Tener un vir santo por el Espiritu y la palabra

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5 Septiembre 2001
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ALIMENTO DIARIO
Leer con oración: Ex.19:4-6; He.12:6, 14-16ª
“Nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” (He 12:l0b)
TENER UN VIVIR SANTO POR EL ESPÍRITU Y LA PALABRA
Dios está muy triste porque Él ya nos escogió, nos preparó y nos predestinó para la filiación, pero todavía somos reprensibles, no somos santos, y por ello, no podemos obtener la plena filiación, es decir, el pleno disfrute de la herencia. Dios quiere que en la iglesia seamos santos e irreprensibles. Si aún vivimos en el mundo, en las cosas impuras y viles, estamos llenos de inmundicia y contaminación, no estamos en el proceso de llegar a ser santos. ¡Cuán triste queda el corazón del Señor! Pero alabado sea el Señor, pues en la iglesia, Él nos conduce día a día a tener un vivir santo, por el Espíritu y la Palabra. Él nos lava con el chorro de la Palabra que tiene la fuerza para purificar a Su iglesia y hacerla santa. Finalmente, Él se presentará a Sí mismo una iglesia gloriosa, santa, sin defecto, sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante. Debemos dejar nuestra manera de vida impura, pues Dios, antes de la fundación del mundo ya nos escogió para ser santos.
Éxodo 19:4.6 nos muestra que el Señor quería que el pueblo de Israel fuese para Él un reino de sacerdotes y gente santa. En 1 Pedro 2:9 leemos: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Él quiere que seamos ciudadanos de una nación santa, cuyo reino es separado de los reinos del mundo, por eso es santo, santificado. Él nos quiere conducir a ese reino. En el Antiguo Testamento, Él dijo que los hijos de Israel serían gente santa (Ex.19:6), y en el Nuevo Testamento, por medio de las palabras de Pedro, podemos ver que también somos una nación santa. El hecho que Dios repita tales palabras indica la seriedad de este asunto.
Hebreos 12:14-16a dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano”. Dios exige que seamos santos, porque sin la santificación nadie lo verá y es exactamente para eso que el Señor nos disciplina.
Por ejemplo, con respecto al noviazgo entre los jóvenes. Cuando un joven empieza la universidad, necesita darse cuenta que los primeros años de la universidad, son muy importantes y que no debe distraerse con un noviazgo. Deben percibir que es necesario dejar eso para más adelante, pues ahora es el momento de concentrarse en los estudios. Estudiando bien y confiando en el Señor, encontrará su compañera en el momento correcto, tal vez en el último año de la facultad, porque entonces probablemente ya estará más tranquilo y también estará apto para comenzar una relación seria y casarse. No estamos aquí dando ninguna regla, sólo orientaciones. Los que están estudiando, por ser aún muy jóvenes para asumir el matrimonio, deben estudiar bien ahora y dejar el tema del matrimonio para más adelante.
El mayor problema de los jóvenes son las pasiones carnales. Ellos deben cuidarse de no caer en las concupiscencias de la carne, para no ser manchados. De lo contrario, Dios necesitará disciplinados y corregidos. Dios disciplina a quien ama.
Mañana continuaremos este asunto.
Palabra clave: Amor y corrección
Pregunta: A la luz de la experiencia, lcuáles son las recomendaciones que los jóvenes deben seguir para casarse?
Dong Yu Lan
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¡Jesús es el Señor!