VIVIR CON ALEGRIA

11 Diciembre 2007
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Hace unos dias me senté simplemente delante de mi ordenador con la idea de escribir los pensamientos y sentimientos que brotaran de mi mente y de mi corazón.

Una vez que empecé, me sorprendí de lo fácil que era seguir escribiendo sobre mi mismo, sobre mis amigos y familia y sobre Dios. Mucho de lo que escribo forma parte de mi vida. No intento ser original sino auténtico. A veces no me gusta ser como soy, pero sí, ser el que soy. Me gustaría, claro, tener esas virtudes de las que sin duda carezco y derrochar más amor hacía los demás.

Sin embargo no quisiera ser otra persona ni parecerme a nadie. Simplemente me gustaría no tener otro fin que poder dar el máximo de mi mismo porque estoy convencido que uno tiene que empezar a aceptarse y amarse así mismo para poder aceptar, amar y ayudar a los demás

Por otra parte tendría que tratar de tener un sentido amplio de agradecimiento cuando recibes el mensaje de alguién que te dice que una palabra tuya le fue útil. Y de este modo admitir que es un milagro estar en cierto sentido viviendo en los demás esa misteriosa forma de fecundidad que hace que la alegría o ganas de vivir nazcan en un alma diferente de la tuya.

Todo esto me hace comprender lo que hace unos días me comentaba mi amigo Gilberto, del que he hablado en diversas ocasiones en estos escritos, que está padeciendo una horrible soledad motivada por la fuerte depresión que le supuso, entre otras cosas, la ruptura de su matrimonio.

Comentaba Gilberto que después de mucho meditar sobre su actual estado de pesimismo, casi crónico, se estaba dando perfecta cuenta de que verdaderamente su asignatura pendiente en su vida había sido simplemente, la de no dar preferentemente culto a la alegria apartando las adversidades vividas motivadas por radicalismos, ambiciones y rencores pasados.

Yo le intento explicar que lo primero que deberíamos entender todo hombre es sencillamente que los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que la vida nos enseña a ser una cosa u otra y que nuestro éxito sería saber elegir entre buscar la felicidad o aceptar la desgracia.
Tener siempre presente que aún cuando la felicidad nunca es completa en este mundo, sí que existen sueños que nos llevan a conquistar la felicidad entera.
En cualquier caso creo sinceramente que no existen recetas para conseguir esa añorada felicidad. Aunque también estoy convencido que lo importante sería descubrir la nuestra propia que por supuesto sería distinta a la de nuestros amigos.

No sé, pero me parece a mi que la clave de la alegría sería descubrir que no es que la vida sea aburrida y nos llene de problemas. Si no que los aburridos somos nosotros que hemos olvidado el tesoro que tenemos en la bodega de nuestra alma y por ello a veces nos sentimos incapaces de enfentarnos a determinados problemas que al fin y a la postre tendrían fácil solución.

Siempre he sentido envidia de aquellas personas que permanecen alegres y que poseen una sonrisa sana y constante. Reconozco que existen sonrisas mentirosas, irónicas y despectivas. Pero yo no hablo de éstas, sino de las que nos ofrece con su pureza un niño de ocho meses, o la de los viejitos que nos la regalan con facilidad y llenas de sinceridad.
Estoy plenamente convencido de que un amargado jamás sabrá sonreir y un orgulloso menos, quizás porque han olvidado que la sonrisa y la alegría producen en nuestro espíritu un remanso de paz.



Tal vez por todo ello uno no puede evitar recordar a Juan XIII, el llorado y querido Roncalli, que mantenía siempre una beatífica sonrisa en sus labios, para entender que con hombres alegres, serenos, sonrientes, abiertos, confiados y humanamente cristianos como él era, el mundo estaría salvado.

Nunca podré olvidar la frase que en mis años de adolescencia me comentaba aquel viejo profesor: “El mal provoca tristeza y el bien, alegría. La tristeza es una gran sensación de vacio y fracaso, mientras que la alegría produce al que la siente, el mayor gozo del mundo. No olvides nunca que un mundo en el que los viejos fueran tristes y los adultos serios y aburridos sería una tragedia. Pero una tierra de jóvenes hastiados y pasotas, sería una catástrofe”.

Al final lo importante sería pedir a Dios que nos concedira el supremo arte de sonreir y estar alegres, olvidándonos de vivir con tristeza
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Re: VIVIR CON ALEGRIA

Estimado hermano Manchego: ya encontrarte a ti es motivo de alegría, y estoy segura hermano, sin ánimo de adularte, que tienes el don de hacer felices a los que te rodean.

Hay grandes árboles que nos dan su frescura, su consuelo y su refugio, pero no están consciente del bien que hacen... Así hay personas, que se subestiman sin darse cuenta de su inmenso valor y que encontrarlas es un regalo, hacen que el corazón sea una fiesta.

Sobre el tema que nos compartes, te comento: Que mayor alegría que sentirse amado por Dios, y que buscando al Señor se vive en alegría porque se va descubriendo su maravillosa palabra y se vive en la alegría del Espíritu Santo y aunque nos enfrentemos a tribulaciones recordamos que somos hijos de Dios y objetos de su amor.

Creo que al corazón le vamos colocando pesos como es el egoísmo, el orgullo y el rencor y terminamos ocasionándole daño, que nos impide sentir la auténtica alegría, pero Jesús es sanador, suele demoler la piedra y con su tierno cuidado nos devuelve la luz a la mirada y llena nuestro corazón de gozo y paz.

Es un pequeño comentario acerca de tu escrito.


Un saludo afectuoso desde la República Bolivariana de Venezuela y Dios te bendiga en gran manera.
 
Re: VIVIR CON ALEGRIA

Vivir con alegría.


Amigo Manchego: Muy bonito y sentimental todo eso que comentas, pero ¿has pensado alguna vez por qué Dios que es tan bondadoso y compasivo permite que ocurran tan terribles desgracias y sufrimientos precisamente a personas buenas que tratan de hacer el bien a los demás? Que los que obran mal sufran las consecuencias de sus errores y maldades es justo, y hasta conveniente, para desuadir a otros de hacer lo mismo. ¿No parece esto una negación de la bondad y la justicia divina al no evitar Dios que tales cosas sucedan, y que prevalezca el mal sobre el bien?
Debemos pensar, los que aún tenemos fe en Dios, que debe existir una razón muy poderosa para que ocurra lo que ocurre, razón que deberíamos tratar de saber para poder explicar a otros, especialmente a los que sufren, la causa de sus sufrimientos y, sobre todo, el modo de poder evitarlos. El que tú, y otros que puedan hacerlo, puedan sentir la alegría de vivir, aún en estas condiciones calamitosas en las que la sociedad humana se debate contínuamente, debe ser una virtud especial que muy pocos pueden poseer, pero también debería ser un aliciente más para incitarnos a buscar la mejor forma de ofrecer una ayuda más eficaz a las personas que carecen de esta virtud tan particular. ¿Podrías indicarme algunas razones para no hacerlo? Gracias.
 
Re: VIVIR CON ALEGRIA

Amigo Tomumi2010. Te agradezco la lectura de mi trabajo y tu hermosa respuesta.
Me haces una pregunta que yo no estoy en condiciones de contestarte. Tienes razón en todo lo que me expones, pero sinceramente pienso que los designios de Dios no los podemos entender en la tierra. Jesús nos dejó ese bonito mandamiento "amaos los unos a los otros como yo os he amado". Y de esta manera, creo yo, hemos de seguir el camino que el nos propuso. Ayudaremos a cuantos necesiten de ayuda de cualquier tipo, espiritual o material. Amaremos de una manera especial a los que más sufren a nuestro alrededor, con amor y con alegria sin regatear esfuerzos. Pero de ésto a explicarte el porque Dios permite ese sufrimiento de amigos nuestros, he de confesarte que no soy la persona adecuada para contestarte.
En cualquier caso tu nota me ha hecho reflexionar mucho.
Te voy a enviar el final de un trabajo que publiqué en este foro hace unos meses. Quizás un "poco" podría responder a tu pregunta.

Y esto me hace recordar, la triste historia ocurrida en Auschwitz, el mayor campo hitleriano de exterminio de la historia de la humanidad, donde murieron más de cuatro millones de personas, buena parte de ellas de origen judío. Por el simple hecho de robar dos personas judías unos trozos de pan, fueron condenados a morir ahorcados delante de sus compatriotas, para que sirviera de ejemplo. El mayor de los condenados por su propio peso, murió enseguida. El segundo bastante más joven con un peso inferior no terminó de descoyuntarse y tardó más en morir. Alguien de los que presenciaban la brutal ejecución, indignado gritó ¿Dónde está Dios en este momento? Un rabino que andaba cerca, le calmó diciéndole, Dios en este instante hermano, está muriendo con él.
Ojalá entienda este Pueblo masacrado por el terremoto, que deben tener confianza en Dios y una fe, que no es un sentimiento religioso que surge del corazón, sino que nace y se apoya en una palabra y promesa que Jesús hizo a su Pueblo, para ayudarnos a superar las crisis de nuestra vida.
Además de depositar toda nuestra esperanza, en María como auxiliadora y consoladora de los afligidos.
Y finalmente no dudar, porque Dios, como dijo el rabino de Auschwitz, sufre con todos aquellos que sufren.
Perdona le extensión de mi respuesta. Te envio un saludo muy afectuoso.