Solamente la volunta de Dios debe transitar en nuestro corazon

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5 Septiembre 2001
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ALIMENTO DIARIO
Leer con oración: (Ap.11:15; Hch.2:14-41; 10:1 - 11:20
“Ya ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mt 16: 19)
SOLAMENTE LA VOLUNTAD DE DIOS DEBE TRANSITAR EN NUESTRO CORAZÓN
En esta semana abordamos el reino y vimos la primera parábola de Mateo 13, la parábola del sembrador, que nos habla del misterio del reino, de cómo comienza el reino: es plantado en nosotros por medio de la Palabra. A partir de allí, necesita Crecer en nosotros hasta llenar toda la tierra, y los reinos de este mundo lleguen a ser de nuestro Señor y de Su Cristo (Ap 11: 15). Ese reino es producido cuando todos santificamos Su nombre, y podemos santificarlo invocando: “¡Oh Señor Jesús!”. Invocar al Señor es un modo de santificar Su nombre, y de esa manera la iglesia es producida.
La iglesia hoy es la realidad del reino de los cielos. Invocando el nombre del Señor, podemos ser salvos, nacer de nuevo y entrar en el reino de los cielos. En la iglesia, como la realidad del reino de los cielos, podemos hacer la voluntad de Dios en la tierra, así como es hecha en los cielos.
El Señor confió a Pedro las llaves del reino de los cielos (Mt 16: 19), y él las usó para abrir la puerta del evangelio tanto a los judíos en el día de Pentecostés (Hch 2: 14-41), como a los gentiles, en la casa de Cornelio (10: 1-11). Para abrir la puerta del evangelio a los gentiles, Pedro tuvo que aprender a hacer la voluntad de Dios en la tierra, así como es hecha en los cielos. El Señor le dio una visión de un objeto semejante a un gran lienzo que descendía del cielo con todo tipo de animales y Dios le ordenó que matara y comiera, pero él inicialmente se rehusó. Esto se repitió por tres veces (10: 11-16). Por causa de sus conceptos, Pedro inicialmente no obedeció la voluntad de Dios. Pero, gracias al Señor, finalmente obedeció. Luego aparecieron dos enviados de Cornelio, y Pedro fue con ellos como el Señor le había hablado (vs. 19, 20).
Tal vez al principio Pedro no quiso ir, porque tendría demasiado tránsito en su mente, pensando: “Yo jamás comí algo común o inmundo, por tanto ahora tampoco puedo comerlo”. Pero él ablandó la tierra y se libró de los conceptos naturales de su mente, en los cuales transitaban la tradición y la religión. Esas cosas ciertamente estaban ocultas en su corazón como piedras. Ahora él las sacó e hizo la voluntad de Dios. Tal vez tenía espinos que lo ahogaban, haciéndolo pensar en esto y aquello, pero él arrancó y quemó todo, y llegó a ser una buena tierra. ¡Aleluya! Finalmente, Pedro aceptó la comisión del Señor y predicó el evangelio del reino de los cielos a la casa de Cornelio. ¡Gracias al Señor!
Que todos nosotros podamos hacer la voluntad de Dios porque estamos hoy en Su reino. Cuando invocamos Su nombre entramos en Su reino, y en Su reino, cuidamos de nuestro corazón para que sea una buena tierra, hacemos Su voluntad y podemos fructificar a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
Palabra clave: Hacer la voluntad de Dios
Pregunta: De acuerdo con la experiencia de Pedro ¿qué es hacer la voluntad de Dios?
Dong Yu Lan
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¡Jesús es el Señor!