Queridos Hermanos:
Probablemente algunos de ustedes me conozcan, pues llevo un poco de tiempo navegando por estos foros.
Otros seguramente no, pero para todos quiero externar mi testimonio, el cual doy con toda reverencia ante mi Dios y espero sea de bendicion para todos en el foro.
Me crie en el seno de una familia catolica y como buen catolico aprendi recitar las oraciones de rigor a los santos y a la virgen.
A pesar de que mi padre se jacta de haberme instruido en lo anterior, nunca se me dio mayor instruccion, por lo que jamas asisti a las clases de catecismo ni hice la famosa primera comunion .
Desde niño hasta la edad en que ingrese a la escuela secundaria, trate de ser apegado a mi religion y trataba de ir a misa lo mas frecuentemente y demas. Sin embargo, habia algo que no me llenaba.
Al entrar a la preparatoria, conoci a una chica que comenzo a darme tratados evangelisticos y a hablarme de la salvacion en Cristo. Lo comente con mi madre, quien me recomendo me alejara de esa muchacha, pues pertenecia seguramente a una secta protestante .
Aun asi, le segui hablando y en una ocasion fui a su templo, donde, reconozco que, por compromiso, declare mi fe en Cristo como mi Salvador.
Me sentia mal por lo que habia hecho, ya que senti que habia estado obligado.
Tiempo despues, comence a ir a retiros organnizados por una congregacion franciscana, donde me divertia mucho, pero realmente aprendia muy poco y aun me sentia insatisfecho de mis creencias.
Ya en la Universidad, me desligue por completo de todo lo que tuviera que ver con la IR y comence a considerarme "creyente" a mi manera.
Asi dure mucho tiempo, incluso hasta termimar mis estudios.
Durante un tiempo estuve buscando a una ex novia, quien se habia convertido al cristianismo y siempre que queria verla me invitaba a su congregacion, lo cual se me hacia un condicionamiento bastante desagradable, sobre todo porque cuando llegaba a ir, no habia ocasion en que no se me pidiera ponerme de pie y aceptar que Jesucristo era mi Salvador, lo cual me incomodaba, pues yo iba solamente de visita (ese era mi sentir).
Posteriormente, tuve la oportunidad de trabajar en la escuela en la que estudie y en mis ratos libres me daba tiempo para leer.
Cayo a mis manos un libro escrito por el pastor Norman Vincent Peale, quien en forma muy sencilla explicaba que Cristo es nuestro redentor y unico mediador entre Dios y los hombres, asi que siguiendo su consejo, ore pidiendole que entrara en mi corazon.
Lo que ocurrio no tiene comparacion con nada, senti una felicidad jamas experimentada y queria gritar al mundo lo que sentia.
Lei la Biblia y la relei, dandome cuenta que debia comenzar a congregarme. Pero, ¿donde? Las veces que habia ido a algun templo me sentia como un extraño y en realidad sentia que quienes iban eran hipocritas.
Decidi seguir leyendo la Biblia yo solo, en casa, orar y demas.
Posteriormente me case y mi esposa al poco tiempo, tras leer juntos la Biblia, confirmo su fe e el Señor Jesus, pero aun no nos congregabamos en ningun lugar.
Recibimos a Testigos y Mormones por igual en casa, pero no nos disuadieron de engrosar las filas de sus sectas.
Oramos mucho al Señor y un buen dia fuimos a un templo presbiteriano donde fuimos recibidos con mucho cariño. Nos inscribimos en la Escuela Dominical y con el tiempo hasta llegamos a dar tambien algunas clases en la misma.
Con el tiempo, mi esposa se embarazo, pero su embarazo tuvo complicaciones y hubo que practicarle una cesarea cuando apenas iba en el sexto mes.
Aun asi, nacio nuestra pequeña hija, Ana, quien apenas media 33 centimetros y pesaba 1 kilo; sus esperanzas de sobrevivir eran minimas. Mi esposa se encontraba en una situacion parecida, pues lo que habia originado esta situacion era una enfermedad llamada preclampsia, la cual causa una serie de fallos en la presion arterial, que podian terminar en un derrame cerebral o un paro cardiaco.
Todos nuestros hermanos en la iglesia se mantuvieron orando por mis dos mujercitas y en cosa de un par de semanas, mi esposa salio de todo peligro, ¡aleluya!
Nuestra pequeña estuvo todavia otros 2 meses y medio en el hospital, en la incubadora, para despues salir y estar con nosotros, ahora es una juguetona nena que esta conociendo el mundo poco a poco.
Esto que les relato, hermanos es tan solo la muestra de que Dios nunca nos abandona aun a pesar de que nosotros nos portamos siempre con rebeldia y con soberbia, espero que este testimonio valga la pena para ustedes, ya que lo hago con todo amor y dar gracias a nuestro Salvador por su misericordia.
Que la paz sea con ustedes.
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Probablemente algunos de ustedes me conozcan, pues llevo un poco de tiempo navegando por estos foros.
Otros seguramente no, pero para todos quiero externar mi testimonio, el cual doy con toda reverencia ante mi Dios y espero sea de bendicion para todos en el foro.
Me crie en el seno de una familia catolica y como buen catolico aprendi recitar las oraciones de rigor a los santos y a la virgen.
A pesar de que mi padre se jacta de haberme instruido en lo anterior, nunca se me dio mayor instruccion, por lo que jamas asisti a las clases de catecismo ni hice la famosa primera comunion .
Desde niño hasta la edad en que ingrese a la escuela secundaria, trate de ser apegado a mi religion y trataba de ir a misa lo mas frecuentemente y demas. Sin embargo, habia algo que no me llenaba.
Al entrar a la preparatoria, conoci a una chica que comenzo a darme tratados evangelisticos y a hablarme de la salvacion en Cristo. Lo comente con mi madre, quien me recomendo me alejara de esa muchacha, pues pertenecia seguramente a una secta protestante .
Aun asi, le segui hablando y en una ocasion fui a su templo, donde, reconozco que, por compromiso, declare mi fe en Cristo como mi Salvador.
Me sentia mal por lo que habia hecho, ya que senti que habia estado obligado.
Tiempo despues, comence a ir a retiros organnizados por una congregacion franciscana, donde me divertia mucho, pero realmente aprendia muy poco y aun me sentia insatisfecho de mis creencias.
Ya en la Universidad, me desligue por completo de todo lo que tuviera que ver con la IR y comence a considerarme "creyente" a mi manera.
Asi dure mucho tiempo, incluso hasta termimar mis estudios.
Durante un tiempo estuve buscando a una ex novia, quien se habia convertido al cristianismo y siempre que queria verla me invitaba a su congregacion, lo cual se me hacia un condicionamiento bastante desagradable, sobre todo porque cuando llegaba a ir, no habia ocasion en que no se me pidiera ponerme de pie y aceptar que Jesucristo era mi Salvador, lo cual me incomodaba, pues yo iba solamente de visita (ese era mi sentir).
Posteriormente, tuve la oportunidad de trabajar en la escuela en la que estudie y en mis ratos libres me daba tiempo para leer.
Cayo a mis manos un libro escrito por el pastor Norman Vincent Peale, quien en forma muy sencilla explicaba que Cristo es nuestro redentor y unico mediador entre Dios y los hombres, asi que siguiendo su consejo, ore pidiendole que entrara en mi corazon.
Lo que ocurrio no tiene comparacion con nada, senti una felicidad jamas experimentada y queria gritar al mundo lo que sentia.
Lei la Biblia y la relei, dandome cuenta que debia comenzar a congregarme. Pero, ¿donde? Las veces que habia ido a algun templo me sentia como un extraño y en realidad sentia que quienes iban eran hipocritas.
Decidi seguir leyendo la Biblia yo solo, en casa, orar y demas.
Posteriormente me case y mi esposa al poco tiempo, tras leer juntos la Biblia, confirmo su fe e el Señor Jesus, pero aun no nos congregabamos en ningun lugar.
Recibimos a Testigos y Mormones por igual en casa, pero no nos disuadieron de engrosar las filas de sus sectas.
Oramos mucho al Señor y un buen dia fuimos a un templo presbiteriano donde fuimos recibidos con mucho cariño. Nos inscribimos en la Escuela Dominical y con el tiempo hasta llegamos a dar tambien algunas clases en la misma.
Con el tiempo, mi esposa se embarazo, pero su embarazo tuvo complicaciones y hubo que practicarle una cesarea cuando apenas iba en el sexto mes.
Aun asi, nacio nuestra pequeña hija, Ana, quien apenas media 33 centimetros y pesaba 1 kilo; sus esperanzas de sobrevivir eran minimas. Mi esposa se encontraba en una situacion parecida, pues lo que habia originado esta situacion era una enfermedad llamada preclampsia, la cual causa una serie de fallos en la presion arterial, que podian terminar en un derrame cerebral o un paro cardiaco.
Todos nuestros hermanos en la iglesia se mantuvieron orando por mis dos mujercitas y en cosa de un par de semanas, mi esposa salio de todo peligro, ¡aleluya!
Nuestra pequeña estuvo todavia otros 2 meses y medio en el hospital, en la incubadora, para despues salir y estar con nosotros, ahora es una juguetona nena que esta conociendo el mundo poco a poco.
Esto que les relato, hermanos es tan solo la muestra de que Dios nunca nos abandona aun a pesar de que nosotros nos portamos siempre con rebeldia y con soberbia, espero que este testimonio valga la pena para ustedes, ya que lo hago con todo amor y dar gracias a nuestro Salvador por su misericordia.
Que la paz sea con ustedes.
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