Buenos días, les cuento una historia.
La gente engorda, tiene pantallitas, se distraen.
Con las pantallitas miran lo que no debieran y pierden autoridad moral.
Sin que se dieran cuenta los envenenaron, a ellos, incluso a sus niños.
"Hay que ir doktor", dice la gente no muy pensante.
El "doctor" fue condicionado mentalmente a moverse dentro de un corralito en el que nunca van a estar las soluciones, es solo "dar pastillas".
Pero la gente sigue repitiendo que "hay que ir al doctor".
Se empezó a llenar el mundo de gente fecal, después son absolutamente mayorías, ¡qué democracia!
El envenenamiento vino por parte de algunas vacunas, y algunos paquetitos de cosas que vendían en el súper.
¿Quién cuidó a la gente? La ingeniería social hizo que haya mucha división, que todos tengan sus propios problemas, y que pocos tengan tanto inteligencia como autoridad moral para pararse en el medio y defenderse, a ellos, y al resto.
Cuando algunos, que claramente no sean mayorías, entren al sentido común, tendrán que hacer según el sentido común.
Un cristiano evangélico serán tan talibán como el resto de la sociedad se lo exija.
Si somos la sal del mundo, evitar la corrupción será algo violento viviendo entre un montón de soretes.
Un buen proyecto evangelístico es mostrar el verdadero cristianismo, inspirando respeto.
Siguiendo con la historia, si las buenas noticias se dilatan, después, cuando los psicópatas que están en el poder quieran cortar el suministro de alimentos, todos somos "autistas", o "esquizofrénicos", matándonos por un paquetito de arróz.
Los venenos se irían al torrente sanguíneo causando miles de problemas, mientras en la tele se le diría a los rebaños que "hay un virus".
Correrían a meterse vacunas con más venenos, para terminar culpando a los que son pensantes y no quieren que se siga envenenando al prójimo.
La guerra es una obligación cuando se vive en un mundo lleno de malas yerbas, y si queremos ser felices, no queda otra que hacer buena jardinería.
Vamos a ponernos muy evangélicos.
Guillermo Yacante Afonso.
modernprocer.com.
La gente engorda, tiene pantallitas, se distraen.
Con las pantallitas miran lo que no debieran y pierden autoridad moral.
Sin que se dieran cuenta los envenenaron, a ellos, incluso a sus niños.
"Hay que ir doktor", dice la gente no muy pensante.
El "doctor" fue condicionado mentalmente a moverse dentro de un corralito en el que nunca van a estar las soluciones, es solo "dar pastillas".
Pero la gente sigue repitiendo que "hay que ir al doctor".
Se empezó a llenar el mundo de gente fecal, después son absolutamente mayorías, ¡qué democracia!
El envenenamiento vino por parte de algunas vacunas, y algunos paquetitos de cosas que vendían en el súper.
¿Quién cuidó a la gente? La ingeniería social hizo que haya mucha división, que todos tengan sus propios problemas, y que pocos tengan tanto inteligencia como autoridad moral para pararse en el medio y defenderse, a ellos, y al resto.
Cuando algunos, que claramente no sean mayorías, entren al sentido común, tendrán que hacer según el sentido común.
Un cristiano evangélico serán tan talibán como el resto de la sociedad se lo exija.
Si somos la sal del mundo, evitar la corrupción será algo violento viviendo entre un montón de soretes.
Un buen proyecto evangelístico es mostrar el verdadero cristianismo, inspirando respeto.
Siguiendo con la historia, si las buenas noticias se dilatan, después, cuando los psicópatas que están en el poder quieran cortar el suministro de alimentos, todos somos "autistas", o "esquizofrénicos", matándonos por un paquetito de arróz.
Los venenos se irían al torrente sanguíneo causando miles de problemas, mientras en la tele se le diría a los rebaños que "hay un virus".
Correrían a meterse vacunas con más venenos, para terminar culpando a los que son pensantes y no quieren que se siga envenenando al prójimo.
La guerra es una obligación cuando se vive en un mundo lleno de malas yerbas, y si queremos ser felices, no queda otra que hacer buena jardinería.
Vamos a ponernos muy evangélicos.
Guillermo Yacante Afonso.
modernprocer.com.
