Todos conocen a los profetas tipo Isaias o Jeremias o Elías, profetas de grandes proezas, pero no conocen la imperfección de los profetas en su intimidad.
El libro de Jonás es una puerta abierta en este sentido. El profeta a veces duda, tiene sentimientos encontrados y hasta mal caracter.
El profeta lidia con el hecho de que lo que dice no se cumple como dijo o no se cumple.
La profecía no es una predicción del futuro, sino una advertencia de algo que ocurrirá CONDICIONADO a la actuación del hombre: si sigue haciendo lo mismo y no se convierte de sus malas acciones.
La Biblia menciona someramente que Elías era un "hombre con debilidades como las nuestras". Stg 5:7
Y es necesario conocer el aspecto humano de los profetas: hombres imperfectos con alguna cualidad que permite que DIOS se manifieste a través de ellos.
Hombres y mujeres que necesitan abajar sus propias cabezas con humildad para que DIOS se manifieste, porque: "Es necesario que yo disminuya para que EL crezca" Jn 3:30.
Dicho esto, el profeta es un anillo en el dedo del SEÑOR, un logro que el ostenta, como un anillo de ingeniero o médico, pero que nunca opaca al dueño del anillo.
Conocí a alguien que vió que era un anillo al dedo del SEÑOR: Pero un anillo MUY GRANDE, un anillo que parecía el escudo del capitán América. Que mal.
Y es que el anillo no debe resaltar más que su Dueño, sino que debe permitir a su Cabeza resaltar: La cabeza es Cristo.