Visión del infierno por los pastorcitos de Fátima

ricardo perales

Lo importante es la salvación de las almas.
23 Abril 2020
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Un día como hoy la Virgen de Fátima permitió ver el infierno a los tres pastorcitos​


Un día como hoy la Virgen de Fátima permitió ver el infierno a los tres pastorcitos

13 de julio de 2023 / 02:16 AM
Un día como hoy, la Virgen de Fátima les mostró cómo es el infierno a los tres niños pastorcitos Lucía, Francisco y Jacinta, en la Cova da Iria, en Fátima (Portugal).
El 13 de julio de 1917, en la tercera de sus apariciones, la Virgen María permitió que los niños tuvieran una visión del infierno para que comunicaran lo que les espera en el mundo invisible a las personas que no se convierten ni arrepienten de sus pecados mortales antes de morir.
Según narra la historia, ese día la Madre de Dios les reveló un secreto en tres partes a los pastorcitos. En la primera parte, la Virgen les mostró el infierno y les explicó cómo ayudar a los demás para que no se condenen.

"Hagan sacrificios por los pecadores, y digan seguido, especialmente cuando hagan un sacrificio: Oh Jesús, esto es por amor a Ti, por la conversión de los pecadores, y en reparación por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María", les indicó la Virgen.
Una visión aterradora
En el libro La verdadera historia de Fátima del P. John de Marchi, se relata cómo Ti Marto, el padre de la pastorcita Jacinta, presenció lo ocurrido.



Recordó que "Lucía jadeó de repente horrorizada, que su rostro estaba blanco como la muerte y que todos los que estaban allí la oyeron gritar de terror frente a la Virgen Madre, a quien llamaba por su nombre. Los niños miraban a su Señora aterrorizados, sin palabras, e incapaces de pedir socorro por la escena que habían presenciado".
Tiempo después, a petición del entonces Obispo de Leiria, Lucía describió la visión en sus Memorias: "Mientras Nuestra Señora decía estas palabras, abrió sus manos una vez más, como lo había hecho en los dos meses anteriores. Los rayos de luz parecían penetrar la tierra, y vimos como si fuera un mar de fuego", escribió.
"Sumergidos en este fuego estaban demonios y almas en forma humana, como tizones transparentes en llamas, todos negros o color bronce quemado, flotando en el fuego, ahora levantadas en el aire por las llamas que salían de ellos mismos junto a grandes nubes de humo, se caían por todos lados como chispas entre enormes fuegos, sin peso o equilibrio, entre chillidos y gemidos de dolor y desesperación, que nos horrorizaron y nos hicieron temblar de miedo (debe de haber sido esta visión la que hizo que yo gritara, como dice la gente que hice)", agregó.

"Los demonios podían distinguirse por su similitud aterradora y repugnante a miedosos animales desconocidos, negros y transparentes como carbones en llamas. Horrorizados y como pidiendo auxilio, miramos hacia Nuestra Señora, quien nos dijo, tan amablemente y tan tristemente: 'Ustedes han visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos que Dios quiere establecer en el mundo una devoción a mi Inmaculado Corazón. Si ustedes hacen lo que yo les diga, muchas almas se salvarán, y habrá paz'", concluyó.
Después de la visión, contó que la Virgen María les pidió que rezaran esta oración para ayudar a los pecadores: "Cuando ustedes recen el Rosario, digan después de cada misterio: Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia".
El P. De Marchi señaló en su libro que los niños comprendieron por qué la Virgen de Fátima pidió orar y hacer sacrificios por los pecadores. "Haz esto", decía la Señora, "es una cosa grande, buena y amorosa, y agradará a Dios que es Amor", indicó.



"La visión del infierno que habían visto en julio no se borró de sus mentes. Oraron incesantemente. Ellos buscaban nuevos sacrificios. Rezando el Rosario, nunca se olvidaron de incluir la oración que Nuestra Señora les enseñó a decir después de cada decena", agregó.
Además de la visión del infierno del 13 de julio de 1917, el mensaje de la Virgen de Fátima indica que se debe rezar el Rosario todos los días, hacer sacrificios y orar por los pecadores, practicar la devoción de los 5 primeros sábados de mes en honor del Inmaculado Corazón de María, y la consagración personal a su Inmaculado Corazón.
 

5 santos que tuvieron aterradoras visiones del infierno​

Editor de ChurchPOP

Editor de ChurchPOP10 de septiembre de 2018 — 6 minutos
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5 santos que tuvieron aterradoras visiones del infierno

Muchos santos afirmaron haber tenido sobrenaturales visiones del infierno. Y, aunque la iglesia no se basa en ellas para formular doctrina, estas visiones deben recordarnos lo que nuestra fe ya enseña: el infierno es un lugar real y terrible, y la gente realmente puede llegar allí.
Santa Faustina, una gran santa del siglo XIX, dijo acerca de una sus visiones:
Lo que he escrito no es más que una pálida sombra de las cosas que vi. Pero me di cuenta de una cosa: que la mayoría de las almas que hay no creían que hubiera un infierno. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí! En consecuencia, pido aún más fervientemente por la conversión de los pecadores
Así que arrepiéntete de tus pecados, vuelve al Señor y ayuda a otros a volver a Él.

1) Beata Ana Catalina Emmerich: “Nadie podría contemplarlo sin temblar”

La Beata Ana Catalina Emmerich vivió a final del siglo 18 y principios del siglo 19 en el Sacro Imperio Romano. Fue una mística que afirmó haber tenido visiones de todo tipo de cosas espirituales. He aquí un extracto de una de sus visiones del infierno:
“El exterior del Infierno era horrible y espantoso; era un inmenso edificio de aspecto pesado, y el granito del que estaba formado, aunque negro, era de brillo metálico; y las puertas oscuras y pesadas fueron aseguradas con muchos cerrojos tan terribles que nadie podría contemplarlos sin temblar.
Gemidos profundos y gritos de desesperación pueden distinguirse claramente incluso cuando las puertas estaban bien cerradas; pero, ¡Quién puede describir los gritos y chillidos que estallaron uando se soltaron los tornillos terribles y las puertas se abrieron!; y, oh, ¡quién puede describir el aspecto melancólico de los habitantes de este lugar miserable! […]
Todo dentro de él es, por el contrario, cerrado, confuso, y lleno de gente; cada objeto tiende a llenar la mente con sensaciones de dolor y pena; la desesperación, como un buitre, roe cada corazón, y la discordia y miseria reinan alrededor. […] En la ciudad del Infierno no hay nada que ver, solo mazmorras sombrías, oscuras cavernas, desiertos espantosos, pantanos fétidos llenos de todas las especies imaginables de reptiles venenosos y repugnantes. […]
En el Infierno, hay escenas perpetuas de miserable discordia, y toda clase de pecado y corrupción, ya sea bajo las formas más horribles imaginables, o representadas por diferentes tipos de tormentos espantosos. Todo en esta morada triste tiende a llenar la mente de horror; ni una palabra de consuelo se escucha y ninguna idea consoladora es admitida; el único y tremendo pensamiento es la justicia que un Dios todopoderoso otorga a la nada maldita, acompañado de la convicción absorbente de que ellos la han merecido plenamente y esto agobia cada uno de sus corazones.
El vicio aparece en su verdadero aspecto, colores repugnantes y sombríos. Se despojó de la máscara bajo la cual se ocultaba en este mundo, y la víbora infernal es vista devorando los que lo han querido o fomentado. En una palabra, el Infierno es el templo de la angustia y la desesperación…”

2) Santa Teresa de Ávila: “En el fuego, y despedazada”

La gran mística del siglo 16 y Doctora de la Iglesia, afirma haber tenido esta experiencia del infierno:
“La entrada parecía ser un estrecho pasaje largo, como un horno, muy baja y oscura. El suelo parecía estar saturado con lodo, muy sucio, emanando olores pestilentes, y cubierto de bichos repugnantes. Al final era un lugar vacío en la pared, como un armario, y en éste me vi encerrada. […]
Sentí un fuego en mi alma. […] Mis sufrimientos corporales eran insoportables. He padecido los sufrimientos más dolorosos en esta vida… sin embargo, todos estos eran nada en comparación con lo que sentí entonces, sobre todo cuando vi que no habría ninguna interrupción, ni ningún fin a ellos. […]
No vi quién era el que me atormentaba, pero me sentí en el fuego, y me parecía estar como despedazada. Y lo repito, este fuego interior y la desesperación son los mayores tormentos de todos. […]
Yo no podía sentarme ni acostarme: no había espacio. Me pusieron como en un agujero en la pared; y esas paredes, terribles por sí mismas, me cercaban por todas partes. Yo no podía respirar. No había luz, todo era oscuridad. […]
Estaba tan aterrorizada por esa visión – y siento el terror en mí incluso ahora mientras estoy escribiendo – que a pesar de que esto tuvo lugar hace casi seis años, el calor natural de mi cuerpo se enfría por el miedo, incluso ahora, cuando pienso en ello […]
Fue esa visión que me llenó de la gran angustia que siento al ver a tantas almas perdidas, sobre todo las de los luteranos que fueron una vez miembros de la Iglesia por el bautismo – y también esta visión me dio los deseos más vehementes por la salvación de las almas; porque ciertamente creo que, para salvar aunque sea a un alma de esos tormentos abrumadores, yo de muy buena gana resistiría muchas muertes”.

3) San Juan Bosco: “Terror indescriptible”

En 1868, San Juan Bosco afirmó que había tenido un sueño sobre el infierno. Su narración completa es bastante larga, así que aquí compartimos sólo un breve fragmento:
“En cuanto crucé el umbral, sentí un terror indescriptible y no me atreví a dar un paso más. Delante de mí pude ver algo así como una inmensa cueva que desapareció gradualmente en huecos hundidos profundamente en las entrañas de la montaña. Todos estaban en llamas, pero el suyo no era un fuego terrenal con lenguas de fuego, sino que toda la cueva – paredes, techo, piso, hierro, piedras, madera y carbón – todo era un blanco resplandeciente a temperaturas de miles de grados. Sin embargo, el fuego no se incineraba, no se consumía. Yo simplemente no puedo encontrar palabras para describir el horror de la caverna.[…]
Mi guía tomó mi mano, me obligó a abrirla, y la apretó contra la primera de las mil paredes. La sensación era tan absolutamente insoportable que salté hacia atrás con un grito y me encontré sentado en la cama.
Mi mano estaba lastimada y seguí frotando para aliviar el dolor. Cuando me levanté esta mañana me di cuenta de que estaba hinchada. Tener mi mano apretada contra la pared, aunque sólo en un sueño, se sentía tan real que, más tarde, la piel de la palma de mi mano se peló.
Tenga en cuenta que he intentado no asustarte mucho, y por eso no he descrito estas cosas con todo su horror como las vi y como me impresionaron. Sabemos que Nuestro Señor siempre representó el infierno con símbolos porque, si hubiera descrito como realmente es, no lo habríamos comprendido. Ningún mortal puede comprender estas cosas”.

4) Sor Lucía de Fátima: “Gritos y gemidos de dolor y desesperación”

Sor Lucía de Fátima no es santa (ya que murió recientemente, en 2005), pero fue una de las videntes de Fátima en el siglo 20, una aparición aprobada en la Iglesia. Como parte de esa visión, ella dice que vio el infierno:
“Vimos, por decirlo así, un vasto mar de fuego. Sumido en este fuego, vimos a los demonios y las almas de los condenados.
Estos últimos eran como brasas transparentes en llamas, todos de bronce ennegrecido o bruñido, que tienen formas humanas. Ellos estaban flotando alrededor de un incendio, siendo elevadas en el aire por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo. Luego, ellos se replegaron por todos lados como las chispas producidas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que nos horrorizaron y nos hicieron temblar de miedo (esta debe haber sido la visión que me hizo gritar, según afirma la gente que me escuchaba).
Los demonios se distinguían de las almas de los condenados por sus formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos, negros y transparentes como carbones ardientes”.

5) Santa María Faustina Kowalska: “Un lugar de gran tortura”

Santa María Faustina Kowalska, a menudo conocida simplemente como Santa Faustina, fue una monja polaca que afirmó tener un gran número de experiencias místicas en la década de 1930. He aquí un extracto de su diario acerca de una de sus visiones:
“Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel. Es un lugar de grandes tormentos, ¡qué espantosamente grande es su extensión! Los tipos de tormentos que he visto: el primer tormento que constituye el infierno, es la pérdida de Dios; el segundo, el continuo remordimiento de conciencia; el tercero, aquel destino no cambiará jamás; el cuarto tormento, es el fuego que penetrará al alma, pero no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual, incendiado por la ira divina; el quinto tormento, es la oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demás y el suyo; el sexto tormento, es la compañía continua de Satanás; el séptimo tormento, es una desesperación tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias. Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de los tormentos.
Hay tormentos particulares para distintas almas, que son los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado. Hay horribles calabozos, abismos de tormentos donde un tormento se diferencia del otro. Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ése será atormentado por toda la eternidad. Lo escribo por orden de Dios para que ningún alma se excuse diciendo que el infierno no existe o que nadie estuvo allí ni sabe cómo es. […]
He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe. Cuando volví en mí no pude reponerme del espanto, qué terriblemente sufren allí las almas”. (Diario de Santa Faustina, 741)
 
Quería resaltar esto de tu escrito sobre la descripción de Santa Faustina (Me acostumbré tanto a decirle "sor" que a veces olvido que fue canonizada en el 2000)

1.- El primer tormento que constituye el infierno, es la pérdida de Dios;
2.- El continuo remordimiento de conciencia;
3.- Aquel destino no cambiará jamás;
4.- El fuego que penetrará al alma, pero no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual, incendiado por la ira divina;
5.- La oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demás y el suyo;
6.- La compañía continua de Satanás;
7.- Una desesperación tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias.

Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de los tormentos.
Hay tormentos particulares para distintas almas, que son los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado.

Como ejemplo pudiera mencionar el castigo de los caníbales: obligados a comer su propia carne. Un castigo irónico por el resto de la eternidad.
 
Y uno como bobo negandole a los niños ver peliculas de terror
cuando dios estaba totalmente de acuerdo en aterrorizar a lo infantes

¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿QUIéN HA CONOCIDO LA MENTE DEL SEÑOR?
 
Y uno como bobo negandole a los niños ver peliculas de terror
cuando dios estaba totalmente de acuerdo en aterrorizar a lo infantes

¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿QUIéN HA CONOCIDO LA MENTE DEL SEÑOR?
Son siete formas diferentes de castigo simultáneas y para deleitar al paladar más exigente existe un trato preferencial vip. Además, ser atormentado con el pecado que te hizo perderte, es todo un cliché.
 
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