Editoria de hoy en el periódico Hispanidad
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Eulogio López
Un canal de TV española, Tele 5, propiedad del grupo El Correo y de Silvio Berlusconi, ha emitido un reportaje dedicado a la ablación en Etiopía. Contemplar a la pequeña Amel, siete años de edad, en ayunas, con sus piernecillas abiertas, mientras las tijeras se acercan a su cuerpo para mutilarla, representa mucho más que cualquier tratado sobre la marginación infantil y el maltrato a la mujer en determinados países del Tercer Mundo. ¡Bien por Tele 5!
Esas imágenes no es que valgan más que mil palabras, sino que valen más que cualquier razonamiento o alusión a las "diversidad de culturas". Ni diversidad ni historias. Cuando alguien ha visto la maldad, no piensa en el necesario pluralismo imperante, sino en acabar con esa bestialidad cuanto antes... y a la diversidad que le den dos duros.
Lo que nos lleva a la siguiente conclusión: en el universo de la imagen, nada mejor que la televisión para cambiar el mundo. 24 horas después de la emisión, todo el mundo en España tiene claro que la ablación no se puede permitir: constituye un atentado contra la dignidad humana. Es algo censurable, y que hay que evitar, si fuera necesario, y lo es, por la fuerza. Ya lo hemos "visualizado", y ya no nos engañan, oiga usted.
Y dicho ésto, podemos dedicarnos a visualizar otras realidades, igualmente crueles, a veces incluso más crueles. Por ejemplo, Tele 5 debería filmar un aborto. Debería filmar como se destrozan los miembros de alguien que se parece demasiado a un niño como para que no lo sea. Deberían filmar cómo se destrozan sus miembros y acaban en un cubo de basura o en la industria cosmética. El número de pro-abortistas se reduciría a una mínima parte de majaderos, el lobby feminista dejaría de ser un colectivo liberador para convertirse en lo que es: los propagandistas de la barbarie. Médicos y enfermeras se convertirían, en la imaginería pública, en los que son: unos carniceros que destrozan cabezas como si fueran nueces, a cambio de lo cual, obtienen pingües beneficios (ningún médico cobra tanto como un abortista). Los psicólogos que firman el papel que posibilita la pena de muerte jurídica, como unos hipócritas que mienten y engañan a la mujer en apuros, y políticos progresistas pasarían a considerarse lo que son: los propagandistas y portavoces de la matanza de inocentes.
Claro está que las clínicas abortistas, por todas esas razones, nunca admitirán que se graben esas imágenes. Su trabajo es secreto, y sus quirófanos-mataderos son auténticos "bunker", protegidos por cristales blindados. Si están convencidos de lo que hacen, ¿por qué se blindan y actúan en el secreto?
Y podíamos ir a más. Tele 5 podía filmar a los proxenetas que utilizan a adolescentes para la prostitución, en lugar de emitir imágenes de archivo donde sólo se contempla a las profesionales ofertando un servicio. Hasta al más promiscuo podría revolvérsele el estómago. Y deberían ponerlo en relación con los anuncios sobre prostitución con los que se lucran los grandes medios informativos.
Y deberían filmar los geriátricos donde se aparca a los ancianos molestos. O las tardes de angustia de un hijo de divorciados.
El progre tiende a expresar todas esas realidades en cifras y conceptos, pero nunca les pone nombres propios e imágenes, por lo que siempre está utilizando un lenguaje simbólico. Es decir, que el periodismo progresista se aleja de una de las primeras reglas del periodismo: a la gente le interesa la gente.
No se preocupen: Tele 5 se cuidará muy mucho de realizar ese periodismo de investigación, porque sus periodistas-investigadores están castrados por el mismo prejuicio que toda la sociedad: cualquier cosa menos nadar contra corriente, cualquier cosa menos destruir la modorra colectiva. Es decir, cualquier cosa menos enseñar la realidad.
Es decir, lo mismo que se dice de los partidos del Real Madrid (una calumnia, por supuesto, como bien comprenderán): si acercan demasiado la cámara, podría verse el penalti.
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Eulogio López
Un canal de TV española, Tele 5, propiedad del grupo El Correo y de Silvio Berlusconi, ha emitido un reportaje dedicado a la ablación en Etiopía. Contemplar a la pequeña Amel, siete años de edad, en ayunas, con sus piernecillas abiertas, mientras las tijeras se acercan a su cuerpo para mutilarla, representa mucho más que cualquier tratado sobre la marginación infantil y el maltrato a la mujer en determinados países del Tercer Mundo. ¡Bien por Tele 5!
Esas imágenes no es que valgan más que mil palabras, sino que valen más que cualquier razonamiento o alusión a las "diversidad de culturas". Ni diversidad ni historias. Cuando alguien ha visto la maldad, no piensa en el necesario pluralismo imperante, sino en acabar con esa bestialidad cuanto antes... y a la diversidad que le den dos duros.
Lo que nos lleva a la siguiente conclusión: en el universo de la imagen, nada mejor que la televisión para cambiar el mundo. 24 horas después de la emisión, todo el mundo en España tiene claro que la ablación no se puede permitir: constituye un atentado contra la dignidad humana. Es algo censurable, y que hay que evitar, si fuera necesario, y lo es, por la fuerza. Ya lo hemos "visualizado", y ya no nos engañan, oiga usted.
Y dicho ésto, podemos dedicarnos a visualizar otras realidades, igualmente crueles, a veces incluso más crueles. Por ejemplo, Tele 5 debería filmar un aborto. Debería filmar como se destrozan los miembros de alguien que se parece demasiado a un niño como para que no lo sea. Deberían filmar cómo se destrozan sus miembros y acaban en un cubo de basura o en la industria cosmética. El número de pro-abortistas se reduciría a una mínima parte de majaderos, el lobby feminista dejaría de ser un colectivo liberador para convertirse en lo que es: los propagandistas de la barbarie. Médicos y enfermeras se convertirían, en la imaginería pública, en los que son: unos carniceros que destrozan cabezas como si fueran nueces, a cambio de lo cual, obtienen pingües beneficios (ningún médico cobra tanto como un abortista). Los psicólogos que firman el papel que posibilita la pena de muerte jurídica, como unos hipócritas que mienten y engañan a la mujer en apuros, y políticos progresistas pasarían a considerarse lo que son: los propagandistas y portavoces de la matanza de inocentes.
Claro está que las clínicas abortistas, por todas esas razones, nunca admitirán que se graben esas imágenes. Su trabajo es secreto, y sus quirófanos-mataderos son auténticos "bunker", protegidos por cristales blindados. Si están convencidos de lo que hacen, ¿por qué se blindan y actúan en el secreto?
Y podíamos ir a más. Tele 5 podía filmar a los proxenetas que utilizan a adolescentes para la prostitución, en lugar de emitir imágenes de archivo donde sólo se contempla a las profesionales ofertando un servicio. Hasta al más promiscuo podría revolvérsele el estómago. Y deberían ponerlo en relación con los anuncios sobre prostitución con los que se lucran los grandes medios informativos.
Y deberían filmar los geriátricos donde se aparca a los ancianos molestos. O las tardes de angustia de un hijo de divorciados.
El progre tiende a expresar todas esas realidades en cifras y conceptos, pero nunca les pone nombres propios e imágenes, por lo que siempre está utilizando un lenguaje simbólico. Es decir, que el periodismo progresista se aleja de una de las primeras reglas del periodismo: a la gente le interesa la gente.
No se preocupen: Tele 5 se cuidará muy mucho de realizar ese periodismo de investigación, porque sus periodistas-investigadores están castrados por el mismo prejuicio que toda la sociedad: cualquier cosa menos nadar contra corriente, cualquier cosa menos destruir la modorra colectiva. Es decir, cualquier cosa menos enseñar la realidad.
Es decir, lo mismo que se dice de los partidos del Real Madrid (una calumnia, por supuesto, como bien comprenderán): si acercan demasiado la cámara, podría verse el penalti.