Vencer al acusador por causa de la sangre
Efesios 6:14 Estad firmes, ceñíos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia.
Apocalipsis 12:10-11 Entonces oí una gran voz del cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que acusa delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y despreciaron la vida de su alma hasta la muerte.
Estar cubiertos por la sangre del Cordero equivale principalmente a tener puesta la coraza de justicia. La justicia está en la sangre, y la cubierta de la sangre es la coraza. Aunque es difícil explicar esto doctrinalmente, podemos entenderlo en la experiencia. Cada vez que nos proponemos luchar contra los poderes de las tinieblas, Satanás, mediante sus acusaciones, hace que nuestra conciencia se vuelva muy sensible. Sin embargo, estos sentimientos en realidad no provienen de una conciencia sensible, sino de las acusaciones de Satanás. Cuando nos suceda esto, de inmediato debemos declarar: “Yo venzo a Satanás, el acusador, no por mi perfección, ni tampoco por tener una conciencia libre de ofensa, sino por la sangre del Cordero. La coraza de justicia me defiende de toda acusación”.
La justicia que cubre nuestra conciencia y que nos protege de las acusaciones de Satanás es el propio Cristo; El mismo es nuestra justicia. Por tanto, Cristo es la verdad que ciñe nuestros lomos y también la coraza de justicia que cubre nuestra conciencia. No estamos cubiertos por nuestra propia justicia, sino por el Cristo que es nuestra justicia. Tal vez algunos se pregunten cómo la coraza de justicia puede estar relacionada con Cristo y también con la sangre. En la experiencia, no podemos separar a Cristo de la sangre, pues sin Su sangre, Cristo no podría cubrirnos. Cuando nosotros somos purificados por Su sangre, Él llega a ser nuestra justicia. Cada vez que estamos a punto de participar en la batalla espiritual, debemos orar: “Señor, cúbreme contigo mismo como mi justicia; Señor, me resguardo bajo Tu sangre”. Además, debemos decirle al acusador: “Satanás, no te venzo por mis méritos, sino por la sangre prevaleciente del Cordero”.
Los versículos del Nuevo Testamento son tomados de la Versión Recobro del Nuevo Testamento y los versículos del Antiguo Testamento, de la versión Reina Valera 1960. Las "Palabras del ministerio" provienen de Estudio-vida de Efesios, escrito por Witness Lee, mensaje 64, págs. 541-542. Ambos son publicados por Living Stream Ministry, Anaheim, CA.
Efesios 6:14 Estad firmes, ceñíos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia.
Apocalipsis 12:10-11 Entonces oí una gran voz del cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que acusa delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y despreciaron la vida de su alma hasta la muerte.
Estar cubiertos por la sangre del Cordero equivale principalmente a tener puesta la coraza de justicia. La justicia está en la sangre, y la cubierta de la sangre es la coraza. Aunque es difícil explicar esto doctrinalmente, podemos entenderlo en la experiencia. Cada vez que nos proponemos luchar contra los poderes de las tinieblas, Satanás, mediante sus acusaciones, hace que nuestra conciencia se vuelva muy sensible. Sin embargo, estos sentimientos en realidad no provienen de una conciencia sensible, sino de las acusaciones de Satanás. Cuando nos suceda esto, de inmediato debemos declarar: “Yo venzo a Satanás, el acusador, no por mi perfección, ni tampoco por tener una conciencia libre de ofensa, sino por la sangre del Cordero. La coraza de justicia me defiende de toda acusación”.
La justicia que cubre nuestra conciencia y que nos protege de las acusaciones de Satanás es el propio Cristo; El mismo es nuestra justicia. Por tanto, Cristo es la verdad que ciñe nuestros lomos y también la coraza de justicia que cubre nuestra conciencia. No estamos cubiertos por nuestra propia justicia, sino por el Cristo que es nuestra justicia. Tal vez algunos se pregunten cómo la coraza de justicia puede estar relacionada con Cristo y también con la sangre. En la experiencia, no podemos separar a Cristo de la sangre, pues sin Su sangre, Cristo no podría cubrirnos. Cuando nosotros somos purificados por Su sangre, Él llega a ser nuestra justicia. Cada vez que estamos a punto de participar en la batalla espiritual, debemos orar: “Señor, cúbreme contigo mismo como mi justicia; Señor, me resguardo bajo Tu sangre”. Además, debemos decirle al acusador: “Satanás, no te venzo por mis méritos, sino por la sangre prevaleciente del Cordero”.
Los versículos del Nuevo Testamento son tomados de la Versión Recobro del Nuevo Testamento y los versículos del Antiguo Testamento, de la versión Reina Valera 1960. Las "Palabras del ministerio" provienen de Estudio-vida de Efesios, escrito por Witness Lee, mensaje 64, págs. 541-542. Ambos son publicados por Living Stream Ministry, Anaheim, CA.