“SALID DE ELLA PUEBLO MÍO”: APOC. 18:4

jomaccio

Miembro senior
5 Octubre 2019
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Así como Dios llamó a los hijos de Israel a salir de Egipto para que pudieran guardar su día de reposo, así también llama a su pueblo a salir de Babilonia para que no adore a la bestia o a su imagen. El hombre de pecado, que pensó en cambiar los tiempos y la ley, se ha exaltado a sí mismo por encima de Dios, presentando un día de reposo falso al mundo; el mundo cristiano ha aceptado a este hijo del papado, lo ha prohijado y alimentado, desafiando a Dios al quitar su monumento conmemorativo y establecer un día de reposo rival. Antes que Moisés se acercara al faraón de Egipto buscando liberar a los hijos de Israel, él y su hermano Aarón, se reunieron con los líderes oprimidos del pueblo. Durante esta reunión, Moisés y Aarón animaron al pueblo a consagrarse al Señor y le dijeron que Dios estaba por librarlos de la esclavitud con mano poderosa.
Los israelitas habían estado trabajando siete días a la semana para cumplir con su pesada cuota de trabajo para los egipcios. Pero después del encuentro con Moisés, decidieron comenzar a descansar de nuevo cada séptimo día. Por eso, más tarde cuando Moisés y Aarón se reunieron con el faraón para presentarle su pedido, este respondió furiosamente, "y vosotros le hacéis cesar de sus tareas" (Éxodo 5:5).

El enojado faraón sabía que debía hacer algo drástico para mantener bajo su control a esta nación de esclavos, así que decidió agobiarlos con trabajo, de tal manera que Dios y la adoración no tuviesen lugar en sus pensamientos.

Dijo: "De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora vayan ellos y recojan por sí mismos la paja. Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no le disminuiréis nada" (Éxodo 5:7,8)

Él faraón deseó que el aumento de trabajo echara fuera los pensamientos de Dios de sus mentes. Así ha sido y siempre será, Satanás rodeará tierra y mar para evitar que ni siquiera uno de sus pobres esclavos escape de su servicio. El enemigo de las almas procurará, tal como hizo Faraón con los hijos de Israel, mantenernos ocupados, esclavizados para que no guardemos el día santificado por Dios. Como en los días de Moisés, Dios está por hacer grandes cosas por su pueblo. Pronto los liberará de la esclavitud del pecado y los dirigirá hacia la Canaán celestial. Y una vez más, Dios está tratando de dirigir la atención de su pueblo hacia la importancia del verdadero reposo del sábado.

El Shabat también es una recordación de la salida de Egipto, como se señala en el versículo: “Recordarás que fuiste esclavo en la tierra de Egipto y el Eterno, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por tanto, el Eterno, tu Dios, te ha ordenado cumplir el día de Shabat” (Deuteronomio 5:15).

Estas palabras son un eco del mensaje del primer ángel, el de la redención y la salvación.
Y esta redención está simbolizada por lo que Dios hizo en favor de los hijos de Israel por medio del Éxodo. Ningún dios de Egipto tenía el poder de detener a estos esclavos de escapar de su servidumbre. Solamente el Dios de Israel, que se reveló en milagros poderosos y con su presencia en gloria majestuosa, tenía la capacidad de librarlos con “mano poderosa” y “brazo extendido” (Deuteronomio. 5:15). Así que, les dio el sábado para ser un recordativo de su liberación y, para nosotros, un recordativo de la esclavitud de la que nos libró Cristo.

Como hemos visto, el sábado señala a la creación, un tema importante de adoración, y también a la redención.
El Nuevo Testamento enseña que la esclavitud del pecado demanda un Salvador poderoso, tan ciertamente como la servidumbre en Egipto lo hizo necesario para el antiguo Israel. Esto es lo que los hijos de Israel experimentaron; y es lo que los cristianos necesitamos hoy, porque el Dios que los libró de su servidumbre es el mismo que nos libra de la nuestra.
Si necesitamos una razón para adorar a Dios, ¿no sería la liberación de la esclavitud en que nos encontrábamos? Los hijos de Israel cantaron un canto maravilloso una vez que fueron librados (ver Éxodo. 15).

De este modo, la experiencia de adoración en sábado debería ser una celebración de la gracia de Dios que nos libra, no solo de la penalidad legal del pecado (que cayó sobre Jesús en nuestro favor), sino también del poder que tiene el pecado para esclavizarnos.

Pero Dios tiene aún un pueblo en Babilonia; y antes de que los juicios del cielo la visiten, estos fieles deben ser llamados para que salgan de la ciudad y que no tengan parte en sus pecados ni en sus plagas. De ahí que este movimiento esté simbolizado por el ángel que baja del cielo, alumbrando la tierra y denunciando con voz potente los pecados de Babilonia. Al mismo tiempo que este mensaje, se oye el llamamiento: “Salid de ella, pueblo mío”. Apocalipsis 18:4
Estas declaraciones, unidas al mensaje del tercer ángel, constituyen la amonestación final que debe ser dada a los habitantes de la tierra