Quisiera transcribir parte del capitulo 1 del Libro de Charles Stanley, anteriormente citado.
¿Qué es lo que está en juego?
La cuestión de si la salvación es para siempre o no, no es algo aislado. La respuesta que se de a esta pregunta afecta cada aspecto de la teología de cada uno. Pero esta pregunta va mucho más allá del campo de la pura teología. Invade nuestros lunes por la mañana, se introduce en nuestras oraciones, se muestra en nuestra respuesta al éxito o al fracaso y cuelga sobre el lecho de muerte de nuestros seres queridos. Sí, hay mucho en juego.
Si esta cuestión fuera simplemente un caballo de batalla para el entretenimiento teológico, dejaría que otros teólogos más capacitados lo monten. Y ciertamente, hay disponibles obras más completas sobre el tema. Pero este libro no tiene la intención de ser un discurso teológico. Es acerca del amor, el amor que encuentra su más completa expresión en Cristo. Es sobre la gracia, gracia que no conoce límites. Este libro trata acerca del incansable deseo de Dios de restaurar de una vez y para siempre la relación rota con su creación más preciada: usted y yo.
SEGURIDAD
Varias cosas están en juego. Antes que todo, nuestra seguridad. Si nuestra salvación pende en cualquier otra cosa que la obra completa de Cristo en la Cruz, estamos en problemas. O, en el mejor de los casos, corremos el riesgo de estar en problemas. Si usted y yo tenemos alguna parte en cuanto a mantener nuestra salvación, será difícil vivir con mucha seguridad. Esperanza, sí; seguridad, no.
Y sin embargo Juan escribió una carta completa para asegurar a un grupo de personas, a quienes ni siquiera tenía cerca para observarles, que en efecto eran salvas:
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna. 1 Juan 5:13
Donde no hay la seguridad de que Dios nos acepta, no hay paz. Donde no hay paz, no hay gozo. Donde no hay gozo, hay la limitación de la capacidad de uno para amar incondicionalmente. ¿Por qué? Porque una persona que no tiene seguridad es por definición motivada parcialmente por el temor. El temor y el amor no se mezclan muy bien. El uno siempre diluye al otro. Aun más, el temor se convierte en preocupación. Seamos realistas por un momento. Si la salvación no es una cuestión resuelta, ¿cómo puedo afanarme por nada? (ver Filipenses 4.6)
PERDON
También está en juego el alcance del perdón divino. Cuando Cristo murió, ¿por cuáles pecados murió?
¿Cuáles de nuestros pecados fueron perdonados cuando confiamos en EL como Salvador? Si los pecados que cometemos después de habernos convertido en cristianos pueden anular nuestra relación con el Salvador, claramente esos pecados no quedaron cubiertos por el Calvario. Perdonado es perdonado. Diferenciar entre pecados perdonados y no perdonados es hacer una distinción extraña en las Escrituras. El tiempo u ocasión de nuestros pecados es irrelevante, puesto que todos ellos eran futuros desde la perspectiva de la cruz. Ignorar la seguridad eterna es desechar lo que ocurrió en el Calvario.
SOLO FE
La Salvación solo por la fe está en juego. Una vez que se introducen las buenas obras en el proceso de la salvación, ésta ya no es sólo por gracia es por fe y por obras. Implicar que la salvación se mantiene por obras (o por no pecar) es tomar sobre nosotros mismos la carga diaria de nuestra salvación. En ese caso habría lugar para jactarse en el cielo (pude conservar mi salvación !!).
Decir que la gracia de Dios nos capacita para mantener buenas obras no resuelve el dilema. Por cuanto, ¿quién es responsable por la apropiación diaria de esa gracia? Regresamos a donde empezamos. Si la salvación no es para siempre no puede ser por la fe sola.
AMOR
Si abandonar la fe, o caer en el pecado, causa un cortocircuito en la salvación, tengo la capacidad de demostrar amor incondicional en mayor extensión que el de Dios. Si hay una condición – aun cuando sea sola- para la buena disposición de Dios para Sus hijos, no es incondicional. Por otro lado, conozco mucha gente que ha demostrado puro amor incondicional a familiares que eran increíblemente indignos.
Uno podría argüir: <<Pero la santidad de Dios exige ciertas cosas de aquellos con quiénes EL mantiene una relación. Su naturaleza no le permite permanecer en relación con un individuo que continuamente desdeña ese amor>>:
Eso está fuera de punto. ¡Si la santidad exige algo en pago de parte de aquellos a quienes El ama, es claro que su santidad es una condición, su amor es incondicional. Si su naturaleza le obliga a desasociarse de ciertos tipos de personas, su naturaleza se interpone en su capacidad de amar incondicionalmente.
EVANGELIZACION
Los cristianos que están inseguros en cuanto a la situación en que se hallan delante de Dios, tienen dificultades para hablar a otros del amor de Dios. A menudo hallan imposible avanzar más allá de su propia lucha con la salvación. No todo el mundo que rechaza la noción de <<una vez salvo, salvo para siempre>>, tiene este problema. Pero he conocido a muchos para quienes esta barrera es real.
ENFOQUE
En tanto que tenga yo un papel continuo en el proceso de la salvación, mi tendencia natural será enfocar mi conducta en lugar de dirigir mi mirada a Cristo. Sin embargo, se nos ordena que pongamos nuestros ojos en Cristo (véase Filipenses 4:8; Colosenses 3:2; Hechos 12:1-2). Ciertamente que hay lugar para el examen propio de la vida. Pero no debemos ser el foco de nuestras vidas. Nunca somos completamente libres como para fijar nuestra mirada en EL sino cuando estamos seguros de que nuestra relación con El es segura.
EN EQUILIBRIO
Estas son apenas unas cuantas razones de las cosas que son afectadas por la posición que uno tenga en cuanto a la cuestión de la seguridad eterna. Este tema no es simplemente algo para que los teólogos se ataquen unos a otros. Esta cuestión tiene mucho que ver con nuestra vida aquí y ahora. Sin importar cuál punto de vista se sienta inclinado a adoptar, tendrá un gran impacto en la percepción de usted mismo, de Dios y de otros. Por estas razones me siento compelido a escribir sobre este tema serio. Por estas mismas razones oro que usted se sentirá compelido a leer y releer hasta que esta cuestión quede resuelta en su mente de una vez por todas...
Seguridad Eterna, Cap. 1. Charles Stanley; Ed. Caribe, 1994.
Bendiciones,
Amato.
¿Qué es lo que está en juego?
La cuestión de si la salvación es para siempre o no, no es algo aislado. La respuesta que se de a esta pregunta afecta cada aspecto de la teología de cada uno. Pero esta pregunta va mucho más allá del campo de la pura teología. Invade nuestros lunes por la mañana, se introduce en nuestras oraciones, se muestra en nuestra respuesta al éxito o al fracaso y cuelga sobre el lecho de muerte de nuestros seres queridos. Sí, hay mucho en juego.
Si esta cuestión fuera simplemente un caballo de batalla para el entretenimiento teológico, dejaría que otros teólogos más capacitados lo monten. Y ciertamente, hay disponibles obras más completas sobre el tema. Pero este libro no tiene la intención de ser un discurso teológico. Es acerca del amor, el amor que encuentra su más completa expresión en Cristo. Es sobre la gracia, gracia que no conoce límites. Este libro trata acerca del incansable deseo de Dios de restaurar de una vez y para siempre la relación rota con su creación más preciada: usted y yo.
SEGURIDAD
Varias cosas están en juego. Antes que todo, nuestra seguridad. Si nuestra salvación pende en cualquier otra cosa que la obra completa de Cristo en la Cruz, estamos en problemas. O, en el mejor de los casos, corremos el riesgo de estar en problemas. Si usted y yo tenemos alguna parte en cuanto a mantener nuestra salvación, será difícil vivir con mucha seguridad. Esperanza, sí; seguridad, no.
Y sin embargo Juan escribió una carta completa para asegurar a un grupo de personas, a quienes ni siquiera tenía cerca para observarles, que en efecto eran salvas:
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna. 1 Juan 5:13
Donde no hay la seguridad de que Dios nos acepta, no hay paz. Donde no hay paz, no hay gozo. Donde no hay gozo, hay la limitación de la capacidad de uno para amar incondicionalmente. ¿Por qué? Porque una persona que no tiene seguridad es por definición motivada parcialmente por el temor. El temor y el amor no se mezclan muy bien. El uno siempre diluye al otro. Aun más, el temor se convierte en preocupación. Seamos realistas por un momento. Si la salvación no es una cuestión resuelta, ¿cómo puedo afanarme por nada? (ver Filipenses 4.6)
PERDON
También está en juego el alcance del perdón divino. Cuando Cristo murió, ¿por cuáles pecados murió?
¿Cuáles de nuestros pecados fueron perdonados cuando confiamos en EL como Salvador? Si los pecados que cometemos después de habernos convertido en cristianos pueden anular nuestra relación con el Salvador, claramente esos pecados no quedaron cubiertos por el Calvario. Perdonado es perdonado. Diferenciar entre pecados perdonados y no perdonados es hacer una distinción extraña en las Escrituras. El tiempo u ocasión de nuestros pecados es irrelevante, puesto que todos ellos eran futuros desde la perspectiva de la cruz. Ignorar la seguridad eterna es desechar lo que ocurrió en el Calvario.
SOLO FE
La Salvación solo por la fe está en juego. Una vez que se introducen las buenas obras en el proceso de la salvación, ésta ya no es sólo por gracia es por fe y por obras. Implicar que la salvación se mantiene por obras (o por no pecar) es tomar sobre nosotros mismos la carga diaria de nuestra salvación. En ese caso habría lugar para jactarse en el cielo (pude conservar mi salvación !!).
Decir que la gracia de Dios nos capacita para mantener buenas obras no resuelve el dilema. Por cuanto, ¿quién es responsable por la apropiación diaria de esa gracia? Regresamos a donde empezamos. Si la salvación no es para siempre no puede ser por la fe sola.
AMOR
Si abandonar la fe, o caer en el pecado, causa un cortocircuito en la salvación, tengo la capacidad de demostrar amor incondicional en mayor extensión que el de Dios. Si hay una condición – aun cuando sea sola- para la buena disposición de Dios para Sus hijos, no es incondicional. Por otro lado, conozco mucha gente que ha demostrado puro amor incondicional a familiares que eran increíblemente indignos.
Uno podría argüir: <<Pero la santidad de Dios exige ciertas cosas de aquellos con quiénes EL mantiene una relación. Su naturaleza no le permite permanecer en relación con un individuo que continuamente desdeña ese amor>>:
Eso está fuera de punto. ¡Si la santidad exige algo en pago de parte de aquellos a quienes El ama, es claro que su santidad es una condición, su amor es incondicional. Si su naturaleza le obliga a desasociarse de ciertos tipos de personas, su naturaleza se interpone en su capacidad de amar incondicionalmente.
EVANGELIZACION
Los cristianos que están inseguros en cuanto a la situación en que se hallan delante de Dios, tienen dificultades para hablar a otros del amor de Dios. A menudo hallan imposible avanzar más allá de su propia lucha con la salvación. No todo el mundo que rechaza la noción de <<una vez salvo, salvo para siempre>>, tiene este problema. Pero he conocido a muchos para quienes esta barrera es real.
ENFOQUE
En tanto que tenga yo un papel continuo en el proceso de la salvación, mi tendencia natural será enfocar mi conducta en lugar de dirigir mi mirada a Cristo. Sin embargo, se nos ordena que pongamos nuestros ojos en Cristo (véase Filipenses 4:8; Colosenses 3:2; Hechos 12:1-2). Ciertamente que hay lugar para el examen propio de la vida. Pero no debemos ser el foco de nuestras vidas. Nunca somos completamente libres como para fijar nuestra mirada en EL sino cuando estamos seguros de que nuestra relación con El es segura.
EN EQUILIBRIO
Estas son apenas unas cuantas razones de las cosas que son afectadas por la posición que uno tenga en cuanto a la cuestión de la seguridad eterna. Este tema no es simplemente algo para que los teólogos se ataquen unos a otros. Esta cuestión tiene mucho que ver con nuestra vida aquí y ahora. Sin importar cuál punto de vista se sienta inclinado a adoptar, tendrá un gran impacto en la percepción de usted mismo, de Dios y de otros. Por estas razones me siento compelido a escribir sobre este tema serio. Por estas mismas razones oro que usted se sentirá compelido a leer y releer hasta que esta cuestión quede resuelta en su mente de una vez por todas...
Seguridad Eterna, Cap. 1. Charles Stanley; Ed. Caribe, 1994.
Bendiciones,
Amato.