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Primera parte:
SEPARACION E INTERACCION:
RELIGION Y POLITICA EN ESTADOS UNIDOS
Entrevista con Kenneth D. Wald
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Primera parte:
SEPARACION E INTERACCION:
RELIGION Y POLITICA EN ESTADOS UNIDOS
Entrevista con Kenneth D. Wald

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- Durante los últimos trescientos años, la relación entre la religión y la política en Estados Unidos se ha caracterizado por fluctuaciones en intensidad y alcance. Algunas veces cruzándose, otras veces en conflicto y otras más operando en líneas paralelas, su relación es uno de los aspectos más fascinantes de la historia y la vida de Estados Unidos. En la conversación que sigue, Kenneth D. Wald, profesor de ciencias políticas de la Universidad de la Florida, en Gainsville, y autor de un libro original de gran influencia, Religion and Politics in the United States, analiza el fenómeno. La conversación tuvo lugar entre el doctor Wald y Michael J. Bandler y William Peters, redactores de Sociedad y valores estadounidenses.
Pregunta: Se cree que la prohibición constitucional ha erigido un muro de separación entre la iglesia y el estado. ¿Esto significa que no puede haber relación entre la religión y la política?
Wald: De ninguna manera. La Constitución ciertamente establece en forma clara un Estado secular o un gobierno secular, pero al hacerlo no hubo la intención de impedir que la religión tuviera influencia sobre la sociedad en general y la política específicamente. En ese entonces circulaban ideas religiosas que tuvieron una fuerte influencia en la Constitución misma y en la naturaleza del sistema político que se creó. Los valores religiosos han tenido una influencia poderosa en una variedad de movimientos, entre ellos el que buscaba la abolición de la esclavitud y el que promovió los derechos civiles. Y las instituciones religiosas siguen siendo lugares importantes donde la gente aprende normas cívicas. De manera que no se intentó, y realmente habría sido imposible, eliminar la religión de la arena política. Todo lo que la Constitución se proponía era declarar que el Estado, como gobierno, no adopta una posición oficial con respecto a interrogantes religiosos o a cuestiones religiosas.
P: Usted dice en su libro que la cláusula decisiva de la Constitución habla de "estar libre de que se le prohíba" no de "tener la libertad de".
Wald: Exactamente. El aspecto interesante de la separación de la iglesia y el estado en Estados Unidos es que realmente fue inspirada por dos movimientos políticos diferentes. Los fundadores de la nación norteamericana, especialmente personas como [James] Madison y [Thomas] Jefferson, obraban en gran medida bajo la influencia del pensamiento del siglo de las luces francés y adoptaron la posición de que si se daba poder estatal a la religión, el resultado sería un mal gobierno. La misma hostilidad que tuviera la gente hacia otras religiones se convertiría en hostilidad política y todo el sistema estaría en peligro de sucumbir.
Por otra parte, había otro movimiento, que yo denomino separacionismo protestante, que contaba con el apoyo de grupos como los metodistas y los bautistas. Este creía que facultar a la religión con poderes estatales resultaría en una mala religión; daría aprobación estatal a religiones que podrían ser equivocadas o limitaría la libertad religiosa de otros estadounidenses. De manera que en el espíritu de la Constitución funciona una especie de calle de dos direcciones, es decir, el criterio de que tanto la religión como el gobierno corren mejor suerte si florecen independientemente el uno del otro.
Hay quienes presumen, creo yo, que la Constitución adopta una posición contraria a la religión y que eso es lo que significa la separación de la iglesia y el estado. Creo que es todo lo contrario. Creo que la separación fue ideada para fortalecer la religión, siempre y cuando ésta se concentre en una esfera apropiada.
P: Parece casi como si la religión hubiera sido ideada para hacer el objetivo político más fuerte también.
Wald: Evidentemente, ha habido pensadores políticos para quienes un ámbito religioso fuerte es importante para la fortaleza de un gobierno democrático. Se ha dicho que las iglesias son, en cierto sentido, incubadoras de las virtudes cívicas. En las iglesias y las congregaciones es donde la gente aprende hábitos intelectuales e inclinaciones que pueden contribuir en forma positiva al mantenimiento de la democracia.
En forma análoga, Tocqueville afirmaba que no se podía comprender nada de la sociedad estadounidense a menos que se reconociera esa base religiosa sumamente fuerte que hizo posible un sistema democrático. Esta le enseñó a la gente a recapacitar sobre los medios y los fines y la importancia de adoptar una meta de largo alcance. De manera que hay, ciertamente, una corriente de pensamiento según la cual los fundadores de la nación norteamericana efectivamente tenían el propósito de que la separación creara un fuerte sector religioso y creían que ello traería beneficios también para el sistema político.
P: Cuando usted habla de lo que se enseñaba en las iglesias, ¿se refiere básicamente a los valores?
Wald: Si. Las iglesias son importantes para las democracias de muchas maneras. Por una parte, son instituciones donde la gente aprende aptitudes y habilidades que les permiten participar efectivamente en la política democrática. Se ha demostrado, y creo que en forma muy convincente, que los afronorteamericanos, en efecto, participan más que otros estadounidenses, habida cuenta del nivel de su posición socioeconómica, en gran parte porque las iglesias a que pertenecen son poderosas escuelas de capacitación política. En esas iglesias la gente aprende a pronunciar discursos, aprende a presidir reuniones, aprende a organizar campañas. Adquiere toda una gama de conocimientos que tienen aplicación muy directa en el proceso político. De manera que, en cierto sentido, son pequeñas escuelas de práctica democrática. Para muchos estadounidenses que no pertenecen a ninguna otra organización que provea esa formación, la iglesia es realmente esencial para promover una participación democrática de base amplia.
Creo que puede alegarse, igualmente, que a través de su representación en Washington las iglesias frecuentemente dan voz a la gente que de otra manera no la tendría. Los obispos católicos de Estados Unidos son un ejemplo por su impresionante presencia en Washington, o los varios grupos ubicados en el Edificio de los Metodistas. Las suyas son voces importantes que hablan de las necesidades de los que no tienen casa ni hogar, de las necesidades de los que no pueden defenderse. Simplemente dan voz a posiciones que no están representadas por los principales grupos de interés. De tal manera que yo creo que las congregaciones religiosas realmente realzan y dan mayor vitalidad al gobierno, en una forma más íntima dentro de las congregaciones, y más amplia en términos de su presencia en Washington.
P: Eso es cierto además en círculos judíos. Hay una representación de grupos religiosos judíos que promueve sus intereses en Washington.
Wald: Si. De hecho se puede decir que la ampliación de la Primera Enmienda, particularmente la cláusula contra el orden establecido, se produjo por medio de grupos religiosos que han presionado para que se dé un sentido más amplio a lo que el gobierno no debe hacer para favorecer a una religión. Indudablemente, los grupos judíos han estado en la vanguardia en casi todos estos casos. Leo Pfeffer, ya fallecido, que representaba el Comité Judío de Estados Unidos, era el litigante clave. Pero muchos de los casos realmente vitales han sido entablados en nombre de grupos como los Testigos de Jehová o los Adventistas del Séptimo Día, y más recientemente la Iglesia de Santería, todos los cuales han sido actores claves. Creo, una vez más, que con estas acciones estos grupos amplían los derechos de todos nosotros.
P: Anteriormente se refirió a las raíces religiosas de la Constitución. En su libro expone su teoría de "la depravación inherente" en relación con la teología puritana. Según lo entiendo, se trata de que el hombre es inherentemente pecador y depravado y básicamente no se puede confiar en la humanidad. Por extensión, entonces, no se puede confiar en ninguna rama del gobierno, es preciso tener frenos y equilibrios. ¿Es así?
Wald: Si. Uno lo podría llamar incluso el pecado original, si le parece. Es un factor poderoso que ocupaba la mente de casi todos los que asistieron a la Convención Constitucional. Jefferson creía que no debíamos dejar nada a la virtud humana que pudiera ser previsto por algún mecanismo constitucional. El razonamiento era este: bien sea que el poder se invista en un sólo individuo, como un monarca, o en un cuerpo elegido por el pueblo, como el congreso, la naturaleza humana es tal que siempre abusaremos del poder que se nos otorgue, trataremos de acaparar todo el poder que sea posible y no siempre prestaremos atención a las necesidades de otros, especialmente de los menos poderosos. Por tanto, la solución era, a los ojos de los fundadores de la nación norteamericana, no un reino divino, que tiene el mismo problema, sino la creación de un gobierno con tantas protecciones complementarias para la libertad que resultara muy difícil para cualquiera abusar del poder.
La otra suposición que encuentro muy importante en todo el desarrollo del constitucionalismo estadounidenses es la idea de la alianza. La mayoría de los estadounidenses lo aprenden en la Sagrada Escritura; a menudo lo aprende de la alianza mosaica por la cual Dios hizo algunas promesas al pueblo de Israel si éste seguía su ley, contenida en los diez mandamientos; o de las alianzas con Jesús. En estas alianzas Dios celebra un pacto, un contrato, como si dijéramos, con el pueblo, ofreciendo determinados beneficios a cambio de cierto costo. Si Dios está dispuesto a limitarse de esa manera, es difícil apoyar el argumento en favor de una monarquía divina. Ese tipo de raciocinio es también muy importante en la Constitución.
P: La religión, tal como existe en Estados Unidos, no es en absoluto monolítica ni hay homogeneidad entre las diversas religiones ni aún dentro de las denominaciones de alguna religión en particular. ¿Qué pasa cuando esta miríada de posiciones, credos, intereses converge en la arena política? ¿Cómo puede evitarse una guerra cultural?
Wald: Creo que una de las suertes más grandes de la vida estadounidense es que tenemos en nuestra comunidad una gran diversidad de religiones y hay una gran diferencia entre ellas; en ese sentido todos somos miembros de minorías religiosas. La congregación más grande en Estados Unidos es la católica y sólo cuenta con el 25 por ciento de los creyentes adultos, según la mayoría de las encuestas. Por esta razón la mayoría de nosotros vive en lugares donde hay muchas religiones diferentes. Creo que eso ha impedido el tipo de situación que los teóricos de juegos llamarían de suma nula, que se encuentra en Irlanda del Norte o el Líbano o Bosnia, donde hay una religión mayoritaria enfrentada a una religión minoritaria.
Nuestra comunidad religiosamente diversa, en cierto modo ha hecho que todos nosotros nos encontramos en una minoría religiosa en un momento u otro, o a raíz de alguna posición. De manera que los grupos con frecuencia modifican su posición según el tema y según su interés particular. Los estadounidenses católicos, la Iglesia Católica, por ejemplo, ha estado firmemente de parte del movimiento pro vida que ha resistido la liberalización del aborto. En cuanto a ese tema han tenido una posición muy diferente de la comunidad judía estadounidense o de algunos otros protestantes liberales. No obstante, en algunas cuestiones se han encontrado en la vanguardia del activismo religioso debido a que tienen un mandato muy diverso. Los católicos cambian de lado; los judíos algunas veces colaboran con los evangélicos, otras no.
P: En otras palabras, la política crea extrañas alianzas. Judíos ultraortodoxos y cristianos evangélicos a veces se unen en cuestiones de naturaleza conservadora, por ejemplo.
Wald: Desde luego. La gente puede pensar que tiene muy poco en común, pero cuando se trata de asuntos como los cupones escolares, u otros aspectos del proceso, encuentra el interés común. De tal manera que creo que en cierto sentido hemos tenido suerte. No hemos llegado a ser como Irlanda del Norte porque las cuestiones no toman un cariz católico o protestante en oposición, con uno de los lados destinado a ganar. En el sistema estadounidense hay tanta diferencia entre las religiones, tanta variedad, que probablemente ello ha preservado el equilibrio y ha impedido que un grupo predomine.
Y la tendencia de la religión estadounidense es hacia una mayor diversidad. Desde que se modificaron las leyes de inmigración en los años sesenta, el número de gente que pertenece a lo que se llama religiones orientales o asiáticas ha aumentado considerablemente. Y creo que hasta cierto punto ese es el futuro de la religión estadounidense: más y más diversidad, más y más variedad aún dentro de la misma denominación.
Los bautistas sureños, por ejemplo, están probablemente en el proceso de dividirse en dos denominaciones separadas. Ya existen dos tendencias diferentes. Los judíos estadounidenses están divididos en cuatro o cinco tradiciones o denominaciones diferentes, si se quiere usar ese término. De manera que la tendencia, creo yo, es hacia una mayor diferencia. Pienso, por tanto, que va a ser todavía menos probable que una fe única llegue a dominar.
P: Se habla mucho del éxito de los grupos de presión religiosos. ¿En qué se diferencian las actividades de estos grupos y las de grupos de presión de los sindicatos o de los ambientalistas o de la industria petrolera y demás?
Wald: Hablando en términos generales creo que hay una gran similitud entre la forma en que los intereses religiosos ejercen presión y la forma en que los intereses económicos o laborales lo hacen. Hay diferencias también, creo. Los grupos de interés religiosos, por ejemplo, rara vez hacen contribuciones directas para las campañas, como se sabe que se hacen por medio de los comités de acción política. Pero en otros respectos, los grupos de interés religiosos hacen lo que se llama presión "a nivel popular". Alientan a sus miembros para que se comuniquen con los funcionarios públicos; patrocinan manifestaciones y campañas de información pública; ocasionalmente contratan profesionales para que representen su punto de vista. De manera que algunas veces son lo mismo que los grupos de presión seglares.
Por otra parte, creo que es importante comprender que el estilo de la presión que ejercen puede ser muy diferente. Los grupos de interés religiosos a menudo afirman que su motivación es profética; es decir, que tratan de llevar al conocimiento de los funcionarios públicos la sabiduría de su tradición religiosa. Al hacerlo operan con una moneda muy diferente, la espiritual, en contraposición a la financiera. Algunas veces esto significa que tienen menos posibilidades de ganar, pero se concentran en inquietudes de mucho mayor alcance. De manera que a veces son muy diferentes de lo común.
Continuará ...................................................................