TRANSFUSION DE SANGRE:¿ES PECADO?

manuel

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16 Mayo 2001
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A proposito de uno de los temas que se ha estado abordando en lo religioso, me llama la atencion lo que en mi pais han hecho los que se auto llaman testigos de Jehova:
Han preferido que personas pongan en peligro sus vidas con tal y que a las mismos no se les practique una transfusion de sangre!!!
Se ha querido violar uno de los derechos mas elementales del ser humano como es el derecho a la vida.¿¿Acaso Jesus no nos dio un ejemplo al entregar su vida en rescate nuestro??El nos dice que nos ha dado vida y vida en abundancia. Es mas agrega que NO HAY MEJOR AMIGO QUE ESTE: QUE EL QUE UNO PONGA SU VIDA PR SUS AMIGOS.Por eso les dijo que ya no los llamaria sus siervos, sino sus amigos.
Hablando del HOMBRE que habia sido asaltado y golpeado por unos ladrones y que estando tendido junto al camino fue olvidado por el levita y el sacerdote pero ayudado por un samaritano Jesus dijo: VE Y HAS TU LO MISMO.
Hnos. foristas espero sus opiniones al respecto ya que esto podria ayudar a muchos a salir del error de creer que es PECADO darle vida a otros por medio de la sangre.

DLB.
 
Originalmente enviado por manuel diaz:
<STRONG>A proposito de uno de los temas que se ha estado abordando en lo religioso, me llama la atencion lo que en mi pais han hecho los que se auto llaman testigos de Jehova:
Han preferido que personas pongan en peligro sus vidas con tal y que a las mismos no se les practique una transfusion de sangre!!!
Se ha querido violar uno de los derechos mas elementales del ser humano como es el derecho a la vida.¿¿Acaso Jesus no nos dio un ejemplo al entregar su vida en rescate nuestro??El nos dice que nos ha dado vida y vida en abundancia. Es mas agrega que NO HAY MEJOR AMIGO QUE ESTE: QUE EL QUE UNO PONGA SU VIDA PR SUS AMIGOS.Por eso les dijo que ya no los llamaria sus siervos, sino sus amigos.
Hablando del HOMBRE que habia sido asaltado y golpeado por unos ladrones y que estando tendido junto al camino fue olvidado por el levita y el sacerdote pero ayudado por un samaritano Jesus dijo: VE Y HAS TU LO MISMO.
Hnos. foristas espero sus opiniones al respecto ya que esto podria ayudar a muchos a salir del error de creer que es PECADO darle vida a otros por medio de la sangre.

DLB.</STRONG>


Estimado Manuel:

El rechazo de transfusiones de sangre, una terapia relativamente moderna , sobre la base de textos del Antiguo Testamento que por razones religiosas (asociación con la idolatría) prohiben ingerir sangre, es desde hace tiempo uno de los "caballitos de batalla" del grupo sectario conocido como "Testigos de Jehová".

De todos modos, ellos no pretenden obligar a nadie fuera de su grupo a rechazar las transfusiones. En cambio exigen dicha posición a sus adeptos. Aunque creo que están muy equivocados, está dentro de los derechos de las personas el rechazar un determinado tratamiento si no lo desea por el motivo que fuera. En otras palabras, si ellos saben a lo que se exponen y aún así rechazan las transfusiones, pues es su elección.

El asunto adquiere un cariz algo diferente cuando un Testigo de Jehová toma dicha decisión no para sí sino en lugar de un menor a su cargo. En este caso yo creo que la autoridad competente puede obligar a la transfusión por más que los padres o tutores se opongan, si existen suficientes razones médicas para pensar que es imprscindible para preservar o restaurar la salud del niño.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

<{{{><
 
Hola Manuel Diaz.

La transfusion de sangre es un tratamiento que espanta al enemigo. Por ello la doctrina de los TJ. Recuerda, por quien somos salvo, por la sangre del cordero. Cuanto no menos, por la sangre del hermano o angel enviado por Jehova. Te pregunto ¿Acaso, si es voluntad de Jehova, no se llevara a cualquiera de nosotros, por mucha transfusion de sangre que lleven a cabo?

¿No se quedara embarazada, por muchos anticomceptivos que tome una mujer, si es la voluntad de Jehova?

Doctrinas de hombres.!!!

¿hasta cuando Señor Jesus?

La cruz roja tiene muchos problemas de socorrismo en los paises arabes por culpa de la religion, o mejor dicho, de su religion,
Problemas tan estupidos como puede ser el boca a boca, que en nuestro pais, uno seria juzgado por no socorrer a alguien sabiendo llevar a cabo este socorismo. Los TJ siguen la misma religion que estos. Jehova, siempre manda su angeles para demostrar a sus hijos su existencia y poder y como derrotar al enemigo. El boca a boca, lo tenemos en el antiguo testamento, en 2 Reyes 4;34,

"Despues subio y se tendio sobre el niño, poniendo su BOCA SOBRE LA BOCA de el, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; asi se tendio sobre el, y el cuerpo del niño entro en calor"

Hermano Manuel, como veras en este versiculo ¿Acusarian los TJ a Eliseo de pederasta?

"Y entrando ella, el le dijo: toma tu hijo.
Y asi que ella entro, se echo a sus pies, y se inclino a tierra; y despues tomo a su hijo, y salio.


Cuanto dificil lo pone el enemigo, para poder postrarnos a los pies del Padre celestial.

Un abrazo en Cristo.
 
Charla real que mantuve con un Testigo de Jehová:

LF
Así que vosotros afirmáis que la vida está en la sangre, ¿verdad?

TJ
Sí, lo dice la Biblia en Gen 9,4

LF
Y claro, como la Biblia, incluso en el Nuevo Testamento (Hch 15,20) prohibe el ingerir sangre, vosotros rechazáis las transfusiones de sangre, ¿verdad?

TJ
Efectivamente. Es una ley de Dios y no debemos quebrantar la ley de Dios en ningún caso.

LF
Ok, ¿has leído lo que Cristo dijo en Lucas 14,1-6?

TJ (tras haber leído la cita):
Sí, ¿y? ¿qué tiene que ver esto con lo que estamos hablando?

LF
¿Tú crees que es justo el permitir que se quebrante una ley de Dios, la del sábado, para salvar la vida de un burro, a la vez que se prohibe quebrantar otra ley para salvar la vida de un ser humano?
Pero antes de responderme, lee Juan 15,13

TJ (tras leer Juan 15,13)
silencio.....

LF
Juan 15,13 dice "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos"
Bien, pues si, como vosotros enseñáis, en la sangre está la vida de la persona, entonces el mayor acto de amor que nadie pueda hacer es donar su sangre, su vida, por sus amigos, en caso de necesidad. Y ya sabes que contra el amor, no hay ley que valga, ya que el amor es la ley superior a cualquier otra.

El TJ, tras balbucear mucho, dijo que iría a consultarlo con sus superiores.....


Manuel, yo todavía no he encontrado a un solo Testigo de Jehová capaz de responder a esos argumentos
 
Luis Fernando:

Permiteme que te felicite por tan sencillo y contundente razonamiento, creeme que si yo cuando era TJ me encuentro contigo y me expones ese razonamiento tan logico, hubieras sembrado en mi mente una seria duda, y una desconfianza brutal a lo que los TJ (y cada vez lo tengo mas claro) utilizan tan absurdamente como un medio indiscutible de publicidad de sus creencias mediante hacer martires de sus adeptos.

Dios te bendiga .

PD Por cierto muy sorprendente tu experiencia, la he leido en un foro cristiano que modera un chaval muy agradable llamado Efraim.
 
Ah, pues ya me dirás qué foro es ese. Cuéntamelo por email ([email protected])

Bendiciones
 
Por cierto Manuel Diaz que esta manera tan sencilla de exponer la verdad sobre la sangre va a ser muy eficaz delante de un TJ.

Pero si deseas informacion algo mas extensa te adjunto estudio detallado del profesor Vidal Manzanares uan persona a la que conozco telefonicamente y cuya vida corrio paralela a la mia durante unos cinco años, ahi lo tienes por si es de tu interes:

"Quizá una de las características más dramáticas de la trayectoria histórica de las sectas sea su desprecio por la existencia de sus adeptos. El miembro de la secta es sólo una cosa, un ser susceptible de verse explotado o aprovechado en beneficio de la secta, carente de derechos y de la tutela de alguien que busque su bien espiritual, material y psicológico. Por esto no debería extrañarnos que la inmensa mayoría de las sectas pretenda contar con conocimientos de medicina geniales y magníficos, que se contradicen totalmente, por otra parte, con los más elementales de la medicina moderna.

Uno de estos ejemplos (por desgracia, no el único) lo constituye la actitud de los Testigos de Jehová hacia las transfusiones de sangre. Estamos acostumbrados a escuchar en los medios de comunicación las noticias de Testigos de Jehová que han dejado morir a hijos u otros familiares por su empecinamiento en guardar una de las doctrinas características de la secta: la prohibición de las transfusiones de sangre.

Pero ¿qué base aducen los Testigos de Jehová para sustentar esta prohibición? Sustancialmente, como veremos en el capítulo siguiente, su argumento arranca de la torcida teología de los adventistas, pero llevado hasta sus últimas consecuencias. Se puede resumir en los siguientes aspectos:

1. La prohibición de tomar sangre es universal, puesto que se dictó a los propios descendientes de Noé después del diluvio. Muestra de que sigue vigente es el hecho de que todavía sale el arco iris (Gén 9,4 ss).

2. Esta prohibición (que es universal) aparece recogida luego expresamente en la ley del pueblo de Israel (Dt 12,23 ss, etcétera).

3. Al concluir el dominio de la ley de Moisés sobre los cristianos, sin embargo, el mandato sigue vigente, como se desprende de la orden apostólica del concilio de Jerusalén (He 15,28-29).

Pasemos, pues, ahora a examinar una tras otra las razones aducidas por los Testigos de Jehová para permitir la muerte de seres inocentes.


1. El pacto de Noé no prohíbe tomar sangre

Los judíos de todos los tiempos han tenido siempre claro (algo que no les sucede ni a adventistas ni a Testigos de Jehová) que el pacto concluido entre Dios y Noé y sus descendientes no implicaba ni el sometimiento a la ley de Moisés (que es posterior) ni tampoco un conjunto de reglas complicadas [ Para un examen del tema desde una perspectiva judía, cf A. Cohen, Everyman's Talmud, N. York 1975, 61, 65 y 237.]. Este pacto está formado por un mínimo de preceptos de no difícil cumplimiento, a los que de manera natural se hallan sometidos los no-judíos hasta la llegada del Mesías. Para los cristianos, pues, carecen de aplicación ya como principio moral. Pero, no obstante, ¿prohibió el pacto de Noé las transfusiones de sangre?

La respuesta es un no radical. El versículo 4 en el que se señala que "la carne no ha de ser comida con su alma, con su sangre", no fue ni es interpretado por los mismos israelitas como una referencia a una prohibición de comer sangre para los no-judíos. Lo que ahí se prohíbe es una conducta brutal con los animales: comerlos vivos cuando en su interior está su alma todavía. Así era entendido por los judíos de la época de Jesús (y muy anteriormente a él), puesto que el Talmud señala [Sanh, 56a] que el mandato de Gén 9,4 se refiere a "devorar un miembro arrancado a un animal vivo".

Es muy posible que el adepto que escuche este razonamiento (provisto del rigor de siglos de historia, y no fruto, como el de su secta, de varias décadas de desvarío exegético) se niegue a aceptarlo; sin embargo, si conociera la Biblia, bien sabría que la ley de Moisés no ponía ningún reparo a que un no-judío tomara sangre, ya que aquél no se hallaba sujeto más que a los mandatos del pacto con Noé.

Un ejemplo claro de esto lo constituye lo que la ley de Moisés establecía al respecto. En ésta se señalaba que todo animal debía ser desangrado en medio del pueblo de Israel. Por ello, un animal que hubiera muerto sin ser sacrificado ritualmente no podía ser comido por un israelita: no había sido desangrado, y le estaba vedado su consumo. Pero ¿qué sucedía con el no-judío, que podía comer tranquilamente cualquier animal con sangre? Veamos lo que dice la Biblia: "No comeréis ninguna bestia muerta. Se la darás al forastero que habita en tu ciudad para que él la coma, o bien véndesela a un extranjero" (Dt 14,21).

La ley de Moisés resultaba así consecuente con el pacto de Noé: un no-judío podía comer un animal con sangre. Para aceptar que los Testigos de Jehová tienen razón en su interpretación del pasaje de Gén 9 tendríamos que aceptar que la Biblia se contradice con él en Dt 14, 21; pero lo cierto es que al autor de estas líneas (y supongo que al lector) le parece más verosímil aceptar el hecho de que la interpretación de los Testigos de Jehová es errónea que la posibilidad de que la Biblia se contradiga.

Por último, digamos en relación con este pasaje, tan maltratado por la exégesis absurda de la Watchtower, que el arco iris no es una señal de la universalidad de la prohibición de sangre. El mismo texto del Génesis lo establece: "Establezco mi pacto con vosotros y nunca más volverá a ser aniquilada toda carne por las aguas del diluvio, ni existirá otro diluvio que aniquile la tierra" (Gén 9,11).

Lo que Dios señala es que el arco iris es un recordatorio de que no habrá otro diluvio provocado por él contra la humanidad; pero para nada se habla de una prohibición universal de comer sangre, y no digamos ya de hacer transfusiones de ella.


2. La ley de Moisés no es de aplicación para los cristianos

Es cierto que la ley de Moisés prohibía el consumo de sangre para los hijos de Israel, pero no para los no-judíos, como hemos tenido ocasión de ver. En todo caso, lo cierto es que el Nuevo Testamento es terminante en su enseñanza de que no estamos bajo la ley de Moisés [Un punto de vista opuesto a éste es el mantenido por los Adventistas del Séptimo Día, que desde el surgimiento de la "autonombrada" profetisa Ellen White insisten en que los cristianos se hallan bajo la obligación de cumplir con la ley de Moisés. Como veremos en este apartado, tal obligación no existe; pero es que, además, lo que los adventistas interpretan como cumplimiento de la ley de Moisés se asemeja sólo lejanamente a ello y resultaría inaceptable para cualquier israelita medianamente cumplidor de la misma.

Quizá el libro donde más claramente se desarrolla esta enseñanza sea la epístola de san Pablo a los Gálatas. El apóstol se veía enfrentado a un grupo ultralegalista (muy similar, por cierto, a los actuales adventistas), que, valiéndose de malas artes, estaba enseñando a los cristianos no-judíos que debían someterse a toda la ley de Moisés si deseaban ser cristianos. En suma, iban más allá de lo señalado en el pacto de Noé y de lo enseñado por la Iglesia apostólica.

Pablo reacciona de manera tajante y manifiesta que la ley de Moisés deja de cumplir una misión tras la venida del mesías; que los cristianos, por lo tanto, no se hallan sometidos a la misma. Dejémosle hablar a él: "Cristo nos rescató de la maldición de la ley haciéndose maldición por nosotros" (Gál 3,13). "Entonces ¿cuál era la finalidad de la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones hasta que llegase la descendencia (Cristo) a quien estaba destinada la promesa" (Gál 3,19). "La ley ha sido nuestro pedagogo hasta que llegó Cristo, para ser justificados por la fe" (Gál 3,26).

Pablo es claro y contundente: el cristiano no se halla sujeto a la ley de Moisés, sino que obtiene su salvación al depositar su fe en Cristo. Ahora bien, esto resulta tan claro que los mismos Testigos de Jehová lo reconocen: un cristiano no está bajo la ley de Moisés, y por tanto no tiene obligación de someterse a ella. No podemos, pues, justificar la prohibición de las transfusiones de sangre en la ley de Moisés.

3. La Iglesia apostólica no enseñó una prohibición universal de tomar sangre

Naturalmente, todo lo anterior no tiene una especial importancia para los Testigos de Jehová, porque ellos están convencidos de que es el mismo Nuevo Testamento con toda su autoridad apostólica el que señala de manera tajante la prohibición de dar o recibir sangre en transfusión. El texto que se aduce al respecto es el de He 15, 28-29: "Nos ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros más cargas que estas mínimas: que os abstengáis de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza".

Olvidan los Testigos de Jehová al mencionar este pasaje el conocido adagio de que "un texto sin contexto es sólo un pretexto"; y es que en él no se da una prohibición universal para todos los creyentes, y menos de aceptar transfusiones de sangre. Veamos, pues, el contexto de la controversia dirimida por el concilio de Jerusalén, y así sabremos lo que los apóstoles decidieron y si esto es lo mismo que lo que enseña la Sociedad Watchtower.

San Lucas señala que el problema de fondo era la existencia de algunos ultralegalistas que pretendían que los cristianos no-judíos debían circuncidarse y guardar toda la ley de Moisés (He 15,1).

Tal punto de vista provocó un enfrentamiento con Pablo y Bernabé, quienes, como hemos visto, enseñaban que el cristiano no estaba sujeto a la ley de Moisés (He 15, 2a). Finalmente se optó por enviar a representantes de ambas posturas a Jerusalén para que las expusieran ante los apóstoles y éstos tomaran una decisión (He 15, 2b).

Parece ser que inicialmente el relato de los logros misioneros de Pablo inclinó la balanza en favor de éste y que dio la impresión de que todo se solucionaría con facilidad (He 15, 4). Pero en ese momento intervinieron algunos de la secta de los fariseos y exigieron el cumplimiento de toda la ley por parte de los recién convertidos al cristianismo (He 15, 5). El recurso a un concilio resultó así inevitable (He 15, 6).

San Lucas ha recogido fundamentalmente dos de las intervenciones en aquel debate: la de Pedro y la de Santiago. El primero (He 15, 7-11) apoyó resueltamente la enseñanza de Pablo en el sentido de que la salvación no se obtenía por el cumplimiento de la ley, sino por la fe en Cristo; y debió de causar una impresión tan buena en el auditorio, que Pablo se animó a narrar cómo Dios había bendecido su misión entre los no-judíos (He 15, 12).

Al concluir Pablo, hizo su intervención Santiago (He 15, 13-21). Éste aceptaba lo expuesto por Pedro y Pablo, e incluso citó algunos pasajes del Antiguo Testamento que apoyaban tal tesis; pero insistió en que había un problema, no doctrinal, sino pastoral, que estaba en el origen de aquella reunión y que debía ser solventado: ¿qué se hacía con los cristianos no-judíos de Antioquía, Siria y Cilicia?

En teoría cabían tres posibilidades. La primera hubiera sido obligarles a cumplir la ley totalmente. Tal posibilidad resultaba inaceptable porque contradecía todo el testimonio apostólico. La segunda era no obligarles a cumplir en absoluto la ley de Moisés. En teoría, tal salida era coherente con lo señalado por los apóstoles, pero hubiera producido un escándalo innecesario a los judíos (especialmente fariseos) que iban aceptando a Jesús como mesías. Por ello se optó por una tercera posibilidad para ese caso concreto: aceptar algunos aspectos de la ley mosaica -los mismos que se exigían a los prosélitos-, a fin de evitar el escándalo de los ultralegalistas. Los creyentes no-judíos de Antioquía, Siria y Cilicia (He 13, 23) deberían abstenerse de algunos principios elementales: comer de lo sacrificado a los ídolos, comer alimentos no desangrados, comer sangre y contraer matrimonios consanguíneos, de acuerdo con la ley de Moisés [Es obvio que ése es el significado que tiene aquí el término porneia, que hemos traducido, como la Biblia de Jerusalén, por "impureza", y no por "fornicación". La razón fundamental para adoptar esta interpretación es de tipo histórico: el concilio prohibía de acuerdo con las normas básicas para los prosélitos del judaísmo.].

Ahora bien, no nos encontramos aquí con una enseñanza universal aplicable a todos los creyentes, sino con una aplicación del principio de causar escándalo al hermano; por lo tanto, el cristiano no está obligado a abstenerse de tomar sangre. Tal afirmación se desprende, a nuestro juicio, de las siguientes razones:

a) La prohibición de tomar sangre está limitada a los cristianos no-judíos de Antioquia, Siria y Cilicia; así se establece taxativamente en el versículo 23 del capítulo 15, que la Watchtower se guarda muy bien de citar. No hay referencia a que sea un mandato universal y, desde luego, no volvió a repetirse en otras ocasiones.

b) La Iglesia primitiva, para evitar escándalo, estuvo dispuesta a aceptar preceptos que no le incumbían: así vemos en He 16, 1-3 que Pablo circuncidó a Timoteo para evitar escándalo a los judíos. Demasiado sabía el apóstol que un cristiano no está obligado a circuncidarse (Gál 5, 1-6), pero aceptó someterse a tal precepto para no invalidar el testimonio evangélico.

Otro ejemplo de este tipo se halla en He 21, 20-26. En este pasaje se nos narra cómo Pablo al regresar a Jerusalén se encontró con una oposición considerable de sus compatriotas. Santiago le aconsejó entonces que pagara el voto judío de unos jóvenes, para no causar escándalo y no dañar el testimonio evangélico. Pablo lo aceptó, guiado por el principio de no causar escándalo, aunque era bien consciente de que no existía obligación preceptual de hacerlo.

En todas estas conductas, pues, asistimos a un principio claro, expresado por Pablo como nadie en el conocido pasaje de I Cor 9, 19-23, que merece la pena citar en su totalidad: "Lo cierto es que, siendo libre, me he convertido en un esclavo de todos para ganar al mayor número de personas. De cara a los judíos, me he hecho judío para ganar a los judíos; de cara a los que están bajo la ley, como si estuviera bajo la ley -aunque no lo estoy- a fin de ganar a los que se encuentran bajo la misma. De cara a los que están sin ley, como si estuviera sin ley para ganar a los que están sin ley, aunque yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo. Me he convertido en débil de cara a los débiles. Me he convertido en todo de cara a todos para salvar como sea a algunos. Y todo esto lo hago por el evangelio, para participar de él".

El principio no puede resultar más claro: lo importante es que la gente pueda conocer a Jesús y salvarse. Si esto exigía pequeñas renuncias puntuales para evitar el escándalo y así evitar que la gente no oyera el evangelio, bienvenidas. Quizá en algunas Iglesias (como Antioquía, Siria y Cilicia para los no-judíos) hubiera que aceptar abstenerse de sangre para no causar escándalo; en otros casos algún hermano tendría que aceptar la circuncisión (como pasó con Timoteo) o bien consentir en ciertos ritos judíos (como Pablo en Jerusalén) para no crear obstáculo al evangelio; pero de ello no se desprendía que hubiera una obligación universal de seguir tal precepto. La única obligación era no poner obstáculos por cuestiones secundarias en el camino de aquellos a los que Cristo era anunciado.

Los misioneros entre judíos, entre musulmanes o entre paganos saben hasta qué punto esta táctica misionera era correcta. Un musulmán ante el que se comiera cerdo o un judío ante el que se consumiera marisco no recibirían semejante actitud como un anuncio de libertad, sino como un desprecio de su fe. Por lo tanto, el cristiano ante ellos debería abstenerse de comer tales alimentos; y esto no por estar obligado a ello, sino por amor al ser humano que quizá aún no oyó hablar de Cristo

El autor de estas líneas ha tenido oportunidad de comer en varias ocasiones con adventistas y Testigos de Jehová. Jamás ha utilizado tales oportunidades para mostrarles su convicción de que no existe obligación de seguir la dieta pseudo-levítica de los primeros o aceptar la prohibición de sangre de los segundos. Ha ceñido gustosamente su manera de saciar el apetito a lo que pudiera ser aceptable para ellos, precisamente en la esperanza de que lleguen a conocer a Jesús profundamente.

c) Las prohibiciones contenidas en He 15, 28-29 no fueron aplicadas a otras Iglesias, y por lo tanto ni tienen valor universal ni se nos aplican a nosotros.

Que la tesis que hemos sostenido en las páginas anteriores es correcta viene determinado de manera irrefutable por la enseñanza apostólica del primer siglo.

En He 15, 28-29 se nos dice que los cristianos no-judíos de Antioquía, Siria y Cilicia no debían comer lo sacrificado a los ídolos. Era un caso puntual, porque Pablo después enseñó claramente que se podía comer de lo sacrificado a los ídolos (I Cor 8), pero teniendo buen cuidado (una vez más) de no escandalizar a nadie.

También en He 15, 28-29 se nos habla de la prohibición de comer lo estrangulado y la sangre. Ahora bien, la enseñanza del apóstol con posterioridad es que se puede comer de todo sin excepción, salvo la sangre, a condición de no causar escándalo: "Que nadie procure su propio interés, sino el de los otros. Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos cuestiones de conciencia" (l Cor 10, 24-25).

Personalmente, yo me siento más seguro siguiendo la enseñanza del apóstol que la de la Watchtower.

4. Conclusión

A lo largo de las páginas precedentes hemos asistido a uno de los ejemplos más lamentables de exégesis que podrían aducirse en relación con las sectas. Arrancando de un texto que no enseña lo que pretende la Watchtower (Gén 9), de otros que la misma Watchtower reconoce que no tienen aplicación para los cristianos (los referentes a la ley de Moisés) y de uno absolutamente descontextuado y privado de su trasfondo global en el Nuevo Testamento (He 15), las autoridades de esta secta se han hecho responsables de la muerte inocente de docenas de seres humanos. Quizá eso sea una prueba más de que la teología nunca es neutral en sus consecuencias, y también de que las primeras víctimas de las sectas son sus propios adeptos. Y ¿acaso aquel que haya perdido un cónyuge, un padre, un hijo, un ser querido, por obedecer irreflexivamente a la teología de la secta y por no examinar con seriedad lo que enseña la Biblia lo recuperará de manos de la Watchtower? Inútil es decir que no. Sólo lo habrá sacrificado a los apetitos de poder y dominación de una multinacional de la religión carente de escrúpulos."
 
Hola Luis F, y un abrazo al resto de foristas:

LF sigo manteniendo que este argumento tuyo sencillo y convincente lo considero extraordinario, y de hecho estoy convencido de que es una manera sencilla de hacer razonar sobre este asunto peliagudo de la sangre a un TJ.

No obstante he estado meditando en el, y en honor a la verdad creo que tiene algunos inconvenientes, dime como los ves tu por favor.

En realidad Cristo aqui no estaba diciendo que era licito quebrantar la Ley del Sabado mediante sacar el animal del pozo, porque el punto concreto de sacar a ese animal no estaba en la Ley, me explico, los fariseos habian empezado a montar un sinfin de normas partiendo de que se debia descansar el Sabado, (lo de andar los 1700 m. y otro monton de cosas mas), asi que esos eran realmente preceptos humanos, asi que era un precepto humano el sacar o no sacar el animal del pozo, Jehova jamas habia dicho que no se podia hacer nada en absoluto en sabado, solo dijo que lo santificaran como dia de reposo.

Ya se que esto es rebuscar un poco la cosa, pero si damos con un TJ un poco avispado nos puede sacar a colacion que Cristo no estaba aconsejando que se podia quebrantar una Ley, sino un precepto humano formado desde esa Ley, no se si me explique bien Luis F.

No obstante sigo reiterando que es un argumento excelente para poder comentar cuando no se tiene mucho tiempo en profundizar el tema.

Dios os nemdiga muchisimo
Sansa
 
Luis Fernando:

Gracias por desamarrarnos las manos ya que tengo entre mis pacientes a Testigos de Jehová, quienes me informaron su deseo de no poner sangre bajo ninguna circunstancia.

Me informaron que el Reglamento de la Ley General de Salud de México en Materia de Atención Médica, en los artículos 6ª, fracción XXIV, y 25ª fracción IV, del reglamento de la Ley General de Salud en materia de Control Sanitario de la disposición de Órganos y tejidos y cadáveres de seres humanos. ¡¡ uff ¡¡ que largo.

De acuerdo a este reglamento vigente si un Médico o Cirujano aplica una transfusión de sangre sin el consentimiento del paciente o del familiar más cercano al enfermo será objeto de una demanda legal, no solo al Médico sino también a la clínica en que se aplicó.

En un caso muy reciente tuvimos que apartar a la madre de su hijo (Testigo de Jehová) y mostrarle que pasaría sí su hijo no recibía una transfusión (un enfermo en anemia aguda grave), sacamos al niño de su cuarto (y de los demás familiares T.J.) y lo metimos en terapia intermedia, gracias a esto firmo el permiso en secreto para sus familiares y así salvamos a este niño.

Espero que con este dialogo con un T.J. nos ayude a salvar a estas personas sin tanto “teatro” y riesgo para nuestras profesiones.
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ELLOS QUERIAN QUE NUESTRA BEBE MURIERA

El relato íntimo de un anterior Testigo de Jehová de tercera generaciùn

por Paul Blizard
Traducido por Cristóbal Sánchez


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Para el Cristiano promedio, el nombre "Testigos de Jehová" trae a la mente un grupo de personas nítidamente vestidas que van de casa en casa por el vecindario vendiendo la revista La Atalaya, o tal vez alg£n libro. Sin embargo, cuando pienso en los Testigos de Jehová, lo que me viene a la mente es una larga esclavitud a un culto al cual serví durante los primeros 28 años de mi vida. Mi abuelo se hizo miembro de la Sociedad Watchtower a principios de los años 1900. Mis padres eran Testigos de Jehová activos. Mi padre todavía es un anciano presidente en el Salón del Reino local.

Me enseñaron que los Testigos de Jehová tienen la única religión verdadera, una religión gobernada desde la central mundial de la Sociedad Watchtower en Brooklyn, N.Y. El cuerpo gobernante tiene control de 3.2 millones de personas. Uso la palabra "control" porque los Testigos de Jehová creen que todo lo que está escrito en la Watchtower viene de Dios y no debe ponerse en duda. Ellos creen que el cuerpo gobernante recibe "nueva luz" de los ángeles, la cual lo explica todo acerca de la Biblia. Ellos creen que la Watchtower es el único conducto que Dios está usando. Por eso, creen que aparte de la organización de la Watchtower, la gente no tiene esperanza alguna. Creen que ellos son los únicos que tienen la verdad, que son los únicos que serán salvados y que todas las demás personas serán destruidas por Jehová Dios en la batalla de Armagedón.

Comencé mi servicio de tiempo cabal en la Watchtower en 1971, después de abandonar la escuela secundaria. Como trabajador misionero fui de casa en casa tratando de convencer a la gente de que deberían hacerse Testigos de Jehová para complacer a Dios y así, quizás, recibir la salvación.

Digo "quizás" porque los Testigos de Jehová no están seguros de su salvación. El modo de salvación de la Watchtower se basa en las obras, y no en la gracia salvadora de la sangre de Jesucristo, la cual recibimos gratuitamentepor medio de la fe.

El sistema de obras de vender libros de la Watchtower pone al Testigo de Jehová en la posición de ser salvo solo si éste es fiel a la organización y hace todo lo que ésta le dice. La fidelidad a la organización envuelve obediencia a una hueste de reglas y reglamentos, que los ancianos de la Watchtower ponen en vigor con gran celo.

La violación de cualquiera de estas reglas establecidas por el cuerpo gobernante de la Sociedad Watchtower puede resultar en castigo y restricciones, dependiendo de la ofensa cometida. Los ancianos tienen el poder de quitar la salvación, restringir la vida de oración, interrumpir la comunicación entre miembros de la familia o cualquier otra cosa que crean que pueda llevar al arrepentimiento al Testigo vacilante.

Los Testigos de Jehová tienen que informar a los ancianos el tiempo que dedican a la obra de la Sociedad. Los ancianos a su vez registran la información en un archivo. Se conserva un archivo para cada miembro de la congregación.

Este archivo también contiene información acerca de cualquier pecado grave que el Testigo cometa. Toda la información relacionada con la vida privada del Testigo se mantiene en los archivos maestros de la sociedad en Nueva York. Nunca son destruidos.

Puesto que yo había vivido en este sistema toda mi vida, yo sabía lo que se esperaba de mí. Yo tenía que seguir las reglas para poder ganar la salvación. Yo había ido de casa en casa desde que era un niño pequeño. De modo que me fue fácil adaptarme al servicio de tiempo cabal.

Continué en ese servicio por varios años, pero fe muy poca la satisfacción que recibí. La presión de mantenerme al día con las cuotas mensuales de 100 horas al mes, así como la venta de un mínimo de 100 revistas y 40 libros al mes, comenzó a desanimarme. Todo ese trabajo es voluntario y no se recibe salario alguno por él. Los Testigos tienen que encontrar empleo que los mantenga en esta obra.

En 1973 recibí la invitación de ir a la Central Mundial en Brooklyn como parte de un vasto personal de obreros que producen la literatura. En una carta del presidente de la Sociedad Watchtower, Nathan H. Knorr, recibí la seguridad de que "cuatro años en la central mundial eran mucho mejor que cualquier educación seglar que uno pudiera recibir en cualquier otro lugar."

Con mucha anticipación monté el avión que me llevaría a la ciudad de Nueva York. Mientras estaba en el avión recuerdo la envidia que sintieron todos mis amigos, debido a que yo iba a vivir con los miembros del cuerpo gobernante, y lo maravilloso que sería estar en el centro de actividad de una obra de alcance mundial. Los hermanos me celebraron fiestas de despedida y me hicieron regalos y encomiaron a mis orgullosos padres por criarme en la organización de tal modo que ahora podían ver a su hijo ir a un lugar tan maravilloso.

Poco después de llegar a Nueva York aquella ilusión comenzó a desvanecerse al ser asignado a trabajar en la fábrica. La "educación" que recibí en la central mundial de la Watchtower consistió en trabajar arduamente y en observar los métodos de la organización desde su interior.

El espacio no permite dar los detalles de lo que yo experimenté mientras trabajaba largas horas en el departamento de encuadernación. Allí alimenté máquinas para la "organización de Dios." Recuerdo la presión mental que me produjo el tremendo número de reglas y reglamentos que era necesario obedecer. El plan maestro de los líderes de la Watchtower controlaba adonde yo iba, lo que yo hacía y cómo lo hacía.

Después de pasar tres años en la central mundial, sin dinero alguno para comenzar en el mundo (nuestra paga era $14.00 al mes), aprendí la dura realidad de tratar de ganarme la vida sin tener ningún oficio ni entrenamiento. A los Testigos de Jehová no se les permite ir a la universidad.

Me casé con una buena Testigo de Jehová, y nos propusimos tratar de complacer a Dios de la mejor manera que sabíamos. Es decir, fuimos buenos Testigos de Jehová y seguimos todas las reglas y leyes. Mi esposa Pat había sido misionera por ocho años. A ella la habían enviado a varias partes de los Estados Unidos en su obra, bajo la dirección de la Sociedad Watchtower.

Después de regresar con un "archivo limpio" de la oficina de Nueva York, los ancianos locales me usaron extensamente para enseñar desde la plataforma. La mayoría de los Testigos de Jehová concuerdan en que cualquiera que haya pasado algún tiempo en la central mundial es merecedor de mayor responsabilidades en la congregación local.

A medida que mi posición aumentaba en la congregación, comencé a recibir entrenamiento en la obra clandestina de los ancianos. Era emocionante salir de noche a seguir tras los miembros de la congregación que estaban bajo sospecha de estar cometiendo algún mal. También recibí acceso a los archivos de la congregación que revelan la información confidencial de todos los miembros de la congregación. Me usaban en la misma clase de operaciones clandestinas que yo había presenciado en la central mundial, operaciones que controlaban a los obreros que vivían allí.

Durante todo ese tiempo yo no recibí ninguna satisfacción y tampoco sentí paz. La presión de tratar de servir a un Dios vengativo y colérico es más de lo que se puede describir. La organización siempre ha pintado a Jehová como un Dios listo para "derramar su venganza." Todo lo que yo sabía era lo que leía en la Watchtower. Sí, nosotros leíamos la Biblia, pero se nos decía que si la leíamos sin la ayuda de los libros de la Watchtower para interpretarla, estábamos destinados a caer en el error y la apostasía.

En ese entonces un amigo me mostró un libro que había sido escrito por un ex-testigo de Jehová intitulado "Treinta años como esclavo de la Watchtower." Yo sabía que mi deber como buen Testigo era entregar a mi amigo a los ancianos, pues teníamos prohibido leer material que estuviera en contra de los Testigos.

Pero por rebeldía, leí el libro. Me perturbó mucho, pues el autor había trabajado en la central mundial, y yo podía simpatizar con muchas de las cosas que él decía en el libro. Muchas de las cosas que yo había tratado de borrar de mi memoria resurgieron, y las dudas que el libro hacía surgir sobre la autoridad de la Watchtower me dejaron muy nervioso. El autor mencionó que él había hallado la verdad espiritual estudiando la Biblia aparte de las publicaciones de la Watchtower.

Durante todo ese tiempo el Espíritu Santo me estaba llamando a estudiar la Palabra de Dios. Aunque teníamos nuestra propia Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (traducida por la Sociedad Watchtower, la cual según declaran los eruditos en los idiomas hebreo y griego es una traducción muy prejuiciada), compré una versión de la New American Standard Bible.

En secreto mi esposa y yo estudiábamos nuestra nueva Biblia hasta muy tarde en la noche, descubriendo que muchas de las doctrinas principales por las cuales habíamos estado dispuestos a morir eran falsas. Al fin, confronté a mi padre con algunas de estas cuestiones. Puesto que él era anciano, se dio cuenta de que yo estaba poniendo en duda algunas de las enseñanzas principales de la Watchtower y me reportó a mí y a mi esposa a los ancianos, y nos hicieran un juicio por apostasía.

Después de un juicio largo en el cual derramamos muchas lágrimas, nos arrepentimos de dudar de la Sociedad Watchtower y se nos permitió permanecer como Testigos de Jehová, pero a mí me quitaron todas mis responsabilidades en la congregación. Yo tendría que ser vigilado por cierto período de tiempo antes de poder volver a servir en alguna posición de la congregación.

Una cambio de trabajo a otro pueblo me trajo una muy bienvenida medida de alivio. Me ilusioné con la idea de ir a otra congregación y tener un nuevo comienzo. Pero pronto quedé desilusionado cuando recordé que mi juicio estaría en mi archivo y que éste me seguiría adondequiera que yo fuera por el resto de mi vida.

Por supuesto, los ancianos de la nueva congregación recibieron mi archivo poco después que yo comencé a asistir a las reuniones. Me dijeron que me estarían vigilando por cierto tiempo para asegurarse de que mis ideas apóstatas no volverían a resurgir. Me advirtieron de que si yo trataba de compartir esas ideas con algún miembro de la congregación me excomunicarían. Yo prometí lealtad a la organización y dije que no volvería a leer o hablar acerca de nada que fuera diferente de la posición de la Watchtower sobre las Escrituras.

Pasaron dos años. El estar bajo el escudriñamiento de los ancianos me dejó muy vacío. Nada, ni siquiera mis hijos, que me habían traído tanto gozo, llenaban de plenitud mi vida. Yo necesitaba algo, pero no sabía lo que era. Mi esposa y yo a menudo bebíamos en exceso tratando de hallar alguna clase de gozo. Pero esto nos dejaba vacíos.

Como teníamos dos varoncitos añorábamos que naciera una niña y esperábamos que el tener una hijita completaría la felicidad que faltaba en nuestra familia. El 10 de agosto de 1980, Jenny Leigh Blizard nació. Nos sentíamos muy emocionados. Pero la tragedia nos azotó. A las cinco semanas de edad, se descubrió que Jenny padecía de una enfermedad muy rara de la sangre.

Los médicos locales nos enviaron a San Antonio, Texas, para tratar la condición de Jenny. La llevamos a los doctores del Centro Médico Santa Rosa, un hospital para el cuidado especial de infantes, en busca del tratamiento que le restablecería la salud a Jenny. ¿Por qué estaba Jenny sangrando internamente? ¿Por qué no se le coagulaba la sangre? Los doctores pasaron varios días tratando de llegar a una conclusión.

Finalmente los doctores nos notificaron que a fin de salvarle la vida a Jenny era preciso darle una transfusión de sangre. Este era un problema muy difícil para nosotros porque la ley de la Watchtower no le permite a ningún Testigo de Jehová recibir sangre en forma alguna. Los Testigos de Jehová llevan tarjetas que declaran que bajo ninguna circunstancia ellos recibirán sangre.

Yo les pedí a los doctores que salieran de la habitación y les dije que les daría una contesta prontamente. Mi esposa y yo oramos y clamamos a Dios pidiendo que nos respondiera. Recuerdo que pensé: "¡O Jehová como puedes pedirme que tome una decisión como ésta... un sí o un no en cuanto a si Jenny vive o muere! ¡Qué clase de Dios eres tú!" Finalmente mi esposa y yo llamamos a los doctores y les informamos que teníamos que obedecer la ley de Dios y que tendríamos que dejar que Jenny muriera.

Los oficiales del hospital se comunicaron con el Departamento de Bienestar de Infantes de Texas y nos entablaron juicio por abuso y descuido de infantes. La corte emitió una orden para asegurarse de que Jenny recibiría la sangre que ella necesitaba para salvar su vida. El alguacil del Departamento del Condado de Bexar nos entregó a mi esposa y a mí citaciones y advirtió al personal del hospital que no nos permitieran llevarnos a Jenny del hospital. Los Testigos de Jehová tienen un extenso historial de llevarse clandestinamente a los pacientes de los hospitales para así evitar transfusiones de sangre a toda costa.

Mi esposa y yo sentimos un gran alivio secreto pues sabíamos que de ese modo Jenny recibiría la ayuda que ella necesitaba con la transfusión de sangre. Yo sentí que había hecho todo lo que podía para tratar de impedir que ella recibiera la sangre, sin darme cuenta de que la corte intervendría.

Los reporteros de los periódicos The San Antonio Express/News y The San Antonio Light, se enteraron de lo que había pasado y publicaron el relato, aunque nosotros nos negamos a hablar con los reporteros. Al mirar atrás me doy cuenta de que lo que ellos hicieron es digno de elogio.

Mientras tanto, ciertos amigos nuestros se comunicaron con los ancianos de la congregación local, y éstos vinieron a visitarnos prontamente. Los ancianos se sintieron aliviados cuando descubrieron que todavía había tiempo para sacar a Jenny del hospital antes de que le pusieran la transfusión.

Yo les expliqué que el asunto ya no estaba en nuestras manos y que bajo orden de la corte yo no podía sacar a Jenny del hospital. Esto no les interesó en lo más mínimo. Su único interés era sacarla del hospital.

Yo sabía que Jenny moriría en poco tiempo si la removía de la máquina que la mantenía viva y que me acusarían de asesinato. Le expliqué esto a los ancianos. Me contestaron: "¡Ese es un riesgo que tienes que correr! ¡No puedes permitir que lo pongan sangre a tu hija!"

Sin más discusión, les pedí que se marcharan, declarando que no podía permitir que mi hija muriera de ese modo. "Si ese es el Dios a quien sirvo, no quiero saber más de El."

Los ancianos se marcharon del hospital sumamente irritados conmigo porque no me había sometido a sus dictámenes. "Uno de ellos me dijo al partir: "¡Espero que la sangre le ocasione hepatitis a tu hija!. ¡Así verás lo malo que es aceptar sangre!"

Cuando por fin trajimos a Jenny a nuestra casa, los Testigos de nuestro pueblo habían se habían enterado de que aunque habíamos protestado por la transfusión, al fin habíamos permitido que le pusieran sangre a Jenny. Debido a ello éramos como parias para los testigos, pero no tomaron acción para excomunicarnos. La ley que exige excomunicación nos hubiera aplicado solo si hubiéramos consentido libremente a que le hicieran la transfusión.

En ese momento Dios intervino en el asunto. Nuestros vecinos cristianos venían a nuestra casa y nos ayudaban con alimento y dinero y en cualquier otra cosa en que pudieran. El testimonio vivo de esas personas nos afectó tanto a mi esposa y a mí, que decidimos reanudar nuestro estudio de la Biblia. Esos meses de un intenso estudio secreto de la Biblia nos llevaron a la conclusión de que habíamos estado viviendo una mentira. Habíamos estado esclavizados a un sistema de interpretación de las Escrituras que había aplastado nuestro libre pensar. En las cuestiones y puntos doctrinales con los cuales yo había tenido tantas dificultades, la Biblia estaba clara. Leí la Biblia en contexto, sin la ayuda de un libro o revista que me instruyera.

El resultado de ese estudio fue que hallé que todos necesitamos la salvación que ofrece nuestro Señor Jesucristo. Hallamos que Dios es un Dios de Amor y no un Dios de ira.

Una noche mi esposa y yo nos cogimos de las manos y entregamos nuestra vida al Señor Jesucristo. De súbito sentimos que nuestro espíritu había sido desencadenado. Aquel desencadenamiento nos trajo liberación, libertad y salvación. Habíamos "nacido de nuevo." Nunca me había sentido así durante todas las miles de horas de trabajo que había pasado tratando de complacer a Dios como buen Testigo de Jehová. Sabíamos que habíamos sido cambiados. Eramos una "nueva creación." Como dijo el apóstol Juan: "para que sepáis que tenéis vida eterna." (1 Juan 5:13)

Por supuesto, rápidamente fuimos expulsados de los Testigos de Jehová. Bajo las reglas de excomunicación, no podemos tener contacto alguno con nuestra familia y nuestros anteriores amigos en la organización. Nuestros propios padres no pueden ni siquiera asistir a nuestro funeral. Según la ley de la Watchtower los Testigos tienen que considerarnos como si estuviéramos muertos. A cualquier Testigo que encuentren hablando con nosotros lo pueden someter a una acción judicial, e incluso expulsarlo.

Sin embargo, tengo que decir que no estamos muertos, sino muy vivos. Sí, estamos muertos a nuestro modo de vivir anterior, pero vivos en Jesucristo, llenos del Espíritu Santo y poder, salvados por la sangre del Cordero.

En conclusión, la condición de nuestra hija era tan seria que no podía ser corregida permanentemente por una transfusión de sangre. Las transfusiones que les suministraron cuando era una infante le prolongaron la vida, pero el 3 de marzo de 1987, a los seis años de edad Jenny se marchó a casa a estar con el Señor.

La consideramos como el "mensajero especial de Dios" para nuestra vida. Por medio de su enfermedad y breve vida, llegamos a reconocer el engaño de la Sociedad Watchtower, profesamos y recibimos a Jesucristo como Salvador y Señor, y compartimos el conocimiento redimidor del Salvador con muchos Testigos de Jehová por todo el país.

Además, durante los 39 días finales de la vida de Jenny, en el Centro Médico para Infantes de Dallas, pasamos mucho tiempo orando y dando testimonio de Cristo a las familias de otros niños que estaban graves o mortalmente enfermos en aquel hospital.

Finalmente, algunos de los detalles del funeral de Jenny dan testimonio de la naturaleza de la Sociedad Watchtower y del control que ésta tiene sobre sus miembros.

En el memorial de Jenny, las primeras cuatro hileras de asientos fueron reservadas para los miembros de la familia (incluso abuelos, tíos, primos, etc.). El resto de las hileras de asientos estaban disponibles para los miembros de la iglesia y para la gente del pueblo. Esta última parte de la iglesia estaba comple tamente llena. Gente de todas partes vino a compartir nuestro dolor por la pérdida de nuestra hijita. Sin embargo, las hileras asignadas para la familia de Jenny estaban ocupadas por solamente cinco personas... yo mismo, Pat, los dos hermanos de Jenny y su hermanita menor. Ningún otro miembro de la familia asistió al funeral. La dureza que la Sociedad Watchtower mostró al prohibir que los otros parientes de Jenny asistieran a su funeral es increíble. Oramos que por medio de nuestro testimonio, las personas que estén atrapadas en el cautiverio despierten a la libertad que solo se puede encontrar en Cristo Jesús.

Si usted es Testigo de Jehová, usted y yo sabemos que a usted se le ha prohibido leer esta información. Si lo atrapan con este folleto, los ancianos de los Testigos de Jehová tomarán acción judicial contra usted. En la organización de la Watchtower no hay lugar para el pensamiento individual. Sin embargo, puesto que usted ha leído hasta aquí, por favor tome el paso que le traerá la verdad satisfacción que usted no ha podido hallar. Medite en las numerosas horas que usted ha invertido trabajando para la organización, las cuales han resultado en un vacío espiritual que no puede ser llenado sirviendo a una organización de hechura humana. Ponga su confianza en Jesucristo, quien murió por usted, y podrá descubrir que solo El puede proveer la paz que usted está buscando. Ponga al lado sus publicaciones de la Watchtower y lea la Palabra de Dios, la Biblia, y permita que el Espíritu Santo lo guíe a la salvación en Jesucristo. ¿Qué le costará esto? La vida eterna es un don gratuito.

--Paul Blizard


Dios les bendiga!