Se puede prescindir de ti

18 Noviembre 1998
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De Ángel, sievo de Dios

Se Puede Prescindir De Ti
Domingo de Ramos, 8 de abril de 2001

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Hay noticias duras, pero para la inteligencia humana ninguna tanto como ésta: "Se puede prescindir de ti". Es el reporte de la contingencia. De ella quiero hablarte hoy, y desde luego, repetírtela: Se puede prescindir de ti.

Una noticia que despierta una respuesta altanera, que muchos tienen ya en la punta de la lengua: "Si se podía y se puede prescindir de mí, entonces simplemente no importa que yo exista; luego mucho menos importará lo que yo haga. Así pues, nadie venga a mí con reglas sobre lo que debo ser. Dejadme, por lo menos, que sea yo —este yo efímero, absurdo e inútil— quien dé a mi vida y a mis cosas el tamaño, la forma y el sentido que yo quiera. Y si no queréis concedérmelo, sabed que de todos modos voy a tomarlo, pues el derecho de hacerme es la justa contrapartida por el deber ser".

Así se expresa impetuoso, cínico y libertino, el yo que de pronto abre sus ojos a la terrible noticia. Para él o ella, la noticia suena así: "¡Así que se puede prescindir de mí! No hay entonces razón alguna que yo deba buscar, sino las razones que yo mismo me dé. En realidad, nadie me estaba esperando a mí; tal vez, en el mejor de los casos, mi madre esperaba a "alguien" y mi padre, supongámoslo, quería verse prolongado en "alguien" pero, como ellos no conocían ni podían conocer mi yo, que no existía, no me esperaban ni me amaban a mí. He llegado, pues, a una tierra que no me aguardaba, y me voy a ir de una tierra que no va a extrañarme. ¡Y entre esa llegada y esa partida se juega toda la vida de todos los hombres! ¡Ahí caben todos nuestros devaneos de amor, nuestras pretensiones de poder, nuestra sed de fasto y aplauso, nuestros lloros, rezos, imprecaciones y caricias!".

Puedes imaginarte lo que estos pensamientos hacen en el alma humana tanto más si se siente débil, sola, agredida o poco amada. Te he transcrito esas palabras, que sé que te suenan amargo, porque las he oído pronunciar, y porque tienes que saber, mi pequeño, que en ellas viven, se agobian y mueren muchos de tus hermanos. No conocen otro modo de ver la vida humana. Y sin embargo, nada de eso quiero decir o significar cuando te repito: se puede prescindir de ti.

Ante todo debo aclararte que "contingencia" no significa "indiferencia". Un hombre se levanta un día y asesina a su esposa. El asunto no "tenía" que suceder; podía no haber sucedido, por ejemplo, si él se hubiera dado el tiempo suficiente para descubrir que los chismes que había oído eran del todo falsos. Pero el asunto sucedió. ¿Es indiferente matar o no matar? ¡Desde luego que no! Ese asesinato es "contingente" porque no "tenía" que pasar, pero no es "indiferente".

Lo mismo, y mucho más, puedo decir de tu existencia: tú no "tenías" que existir, pero de ahí es abusivo sacar la conclusión perversa de que ahora es indiferente que existas o no existas. Tanto más perverso si se agrega la otra deducción, más dañina, si cabe: puesto que no importa existir, no importa cómo exista. ¡Claro que importa! En la Creación todo es contingente; no hablo aquí de las contradicciones lógicas intrínsecas como que el todo siempre es mayor que la parte, pero, salvo esas contradicciones, nada tenía que ser como es y sin embargo, escúchalo bien: todo importa. Las cosas importan no porque debían ser como son sino porque son como son.

¿Y por qué importan? ¡Precisamente porque, si no "tenían" que ser, entonces hay una decisión, superior y no contraria a la razón, que ha hecho posible que, de puras contingencias pensables, lleguen efectivamente a ser. Esa decisión, en últimas, te conduce al poder de Dios mismo como Creador. Existes, entonces, no porque sea "lógico" o "imperioso" que existas, sino por un acto incomparable, soberano, libre sobre toda medida, gratuito en toda su extensión, un acto que dice: "Dios te creó". Por ello, la noticia que te hace sufrir, "se puede prescindir de ti", significa en su aspecto positivo y bello: "Dios quiso que existieras".

Y si ahora recorres con tu mirada cuanto te rodea, y descubres que es posible aplicar tu pensamiento para decir verdades cada vez más precisas y profundas sobre los seres que hallas, ¿qué deduces? Que Dios no es Dios de desorden (cf. 1 Cor 14,40), y por tanto, que hay una razón para el querer de Dios; no una razón que haya tenido poder en Él para crearte, sino una razón por la cual, decretada tu existencia en la libertad de un amor sin límite, esa misma existencia ha sido llamada por él hacia un fin propio, que viene a ser la razón de lo que puedes hacer con una existencia que podías no tener.

Quien cavile juiciosamente en estas cosas pronto arribará a conclusiones saludables: "Mi existencia misma es el primer lenguaje que el amor de Dios quiso concederme"; "Más allá de los gustos o reproches, y también más allá de las expectativas, intereses o temores de los hombres —y en esto debo incluir a mis parientes, a misma amigos y a mis enemigos— es Dios quien ha querido que yo exista; a Él, pues, me debo, antes que a cualquier deseo o imperativo de hombre o de Ángel"; "El que me creó sin necesitarme, por amor me creó, por amor me conserva, y al amor me llama"; y así sucesivamente.

¡A qué puede llegarse por entender mal o entender bien una frase! Tú, ten paz, y otorga la paz.
 
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Sábado Santo, 14 de abril de 2001

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

La frase "Se puede prescindir de ti" suena tan dura, que el corazón humano hace esfuerzos por suavizarla. Es más difícil oír que se dice esa frase que decir tú mismo: "Se puede prescindir de mí". Sin embargo, es la primera frase y no la segunda la que sirve de verdadero cimiento para la vida espiritual.

En efecto, las palabras no existen solas; las palabras sólo existen pronunciadas. Una palabra expresa algo pero sobre todo revela a alguien. Cuando tú mismo te dices: "Se puede prescindir de mí", lo expresado es materialmente lo mismo que significa la frase que yo te he propuesto, pero lo revelado no es lo mismo, pues tú dentro de ti mismo puedes encontrar tu nada, pero no puedes ir más allá hacia el descubrimiento de la Fuente que explica con su propio amor por qué tú, que no tenías que existir, de hecho existes.

Por eso este género de pensamiento sólo adquiere su proporción y su lugar cuando es pronunciada afuera de ti. Ya te dije que con este modo de hablar precisamente se quiere que la soberbia, que te encastilla en tus pretensiones, sea agrietada y vencida, y por ello esta es una palabra esencialmente exterior, una palabra que llega a ti y que tú mismo no puedes darte.

Fíjate que, en el fondo, es lo mismo que sucedió a Catalina, y también en muchos otros casos: fue Dios quien primero le dijo a ella: "Tú eres la que no es; Yo soy el que soy". Luego Catalina en muchas de sus plegarias tomó para sí estas palabras y se dijo: "Yo soy la que no es", pero el principio de esa expresión de ella no se lo dio ella.

¿Quién entonces te puede decir esta frase? Ante todo, Dios, eso está claro, pero también otras dos realidades de las que te hablaré más adelante.

La frase "Se puede prescindir de ti", dicha por Dios, significa cuatro cosas relacionadas. En primer término significa: "Yo puedo prescindir de ti; ninguna ley o voluntad distinta de la mía ha hecho que tú existieras; ninguna necesidad fatal, ninguna coincidencia del azar, ningún diseño o plan de creatura alguna te produjo; tú eres radicalmente y completamente mío, porque sólo mi voluntad es causa suficiente de tu ser".

En segundo término significa: "Mi sabiduría puede prescindir de ti; no son tus ideas ni tus planes ni tus deseos los que gobiernan sobre mis ideas, mis planes y mis deseos. Estás invitado por mi palabra y por la fuerza de mi misericordia a participar desde ti mismo en la obra de la creación, la redención y la santificación, pero no será tu negativa la que tenga poder sobre mi sabiduría".

En tercer término significa: "Mi amor puede prescindir de ti, pues no es tu respuesta la que engendra o aumenta el amor que te tengo. Te amaré siempre, no en razón de lo que tú hagas o dejes de hacer, sino en razón de lo que Yo he hecho en ti, y de la santidad de mi Nombre, que ha sido pronunciado sobre ti. Mi gracia no sería gracia si para serlo dependiera de quién eres y cómo obras".

Y en cuarto término significa: "Mis creaturas pueden prescindir de ti. No las hice para que tú fueras indispensable a ninguna, pues no es a ti, sino a Mí a quien necesitan. Tu amor y servicio a ellas no ha de tener entonces otra raíz que el amor que Yo les tengo, y tu medida de amor para con ellas ha de ser aquello que en cada caso logres entender que es su mayor bien en relación conmigo".

Te he dicho que hay otros dos que te dicen esa frase. Te la dice, en efecto, "la realidad de la vida", que no es propiamente una persona, desde luego, sino esa luz que Dios te concede para que tú sientas la verdad de lo expresado. Es un mensaje duro, particularmente duro, pero si lo vives en Dios, es salud para tus días y viva esperanza para cuando se aproxime tu muerte.

En efecto, cuando la gente te olvida, cuando la obediencia te asigna un nuevo lugar, cuando tus mejores ideas no cautivan a nadie, cuando tus deseos no inflaman el corazón de tus semejantes, cuando tus proyectos son pospuestos, cuando tu trabajo queda mejor por manos de otros, cuando descubres que los que vienen detrás de ti pronto tendrán poder sobre ti «y te llevarán adonde tú no quieras» (Jn 21,18), cuando te das cuenta con toda crudeza que todo lo tuyo será repartido después de tu muerte, cuando compruebas que nadie es llorado por siempre, cuando la enfermedad, la vejez o el hastío te hacen a un lado, y en mil circunstancias más, ¿qué te está diciendo —casi gritando— la vida? Solamente lo que ya conoces: "Se puede prescindir de ti". Y si se te olvida la frase, más temprano que tarde la realidad de la vida te lo recordará.

Hay alguien más que puede recordarte nuestra frase. La vas a oír a menudo por boca de los que de veras te amamos. El amor verdadero no dice cosas como: "Sin ti no puedo vivir", sino que encuentra otras maneras, quizá menos seductoras, pero mucho más auténticas y verdaderas, de expresar el amor.

Quien verdaderamente te ama sabe recordarte a tiempo que "Se puede prescindir de ti", no como un modo de desterrarte o despreciarte, desde luego, sino como un modo de conducirte una y otra vez a la senda que te permite descubrir cuál es tu verdad ante Dios, único camino para tu verdadera felicidad. Y por eso yo, que te amo, te he dicho y te digo: "Se puede prescindir de ti". Ten paz, y otorga la paz.
 
Hmmm...

Al menos, se puede leer sin caer en la sinrazón eclesiástica.... ¿de quién es?

Te agradecería alguna información de su autor.


VD (Ventoleras Divinas)
 
El autor es un "ángel de Dios" <IMG SRC="angel.gif" border="0">

En serio, prefiero no dar muchos datos sobre él, ya que además esa es su voluntad expresa. Sí te puedo decir que hace cosa de año y medio tuve una discusión no pequeña con él sobre algunas cosas que decía y al final entendí que cuando alguien destila tanta sabiduría como esta persona, es mejor pensarselo dos veces antes de criticar algo que a lo mejor no has entendido bien. De todas formas, ya sabes el consejo paulino: examinadlo todo, retened lo bueno

Bendiciones
 
Fuente De Genuina Humildad
Martes Santo, 10 de abril de 2001

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Continúa nuestra enseñanza sobre aquella frase fundamental: "Se puede prescindir de ti".

Rectamente entendida, esta frase es también una fuente de genuina humildad. La soberbia quiere que te sientas imprescindible, simplemente porque el imperio que ella te edifica se derrumba en su vaciedad si tú te sales de él.

La soberbia, en efecto, quiere dos cosas: primera, que tú construyas una mentira, un mundo falso en el que se te promete ser el único rey; segunda, que reemplaces el Universo de Dios por esa mentira. La frase que comentamos, "se puede prescindir de ti", te obliga a ver el Universo desde fuera de tus intereses, ganancias o pérdidas. Ese "desde fuera" de ti te permite descubrir que hay una voluntad distinta, mayor y mejor que tu voluntad; así como hay unas razones distintas mayores y mejores que las tuyas, y sobre todo hay un amor distinto, mayor y mejor que el tuyo. El efecto de este descubrimiento es la ruina del imperio mentiroso que quiso construirte la soberbia, y por tanto, tu verdadera ganancia, pues nunca se gana tanto como cundo se pierde el imperio falso de la soberbia.

En este mismo orden de ideas, observa que si se puede prescindir de ti, con mayor razón se puede prescindir de lo tuyo, es decir, de tus ideas, proyectos, aportes o comentarios. Esto no significa que te encierras en ti mismo con timidez, pereza, egoísmo, o incluso con una nueva soberbia y te digas: "Si pueden prescindir de lo mío, ¿para qué voy a darlo?". Más bien la conclusión ha de ser: "si yo nos soy indispensable y se puede prescindir de mí, ¡qué admirable bondad la que me invita a dar de lo mío, siendo así que algún otro podría seguramente dar lo mismo o mejor!".

No merece, pues, aprobación quien se niega a dar su aporte al bien común, no porque ello no pueda venir de otra fuente o por otro camino, sino fundamentalmente porque con su negativa cierra el paso a la generosidad divina para consigo mismo. En efecto, de suyo se parece más a Dios quien da que quien recibe, y por ello, quien se niega a dar, se niega a parecerse a Dios, y le desprecia a Dios la oferta que le hace de parecerse a su Creador y Señor.

He aquí un modo en cierto sentido nuevo para ti de entender aquellas palabras que Cristo dirige a los réprobos en el Evangelio: «tuve hambre y no me disteis de comer» (Mt 25,42) ante todo significa: "os negasteis a pareceros a mí; no sois como yo; escogisteis alejaros de mí, entonces, seguid vuestra decisión". El juicio de Cristo simplemente sanciona la decisión de la creatura racional. Así pasa con los Ángeles y con los hombres.

Queda claro con esto que es deber hermoso y noble derecho dar, y por poder dar la creatura racional debe un agradecimiento en cierto modo infinito. Pero dar con generosidad no es lo mismo que dar creyéndose importante o juzgándose irremplazable. La idea es dar sin llevar cuentas (cf. 1 Cor 13,5), lo cual incluye sin hacer el análisis de qué perdería el mundo sin ese aporte. Sólo en esa manera de dar, a modo de oferta y manera de regalo de amor, hay amor, paz, alegría y humildad. Ten paz, y otorga la paz.
 
Pos vale...


DSAA (Dios Sacuda A Ángel)

Como si él se fuera a escapar... jijiji