Esta es la gran verdad, hasta el triunfo final cuando el Rey de Gloria reúna a sus santos escogidos podamos cantar:
«¡Santo, santo, santo es el Señor
Dios Todopoderoso,
el que era, el que es y el que ha de venir!».
Hasta el día cuando le digamos, «Señor, digno eres de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas,
y por tu voluntad existen y fueron creadas».
Ese día ya no tendremos necesidad de protestar. Mientras tanto, seguiremos protestando contra el pecado venga de donde venga.
«¡Santo, santo, santo es el Señor
Dios Todopoderoso,
el que era, el que es y el que ha de venir!».
Hasta el día cuando le digamos, «Señor, digno eres de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas,
y por tu voluntad existen y fueron creadas».
Ese día ya no tendremos necesidad de protestar. Mientras tanto, seguiremos protestando contra el pecado venga de donde venga.