos ni a la oligarquía del Vaticano, ni al capitalismo, ni al marxismo." La solución para él era volver al Cristo de la Cruz y de la tumba vacía. ¡Cuánto me gustaría volver a ver a este curita tan simpático!
Ahora, después de un tan buen gobierno de don Karol Joseph, ¿quién va a poder sucederle? DEspués de tantísimoa años los curas están acostumbrados a la maestría administrativa de su papa, pero ahora se cierne en el horizonte el gran debate de quién va a continuar el buen trabajo?
Están superdivididos. Pelean entre ellos. Hay algunos que están agotados con tanta mariolatría; quieren cambios. Hay otros que piensan que María es la redentora de Roma, que sin ella Roma decaerá otra vez como lo hizo con Pío XII, el que dio el dogma a beneficio del ser humano que ellos llaman María y que sirve para sustituir a JESUCRISTO.
No queremos la muerte de Juan Pablo (Karol Joseph); pero los que hemos nacido tendremos que morir. ¿Habrá solución para este enigma? Los católicos norteamericanos están esperando un papa "que conozca mejor la realidad de este país" según algunos comentaristas.
O tal vez nos damos con la sorpresa que algún español que desertó de las filas del EVANGELIO DE JESUCRISTO es elegido para tan interesante posición.