sobre el significado de su entrega.....

5 Enero 2001
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Estimados:

no puedo no dejar de opinar sobre El Señor Jesus en la fecha en que se conmemora su resurrecion:

Jesús al aceptar morir quiso enseñarnos que la muerte es solo una parte de la vida y que por lo tanto no debemos temerla, sino estar dispuestos a cumplir la voluntad de Dios con la misma sumisión y amor que Jesús se entregó a ella. En tu vida temporal la criatura finita y la voluntad del Creador infinito, debería llegar a ser una sola, si así fuese no temeríamos a la muerte, porque tendríamos la certeza que hay otras mansiones donde continuaremos nuestra ascensión al Paraíso.

Aun cuando no es adecuado hablar de Jesús como uno que se sacrifica, un rescatador o un redentor, es totalmente correcto referirse a El como un salvador. El hizo para siempre mas claro y seguro el camino de la salvación, de la sobrevivencia para todos los mundos del universo.

El , tanto durante su vida en la tierra , como a través de su muerte en la cruz nos mostró un nuevo camino para unirnos al Padre, el desterró el camino del temor por el de amor a Dios, como se ama a un padre. Jesús nos enseñó que “ para ser consistentes debemos abandonar completamente todos esos conceptos primitivos sobre Dios, como un monarca ofendido, gobernante rígido y todopoderoso cuyo mayor deleite consiste en sorprender a sus súbditos en el error y en asegurarse de que sean castigados debidamente, a menos que, otro casi igual a él mismo ofrezca sufrir por ellos, morir como sustituto y en su lugar.

Aun cuando Dios fuera un monarca que aplicara la justicia, no podría sentirse satisfecho “con el esquema infantil de sustituir a un sufriente inocente por un ofensor culpable”. Jesús no murió en la cruz para alivianar nuestras culpas ni para pagar por nuestros pecados, esa responsabilidad sigue siendo nuestra y personal. El murió para enseñarnos que nuestras deudas serán perdonadas en la medida que nosotros sepamos perdonar.

La religión de Jesús, en efecto domina y transforma a sus creyentes exigiendo que los hombres dediquen la vida a buscar el conocimiento de la voluntad del Padre en el cielo y las energías del vivir consagrado al servicio altruista de la hermandad del hombre.

Lo extraordinario de la muerte de Jesús, tal como se relaciona con el enriquecimiento de la experiencia humana y la expansión del camino de la salvación, no es el hecho de su muerte, sino mas bien la manera superior y el espíritu incomparable con que se enfrentó a la muerte.

Hacemos mal en mantener la presencia de un Cristo doliente en la cruz, porque eso nos llena de culpa, es una forma del sometimiento a normas establecidas, la muerte de Jesús debe motivarnos a ser cada día mejores, pero no por miedo ni por culpa, sino porque el amor a Jesús nos guía a imitarlo y a amar a nuestros hermanos como El los ama.

Dios es el Padre, el hombre es su hijo y tiene el amor de un padre por su hijo, esta relación se vuelve vital en las relaciones del Creador con su criatura, no la justicia de un rey que busca satisfacción en el sufrimiento y en el castigo de sus súbditos malvados.

El amor de Dios es por naturaleza un afecto paternal, por consiguiente a veces nos disciplina por nuestro propio bien, para que podamos ser partícipes de su santidad. Incluso durante nuestras pruebas mas duras El se aflige con vosotros.

La cruz muestra que la actitud de Jesús hacia los pecadores no fue ni condenar ni condonar, sino mas bien de salvación eterna y amante. Jesús es en verdad un salvador en el sentido de que su vida y su muerte, atraen a los hombres a la bondad y a la sobrevivencia recta. Jesús ama tanto a los hombres que este amor despierta la respuesta amorosa en el corazón humano. El amor es verdaderamente contagioso y eternamente creativo.

Jesús trajo a la Tierra un nuevo método de vivir. Nos enseñó a no resistir el mal, sino a encontrar a través de él la bondad que destruye el mal eficazmente. El perdón de Jesús no es condonar, es la salvación de la condenación. La salvación no le resta importancia a la falta, sino que la enmienda. El verdadero amor no transige con el odio ni lo condena, sino que lo destruye. El amor de Jesús no está nunca satisfecho con el simple perdón. El amor de Jesús implica rehabilitación, sobrevivencia eterna.

El verdadero sentido de la muerte de Jesús es que “ liberó al hombre para que éste pudiera elegir los mejores caminos del vivir". La belleza del amor divino una vez que entra plenamente en el corazón humano, destruye para siempre el encanto del pecado y el poder del mal.

Los sufrimientos de Jesús no se limitaron a su crucifixión. En realidad Jesús de Nazaret pasó mas de veinticinco años en la cruz de su existencia mortal real e intensa. El, voluntariamente quiso conocer de todas las penurias que conlleva el ser mortal para que tuviéramos su ejemplo que nos confortara en todo momento. Ningún hombre debe temer nunca que el Creador no sepa la naturaleza o grado de sus aflicciones temporales.

En los momentos de prueba se revela el alma del hombre, la prueba revela lo que verdaderamente alberga su corazón, por eso Jesús en los momentos de la crucifixión de su cuerpo, su espíritu nos entregaba la prueba mas grande de su amor. El triunfo de la muerte de Jesús queda resumido en el espíritu de la actitud que tuvo hacia los que lo atormentaban y clamo diciendo: Padre, perdónalos porque no saben lo que están haciendo.

Jesús convirtió la cruz en el símbolo eterno del triunfo del amor sobre el odio y de la victoria de la verdad sobre el mal, por eso no debemos recordar a un Dios doliente sino a un Hijo triunfante que dio su vida por amor. La cruz no es el símbolo del sacrificio del Hijo de Dios inocente en sustitución de los pecadores culpables, ni para apaciguar le ira de un Dios ofendido.

Cuando los hombres y mujeres pensantes, contemplan a Jesús ofreciendo su vida en la cruz, no deberían atreverse a quejarse, ni siquiera por los sufrimientos mas grandes de la vida y mucho menos por las pequeñas dificultades o por sus penas puramente ficticias, sino que al igual que Jesús en el Huerto de Getsemaní pedir al Padre ayuda para beber el cáliz de la aflicción con amor y resignación y al igual que El lo hizo, orar diciendo “Padre, yo se que es posible evitar esta copa...todas las cosas son posibles para ti...pero quiero hacer tu voluntad... y aunque esta copa sea amarga, la beberé si es tu voluntad.

Saludos

Anibal