Y AL FINAL... CONDENADOS A LA SOLEDAD

11 Diciembre 2007
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Que pena me ha producido el mensaje que acabo de recibir desde Argentina de mi amigo Roberto Carlos. Recientemente ha perdido a sus padres que vivían desde hace unos pocos años en una residencia para personas de edad avanzada.
Roberto Carlos, era el tercer hijo de los fallecidos y ahora que la vida se los ha llevado hacía ese cielo que tanto añoramos, mi amigo está sintiendo en lo más profundo de su ser la ingratitud que ha tenido con sus padres al final de sus días.
La realidad es que resulta bastante triste que tras tantos años de trabajo, esfuerzos y sacrificios, nuestros padres no se hayan ganado el derecho a disfrutar en sus últimos años, de la compañía de todos aquellos por los que siempre se han sacrificado.
No obstante, yo pienso, que nadie está en posesión de hacer gratuitamente ningún comentario relativo a este problema universal que a tantas familias afecta. Simple y llanamente porque cada una tiene circunstancias especiales en su forma de vivir y de amar.
Posiblemente mi amigo Roberto Carlos ahora más que nunca se acordará de sus padres. Ahora más que nunca pensará en ellos y los recordará todos los días. Se acordará de las largas noches que pasaban en vela sufriendo por él, cuando le visitó hace diez años aquella enfermedad que le dejó postrado en la cama durante varios meses. Y no olvidará el sacrificio que para sus padres, ya mayores, suponía el subirle diariamente a la montaña para que el aire puro de la sierra aliviara sus pulmones.
Por todo ello y ante este estado de desesperación de mi amigo, he de confesar que me encuentro ante una terrible dificultad para calmar su inquietud, frente a una decisión que en su día se produjo con la aceptación de los tres hijos.
Yo en el silencio de una íntima conversación entre amigos, le sugeriría a Roberto Carlos que ahora lo importante sería elevar sus oraciones al cielo para que el Padre los haya acogido en su Gloria, compensándoles ese amor que quizás en la tierra les hubiera sido negado al final de su vida. Y por otra parte como un homenaje póstumo hacerse esclavo del amor sobre aquellos que menos amamos, en lugar de con amargura… decir lo siento.
No sé, pero me parece a mí que apartando las lamentaciones que no conducen a nada, sería más bonito en su recuerdo, seguir las enseñanzas y el ejemplo recibido de sus padres; fieles, débiles pero siempre luchadores para seguir adelante dispuestos a no abandonar.
De esta forma, estoy convencido que los padres de mi amigo aceptaron su soledad lejos de su familia en aquella residencia, como un episodio más de una vida de amor que juntos iniciaron y compartieron. Una vida que les ofreció la posibilidad de haber conocido lugares y gentes, que les hicieron disfrutar con alegría de todo aquel futuro del que estaban tan temerosos encontrar. Y que hoy con sus manos temblorosas el tiempo les hiciera un hueco en su vida para poder exclamar… “que temprano se nos hizo tarde”.
Por todo lo cual, sin querer olvidar en algunos casos la ingratitud humana, creo que a pesar de todo, lo normal en esos estupendos ancianos que tienen el alma llena de ternura, es reconocer el amor que siempre existió en las familias y la alegría de haber comprendido a todos y a todo.
En cualquier caso en este mundo en el que posiblemente crece a galope el egoísmo, no puedo admitir que sea éste el único motivo de enviar a una residencia a nuestros familiares ancianos, y fiel a esta consideración me viene a la memoria Cicerón, en su clásico “Diálogo de la vejez” que decía:
“las grandes cosas no se realizan con las fuerzas físicas ni con la velocidad o agilidad corporal, sino con autoridad, consuelo y prudencia: virtudes que no faltan sino más bien se enriquecen con la vejez”.
 
Re: Y AL FINAL... CONDENADOS A LA SOLEDAD

En primer lugar te dire que ese Roberto Carlos es una lacra , porque sindo así un hijo , que necesitó de sus padres en su tiempo, niñes nose, se crea con el derecho de hacerlos participes ahora de una muerte larga , dentro de un lugar para gente adulta, osea , ancianos, pero no te preocupes que el ya tendrá su recompensa en los cielos no se perdonan pecadores que siendo hijos abandonaron a sus padres, y en cuanto a su pena lo que creo es que está contento de que se hayan muerto, al fin y al cabo ya los había hecho morir antes, solo que no en lo físico, y los que lo aconsejaron son peores, primero el no es un niño , para escudarse en sus hermanos, pero los hermanos son los que lo aconsejaron, y al hacerlo lo hacen quebrar el gran amor que este otro les tenía,en fin creó en Dios que estarán bien, en el más ayá , mejor que recluidos en una casa para ancianos, en donde tu amigo quería que pasaran sus últimos días,
 
Re: Y AL FINAL... CONDENADOS A LA SOLEDAD

Amiga escritora:

Te diré en primer lugar que no tengo por costumbre polemizar sobre los trabajos que envio a las revistas y foros cristrianos. Respeto profundamente la opinión de todos aquellos que me hacen el regalo de leer mis sencillos escritos.
Por otra parte tampoco intento juzgar a nadie pues solo Dios es el Juez que nos puede juzgar a todos.
El caso de mi amigo, es el caso de mucha gente que decide internar a sus padres en residencias para personas mayores por ciertas ciurcuntancias que como te digo anteriormente no soy quien para juzgarlas. Cada persona sabe lo que ha de hacer en todo momento de su vida según las características de cada familia.
Yo unicamente me limité a comentarlo.
En cualquier caso gracias por leerlo y por enviarme tu opinión.