A muchos les encanta participar en controversias; a otros les disgusta hacerlo. A Miguel le gustan las controversias porque piensa que le aclaran muchos temas y dudas, y aprende a reconocer las falsas doctrinas. A Consuelo le disgustan las controversias porque piensa que cada uno debe pensar libremente. Ella es amiga de todos.
En la historia de la Iglesia las controversias han sido muy beneficiosas en el desarrollo de la Fe Cristiana. Laformulación de las grandes doctrinas fueron el producto de las grandes controversias dentro de la Iglesia del Señor.
Sin embargo, es triste leer que las controversias han estado bañadas con amargura y vinculadas con la animosidad que las personas se tenían entre sí. En algunos casos la controversia es la causa de la animosidad; en otros, su efecto.
Las controversias no tienen que ser necesariamente amargas. Las controversias amargas son evitables. En un controversia no debe haber animosidad personal; sólo lucha de ideas. Si hay animosidad por la controversia, al terminarse ésta se renueva la amistad.
Sin verdad y amor la controversia es herética. Quien no tiene la Verdad reclama Amor para silenciar la Verdad. Quien tiene la Verdad debe exigir una controversia no amarga. Los que no tienen la Verdad son los que hacen que la controversia se sea amarga.
La aprehensión de la verdad evangélica debe progresar en una relación amigable, pero no de manera amigable adormecedora. Debemos apropiarnos del discurso paulino quien expuso la Verdad “en amor".
Afirmamos que las controversias amargas son dañinas; pero igualmente dañina es la aceptación de falsas doctrinas para evitar controversias amargas pues permite la entrada y enraizamiento de falsas doctrinas.
Por ejemplo, el reduccionismo es peligroso. Decir que “Lo más importante es el amor”, promovido con mucha ternura, puede ser una bomba de tiempo para destruir la Fe Cristiana. Las agendas escondidas aflorarán cuando estemos tan adormecidos con el “amor” y cuando despertemos ya estaremos encadenados a las doctrinas falsas.
El ingreso y desarrollo de las doctrinas falsas en la Iglesia es muy sutil. Cuando los fieles a la Fe de Jesucristo reaccionan no es fácil retornar al Evangelio ya que los que ostentan el poder eclesiástico se aferran y luchan escarnizadamente contra los que desean volver a la Fe Cristiana.
La Verdad se debe defender no sólo con sinceridad y amor, sino también con valor y coraje para desenmascarar a los herejes, deformadores de la Verdad. La Fe Evangélica debe presentarse amigablemente, sin hacerles concesiones a los emisarios del humanismo filosófico, del liberalismo teológico o del moderno espiritualismo ajeno a la vida espiritual dada por el Espíritu Santo.
El Evangelio de Jesucristo suscita controversias. Jesucristo es el personaje más controversial de la historia; su Evangelio es radical, no se acomoda, no es sincretista. Estamos con JESUCRISTO o en contra de El. Somos soldados de JESUCRISTO, militantes en las filas del Ejército de Dios.
La Fe de JESUCRISTO se concentra en su Persona, y sólo en su Persona, no en una institución humana. Existe una gran variedad de instituciones cristianas, cada una con algún rasgo distintivo. Entre estas hay las llamadas sectas. Una característica de las sectas es que se consideran cada una la única versión verdadera de la Iglesia. A diferencia de las sectas, los verdaderos cristianos nunca afirman que sus organizaciones religiosas son las únicas iglesias verdaderas de Jesucristo. Y esto despierta una controversia monumental con la “secta romana” cuya sede es el Vaticano.
Si los evangélicos nos dejamos persuadir por la “amorosa doctrina del amor” del romanismo, nos despertaremos cuando ya no podamos reaccionar contra las falsas doctrinas romanistas de la “sucesión petrina”, del co-redentorismo mariano, de la secundaria autoridad bíblica y otras. Quien afirme que podemos vivir “con mucho amor” con Roma, es un neófito de la historia y verdades bíblicas o es un infiltrado de Roma para adormecernos y dejarnos engañar mansamente.
El peligro de la “no controversia” se presenta no sólo frente a la secta romanista sino también con las otras sectas menores númericamente, tan perniciosas como la romana.
Aun más, la “no controversia” también aparece entre los evangélicos, a niveles intradenominacional e interdenominacional. Afortunadamente, hay denominaciones en las que no se rechaza la controversia; al contrario, es promovida. Bajo la suprema autoridad de la Biblia, confiesan los Credos Apostólicos y Confesiones Históricas de la Cristiandad. Los puntos doctrinales pueden ser objeto de estudio, de controversia y hasta de división. Las SAGRADAS ESCRITURAS son la AUTORIDAD a la que todos se ciñen, bajo la influencia del poder del Espíritu Santo.
Ahora, ¿evitaremos las controversias y fingiremos una paz doctrinal que no existe? O, por el contrario, aprenderemos bien nuestra doctrina, incluyendo las diferencias que nos separan y los aspectos doctrinales que defendemos en común con otros creyentes.
Como evangélicos latinoamericanos, sabemos que la Fe Cristiana nos ha llegado con diferentes ropajes: bautista, metodista, presbiteriano, pentecostal, adventista, carismático, etc. Abandonando el catolicismo romano nos deshacemos de la herencia católica y afirmamos "antes vivíamos en la oscuridad; ahora, en la luz". Claro, ahora gozamos la Luz del Evangelio que es Jesús; pero hay el peligro de la religiosidad subjetiva, individualista, reduccionista, oscurantista, espiritualista, anti-intelectualista, con muchas semejanzas al romanismo.
Debemos evitar las controversias amargas pero, al mismo tiempo, ser conscientes de los peligros de la religiosidad humana, tanto la popular como la elitista. El Señor nos ha llamado a proclamar las Buenas Noticias de Salvación, a discipular a los nuevos creyentes en la Fe de Jesucristo que no es subjetivista, individualista, reduccionista ni oscurantista sino objetiva, simple y compleja, histórica, racional y que da vida.
El pueblo de Dios debe conocer toda la luz de de la Escritura y los beneficios y responsabilidades del pacto eterno de Dios con su Iglesia. Esta manera de ver y vivir el Evangelio marca diferencias profundas con los no cristianos. Estas diferencias, querramos o no, traen controversias. ¿Qué piensan, cristianos bíblicos, están de acuerdo?
En la historia de la Iglesia las controversias han sido muy beneficiosas en el desarrollo de la Fe Cristiana. Laformulación de las grandes doctrinas fueron el producto de las grandes controversias dentro de la Iglesia del Señor.
Sin embargo, es triste leer que las controversias han estado bañadas con amargura y vinculadas con la animosidad que las personas se tenían entre sí. En algunos casos la controversia es la causa de la animosidad; en otros, su efecto.
Las controversias no tienen que ser necesariamente amargas. Las controversias amargas son evitables. En un controversia no debe haber animosidad personal; sólo lucha de ideas. Si hay animosidad por la controversia, al terminarse ésta se renueva la amistad.
Sin verdad y amor la controversia es herética. Quien no tiene la Verdad reclama Amor para silenciar la Verdad. Quien tiene la Verdad debe exigir una controversia no amarga. Los que no tienen la Verdad son los que hacen que la controversia se sea amarga.
La aprehensión de la verdad evangélica debe progresar en una relación amigable, pero no de manera amigable adormecedora. Debemos apropiarnos del discurso paulino quien expuso la Verdad “en amor".
Afirmamos que las controversias amargas son dañinas; pero igualmente dañina es la aceptación de falsas doctrinas para evitar controversias amargas pues permite la entrada y enraizamiento de falsas doctrinas.
Por ejemplo, el reduccionismo es peligroso. Decir que “Lo más importante es el amor”, promovido con mucha ternura, puede ser una bomba de tiempo para destruir la Fe Cristiana. Las agendas escondidas aflorarán cuando estemos tan adormecidos con el “amor” y cuando despertemos ya estaremos encadenados a las doctrinas falsas.
El ingreso y desarrollo de las doctrinas falsas en la Iglesia es muy sutil. Cuando los fieles a la Fe de Jesucristo reaccionan no es fácil retornar al Evangelio ya que los que ostentan el poder eclesiástico se aferran y luchan escarnizadamente contra los que desean volver a la Fe Cristiana.
La Verdad se debe defender no sólo con sinceridad y amor, sino también con valor y coraje para desenmascarar a los herejes, deformadores de la Verdad. La Fe Evangélica debe presentarse amigablemente, sin hacerles concesiones a los emisarios del humanismo filosófico, del liberalismo teológico o del moderno espiritualismo ajeno a la vida espiritual dada por el Espíritu Santo.
El Evangelio de Jesucristo suscita controversias. Jesucristo es el personaje más controversial de la historia; su Evangelio es radical, no se acomoda, no es sincretista. Estamos con JESUCRISTO o en contra de El. Somos soldados de JESUCRISTO, militantes en las filas del Ejército de Dios.
La Fe de JESUCRISTO se concentra en su Persona, y sólo en su Persona, no en una institución humana. Existe una gran variedad de instituciones cristianas, cada una con algún rasgo distintivo. Entre estas hay las llamadas sectas. Una característica de las sectas es que se consideran cada una la única versión verdadera de la Iglesia. A diferencia de las sectas, los verdaderos cristianos nunca afirman que sus organizaciones religiosas son las únicas iglesias verdaderas de Jesucristo. Y esto despierta una controversia monumental con la “secta romana” cuya sede es el Vaticano.
Si los evangélicos nos dejamos persuadir por la “amorosa doctrina del amor” del romanismo, nos despertaremos cuando ya no podamos reaccionar contra las falsas doctrinas romanistas de la “sucesión petrina”, del co-redentorismo mariano, de la secundaria autoridad bíblica y otras. Quien afirme que podemos vivir “con mucho amor” con Roma, es un neófito de la historia y verdades bíblicas o es un infiltrado de Roma para adormecernos y dejarnos engañar mansamente.
El peligro de la “no controversia” se presenta no sólo frente a la secta romanista sino también con las otras sectas menores númericamente, tan perniciosas como la romana.
Aun más, la “no controversia” también aparece entre los evangélicos, a niveles intradenominacional e interdenominacional. Afortunadamente, hay denominaciones en las que no se rechaza la controversia; al contrario, es promovida. Bajo la suprema autoridad de la Biblia, confiesan los Credos Apostólicos y Confesiones Históricas de la Cristiandad. Los puntos doctrinales pueden ser objeto de estudio, de controversia y hasta de división. Las SAGRADAS ESCRITURAS son la AUTORIDAD a la que todos se ciñen, bajo la influencia del poder del Espíritu Santo.
Ahora, ¿evitaremos las controversias y fingiremos una paz doctrinal que no existe? O, por el contrario, aprenderemos bien nuestra doctrina, incluyendo las diferencias que nos separan y los aspectos doctrinales que defendemos en común con otros creyentes.
Como evangélicos latinoamericanos, sabemos que la Fe Cristiana nos ha llegado con diferentes ropajes: bautista, metodista, presbiteriano, pentecostal, adventista, carismático, etc. Abandonando el catolicismo romano nos deshacemos de la herencia católica y afirmamos "antes vivíamos en la oscuridad; ahora, en la luz". Claro, ahora gozamos la Luz del Evangelio que es Jesús; pero hay el peligro de la religiosidad subjetiva, individualista, reduccionista, oscurantista, espiritualista, anti-intelectualista, con muchas semejanzas al romanismo.
Debemos evitar las controversias amargas pero, al mismo tiempo, ser conscientes de los peligros de la religiosidad humana, tanto la popular como la elitista. El Señor nos ha llamado a proclamar las Buenas Noticias de Salvación, a discipular a los nuevos creyentes en la Fe de Jesucristo que no es subjetivista, individualista, reduccionista ni oscurantista sino objetiva, simple y compleja, histórica, racional y que da vida.
El pueblo de Dios debe conocer toda la luz de de la Escritura y los beneficios y responsabilidades del pacto eterno de Dios con su Iglesia. Esta manera de ver y vivir el Evangelio marca diferencias profundas con los no cristianos. Estas diferencias, querramos o no, traen controversias. ¿Qué piensan, cristianos bíblicos, están de acuerdo?