Hace unos años asistí a un retiro para jóvenes cristianos bastante gratificante en líneas generales. Su principal pero fue una enseñanza acerca de la sexualidad con un planteamiento bastante desafortunado. La argumentación se basaba en exponer con rotundidad lo que no hay que hacer y lo que sí hay que hacer según textos de la Biblia y sin apuntalar más sentidos que el Cielo, el Infierno, embarazos no deseados o enfermedades. Apenas se esbozaban otros porqués de la sublime sexualidad que Dios nos ha delegado. El soniquete de fondo era algo así como “haz esto y no hagas lo otro sin preguntarte mucho por qué Dios lo quiere así hoy”. Y ni siquiera quiero plantearme lo que pensarían los invitados no creyentes allí presentes ante la ausencia de argumentaciones –al margen de los castigos y premios celestiales- para mantener una sexualidad cristiana.
No escasean los predicadores con miedo a rascar en la superficie de las Escrituras, inconscientemente temerosos de que en cualquier momento el propio evangelio les diga lo poco riguroso o profundos que ellos mismos son. De ahí que el delirio de lo zafio produzca monstruos de altares propagandísticos de involución en la madurez y estabilidad de la feligresía. Pedro nos advierte con preocupación de esta oda a la mediocridad: “ Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los incultos y mediocres tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. ” 2ª Pedro 3, 15-17. Lo interesantes es que Pedro no habla del peligro de los malintencionados y los destructores a conciencia, sino de los mediocres e incultos. Si ignoramos el grave peligro que supone proclamar la Biblia sin saber nada de su contexto o de cómo leerla, estaremos incubando y alimentando uno de los caballos de Troya más dañinos: Un pueblo sectario que no aprende a aprender y que estará abocado al suicidio espiritual y a la marginalidad social.
Es verdad que es fácil criticar a los que salen adelante cuando otros con más dones o más preparados hacen la vista gorda. En cierto modo, es otra injusticia. Es cierto también que no todo es explicable y que en ocasiones la revelación hay que aceptarla con la incorporación de la duda y la extrañeza. También. Pero de convertir lo explicable y enriquecedor en oscuridad paralizante no se encarga la Iglesia sino otros, y contra eso hay que estar preparados. Alguien dijo que el 90% del Nuevo Testamento es apologético, que está formado por planteamientos y explicaciones que dan cuenta del sentido de nuestras creencias y que diferencian el creer en Jesús con depositar la fe, por ejemplo, en palo mágico que da vueltas.
Volviendo al tema de la sexualidad y al tabú que esta sublime creación de Dios representa para muchos creyentes debemos lamentar una habitual desnaturalización y falta de porqués. Me uno al viaje espiritual de Steve Stockman cuando en su obra apela desesperadamente al cristianismo como un ente que pierde seducción en occidente a causa de su flaqueza para ofrecer explicaciones a las nuevas sociedades. No es que el evangelio ni Dios carezcan de ellas, es que nuestra mentalidad no ha situado esta necesidad en su debido lugar. Es otro fruto más del burbujismo ilustrado.
Es desafiante ver como en materia de sexualidad se pueden dar explicaciones que nos acercan a la mente de Dios dentro del comportamiento descrito en la Biblia. Sin citar ningún versículo –y por supuesto no digo que no haya que citarlos-, el psiquiatra Enrique Rojas esboza con facilidad alguna de las perlas que sostienen el sentido del sexo según la Biblia 1. Otro ejemplo de la línea a seguir se puede tomar de Angela Ellis-Jones, una abogada británica de 35 años, mujer no practicante de ninguna confesión, que explicaba en un programa de debate de la BBC2 y en un artículo en el Daily Telegraph cuáles eran sus razones para permanecer virgen hasta el matrimonio 2. Ahí es nada.
Tener la Biblia como guía significa escudriñarla. A diferencia de eslóganes, no recuerdo ahora ningún versículo que diga Lee la Biblia , sí en cambio me vienen a la mente muchos textos sobre el llamado a examinad y profundizar en el análisis de la Palabra de Dios. Es cierto que una rigurosidad plena de todo lo que uno dice es muy complicado por no decir imposible, pero se trata de que no crezcan entre nosotros ambientes donde se perpetúa una mentalidad donde los más espirituales acaban por rebajar la Escritura a “lo que a mí me dice” sin más, y a dar la peor de las publicidades del evangelio, como en el tema de Génesis (el grupo de Phil Collins) - Jesus He Knows Me- , donde el telepredicador dice: “ no hay preguntas, porque estoy sonriendo, Jesús me conoce y estoy en lo cierto ”… Pues vaya gracia.
1 http://www.el-mundo.es/magazine/2004/237/1081272607.html
2 http://www.interrogantes.net/includes/documento.php?IdDoc=1177&IdSec=150
Luis Marián trabaja en Madrid como documentalista en la Universidad Carlos III,
y Coordinador de la Biblioteca Protestante de Madrid. Es estudiante de periodismo y cofundador
de www.delirante.org un portal juvenil cristiano enfocado al diálogo con no creyentes.
No escasean los predicadores con miedo a rascar en la superficie de las Escrituras, inconscientemente temerosos de que en cualquier momento el propio evangelio les diga lo poco riguroso o profundos que ellos mismos son. De ahí que el delirio de lo zafio produzca monstruos de altares propagandísticos de involución en la madurez y estabilidad de la feligresía. Pedro nos advierte con preocupación de esta oda a la mediocridad: “ Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los incultos y mediocres tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. ” 2ª Pedro 3, 15-17. Lo interesantes es que Pedro no habla del peligro de los malintencionados y los destructores a conciencia, sino de los mediocres e incultos. Si ignoramos el grave peligro que supone proclamar la Biblia sin saber nada de su contexto o de cómo leerla, estaremos incubando y alimentando uno de los caballos de Troya más dañinos: Un pueblo sectario que no aprende a aprender y que estará abocado al suicidio espiritual y a la marginalidad social.
Es verdad que es fácil criticar a los que salen adelante cuando otros con más dones o más preparados hacen la vista gorda. En cierto modo, es otra injusticia. Es cierto también que no todo es explicable y que en ocasiones la revelación hay que aceptarla con la incorporación de la duda y la extrañeza. También. Pero de convertir lo explicable y enriquecedor en oscuridad paralizante no se encarga la Iglesia sino otros, y contra eso hay que estar preparados. Alguien dijo que el 90% del Nuevo Testamento es apologético, que está formado por planteamientos y explicaciones que dan cuenta del sentido de nuestras creencias y que diferencian el creer en Jesús con depositar la fe, por ejemplo, en palo mágico que da vueltas.
Volviendo al tema de la sexualidad y al tabú que esta sublime creación de Dios representa para muchos creyentes debemos lamentar una habitual desnaturalización y falta de porqués. Me uno al viaje espiritual de Steve Stockman cuando en su obra apela desesperadamente al cristianismo como un ente que pierde seducción en occidente a causa de su flaqueza para ofrecer explicaciones a las nuevas sociedades. No es que el evangelio ni Dios carezcan de ellas, es que nuestra mentalidad no ha situado esta necesidad en su debido lugar. Es otro fruto más del burbujismo ilustrado.
Es desafiante ver como en materia de sexualidad se pueden dar explicaciones que nos acercan a la mente de Dios dentro del comportamiento descrito en la Biblia. Sin citar ningún versículo –y por supuesto no digo que no haya que citarlos-, el psiquiatra Enrique Rojas esboza con facilidad alguna de las perlas que sostienen el sentido del sexo según la Biblia 1. Otro ejemplo de la línea a seguir se puede tomar de Angela Ellis-Jones, una abogada británica de 35 años, mujer no practicante de ninguna confesión, que explicaba en un programa de debate de la BBC2 y en un artículo en el Daily Telegraph cuáles eran sus razones para permanecer virgen hasta el matrimonio 2. Ahí es nada.
Tener la Biblia como guía significa escudriñarla. A diferencia de eslóganes, no recuerdo ahora ningún versículo que diga Lee la Biblia , sí en cambio me vienen a la mente muchos textos sobre el llamado a examinad y profundizar en el análisis de la Palabra de Dios. Es cierto que una rigurosidad plena de todo lo que uno dice es muy complicado por no decir imposible, pero se trata de que no crezcan entre nosotros ambientes donde se perpetúa una mentalidad donde los más espirituales acaban por rebajar la Escritura a “lo que a mí me dice” sin más, y a dar la peor de las publicidades del evangelio, como en el tema de Génesis (el grupo de Phil Collins) - Jesus He Knows Me- , donde el telepredicador dice: “ no hay preguntas, porque estoy sonriendo, Jesús me conoce y estoy en lo cierto ”… Pues vaya gracia.
1 http://www.el-mundo.es/magazine/2004/237/1081272607.html
2 http://www.interrogantes.net/includes/documento.php?IdDoc=1177&IdSec=150
Luis Marián trabaja en Madrid como documentalista en la Universidad Carlos III,
y Coordinador de la Biblioteca Protestante de Madrid. Es estudiante de periodismo y cofundador
de www.delirante.org un portal juvenil cristiano enfocado al diálogo con no creyentes.