San Francisco de Asís y Lutero
San Francisco de Asís (1181-1226) nació 302 años antes que Lutero, en la Plena Edad Media, transcurriendo la mayor parte de su vida durante el papado de Inocencio III (1198-1216). Por esos años, más o menos, predicaba Joaquín de Fiore o Gioacchino da Fiore (1130-1202) los mismos principios de pobreza que tanto influyeron en los franciscanos. Aunque Da Fiore no gozaba de las simpatías de la curia vaticana, en Calabria fue y es venerado como santo, donde se celebra la fiesta que honra el traslado de sus reliquias al convento el día 29 de mayo.
Por esa época existían en el sur de Francia los cátaros, entre las regiones de Languedoc y Albi (de ahí que también se les denomine albigenses). La austeridad de la iglesia cátara contrastaba con el fasto, despliegue de medios y la vida corrupta y relajada de la que hacían gala los clérigos de la Iglesia romana. Muchos de los predicadores cátaros se preguntaban acerca de la situación en las Sagradas Escrituras de la imposición de diezmos y otras obligaciones económicas mediante las cuales la iglesia abrumaba al pueblo. Por si ello fuera poco, la tolerancia cátara en los pecados más habituales de cualquier campesino contrastaba con toda la pléyade de penitencias y castigos infernales que esperaban al mismo creyente según la ortodoxia romana.
La mayor parte de la información acerca de su doctrina procede de los numerosos procesos inquisitoriales sufridos por los practicantes del catarismo, no de sus textos originales que fueron destruidos. La Iglesia católica les acusa de maniqueísmo, pero no se conservan textos cátaros donde se puedan fundamentar tales acusaciones. Recuerda que también San Juan de la Cruz fue investigado por la Inquisición española, muriendo en Úbeda en 1591, totalmente marginado por su propia Orden.
La cruzada contra los albigenses tuvo lugar desde el año 1209 al 1215. El papa no dudó en aplicar toda la fuerza que estaba en su mano para acabar, definitivamente y sin rastros, con el problema cátaro. La predicación de la cruzada contra los albigenses fue, desde el punto de vista actual, todo un hito histórico: por primera vez en la Edad Media, la cruzada no era utilizada contra el infiel sino contra el hereje, legitimando de esta forma el poder temporal del papa para actuar allí donde fuese menester.
En boca del legado pontificio de las milicias papales se pone la terrible respuesta que ha pasado a la historia como la más lapidaria frase de la cruzada: "Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos". Cuando Simón de Montfort abandonó Béziers dejó el macabro rastro formado por la sangre de entre 10.000 y 15.000 habitantes, ajusticiados por las hordas cruzadas. Para su época era una cifra de muertos altísima, aunque baja en comparación con las de las guerras modernas.
Los franciscanos nacieron en ese ambiente y ya antes de la muerte de San Francisco la mayoría habían abandonado sus ideales de pobreza y se habían instalado en sus buenos conventos, de aquí que sea una de la órdenes que tiene más divisiones y subdivisiones de la historia de la Iglesia católica. Yo que los conozco directamente, te puedo decir que de pobres no tienen nada y que tardaron pocos años en ser absorbidos por el sistema que pretendían denunciar con su pobreza.
Lutero (1483-1546) vivió en el tránsito de la Edad Media al Renacimiento, una época de gran efervescencia intelectual y espiritual en toda Europa. Gutenberg ya contaba con su prensa en 1437. La primera obra impresa mediante el método perfeccionado de Gutenberg fue un calendario realizado en 1447, seguido de una gramática en latín publicada en 1451. Pero fueron las biblias las que le dieron fama en su época, obras realmente colosales, con sus 1.282 paginas. Lo curioso es que estas obras trataban de imitar a los manuscritos que dominaban el panorama del libro en la época, más que innovar las formas de escritura, así, por ejemplo, la tipografía imita la letra gótica escrita a mano. Estas biblias, de las que hasta 1455 se habían completado 185 ejemplares, son en la actualidad auténticos tesoros para museos y coleccionistas.
La suma de todos estos factores, añadidos a la reacción autoritaria de León X (su verdadero nombre era Juan de Médicis, era hijo de Lorenzo el Magnífico y fue nombrado cardenal a la edad de trece años) hicieron posible una Reforma que no sólo dura hasta hoy, sino que crece mucho más rápido que el catolicismo y que el Islam en América Latina, África, Asia y Australia, y que mantiene un crecimiento sostenido, pero no tan espectacular, en Europa.
Bendiciones.
San Francisco de Asís (1181-1226) nació 302 años antes que Lutero, en la Plena Edad Media, transcurriendo la mayor parte de su vida durante el papado de Inocencio III (1198-1216). Por esos años, más o menos, predicaba Joaquín de Fiore o Gioacchino da Fiore (1130-1202) los mismos principios de pobreza que tanto influyeron en los franciscanos. Aunque Da Fiore no gozaba de las simpatías de la curia vaticana, en Calabria fue y es venerado como santo, donde se celebra la fiesta que honra el traslado de sus reliquias al convento el día 29 de mayo.
Por esa época existían en el sur de Francia los cátaros, entre las regiones de Languedoc y Albi (de ahí que también se les denomine albigenses). La austeridad de la iglesia cátara contrastaba con el fasto, despliegue de medios y la vida corrupta y relajada de la que hacían gala los clérigos de la Iglesia romana. Muchos de los predicadores cátaros se preguntaban acerca de la situación en las Sagradas Escrituras de la imposición de diezmos y otras obligaciones económicas mediante las cuales la iglesia abrumaba al pueblo. Por si ello fuera poco, la tolerancia cátara en los pecados más habituales de cualquier campesino contrastaba con toda la pléyade de penitencias y castigos infernales que esperaban al mismo creyente según la ortodoxia romana.
La mayor parte de la información acerca de su doctrina procede de los numerosos procesos inquisitoriales sufridos por los practicantes del catarismo, no de sus textos originales que fueron destruidos. La Iglesia católica les acusa de maniqueísmo, pero no se conservan textos cátaros donde se puedan fundamentar tales acusaciones. Recuerda que también San Juan de la Cruz fue investigado por la Inquisición española, muriendo en Úbeda en 1591, totalmente marginado por su propia Orden.
La cruzada contra los albigenses tuvo lugar desde el año 1209 al 1215. El papa no dudó en aplicar toda la fuerza que estaba en su mano para acabar, definitivamente y sin rastros, con el problema cátaro. La predicación de la cruzada contra los albigenses fue, desde el punto de vista actual, todo un hito histórico: por primera vez en la Edad Media, la cruzada no era utilizada contra el infiel sino contra el hereje, legitimando de esta forma el poder temporal del papa para actuar allí donde fuese menester.
En boca del legado pontificio de las milicias papales se pone la terrible respuesta que ha pasado a la historia como la más lapidaria frase de la cruzada: "Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos". Cuando Simón de Montfort abandonó Béziers dejó el macabro rastro formado por la sangre de entre 10.000 y 15.000 habitantes, ajusticiados por las hordas cruzadas. Para su época era una cifra de muertos altísima, aunque baja en comparación con las de las guerras modernas.
Los franciscanos nacieron en ese ambiente y ya antes de la muerte de San Francisco la mayoría habían abandonado sus ideales de pobreza y se habían instalado en sus buenos conventos, de aquí que sea una de la órdenes que tiene más divisiones y subdivisiones de la historia de la Iglesia católica. Yo que los conozco directamente, te puedo decir que de pobres no tienen nada y que tardaron pocos años en ser absorbidos por el sistema que pretendían denunciar con su pobreza.
Lutero (1483-1546) vivió en el tránsito de la Edad Media al Renacimiento, una época de gran efervescencia intelectual y espiritual en toda Europa. Gutenberg ya contaba con su prensa en 1437. La primera obra impresa mediante el método perfeccionado de Gutenberg fue un calendario realizado en 1447, seguido de una gramática en latín publicada en 1451. Pero fueron las biblias las que le dieron fama en su época, obras realmente colosales, con sus 1.282 paginas. Lo curioso es que estas obras trataban de imitar a los manuscritos que dominaban el panorama del libro en la época, más que innovar las formas de escritura, así, por ejemplo, la tipografía imita la letra gótica escrita a mano. Estas biblias, de las que hasta 1455 se habían completado 185 ejemplares, son en la actualidad auténticos tesoros para museos y coleccionistas.
La suma de todos estos factores, añadidos a la reacción autoritaria de León X (su verdadero nombre era Juan de Médicis, era hijo de Lorenzo el Magnífico y fue nombrado cardenal a la edad de trece años) hicieron posible una Reforma que no sólo dura hasta hoy, sino que crece mucho más rápido que el catolicismo y que el Islam en América Latina, África, Asia y Australia, y que mantiene un crecimiento sostenido, pero no tan espectacular, en Europa.
Bendiciones.