Sobre la Iglesia Católica.
He recibido una carta en la que se me invita a la alegría y a mi nueva colaboración con su Obra. Permítame decirle que estoy muy confuso con todo esto.
Empieza hablando del nuevo Milenio y dice que debo estar lleno de júbilo. No tengo un interés especial en el nuevo milenio. Será otro año más de otro siglo más. No creo que nada cambie a mejor en el nuevo milenio. El corazón del hombre seguirá siendo tan duro como hasta ahora. No creo en las corrientes milenaristas que predican destrucción ni tampoco en los que predican un gran avance de ningún tipo. Será un continuar de los años en los que el hombre se ha alejado de Dios y no vuelve su cabeza hacia Él. Sí, habrá un gran avance científico y tecnológico, pero como Vd. bien sabe, no es ese el tipo de avance que necesita y quiere Dios.
Por otra parte el mundo actual no es bueno. No es un fin, es un medio. No debería decir que este mundo lo creo Dios como bueno, sino como algo necesario en el estado al que cayó el hombre. Tampoco creo que el Reino de Dios esté en este mundo ni que debamos construir nada especial en él. Como Él bien dijo y Vd. bien recuerda “mi reino no es de este mundo”. El intento de crear una Iglesia o Reino en este mundo se verá abocada al fracaso porque es una mala interpretación de las palabras de Jesús. Por eso cada vez es más difícil encontrar personas que quieran hacer esto. Vd. cree que es por las dificultades de nuestro tiempo, pero no, es deseo de Dios que se vuelva a sus verdaderas consignas, a sus verdaderas enseñanzas.
El deseo de crear un Reino de Dios en el mundo es un deseo de perpetuarlo, de mantenerlo, de seguirlo. Este deseo no puede ser más que un deseo del Demonio en vez de Dios. Jesús quería y quiere aún acabar con este mundo. Pero no destruirlo, sino pescar y salvar a cada uno de nosotros para su verdadero Reino, que no es de este mundo. Todo intento de suavizar las condiciones extremas con las que el hombre tiene que convivir en el mundo es ir contra Dios. Esto es lo que la Iglesia Católica no ha comprendido.
Pero claro, la Iglesia no está en el Nuevo Testamento, sigue en el Antiguo, aunque lea el Evangelio en la Iglesia como de pasada. Yo le preguntaría: ¿Donde están las verdaderas enseñanzas de Jesús? En sus Evangelios. ¿Entonces por qué no se siguen? ¿Por qué no se desprende de todo, incluido Antiguo Testamento y Hechos de los Apóstoles y se ciñe a las palabras del Evangelio? ¿Por qué se enseña con devocionarios, misales, catecismos, en vez de leer el Evangelio sin más? ¿Cree acaso que en esos textos creados por la Iglesia lo van a hacer mejor que el Evangelio? ¿No es un acto de orgullo religioso?
Sí, debemos enseñar la palabra de Dios, pero las que dijo Jesús. Tal como las dijo Jesús. No siguiendo nuestra propia interpretación, que normalmente es errónea. Sus palabras son de elevación personal. No tienen ningún componente social, económico o político. Hay que quitar todos esos componentes del mensaje de Jesús que Él no dijo. Hay que dejar que este mundo sea duro en la existencia, no suavizarlo. El mundo tiene que ser duro para que el hombre se de cuenta de donde ha caído. Sólo cuando el hombre ha llegado a no querer vivir más en el mundo, cuando quiere salir de él, es cuando las palabras de Jesús adquieren su verdadero sentido. Son un método, son el Camino, la Verdad y la Vida. Pero no la vida en el mundo, la verdadera Vida.
Después me manda una hojita con propaganda del Jubileo del Año 2000. Perdone pero no entiendo esto del Jubileo. Parece que vamos a entrar todos de sopetón en el Reino de Dios. No es así, a ese Reino solo se entra “por la puerta estrecha, pues es ancha la puerta que lleva a la perdición y muchos la siguen, pero es estrecha la puerta que lleva a la vida y muy pocos pasan por ella”. El hecho de establecer fiestas y rebajar las exigencias de Dios sobre nosotros para que alcancemos su verdadero Reino es una actitud obtusa y mal intencionada. Es perjudicial para los verdaderos intereses de Dios, que los tiene. Al final todo queda en un gran negocio, en peregrinaciones geográficas sin sentido o con el peor de los sentidos: hacer turismo.
Otras palabras de las que escribe las comparto, pero siguiendo el verdadero significado de Jesús.
“A ti, Redentor del hombre, principio y fin del tiempo y del cosmos, y al Padre con el Espíritu Santo, infinita comunión de amor, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Que así sea.
[]Cedesin>
He recibido una carta en la que se me invita a la alegría y a mi nueva colaboración con su Obra. Permítame decirle que estoy muy confuso con todo esto.
Empieza hablando del nuevo Milenio y dice que debo estar lleno de júbilo. No tengo un interés especial en el nuevo milenio. Será otro año más de otro siglo más. No creo que nada cambie a mejor en el nuevo milenio. El corazón del hombre seguirá siendo tan duro como hasta ahora. No creo en las corrientes milenaristas que predican destrucción ni tampoco en los que predican un gran avance de ningún tipo. Será un continuar de los años en los que el hombre se ha alejado de Dios y no vuelve su cabeza hacia Él. Sí, habrá un gran avance científico y tecnológico, pero como Vd. bien sabe, no es ese el tipo de avance que necesita y quiere Dios.
Por otra parte el mundo actual no es bueno. No es un fin, es un medio. No debería decir que este mundo lo creo Dios como bueno, sino como algo necesario en el estado al que cayó el hombre. Tampoco creo que el Reino de Dios esté en este mundo ni que debamos construir nada especial en él. Como Él bien dijo y Vd. bien recuerda “mi reino no es de este mundo”. El intento de crear una Iglesia o Reino en este mundo se verá abocada al fracaso porque es una mala interpretación de las palabras de Jesús. Por eso cada vez es más difícil encontrar personas que quieran hacer esto. Vd. cree que es por las dificultades de nuestro tiempo, pero no, es deseo de Dios que se vuelva a sus verdaderas consignas, a sus verdaderas enseñanzas.
El deseo de crear un Reino de Dios en el mundo es un deseo de perpetuarlo, de mantenerlo, de seguirlo. Este deseo no puede ser más que un deseo del Demonio en vez de Dios. Jesús quería y quiere aún acabar con este mundo. Pero no destruirlo, sino pescar y salvar a cada uno de nosotros para su verdadero Reino, que no es de este mundo. Todo intento de suavizar las condiciones extremas con las que el hombre tiene que convivir en el mundo es ir contra Dios. Esto es lo que la Iglesia Católica no ha comprendido.
Pero claro, la Iglesia no está en el Nuevo Testamento, sigue en el Antiguo, aunque lea el Evangelio en la Iglesia como de pasada. Yo le preguntaría: ¿Donde están las verdaderas enseñanzas de Jesús? En sus Evangelios. ¿Entonces por qué no se siguen? ¿Por qué no se desprende de todo, incluido Antiguo Testamento y Hechos de los Apóstoles y se ciñe a las palabras del Evangelio? ¿Por qué se enseña con devocionarios, misales, catecismos, en vez de leer el Evangelio sin más? ¿Cree acaso que en esos textos creados por la Iglesia lo van a hacer mejor que el Evangelio? ¿No es un acto de orgullo religioso?
Sí, debemos enseñar la palabra de Dios, pero las que dijo Jesús. Tal como las dijo Jesús. No siguiendo nuestra propia interpretación, que normalmente es errónea. Sus palabras son de elevación personal. No tienen ningún componente social, económico o político. Hay que quitar todos esos componentes del mensaje de Jesús que Él no dijo. Hay que dejar que este mundo sea duro en la existencia, no suavizarlo. El mundo tiene que ser duro para que el hombre se de cuenta de donde ha caído. Sólo cuando el hombre ha llegado a no querer vivir más en el mundo, cuando quiere salir de él, es cuando las palabras de Jesús adquieren su verdadero sentido. Son un método, son el Camino, la Verdad y la Vida. Pero no la vida en el mundo, la verdadera Vida.
Después me manda una hojita con propaganda del Jubileo del Año 2000. Perdone pero no entiendo esto del Jubileo. Parece que vamos a entrar todos de sopetón en el Reino de Dios. No es así, a ese Reino solo se entra “por la puerta estrecha, pues es ancha la puerta que lleva a la perdición y muchos la siguen, pero es estrecha la puerta que lleva a la vida y muy pocos pasan por ella”. El hecho de establecer fiestas y rebajar las exigencias de Dios sobre nosotros para que alcancemos su verdadero Reino es una actitud obtusa y mal intencionada. Es perjudicial para los verdaderos intereses de Dios, que los tiene. Al final todo queda en un gran negocio, en peregrinaciones geográficas sin sentido o con el peor de los sentidos: hacer turismo.
Otras palabras de las que escribe las comparto, pero siguiendo el verdadero significado de Jesús.
“A ti, Redentor del hombre, principio y fin del tiempo y del cosmos, y al Padre con el Espíritu Santo, infinita comunión de amor, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Que así sea.
[]Cedesin>