Orlando Oviedo, nació en un hogar dedicado a la santería. De origen cubano, Oviedo veía desde pequeño a su mamá que “practicaba y trabajaba la religión santera, el espiritismo, consultaba a las personas que venían a la casa, les hacía resguardos, la ceremonia para convertirlos a santeros, y a la misma vez, ahijados de ella”, explicó.
Detalló cómo su madre podía meter sus manos en harina caliente y no sufrir quemaduras, debido a que “caía en transe ─estaba poseída─, por los espíritus”; así como consultaba a los caracoles y hacían fiestas con tambores al demonio ‘Oggun’, que duraban dos días y sus noches.
“Cuando cumplí los 6 años mi madre me llevó a la consulta de un hombre llamado babalao, y él le dijo que a mí había que hacerme muchas ceremonias y también tenía que ser babalao como él, por ignorantes de la realidad de Dios”, dijo. Le hacían todo tipo de obras religiosas, usó collares, fue “rayado en palo (palero) y también me hicieron padre de palero (tata). También me hicieron el llamado ‘santo’. Cuando estaba entre los veinte y los veinticinco años, me hicieron el famoso ‘ifa’, este es el nombre que se le da a la ceremonia para hacerse babalao. Ya con el ifa hecho, se presentó la salida de Cuba por el éxodo y en 1980 salí rumbo a EE. UU.”, prosiguió Oviedo.
Llegó a Nueva York, donde comenzó a trabajar la santería y hasta logró abrir su propio negocio, una botánica, donde hacía consultas y trabajos. Profundizó sobre esta materia: “Al iniciarse un hombre como sacerdote de ifa babalao, suceden tres cosas: Le es colocado a través de la ceremonia un espíritu conocido como ‘orunla’, que reconoce a este iniciado dentro de las huestes espirituales de maldad comandadas por Satanás; también, este espíritu demoníaco que ha sido puesto dentro de este hombre mediante la ceremonia de inicio, puede ser sacado mediante otra ceremonia de traición y produce la muerte espiritual de la santería; y, este hombre ha prestado su cuerpo, su alma y su vida para que un jerarca satánico viva dentro de él y gane adictos a través de las consultas, entregándoles ídolos y comprando almas de los que requieren favores espirituales”.
El comienzo de un cambio
Oviedo comenta que “el mundo espiritual es muy grande, complicado y encierra muchas cosas difíciles de entender, pero es necesario que alguien explique y testifique lo vivido, para que otras personas puedan conocer la verdad y puedan salvarse de ir al infierno”.
Asistió a lo que sería su última ceremonia de consagrar a babalaos, pues sin saberlo “las fuerzas espirituales del mal, comandadas por Satanás, tenían decidido que un babalao tenía que morir y ese era yo”.
En ese momento comenzó a vomitar y vio que de su estómago salieron cosas extrañas, “algo negro, con una mezcla extraña. Creo seriamente que algo me habían dado a comer. De esa forma salieron de mí todos los espíritus que tenía dentro, los que adquirí en las ceremonias que tenía hechas anteriormente”.
“Mi esposa me relató que mientras yo estaba en el piso y me sacudía estirándome como alguien que se está muriendo, con mis ojos en blanco, echando espuma por la boca.
Ella en medio de esa confusión de tristeza, llanto y desespero, oyó una voz que de un modo especial, dulce, clara, pero con autoridad, que le dijo: ‘Dale aire que se queda’ y al instante sintió que una corriente de aire tomó su cuerpo dándole valor para inclinarse hacia mí y soplar aire de su boca”.
Comenzó a sentir miedo y junto a su familia salieron de esa casa. Ante los dolores, su esposa, fue en busca de ayuda con sus otros amigos babalaos, quienes la rechazaron y no ayudaron, insinuando que como Orlando era “el mejor”, podía curarse solo.
“Mientras me retorcía en aquella cama, recordaba a mi madre que hacía varios años que no veía y lo que me decía siempre: “Hijo, por encima de Dios, no hay quien pueda”. Fue entonces que clamé a Dios, a Jesús, y Él respondió al instante”, dijo. Comenzó a ver como una película de su vida, donde el Señor le mostraba todas las maldades que había hecho con la intención de llevarlo al arrepentimiento genuino, y a medida que lo hacía y pedía perdón, los dolores de su cuerpo desaparecían.
“Ahora, al contrario, ¡qué bien me sentía! ¡Qué alegría invadía mi ser, qué deseos de trabajar, de vivir diferente! Mi vida pedía un cambio, todo esto lo experimentaba y era lindo. De pronto, oí una voz desde dentro de mí, pero audible a mis oídos, y esa voz me dijo claramente: ‘Basta de brujerías, Orlando, no más gallos, no más gallinas, no más chivos ni chivas’. Yo estaba atónito, pero alegre”, comentó.
Inmediatamente le dijo a su esposa que lo acompañara a deshacerse de todas esas imágenes de ídolos y una vez que lo hicieron comenzó a escuchar al enemigo decirle al oído que matara a su esposa. “Era una voz chillona como todo lo opuesto a la dulce voz que sentí dentro de mí que ahora me decía: ‘No te detengas, sigue adelante’”.
Ante esta situación, su esposa sugirió viajar a Puerto Rico para conseguir a alguien que lo ayudara, y así fue. “Lo único que me sostenía era la voz interior que continuaba diciéndome: “No te detengas, sigue adelante”. El diablo quería acabar conmigo pero Dios me cuidaba”.
Esa misma noche en Puerto Rico, Satanás le seguía hablando sobre matar a su esposa, y a la vez, el Señor le hacía ver “cómo hoy en día cantidad de hombres y mujeres están matando a sus familiares, madres, mujeres, niños, padres, amigos y supuestos enemigos, por esas voces en muchas y diferentes formas y maneras. Y esto ocurre por las fuerzas de espíritus malos que agobian a la humanidad por la falta del verdadero Dios”.
Tras una pelea con su esposa, ella se fue con el niño y él comenzó a caminar por las calles de Puerto Rico, atormentado por las voces que escuchaba que lo incitaban a quitarse su propia vida.
Después de varios días de caminar, vagando y llorando, decidió tomar un avión de vuelta a Nueva York. Allí comenzaba a ver demonios en las calles, cosas que otras personas no veían. Tuvo miedo de ir a su casa porque creía que algo malo le esperaba, así que regresó al aeropuerto con el firme propósito de ir a Miami.
En Miami, también vagó y deambuló por las calles, llorando y con esa constante lucha en su interior, el diablo lo quería llevar al suicidio y el Señor le habla y le decía: “No te detengas”.
Una noche en su desesperación, comenzó a llorar fuertemente. “Sentí aquella maravillosa voz que me dijo: ‘Ahora párate, que tienes familia’. Entonces me paré y me miré, desde los pies, todo mi cuerpo y pude ver que estaba sucio y harapiento y que yo no era nadie. ¿Quién era yo para que se arrodillaran delante de mí como se arrodillaban los que venían a mi casa a las consultas, y quién era yo para que hiciera arrodillar a las personas delante de los muñecos que yo tenía como ídolos y dioses?”, le reveló el Señor en medio de su confusión.
Orlando entendió que “Dios, el único Dios, Jehová de los Ejércitos, que envió a su Hijo Jesús a morir por todos, es al único que debemos adorar y arrodillarnos delante de su presencia. Dios me humilló hasta lo más sucio para que comprendiera que Él es el Dios Todopoderoso”.
Por la gracia de Dios, consiguió un taxi que lo llevara al aeropuerto, puesto que nadie quería subir a su carro a un hombre sucio y mal oliente y así viajó a Nueva York para encontrarse con su familia. “Dios proveyó otro taxista samaritano y me llevó hasta la casa. Toqué la puerta, y vi a mi esposa Evelyn que había regresado de Puerto Rico. Ella me abrió la puerta, le pedí perdón y le dije: Vámonos a casa de tu madre, quien se había convertido a Cristo Jesús y había estado orando por nosotros”.
“Esa misma noche fuimos a una iglesia y sin que nadie predicara todavía, pasé al frente sin que nadie me llamara y le dije a Dios que me sacara de esa situación, le dije: ‘Yo te voy a servir por toda mi vida’. Yo clamé a Jehová y él me oyó y se inclinó a mí y me hizo sacar del pozo de la desesperación y puso mis pies sobre peña y puso en mi boca un cántico nuevo de alabanza al Dios que hizo los cielos y la tierra, Jesucristo”, concluyó el hoy pastor y escritor Orlando Oviedo.
Son muchas las personas inocentes captadas por los espíritus de demonios y llevadas a las consultas donde quedan comprometidos y esclavizados. El amor de Dios hace posible que sean avisados de los peligros de caer en el ocultismo, pero deben ser ellos los que decidan cambiar y buscar a Cristo con arrepentimiento, haciéndole el Señor y Salvador de su vida.
Orlando Oviedo en la actualidad
Orlando Oviedo es fundador del Ministerio Internacional Casa de Liberación. En los últimos 25 años ha compartido el mensaje del evangelio en diferentes partes de los EE. UU., Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Ecuador y República Dominicana, llevando liberación a la vida de las personas por el poder de Dios. Este ministerio rescata a las personas de la santería el espiritismo y la palería. También es pastor asociado en la Iglesia Alpha & Omega en Miami, Florida, que dirigen los pastores, Alberto y Mariam Delgado.
Testimonio extraído de EDF Apologética:
La Historia de un ex Babalao: Testimonio de Orlando Oviedo
Detalló cómo su madre podía meter sus manos en harina caliente y no sufrir quemaduras, debido a que “caía en transe ─estaba poseída─, por los espíritus”; así como consultaba a los caracoles y hacían fiestas con tambores al demonio ‘Oggun’, que duraban dos días y sus noches.
“Cuando cumplí los 6 años mi madre me llevó a la consulta de un hombre llamado babalao, y él le dijo que a mí había que hacerme muchas ceremonias y también tenía que ser babalao como él, por ignorantes de la realidad de Dios”, dijo. Le hacían todo tipo de obras religiosas, usó collares, fue “rayado en palo (palero) y también me hicieron padre de palero (tata). También me hicieron el llamado ‘santo’. Cuando estaba entre los veinte y los veinticinco años, me hicieron el famoso ‘ifa’, este es el nombre que se le da a la ceremonia para hacerse babalao. Ya con el ifa hecho, se presentó la salida de Cuba por el éxodo y en 1980 salí rumbo a EE. UU.”, prosiguió Oviedo.
Llegó a Nueva York, donde comenzó a trabajar la santería y hasta logró abrir su propio negocio, una botánica, donde hacía consultas y trabajos. Profundizó sobre esta materia: “Al iniciarse un hombre como sacerdote de ifa babalao, suceden tres cosas: Le es colocado a través de la ceremonia un espíritu conocido como ‘orunla’, que reconoce a este iniciado dentro de las huestes espirituales de maldad comandadas por Satanás; también, este espíritu demoníaco que ha sido puesto dentro de este hombre mediante la ceremonia de inicio, puede ser sacado mediante otra ceremonia de traición y produce la muerte espiritual de la santería; y, este hombre ha prestado su cuerpo, su alma y su vida para que un jerarca satánico viva dentro de él y gane adictos a través de las consultas, entregándoles ídolos y comprando almas de los que requieren favores espirituales”.
El comienzo de un cambio
Oviedo comenta que “el mundo espiritual es muy grande, complicado y encierra muchas cosas difíciles de entender, pero es necesario que alguien explique y testifique lo vivido, para que otras personas puedan conocer la verdad y puedan salvarse de ir al infierno”.
Asistió a lo que sería su última ceremonia de consagrar a babalaos, pues sin saberlo “las fuerzas espirituales del mal, comandadas por Satanás, tenían decidido que un babalao tenía que morir y ese era yo”.
Comentó que no supo qué pasó mientras estuvo un ese túnel negro, hasta que de repente “ví una luz en lo profundo del túnel, la luz venía hacia mí y llegó, vertiginosamente, mientras yo abría los ojos. Mi esposa lloraba desconsoladamente al igual que nuestro primer niño de casi un año”.“Cuando llegué a mi casa, tuve sensaciones extrañas a mi alrededor. Me faltaba el aire, se me nublaba la vista, los oídos comenzaban a oír un intenso silbido, mientras yo buscaba aire abriendo las ventanas, mi esposa me preguntaba qué me pasaba. Yo contestaba que no sabía, pero la falta de aire se agudizaba. Todo me daba vueltas, el aire me faltó definitivamente y pude percatarme que las bombillas de la luz explotaban mientras yo caía al piso desfallecido en medio de una absoluta oscuridad”.
En ese momento comenzó a vomitar y vio que de su estómago salieron cosas extrañas, “algo negro, con una mezcla extraña. Creo seriamente que algo me habían dado a comer. De esa forma salieron de mí todos los espíritus que tenía dentro, los que adquirí en las ceremonias que tenía hechas anteriormente”.
“Mi esposa me relató que mientras yo estaba en el piso y me sacudía estirándome como alguien que se está muriendo, con mis ojos en blanco, echando espuma por la boca.
Ella en medio de esa confusión de tristeza, llanto y desespero, oyó una voz que de un modo especial, dulce, clara, pero con autoridad, que le dijo: ‘Dale aire que se queda’ y al instante sintió que una corriente de aire tomó su cuerpo dándole valor para inclinarse hacia mí y soplar aire de su boca”.
Comenzó a sentir miedo y junto a su familia salieron de esa casa. Ante los dolores, su esposa, fue en busca de ayuda con sus otros amigos babalaos, quienes la rechazaron y no ayudaron, insinuando que como Orlando era “el mejor”, podía curarse solo.
“Mientras me retorcía en aquella cama, recordaba a mi madre que hacía varios años que no veía y lo que me decía siempre: “Hijo, por encima de Dios, no hay quien pueda”. Fue entonces que clamé a Dios, a Jesús, y Él respondió al instante”, dijo. Comenzó a ver como una película de su vida, donde el Señor le mostraba todas las maldades que había hecho con la intención de llevarlo al arrepentimiento genuino, y a medida que lo hacía y pedía perdón, los dolores de su cuerpo desaparecían.
“Ahora, al contrario, ¡qué bien me sentía! ¡Qué alegría invadía mi ser, qué deseos de trabajar, de vivir diferente! Mi vida pedía un cambio, todo esto lo experimentaba y era lindo. De pronto, oí una voz desde dentro de mí, pero audible a mis oídos, y esa voz me dijo claramente: ‘Basta de brujerías, Orlando, no más gallos, no más gallinas, no más chivos ni chivas’. Yo estaba atónito, pero alegre”, comentó.
Inmediatamente le dijo a su esposa que lo acompañara a deshacerse de todas esas imágenes de ídolos y una vez que lo hicieron comenzó a escuchar al enemigo decirle al oído que matara a su esposa. “Era una voz chillona como todo lo opuesto a la dulce voz que sentí dentro de mí que ahora me decía: ‘No te detengas, sigue adelante’”.
Ante esta situación, su esposa sugirió viajar a Puerto Rico para conseguir a alguien que lo ayudara, y así fue. “Lo único que me sostenía era la voz interior que continuaba diciéndome: “No te detengas, sigue adelante”. El diablo quería acabar conmigo pero Dios me cuidaba”.
Esa misma noche en Puerto Rico, Satanás le seguía hablando sobre matar a su esposa, y a la vez, el Señor le hacía ver “cómo hoy en día cantidad de hombres y mujeres están matando a sus familiares, madres, mujeres, niños, padres, amigos y supuestos enemigos, por esas voces en muchas y diferentes formas y maneras. Y esto ocurre por las fuerzas de espíritus malos que agobian a la humanidad por la falta del verdadero Dios”.
Tras una pelea con su esposa, ella se fue con el niño y él comenzó a caminar por las calles de Puerto Rico, atormentado por las voces que escuchaba que lo incitaban a quitarse su propia vida.
Después de varios días de caminar, vagando y llorando, decidió tomar un avión de vuelta a Nueva York. Allí comenzaba a ver demonios en las calles, cosas que otras personas no veían. Tuvo miedo de ir a su casa porque creía que algo malo le esperaba, así que regresó al aeropuerto con el firme propósito de ir a Miami.
En Miami, también vagó y deambuló por las calles, llorando y con esa constante lucha en su interior, el diablo lo quería llevar al suicidio y el Señor le habla y le decía: “No te detengas”.
Una noche en su desesperación, comenzó a llorar fuertemente. “Sentí aquella maravillosa voz que me dijo: ‘Ahora párate, que tienes familia’. Entonces me paré y me miré, desde los pies, todo mi cuerpo y pude ver que estaba sucio y harapiento y que yo no era nadie. ¿Quién era yo para que se arrodillaran delante de mí como se arrodillaban los que venían a mi casa a las consultas, y quién era yo para que hiciera arrodillar a las personas delante de los muñecos que yo tenía como ídolos y dioses?”, le reveló el Señor en medio de su confusión.
Orlando entendió que “Dios, el único Dios, Jehová de los Ejércitos, que envió a su Hijo Jesús a morir por todos, es al único que debemos adorar y arrodillarnos delante de su presencia. Dios me humilló hasta lo más sucio para que comprendiera que Él es el Dios Todopoderoso”.
Por la gracia de Dios, consiguió un taxi que lo llevara al aeropuerto, puesto que nadie quería subir a su carro a un hombre sucio y mal oliente y así viajó a Nueva York para encontrarse con su familia. “Dios proveyó otro taxista samaritano y me llevó hasta la casa. Toqué la puerta, y vi a mi esposa Evelyn que había regresado de Puerto Rico. Ella me abrió la puerta, le pedí perdón y le dije: Vámonos a casa de tu madre, quien se había convertido a Cristo Jesús y había estado orando por nosotros”.
“Esa misma noche fuimos a una iglesia y sin que nadie predicara todavía, pasé al frente sin que nadie me llamara y le dije a Dios que me sacara de esa situación, le dije: ‘Yo te voy a servir por toda mi vida’. Yo clamé a Jehová y él me oyó y se inclinó a mí y me hizo sacar del pozo de la desesperación y puso mis pies sobre peña y puso en mi boca un cántico nuevo de alabanza al Dios que hizo los cielos y la tierra, Jesucristo”, concluyó el hoy pastor y escritor Orlando Oviedo.
Son muchas las personas inocentes captadas por los espíritus de demonios y llevadas a las consultas donde quedan comprometidos y esclavizados. El amor de Dios hace posible que sean avisados de los peligros de caer en el ocultismo, pero deben ser ellos los que decidan cambiar y buscar a Cristo con arrepentimiento, haciéndole el Señor y Salvador de su vida.
Orlando Oviedo en la actualidad
Orlando Oviedo es fundador del Ministerio Internacional Casa de Liberación. En los últimos 25 años ha compartido el mensaje del evangelio en diferentes partes de los EE. UU., Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Ecuador y República Dominicana, llevando liberación a la vida de las personas por el poder de Dios. Este ministerio rescata a las personas de la santería el espiritismo y la palería. También es pastor asociado en la Iglesia Alpha & Omega en Miami, Florida, que dirigen los pastores, Alberto y Mariam Delgado.
Testimonio extraído de EDF Apologética:
La Historia de un ex Babalao: Testimonio de Orlando Oviedo