VIAJE DE EXPLORACION
Sicología profunda
En uno de mis nuevos libros me sumo a lo que ha dicho el profesor Graafland (Holanda) que la teología reformada ha estado inmóvil un largo siglo. En eso estoy totalmente de acuerdo. Es una lástima que no fuese más concreto. Yo lo voy a intentar.
Los reformados le han prestado muy poca atención al hablar Dios en la historia y al significado de la sicología profunda. Eso nos puede ayudar a tener un profundo conocimiento del pecado. La sicología profunda corrobora lo que la Biblia nos enseña, que en el hombre todo gira alrededor del propio "yo". Nosotros estamos totalmente corrompidos, más y más. Esto lo admitimos realmente, pero en la mayor parte de las veces sólo son palabras. Eso origina infinidad de divisiones, incluso entre gente que tienen la misma confesión de fe.
Quien no está unido al Dios viviente, sino que sólo tiene ideas sobre Dios y Cristo, está expuesto al fanatismo religioso. Es necesario que una y otra vez nos dejemos renovar por la Palabra. Nosotros fácilmente nos anquilosamos, pero la Palabra es viva. En ella me habla Dios viviente.
Maldición
En la promesa, en lo que aconteció en el Gólgota, es el punto central para mi tranquilidad. La paz espiritual en Cristo es imperecedera. Puede ser atacada, pero sé que Él me sujeta. Él me ha asido, y por eso yo me puedo asir de Él, siempre de nuevo.
Cuando yo en Brasil abandoné la Iglesia Católica Romana, entré en contacto con una familia reformada. Me dieron las tres confesiones de la iglesia antigua y las tres confesiones reformadas. Me fascinaron desde el principio. Yo siempre he tenido conciencia de que mis propias obras no podían prevalecer ante el Dios santo.
Lutero abandonó la Iglesia Católica Romana cuando el Concilio de Trento le maldijo. Nosotros no podemos regresar con Roma mientras se mantengan esas maldiciones. Si fuesen retiradas, ya no habría ningún obstáculo. Hay una total diferencia entre la Iglesia como institución y como "cuerpo de Cristo". No estoy en absoluto de acuerdo cuando un pastor gusta de llamar a su iglesia "cuerpo de Cristo". En nuestra ciudad hay iglesias que cuentan con 5000 miembros, si cincuenta de estos conocen personalmente a Cristo, me doy por contento. Un cuerpo que en el 99 por ciento se compone de miembros muertos, es, según mi opinión, más un cadáver que un cuerpo. Yo estoy convencido de la fidelidad del pacto de Dios, pero su bendición solo alcanza a los que conocen personalmente a Cristo. En ciertas denominaciones, que se llaman "reformadas", dan demasiada importancia a la "institución y a los cargos". El encumbramiento del pastor tiene rasgos romanos. ¿Y de dónde sacamos que solamente ese hombre (el pastor) le esté permitido repartir en la "santa cena" el pan y el vino? Cristo dice: "Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mateo 18:20). ¿Quién se atreve a prohibirle a Cristo que Él manifieste Su presencia en los signos del pan y del vino, y que sean distribuidos por uno de ellos? ¡La "santa cena" es una comida! De hecho, en una comida tú no necesitas ninguno que presida. La "sola scriptura" también se debe practicar más en las denominaciones protestantes.
Sentimiento religioso
Yo estoy totalmente de acuerdo con el primer descubrimiento de la Reforma. Dios es con nosotros por Cristo, por nada y por ningún otro. Lamento que otra verdad bíblica haya quedado relegada a un segundo plano por la Reforma. Dios también es en nosotros por Cristo. Eso entre los grandes creyentes romano católicos no resulta tan deslucido. Ulteriores reformadores han visto de nuevo eso. Ellos han citado muchas veces a los piadosos romano católicos. Yo me he sentido unido al sentimiento religioso de ciertos círculos, por mi profunda conciencia de pecado. A veces me preguntaba: "¿esa conciencia de pecado no es un remanente de mi levadura romano católica?". Un día en el transcurso de una conferencia para los jóvenes de una iglesia reformada, durante la pausa hablé con el pastor Huisman. A ese hermano le pasaba lo mismo que a mí. También esa idea de perdición, de indignidad, de no significar nada ante Dios. No tenía nada que ver, pues, con mi trasfondo católico. La conciencia de culpabilidad es totalmente bíblico. ¿Por qué tendríamos necesidad de un Salvador, si nos arreglamos bien nosotros solos? Nosotros no nos salvamos por nuestros sentimientos religiosos, sino por la fe. El gran peligro es que estas dos se confundan. Entonces tienes al hombre en el centro y las obras se introducen de nuevo. La Fe se vuelve hacia Alguien fuera de ti. Creer es la crucifixión de tu propio yo, de tus sentimientos y de tu razón, para sólo mirar a Cristo, sólo confiar en Él.
Reconocimiento
Si bien ya hace casi 55 años que dejé la Iglesia Romano Católica, el ex-sacerdote conservó un sentimiento de solidaridad con las gentes romano católicas. Como Pablo siguió sintiéndose ligado a su pueblo. Uno ha crecido entre ellos, y el Señor te ha puesto ahí. Un pasado romano católico deja una impronta durante la vida. Yo también he conservado un lenguaje propio. Yo quiero ser yo mismo. Judío con los judíos, griego con los griegos, romano católico con los romano católicos. Aunque era por mi pasado y mi lenguaje un poco tipo raro, siempre me he sentido aceptado por los auténticos creyentes entre los reformados. Junto a ellos gusto del mismo quebrantamiento ante el rostro de Dios, y de la misma alegría en el Señor. Sólo en mi país muchos de ellos no se atreven a expresarlo muy bien, porque entonces uno es sospechoso. Cuando te es permitido saber que estás liberado de todos tus pecados y miserias, entonces puedes cantar todo el día. En eso el carácter también juega su papel. Yo soy optimista hasta la muerte, aunque a veces me toca un poco el desánimo por la corrupción del mundo. Cuando echo una mirada a los periódicos me amenaza el pesimismo, pero entonces en seguida me refugio en el Señor.
El Señor decide
También dentro de la Iglesia Católica, como ex-sacerdote, me encontré siempre gente,
con quienes comparto la doctrina de la "sola gracia".
Hace poco he estado con una anciana monja en Breda, que realmente sólo confía en la gracia . Con alguien así yo experimento la unidad en Cristo viviente. Hace veinte años que es lectora de En la Calle Recta. Ahora de nuevo está en la casa madre, procura instruir a sus compañeras en la gracia de Cristo, pero no es comprendida. "Ellas viven totalmente para María, como en una niebla, y por eso no ven a Cristo", me cuenta esta hermana.
Eso me penetra hasta la médula de los huesos. Esas monjas han renunciado al amor, al matrimonio y a la maternidad, y están comprometidas con un ídolo.
A una monja así no le recomendaré que deje la Iglesia Romano Católica. Uno debe de tener respeto por la dirección del Señor. Cristo es como un gran General que abarca con la mirada el campo de batalla.
Si Él piensa que esa luchadora debe permanecer allí, ¿quién soy yo para decirle lo contrario? Ella sabe como pienso yo sobre la Iglesia Romano Católica, pero yo no quiero entrar en los juicios del Señor. Él es la Cabeza de la Iglesia, no yo. Otra cosa es cuando la gente me pregunta mi opinión. Entonces siempre he dicho: ¿Cómo puedes tú permanecer en una iglesia así?.
Llamados
Con frecuencia pienso en mi muerte. Qué hermoso tiene que ser hundirse en los brazos de Cristo. Ahora ya es lindo vivir y hablar con Él. Su amor perdonador puede descender muy íntimamente sobre mí. Por lo que a esto se refiere, fundamentalmente en el cielo no será de otra manera. Referente a esto, esta hermana monja me escribió una vez: "No olvides que llevamos con nosotros el cielo. Cristo dice: "El que me ama,... vendremos a él y haremos morada con él". Dios, pues, mora en nosotros".
Mi gran objeción de no estar a favor del movimiento Maranatha, es que siempre está ocupado con el futuro.
Permítanme decir: "Estimado amigo, disfruta ahora de Él. Esta es la vida eterna, que te conozca a Ti. Eso comienza ya en esta tierra".
H.J. Hegger
http://www.epos.nl/ecr/
Sicología profunda
En uno de mis nuevos libros me sumo a lo que ha dicho el profesor Graafland (Holanda) que la teología reformada ha estado inmóvil un largo siglo. En eso estoy totalmente de acuerdo. Es una lástima que no fuese más concreto. Yo lo voy a intentar.
Los reformados le han prestado muy poca atención al hablar Dios en la historia y al significado de la sicología profunda. Eso nos puede ayudar a tener un profundo conocimiento del pecado. La sicología profunda corrobora lo que la Biblia nos enseña, que en el hombre todo gira alrededor del propio "yo". Nosotros estamos totalmente corrompidos, más y más. Esto lo admitimos realmente, pero en la mayor parte de las veces sólo son palabras. Eso origina infinidad de divisiones, incluso entre gente que tienen la misma confesión de fe.
Quien no está unido al Dios viviente, sino que sólo tiene ideas sobre Dios y Cristo, está expuesto al fanatismo religioso. Es necesario que una y otra vez nos dejemos renovar por la Palabra. Nosotros fácilmente nos anquilosamos, pero la Palabra es viva. En ella me habla Dios viviente.
Maldición
En la promesa, en lo que aconteció en el Gólgota, es el punto central para mi tranquilidad. La paz espiritual en Cristo es imperecedera. Puede ser atacada, pero sé que Él me sujeta. Él me ha asido, y por eso yo me puedo asir de Él, siempre de nuevo.
Cuando yo en Brasil abandoné la Iglesia Católica Romana, entré en contacto con una familia reformada. Me dieron las tres confesiones de la iglesia antigua y las tres confesiones reformadas. Me fascinaron desde el principio. Yo siempre he tenido conciencia de que mis propias obras no podían prevalecer ante el Dios santo.
Lutero abandonó la Iglesia Católica Romana cuando el Concilio de Trento le maldijo. Nosotros no podemos regresar con Roma mientras se mantengan esas maldiciones. Si fuesen retiradas, ya no habría ningún obstáculo. Hay una total diferencia entre la Iglesia como institución y como "cuerpo de Cristo". No estoy en absoluto de acuerdo cuando un pastor gusta de llamar a su iglesia "cuerpo de Cristo". En nuestra ciudad hay iglesias que cuentan con 5000 miembros, si cincuenta de estos conocen personalmente a Cristo, me doy por contento. Un cuerpo que en el 99 por ciento se compone de miembros muertos, es, según mi opinión, más un cadáver que un cuerpo. Yo estoy convencido de la fidelidad del pacto de Dios, pero su bendición solo alcanza a los que conocen personalmente a Cristo. En ciertas denominaciones, que se llaman "reformadas", dan demasiada importancia a la "institución y a los cargos". El encumbramiento del pastor tiene rasgos romanos. ¿Y de dónde sacamos que solamente ese hombre (el pastor) le esté permitido repartir en la "santa cena" el pan y el vino? Cristo dice: "Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mateo 18:20). ¿Quién se atreve a prohibirle a Cristo que Él manifieste Su presencia en los signos del pan y del vino, y que sean distribuidos por uno de ellos? ¡La "santa cena" es una comida! De hecho, en una comida tú no necesitas ninguno que presida. La "sola scriptura" también se debe practicar más en las denominaciones protestantes.
Sentimiento religioso
Yo estoy totalmente de acuerdo con el primer descubrimiento de la Reforma. Dios es con nosotros por Cristo, por nada y por ningún otro. Lamento que otra verdad bíblica haya quedado relegada a un segundo plano por la Reforma. Dios también es en nosotros por Cristo. Eso entre los grandes creyentes romano católicos no resulta tan deslucido. Ulteriores reformadores han visto de nuevo eso. Ellos han citado muchas veces a los piadosos romano católicos. Yo me he sentido unido al sentimiento religioso de ciertos círculos, por mi profunda conciencia de pecado. A veces me preguntaba: "¿esa conciencia de pecado no es un remanente de mi levadura romano católica?". Un día en el transcurso de una conferencia para los jóvenes de una iglesia reformada, durante la pausa hablé con el pastor Huisman. A ese hermano le pasaba lo mismo que a mí. También esa idea de perdición, de indignidad, de no significar nada ante Dios. No tenía nada que ver, pues, con mi trasfondo católico. La conciencia de culpabilidad es totalmente bíblico. ¿Por qué tendríamos necesidad de un Salvador, si nos arreglamos bien nosotros solos? Nosotros no nos salvamos por nuestros sentimientos religiosos, sino por la fe. El gran peligro es que estas dos se confundan. Entonces tienes al hombre en el centro y las obras se introducen de nuevo. La Fe se vuelve hacia Alguien fuera de ti. Creer es la crucifixión de tu propio yo, de tus sentimientos y de tu razón, para sólo mirar a Cristo, sólo confiar en Él.
Reconocimiento
Si bien ya hace casi 55 años que dejé la Iglesia Romano Católica, el ex-sacerdote conservó un sentimiento de solidaridad con las gentes romano católicas. Como Pablo siguió sintiéndose ligado a su pueblo. Uno ha crecido entre ellos, y el Señor te ha puesto ahí. Un pasado romano católico deja una impronta durante la vida. Yo también he conservado un lenguaje propio. Yo quiero ser yo mismo. Judío con los judíos, griego con los griegos, romano católico con los romano católicos. Aunque era por mi pasado y mi lenguaje un poco tipo raro, siempre me he sentido aceptado por los auténticos creyentes entre los reformados. Junto a ellos gusto del mismo quebrantamiento ante el rostro de Dios, y de la misma alegría en el Señor. Sólo en mi país muchos de ellos no se atreven a expresarlo muy bien, porque entonces uno es sospechoso. Cuando te es permitido saber que estás liberado de todos tus pecados y miserias, entonces puedes cantar todo el día. En eso el carácter también juega su papel. Yo soy optimista hasta la muerte, aunque a veces me toca un poco el desánimo por la corrupción del mundo. Cuando echo una mirada a los periódicos me amenaza el pesimismo, pero entonces en seguida me refugio en el Señor.
El Señor decide
También dentro de la Iglesia Católica, como ex-sacerdote, me encontré siempre gente,
con quienes comparto la doctrina de la "sola gracia".
Hace poco he estado con una anciana monja en Breda, que realmente sólo confía en la gracia . Con alguien así yo experimento la unidad en Cristo viviente. Hace veinte años que es lectora de En la Calle Recta. Ahora de nuevo está en la casa madre, procura instruir a sus compañeras en la gracia de Cristo, pero no es comprendida. "Ellas viven totalmente para María, como en una niebla, y por eso no ven a Cristo", me cuenta esta hermana.
Eso me penetra hasta la médula de los huesos. Esas monjas han renunciado al amor, al matrimonio y a la maternidad, y están comprometidas con un ídolo.
A una monja así no le recomendaré que deje la Iglesia Romano Católica. Uno debe de tener respeto por la dirección del Señor. Cristo es como un gran General que abarca con la mirada el campo de batalla.
Si Él piensa que esa luchadora debe permanecer allí, ¿quién soy yo para decirle lo contrario? Ella sabe como pienso yo sobre la Iglesia Romano Católica, pero yo no quiero entrar en los juicios del Señor. Él es la Cabeza de la Iglesia, no yo. Otra cosa es cuando la gente me pregunta mi opinión. Entonces siempre he dicho: ¿Cómo puedes tú permanecer en una iglesia así?.
Llamados
Con frecuencia pienso en mi muerte. Qué hermoso tiene que ser hundirse en los brazos de Cristo. Ahora ya es lindo vivir y hablar con Él. Su amor perdonador puede descender muy íntimamente sobre mí. Por lo que a esto se refiere, fundamentalmente en el cielo no será de otra manera. Referente a esto, esta hermana monja me escribió una vez: "No olvides que llevamos con nosotros el cielo. Cristo dice: "El que me ama,... vendremos a él y haremos morada con él". Dios, pues, mora en nosotros".
Mi gran objeción de no estar a favor del movimiento Maranatha, es que siempre está ocupado con el futuro.
Permítanme decir: "Estimado amigo, disfruta ahora de Él. Esta es la vida eterna, que te conozca a Ti. Eso comienza ya en esta tierra".
H.J. Hegger
http://www.epos.nl/ecr/