¿A que puerta llamar?
Es domingo y siento la necesidad de comulgar con mis hermanos en Cristo y ¡claro! con Dios mismo. ¿Pero dónde ir?
Confieso que me atrae más la atmósfera de las iglesias católicas, su olor a cera y espiritualidad. Pero cuando alzo la mirada y veo a hombres y mujeres postrados ante una estatua de madera, vestida como una muñeca de mal gusto, no puedo evitar pensar ¿qué tiene que ver esto con ser cristiano? Entonces el olor a espiritualidad se transforma en un cierto tufo a sepultura. Allí se venera la muerte, allí se ve a un Cristo moribundo y eternamente crucificado.
También podría asistir a un “culto” protestante. Allí no hay imágenes y se respira mayor alegría, pero en cambio te acribillan a indirectas y te sientes más presionado que bajo una apisonadora. Además, todos son amigos. Es como asistir a una reunión social a la que tu no has sido invitado. Pronto te sientes cohibido e incómodo, y sabes que sólo te quedan dos opciones: o te haces amigo de ellos rapidito, o ya puedes ir haciendo las maletas.
¿Testigos de Jehová? No gracias, prefiero conservar mi identidad como ser humano, aunque sea pobre y miserable.
¡Ya sé! mejor me zambullo en la lógica de la ciencia y acepto la realidad de que ser cristiano es fruto de una ilusión colectiva, que inventa respuestas para las preguntas que no sabe o no puede contestar.
TOC, TOC, ¿Quién hay tras la puerta?
Fénix
Es domingo y siento la necesidad de comulgar con mis hermanos en Cristo y ¡claro! con Dios mismo. ¿Pero dónde ir?
Confieso que me atrae más la atmósfera de las iglesias católicas, su olor a cera y espiritualidad. Pero cuando alzo la mirada y veo a hombres y mujeres postrados ante una estatua de madera, vestida como una muñeca de mal gusto, no puedo evitar pensar ¿qué tiene que ver esto con ser cristiano? Entonces el olor a espiritualidad se transforma en un cierto tufo a sepultura. Allí se venera la muerte, allí se ve a un Cristo moribundo y eternamente crucificado.
También podría asistir a un “culto” protestante. Allí no hay imágenes y se respira mayor alegría, pero en cambio te acribillan a indirectas y te sientes más presionado que bajo una apisonadora. Además, todos son amigos. Es como asistir a una reunión social a la que tu no has sido invitado. Pronto te sientes cohibido e incómodo, y sabes que sólo te quedan dos opciones: o te haces amigo de ellos rapidito, o ya puedes ir haciendo las maletas.
¿Testigos de Jehová? No gracias, prefiero conservar mi identidad como ser humano, aunque sea pobre y miserable.
¡Ya sé! mejor me zambullo en la lógica de la ciencia y acepto la realidad de que ser cristiano es fruto de una ilusión colectiva, que inventa respuestas para las preguntas que no sabe o no puede contestar.
TOC, TOC, ¿Quién hay tras la puerta?
Fénix