RESUCITAR CON JESUS

11 Diciembre 2007
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Ahora, cuando dejamos atrás los rigores del largo y tórrido verano y se nos viene encima el otoño, estación especialmente entrañable para los nostálgicos que nos regala un dorado y tibio sol, nos llega el hermoso mes de Noviembre que nos invita a recordar a nuestros difuntos.
Por ello, cuando llega el día dedicado a ellos acudo con mi fiel amigo Antonio a visitar el Cementerio. Juntos y siguiendo una tradición de hace más de cuarenta años hacemos el recorrido a pié al citado lugar que dista varios kilómetros desde el centro de la Ciudad para rezar una oración ante los restos de familiares y amigos que allí descansan en paz hasta el final de los siglos.

Habitualmente salimos de casa muy temprano, para disfrutar del magnífico y bello espectáculo que nos ofrece el sol en su salida al amanecer de un nuevo día.
Al regresar del aquel lugar sagrado se nos unió una persona que caminaba sola y que con agrado aceptamos nos acompañara.

Nuestro afligido amigo que había perdido a su madre recientemente, nos comentaba el gran dolor que la muerte de ese ser tan querido le había producido pues apenas había cumplido los sesenta años y máxime tratándose de una persona que apenas había padecido enfermedad alguna.

Efectivamente comentamos que la muerte de un ser tan querido resulta siempre dolorosa, aún cuando los creyentes entendamos que la muerte nos lleva a la presencia del Señor y que morir es empezar a vivir recordando las palabras del mismo Jesús: ”Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí no morirá para siempre”.

De cualquier modo nuestro fiel acompañante nos hizo partícipe de sus dudas sobre la resurrección de los muertos. Para él, resultaba difícil comprender el modo por el cual podrían recuperar los fallecidos sus cuerpos físicos como era el caso de su madre que había sido incinerada.

He de confesar que tanto mi amigo Antonio como yo nos resultaba muy dificil explicarle que la resurrección había que entenderla y aceptarla, no como la pérdida de nuestra vida física sino como una Vida integrada en una transformación que nos permitirá renacer ante Dios.

Comprenderla como la culminación por el poder de Dios de esa alma interior de nuestra propia persona, que dia a día se va construyendo por obra del Espíritu de Dios.

Aceptar la resurrección como un gozo interno que nos proporcionará la dicha de poder disfrutar de la presencia del mismo Dios como miembro de una única familia formada por una humanidad salvada e integrada por Él.

Vivirla cuando observamos que ascendemos en el amor a los demás y notamos cansancio porque nos ofrece dificultades, aunque en realidad nos hace nacer en vivencias que nos van rrevitalizando.

Y descubrirla cuando nos preguntemos como hemos de superar ese trance que Dios nos envia para crecer ante Él apoyados en un estímulo constante hacia la humanidad que nos rodea, teniendo en cuenta que Dios y su resurrección es un amor continuo y permanente.

Así las cosas, teniendo en cuenta que el pecado es nuestra muerte y el arrepentimiento nos da Vida, tendremos que ir resucitando día a día sin esperar al de día de mañana; simple y llanamente porque hoy para nosostros es el día de mañana.

Ante estas reflexiones cuando llegamos a nuestros hogares los tres caminantes, nos preguntábamos como descubriríamos en cada momento de nuestra vida lo que Dios nos pedía para resucitar con Él.

¿Sería no elevándonos por encima de lo humano, sino buscando la felicidad de los que pasan por nuestro lado…?

… Muy posiblemente.
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Ahora, cuando dejamos atrás los rigores del largo y tórrido verano y se nos viene encima el otoño, estación especialmente entrañable para los nostálgicos que nos regala un dorado y tibio sol, nos llega el hermoso mes de Noviembre que nos invita a recordar a nuestros difuntos.
Por ello, cuando llega el día dedicado a ellos acudo con mi fiel amigo Antonio a visitar el Cementerio. Juntos y siguiendo una tradición de hace más de cuarenta años hacemos el recorrido a pié al citado lugar que dista varios kilómetros desde el centro de la Ciudad para rezar una oración ante los restos de familiares y amigos que allí descansan en paz hasta el final de los siglos.

Habitualmente salimos de casa muy temprano, para disfrutar del magnífico y bello espectáculo que nos ofrece el sol en su salida al amanecer de un nuevo día.
Al regresar del aquel lugar sagrado se nos unió una persona que caminaba sola y que con agrado aceptamos nos acompañara.

Nuestro afligido amigo que había perdido a su madre recientemente, nos comentaba el gran dolor que la muerte de ese ser tan querido le había producido pues apenas había cumplido los sesenta años y máxime tratándose de una persona que apenas había padecido enfermedad alguna.

Efectivamente comentamos que la muerte de un ser tan querido resulta siempre dolorosa, aún cuando los creyentes entendamos que la muerte nos lleva a la presencia del Señor y que morir es empezar a vivir recordando las palabras del mismo Jesús: ”Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí no morirá para siempre”.

De cualquier modo nuestro fiel acompañante nos hizo partícipe de sus dudas sobre la resurrección de los muertos. Para él, resultaba difícil comprender el modo por el cual podrían recuperar los fallecidos sus cuerpos físicos como era el caso de su madre que había sido incinerada.

He de confesar que tanto mi amigo Antonio como yo nos resultaba muy dificil explicarle que la resurrección había que entenderla y aceptarla, no como la pérdida de nuestra vida física sino como una Vida integrada en una transformación que nos permitirá renacer ante Dios.

Comprenderla como la culminación por el poder de Dios de esa alma interior de nuestra propia persona, que dia a día se va construyendo por obra del Espíritu de Dios.

Aceptar la resurrección como un gozo interno que nos proporcionará la dicha de poder disfrutar de la presencia del mismo Dios como miembro de una única familia formada por una humanidad salvada e integrada por Él.

Vivirla cuando observamos que ascendemos en el amor a los demás y notamos cansancio porque nos ofrece dificultades, aunque en realidad nos hace nacer en vivencias que nos van rrevitalizando.

Y descubrirla cuando nos preguntemos como hemos de superar ese trance que Dios nos envia para crecer ante Él apoyados en un estímulo constante hacia la humanidad que nos rodea, teniendo en cuenta que Dios y su resurrección es un amor continuo y permanente.

Así las cosas, teniendo en cuenta que el pecado es nuestra muerte y el arrepentimiento nos da Vida, tendremos que ir resucitando día a día sin esperar al de día de mañana; simple y llanamente porque hoy para nosostros es el día de mañana.

Ante estas reflexiones cuando llegamos a nuestros hogares los tres caminantes, nos preguntábamos como descubriríamos en cada momento de nuestra vida lo que Dios nos pedía para resucitar con Él.

¿Sería no elevándonos por encima de lo humano, sino buscando la felicidad de los que pasan por nuestro lado…?

… Muy posiblemente.

Qué vino a salvar el Señor ? nuestra alma o nuestro cuerpo? Me puede contestar con sustento bíblico?

Bendiciones
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Amigo Rafaelmelgar, efectivamente el Señor vino al mundo a salvar nuestra alma y eso no es motivo de discursión alguna. Sin embargo, yo pienso, que una de las maneras de salvar nuestra alma aquí en la tierra, es seguir los pasos que Él nos marcó en su vida pública, ayudando a cuantos nos soliciten ayuda y sobre todo amor, porque para mí todo aquel hermano que nos encontremos en nuestro camino dentro de él, veo a Jesucristo.

Amigo Rafael no puedo contestarte con la Biblia en la mano,ya que no soy técnico en ella y diciendo algo especial podría equivocarme y lo que es peor equivocar a los demás.
Yo me limito a contar las experiencias que vivo sin pretender evangelizar a nadie, pues el primero que tiene que se evangelizado, soy yo.
Desde España te envio un saludo
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Amigo Rafaelmelgar, efectivamente el Señor vino al mundo a salvar nuestra alma y eso no es motivo de discursión alguna. Sin embargo, yo pienso, que una de las maneras de salvar nuestra alma aquí en la tierra, es seguir los pasos que Él nos marcó en su vida pública, ayudando a cuantos nos soliciten ayuda y sobre todo amor, porque para mí todo aquel hermano que nos encontremos en nuestro camino dentro de él, veo a Jesucristo.

Amigo Rafael no puedo contestarte con la Biblia en la mano,ya que no soy técnico en ella y diciendo algo especial podría equivocarme y lo que es peor equivocar a los demás.
Yo me limito a contar las experiencias que vivo sin pretender evangelizar a nadie, pues el primero que tiene que se evangelizado, soy yo.
Desde España te envio un saludo


Muy bien. Tienes la esencia.

Tienes alguna pregunta?
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Gracias por contestarme amigo Rafael. Mi pregunta es que si lees mis sencillos artículos me alegraría recibir tus opiniones. Significarían mucho para mí.

Saludos
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Ahora, cuando dejamos atrás los rigores del largo y tórrido verano y se nos viene encima el otoño, estación especialmente entrañable para los nostálgicos que nos regala un dorado y tibio sol, nos llega el hermoso mes de Noviembre que nos invita a recordar a nuestros difuntos.

Por ello, cuando llega el día dedicado a ellos acudo con mi fiel amigo Antonio a visitar el Cementerio. Juntos y siguiendo una tradición de hace más de cuarenta años hacemos el recorrido a pié al citado lugar que dista varios kilómetros desde el centro de la Ciudad para rezar una oración ante los restos de familiares y amigos que allí descansan en paz hasta el final de los siglos.

Allí no descansan. Allí se pudre el cuerpo y se hace polvo. El descanso es el de las almas.

Habitualmente salimos de casa muy temprano, para disfrutar del magnífico y bello espectáculo que nos ofrece el sol en su salida al amanecer de un nuevo día.
Al regresar del aquel lugar sagrado se nos unió una persona que caminaba sola y que con agrado aceptamos nos acompañara.

Nuestro afligido amigo que había perdido a su madre recientemente, nos comentaba el gran dolor que la muerte de ese ser tan querido le había producido pues apenas había cumplido los sesenta años y máxime tratándose de una persona que apenas había padecido enfermedad alguna.

Efectivamente comentamos que la muerte de un ser tan querido resulta siempre dolorosa, aún cuando los creyentes entendamos que la muerte nos lleva a la presencia del Señor y que morir es empezar a vivir recordando las palabras del mismo Jesús: ”Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí no morirá para siempre”.

El perder un ser querido , es en realidad haberse quedado todavía en este mundo , muy pronto nos tocará nuestro turno. Es muy humano el sufrimiento por un ser querido que ha fallecido . Dios mío , qué triste puede ser eso....

De cualquier modo nuestro fiel acompañante nos hizo partícipe de sus dudas sobre la resurrección de los muertos. Para él, resultaba difícil comprender el modo por el cual podrían recuperar los fallecidos sus cuerpos físicos como era el caso de su madre que había sido incinerada.

He de confesar que tanto mi amigo Antonio como yo nos resultaba muy dificil explicarle que la resurrección había que entenderla y aceptarla, no como la pérdida de nuestra vida física sino como una Vida integrada en una transformación que nos permitirá renacer ante Dios.

Comprenderla como la culminación por el poder de Dios de esa alma interior de nuestra propia persona, que dia a día se va construyendo por obra del Espíritu de Dios.

Aceptar la resurrección como un gozo interno que nos proporcionará la dicha de poder disfrutar de la presencia del mismo Dios como miembro de una única familia formada por una humanidad salvada e integrada por Él.

Vivirla cuando observamos que ascendemos en el amor a los demás y notamos cansancio porque nos ofrece dificultades, aunque en realidad nos hace nacer en vivencias que nos van rrevitalizando.

Y descubrirla cuando nos preguntemos como hemos de superar ese trance que Dios nos envia para crecer ante Él apoyados en un estímulo constante hacia la humanidad que nos rodea, teniendo en cuenta que Dios y su resurrección es un amor continuo y permanente.

Así las cosas, teniendo en cuenta que el pecado es nuestra muerte y el arrepentimiento nos da Vida, tendremos que ir resucitando día a día sin esperar al de día de mañana; simple y llanamente porque hoy para nosostros es el día de mañana.

Ante estas reflexiones cuando llegamos a nuestros hogares los tres caminantes, nos preguntábamos como descubriríamos en cada momento de nuestra vida lo que Dios nos pedía para resucitar con Él.

¿Sería no elevándonos por encima de lo humano, sino buscando la felicidad de los que pasan por nuestro lado…?

… Muy posiblemente.

Escribe usted muy bonito.
Aproveche que tiene una Biblia disponible, nuestro Señor Jesús y los apóstoles le pueden hablar directamente a usted. Usted ya no es un jovenzuelo, ya han pasado los años, si ya leyó antes otros libros, cómo es que no ha entrado a ver las profundidades del conocimiento de Dios en la Biblia ?

Vaya a 1 Corintios y léa todo el capítulo 15.
El Apóstol Pablo le dirá un misterio acerca de la resurrección.
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Gracia de nuevo por sus consejos. El decir que tengo todavía mucho que evangelizarme no es porque no lea la Biblia casi a diario. Es simplemente porque mi espíritu me dita que he de ser más expléndido con Dios y debo dedicarle más tiempo leyendo el Libro de los Libros, para adentrarme más en su esencia y aumentar mi fe.
Un cordial saludo.
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Gracia de nuevo por sus consejos. El decir que tengo todavía mucho que evangelizarme no es porque no lea la Biblia casi a diario. Es simplemente porque mi espíritu me dita que he de ser más expléndido con Dios y debo dedicarle más tiempo leyendo el Libro de los Libros, para adentrarme más en su esencia y aumentar mi fe.
Un cordial saludo.

Si lee el texto que le cité, si quiere lo comentamos.

Un cordial saludo

Rafael
 
Re: RESUCITAR CON JESUS

Ahora, cuando dejamos atrás los rigores del largo y tórrido verano y se nos viene encima el otoño, estación especialmente entrañable para los nostálgicos que nos regala un dorado y tibio sol, nos llega el hermoso mes de Noviembre que nos invita a recordar a nuestros difuntos.
Por ello, cuando llega el día dedicado a ellos acudo con mi fiel amigo Antonio a visitar el Cementerio. Juntos y siguiendo una tradición de hace más de cuarenta años hacemos el recorrido a pié al citado lugar que dista varios kilómetros desde el centro de la Ciudad para rezar una oración ante los restos de familiares y amigos que allí descansan en paz hasta el final de los siglos.

Habitualmente salimos de casa muy temprano, para disfrutar del magnífico y bello espectáculo que nos ofrece el sol en su salida al amanecer de un nuevo día.
Saludos en el nombre de Cristo:
Creo que tenemos algo en comun que es el poder disfutar de esta estacion de otono, ver los amaneceres es algo incomparable yo al igual que usted me gusta este tiempo porque esta nostalgia nos lleva a reflexionar
Al regresar del aquel lugar sagrado se nos unió una persona que caminaba sola y que con agrado aceptamos nos acompañara.

Nuestro afligido amigo que había perdido a su madre recientemente, nos comentaba el gran dolor que la muerte de ese ser tan querido le había producido pues apenas había cumplido los sesenta años y máxime tratándose de una persona que apenas había padecido enfermedad alguna.

Efectivamente comentamos que la muerte de un ser tan querido resulta siempre dolorosa, aún cuando los creyentes entendamos que la muerte nos lleva a la presencia del Señor y que morir es empezar a vivir recordando las palabras del mismo Jesús: ”Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí no morirá para siempre”.

De cualquier modo nuestro fiel acompañante nos hizo partícipe de sus dudas sobre la resurrección de los muertos. Para él, resultaba difícil comprender el modo por el cual podrían recuperar los fallecidos sus cuerpos físicos como era el caso de su madre que había sido incinerada.
En este aspecto me identifico plenamente habiendo yo perdido a mi hermano de 41 anos el ano pasado siendo este un hombre joven y sano.
dejo un gran vacio en mi que aun esta presente ya que aparte de ser hermanos fuimos amigos, que con mucha frecuencia nos llamabamos y reiamos juntos de cualquier tonteria.
en lo que respecta a como puede Dios levantar a alguien que fue incinerado, creo que la respuesta esta en ver las escrituras, Dios formo al hombre del polvo de la tierra, y El tiene el poder de levantar a esta persona de las cenizas, Job dijo Yo se que mi redentor vive y aun del polvo me levantara.

Para muchas pesonas es dificil aceptar ciertas verdades Biblicas, pero si pensamos un poco para nosotros los que hemos sido transformados por el poder de Dios, la resurrecion y la vida eterna ya comenzo,
estando muertos en delitos y pecados Dios nos resucito a una nueva vida, y si pudo hacer esto porque se nos dificulta pensar que el mismo Dios que hizo esto no podra levantar nuestros cuerpos del mismo sepulcro, porque ciertamente lo hara.

He de confesar que tanto mi amigo Antonio como yo nos resultaba muy dificil explicarle que la resurrección había que entenderla y aceptarla, no como la pérdida de nuestra vida física sino como una Vida integrada en una transformación que nos permitirá renacer ante Dios.
A menos que el grano de trigo no caiga a tierra y muera no podra renacer.
Pero esto tambien implica el hecho de que a menos que no mueramos a diario no podra surgir en nosotros esa vida espiritual, tenemos que renovarnos por medio de este nuevo conocimiento que nos ha sido otorgado, Pablo lo explica muy bien no solo en Romanos pero en Efesios tambien que tenemos que revestirnos en el espiritu.

Comprenderla como la culminación por el poder de Dios de esa alma interior de nuestra propia persona, que dia a día se va construyendo por obra del Espíritu de Dios.

Aceptar la resurrección como un gozo interno que nos proporcionará la dicha de poder disfrutar de la presencia del mismo Dios como miembro de una única familia formada por una humanidad salvada e integrada por Él.

Vivirla cuando observamos que ascendemos en el amor a los demás y notamos cansancio porque nos ofrece dificultades, aunque en realidad nos hace nacer en vivencias que nos van rrevitalizando.

Y descubrirla cuando nos preguntemos como hemos de superar ese trance que Dios nos envia para crecer ante Él apoyados en un estímulo constante hacia la humanidad que nos rodea, teniendo en cuenta que Dios y su resurrección es un amor continuo y permanente.

Así las cosas, teniendo en cuenta que el pecado es nuestra muerte y el arrepentimiento nos da Vida, tendremos que ir resucitando día a día sin esperar al de día de mañana; simple y llanamente porque hoy para nosostros es el día de mañana.

Ante estas reflexiones cuando llegamos a nuestros hogares los tres caminantes, nos preguntábamos como descubriríamos en cada momento de nuestra vida lo que Dios nos pedía para resucitar con Él.

¿Sería no elevándonos por encima de lo humano, sino buscando la felicidad de los que pasan por nuestro lado…?

… Muy posiblemente.
Cuando hacemos morir el viejo hombre en nosotros, estamos dando oportunidad para que el hombre espiritual cresca.
Y a medida que crece surgen nuevos intereses en nosotros como el tener misericordia de otros, surgen en nosotros ese sentimiento de nobleza hacia los demas, somos capaces de comprender el dolor humano, y nos dolemos junto con ellos, en sus necesidades. Hemos renacido a una nueva esperanza en Cristo Jesus nuestro Senor y Salvador.
Hemos sido revestidos de la naturaleza divina por el poder de el Espiritu Santo, volvimos a nacer Aleluya!!
Bendito Dios le alabamos Padre.
Que aun estando nosotros muertos en delitos y pecados Dios por su grande misericordia nos hizo renacer a una nueva vida. En nosotros los hijos de Dios tanto la resurreccion como la vida eterna ya comenzaron
mi Hermano Manchego esta es nuestra esperanza que si vivimos y morimos para Dios, un dia tambien seremos levantados de nuestro sepulcro y escucharemos la voz hermosa de nuestro Salvador llamandonos y juntos entonaremos esa hermosa melodia que sera cantada ahi en su honor.
no es dificil entender solo creealo.
Dios me lo guarde y adelante en su caminar con nuestro Dios.