La NASA ha llamado “Viviente” a la imagen de la Virgen de Guadalupe
En agosto de 2017, circularon dos enlaces en los medios sociales que sugerían que la NASA había anunciado que había considerado a la Virgen de Guadalupe de la Ciudad de México tilma (una capa o manto hecho de fibra de cactus sobre la cual se dice que su cara está impresa) como “viva”, en el sentido de que la imagen reacciona a estímulos externos.
Los mexicanos le dirán que son 90 por ciento católicos, pero 100 por ciento guadalupanos.
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La Virgen supuestamente apareció por primera vez a un campesino azteca, Juan Diego, en una colina llamada Tepeyac el 9 de diciembre de 1531, y le dijo al converso cristiano, en su lengua materna Nahautl, que quería una iglesia construida en su honor en el lugar de su aparición.
Juan Diego buscó al arzobispo de la Ciudad de México para compartir noticias de la aparición milagrosa, pero se encontró con el escepticismo. La virgen de piel marrón se le apareció al campesino azteca por segunda vez en la que Juan Diego relató lo que ya sabía, que había sido reprendido por el arzobispo.
Decidida a tener su iglesia construida y nombrada Guadalupe, la Virgen instruyó a los aztecas de mediana edad para que volvieran a escribir con el primer prelado de México.
El dudoso obispo pidió una señal de la aparición mariana en el Tepeyac. Durante su tercera aparición, Guadalupe le dijo a Juan Diego que recogiera algunas rosas españolas que habían florecido milagrosamente en su “tilma”, o manto de fibra de cactus.
El resuelto converso volvió al obispo y desplegó su tilma, revelando no solo las intemporales rosas, sino también una imagen milagrosa de la Virgen impresa en el manto, que puede verse hoy en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Ciudad de México.
La Virgen Morena no solo es patrona de México, sino también emperatriz de las Américas, desde Chile hasta Canadá. Mientras que otras manifestaciones de María reclaman a lo sumo una región o un país, Guadalupe es la única que reina sobre dos continentes.
Y si eso no es suficiente, por un breve período de tiempo, a mediados del siglo XX, también fue declarada patrona de las Filipinas, hogar de la tercera población católica más grande del mundo.
Muchos mexicanos no saben que la Guadalupe original es de Extremadura, España. De hecho, Cristóbal Colón era un devoto e incluso nombró a la isla caribeña de Guadalupe en su honor, después de que ella supuestamente salvó a su flota de una tormenta en el mar.
Entonces, lo que llevó a la conversión de los aztecas y eventualmente de México y Sudamérica fue esta imagen que milagrosamente apareció en la Tilma del nativo Juan Diego. El análisis científico no puede determinar cómo llegó allí la imagen. No se puede pintar ni reproducir.
“Tiene cualidades que son humanamente imposibles de replicar”.
Hecho principalmente de fibras de cactus, una tilma era típicamente de muy mala calidad y tenía una superficie áspera, haciendo que fuera lo suficientemente difícil de usar, mucho menos para pintar una imagen duradera en él.
Sin embargo, la imagen se mantiene, y los científicos que han estudiado la imagen insisten en que no había ninguna técnica utilizada de antemano para tratar la superficie.
La superficie que contiene la imagen es como la seda al tacto, mientras que la parte no utilizada de la tilma permanece áspera.
Lo que es más, los expertos en fotografía infrarroja, estudiando la tilma a finales de los años 70, determinaron que no había pinceladas (¡ninguna!), como si la imagen fuera pegada a la superficie de una sola vez, y fue descubierta por el Dr. Phillip Callahan, un biofísico de la Universidad de Florida, dice que es imposible recrear la diferencia de apariencia con su textura y coloración de la piel de Nuestra Señora de cerca en comparación con una pequeña distancia.
Semejante técnica sería un logro imposible en manos humanas. Ocurre a menudo en la naturaleza, sin embargo, en el colorido de plumas de pájaro y escamas de mariposa, y en el elítra de escarabajos de colores brillantes… Al alejarse lentamente de la pintura, a una distancia donde el pigmento y la escultura de superficie se mezclan, la belleza abrumadora de la Madonna de color oliva emerge como por arte de magia.
Una de las primeras cosas que dicen los escépticos sobre la imagen es que de alguna manera tiene que ser una falsificación o un fraude, pero cada vez que se ha intentado replicar la imagen, el original nunca parece desaparecer, mientras que sus duplicados se han deteriorado en poco tiempo.
En 1979, cuando el Dr. Callahan estaba analizando la tilma usando tecnología infrarroja, aparentemente descubrió también que la tilma mantiene una temperatura constante de 98.6 grados Fahrenheit (36.6-37 grados centígrados), lo mismo que la de una persona viviente.
Cuando el Dr. Carlos Fernández de Castillo, un ginecólogo mexicano, examinó la tilma, notó por primera vez una flor de cuatro pétalos sobre el vientre de María. La flor, para los aztecas, se llamaba Nahui Ollin y era el símbolo del sol, así como un símbolo de plenitud.
Cuando el Dr. José Alte Tonsmann, oftalmólogo peruano, realizó un estudio, una de sus pruebas consistió en examinar los ojos con 2.500 aumentos. Con las imágenes de sus ojos magnificados, el científico fue capaz de identificar hasta 13 individuos en ambos ojos en diferentes proporciones, tal como el ojo humano reflejaría una imagen.
Parecía ser una instantánea del momento en que Juan Diego desplegó su tilma ante el arzobispo.
Parece ser virtualmente indestructible.
A lo largo de los siglos se han producido dos sucesos distintos en torno a la tilma, uno en 1785 y otro en 1921.
En 1785, un trabajador estaba limpiando el vidrio de la imagen cuando accidentalmente derramó el 50% de disolvente de ácido nítrico sobre una gran parte de la imagen misma.
La imagen y el resto de la tilma, que debería haber sido devorada casi instantáneamente por el derrame, supuestamente restaurada durante los 30 días siguientes, y permanece indemne hasta el día de hoy, aparte de pequeñas manchas en las partes que no llevan la imagen.
En 1921, un activista anticlerical escondió una bomba que contenía 29 varas de dinamita en un bote de rosas y la colocó ante la imagen dentro de la Basílica de Guadalupe.
Cuando estalló la bomba, casi todo, desde el altar de mármol y el suelo a unos pocos metros de distancia de la explosión, hasta las ventanas a 150 metros de distancia, se rompieron… sin embargo, la imagen y el cristal que la rodeaba permanecieron intactos.
El único daño que ocurrió cerca de la tilma fue un fuerte crucifijo de latón, que fue torcido y doblado hacia atrás por la explosión.