Estimados hnos. en la fé:
Les presento la reseña del libro "El ejercito de Dios" de alvaro Delgado (el cual adjunto para que puedan leerlo completo), periodista mexicano que analiza el fenómeno de las organizaciones secretas cátólicas romanas y en el efecto de éstas en el ámbito político-social y religioso de mi país México.
En esta entrega se describe la organización secreta más poderosa en el país: El yunque, también se denuncia su origen fascista vinculado al sinarquismo mexicano (del cual hablaré en otra entrega) y cuyas viles practicas de sometimiento, autoridad extrema, absolutismo y un completo fanatismo aún se siguen practicando al interior de la organización. El objetivo del Yunque, organización secreta con todo el auspicio y aval de la iglesia católica romana mexicana es instaurar un régimen teocrático de corte absolutista, mediante la aplicación de los principios fascistas y falangistas de Control y Represión sobre los demás o "gobernados".
Les presento un extracto del libro que en mi opinión, muestra de manera dramática la ideología fascistoide de esta organización. Es el pasaje de un entrevistado ex-miembro del Yunque, en sus tiempos de militancia en ésta y cómo recibe adiestramiento paramilitar para luchar, según ellos, contra las "fuerzas rojas" (que en ese tiempo era el pretexto, ahora que el comunismo ha muerto me preguntó qué nuevos pretextos tendrán):
Hasta aquí de traerles extractos, pero les recomiendo altamente leerlo.
También en este libro se habla ampliamente de los tecos, aquellos a cuyos Kalito prefiere guardar silencio....Y que llama "sedevacantistas"
Vean como es de escalofriante la ideología fascistoide y que la iglesia católica romana apoya "en lo obscurito".
Saludos en Cristo mis queridos hermanos.
Les presento la reseña del libro "El ejercito de Dios" de alvaro Delgado (el cual adjunto para que puedan leerlo completo), periodista mexicano que analiza el fenómeno de las organizaciones secretas cátólicas romanas y en el efecto de éstas en el ámbito político-social y religioso de mi país México.
En esta entrega se describe la organización secreta más poderosa en el país: El yunque, también se denuncia su origen fascista vinculado al sinarquismo mexicano (del cual hablaré en otra entrega) y cuyas viles practicas de sometimiento, autoridad extrema, absolutismo y un completo fanatismo aún se siguen practicando al interior de la organización. El objetivo del Yunque, organización secreta con todo el auspicio y aval de la iglesia católica romana mexicana es instaurar un régimen teocrático de corte absolutista, mediante la aplicación de los principios fascistas y falangistas de Control y Represión sobre los demás o "gobernados".
Les presento un extracto del libro que en mi opinión, muestra de manera dramática la ideología fascistoide de esta organización. Es el pasaje de un entrevistado ex-miembro del Yunque, en sus tiempos de militancia en ésta y cómo recibe adiestramiento paramilitar para luchar, según ellos, contra las "fuerzas rojas" (que en ese tiempo era el pretexto, ahora que el comunismo ha muerto me preguntó qué nuevos pretextos tendrán):
DAVID, EL SOLDADO DE DIOS
Muchacho quinceañero, estudiante de tercer año de secundaria en la lasallista Fundación Mier y Pesado, en Coyoacán, en la capital del país, Cortez Aguirre era devoto del catolicismo, pero también gustaba de fiestas.
La invitación a una de ellas, que en realidad no lo fue, lo introdujo durante nueve años a un mundo de oscuridad y fanatismo: el de la Organización.
Fue Raúl Torres Salmerón, quien estudiaba en la preparatoria, quien se le aproximó para invitarlo a una fiesta, en una casa de la avenida Centenario, en Coyoacán. Pero no había chicas ni música. Era un lugar sombrío.
Le explicaron que había que luchar contra el comunismo, que amenazaba a la Iglesia y a México, y que él era uno de los elegidos. Le vendaron los ojos y comenzó a rezar, hincado.
«Era una prueba para persuadirme de ingresar a Vanguardia Nacionalista, una preorganización como las muchas que existían, como la Legión Juana de Arco, para las mujeres, o como muchas que se creaban y desaparecían», cuenta.
Se trataba de una preorganización: Vanguardia Nacionalista, con símbolos semejantes a los de la Organización Nacional del Yunque, pero adaptados a condiciones específicas...
...
Cortez Aguirre fue adiestrado en el combate ideológico y físico: «Cuando comencé, me llevaron a entrenar a lo que llamábamos las Fuerzas de Acción Directa y nos enseñaban a usar tubos y chakos. Como éramos estudiantes y todos vinculados a escuelas católicas, nos llevaban también a iglesias y nos adiestraban en el patio, como en la Amado Nervo. Era un centro de reunión permanente, por las tardes».
Mientras sus familiares pensaban que las continuas ausencias del joven eran para prepararse, él seguía siendo adoctrinado con una voluminosa bibliografía, como Derrota Mundial, de Salvador Borrego, o los Protocolos de los Sabios de Sion, de las que tenía que entregar reportes semanales al centro al que había sido adscrito.
...
Cortez Aguirre, David en la Organización Nacional del Yunque, narra un episodio sobre el adiestramiento de los militantes. Citados en el Mercado de las Flores, en Constituyentes, él y decenas de sus compañeros fueron trasladados en camiones hacia un sitio desconocido. Todos iban en silencio, en acatamiento a órdenes precisas.
Íbamos hacia Valle de Bravo. De pronto se detuvo a los autobuses a un lado de la carretera y se nos ordenó echarnos a caminar. Nos hacían llevar sólo una mochilita con cinco mudas de ropa, entre ellas el uniforme de la organización: pantalón negro y camisa blanca. Era todo.
Llegamos al casco de una vieja hacienda, en medio de la sierra. Lo primero que nos ordenaron fue acondicionar el lugar. Había una iglesia. Había también un galerón de dos aguas con ventanas, que tapamos con papeles. Había dormitorios con muchos catres. Había otro lugar donde estaban las mujeres, a quienes no podíamos siquiera mirarlas mientras hacían la comida. No debíamos tener ningún tipo de contacto.
Posteriormente, nos dividieron tareas por grupos: lavar trastes, acarrear agua, juntar leña, con la que levantamos una enorme pila. Y después se procedió al adiestramiento militar: pecho tierra, entrar al agua, caminar entre el lodo. Se trataba de un entrenamiento para la formación de la renuncia, del sacrificio, del dolor, de la permanente sensación de entrega. Era una especie de psicosis colectiva permanente. Eramos entre 300 y 400. Puros muchachos. A eso de las ocho de la noche, los jefes nos pusieron en dos largas filas. Todo lo hacíamos en absoluto silencio y ya con el uniforme puesto. Eso sí el pantalón no debía ser acampanado. Por eso sólo una vez en mi vida usé uno así. Era una moda satánica, como el cabello largo y toda la sicodelia. Decían que eran expresiones de Satanás. De hecho, quienes llevaban un poco de campana en los pantalones se la cortaron y un muchacho que llevaba un poco largo el cabello, ahí mismo lo tuzaron.
Para colocarnos en las hileras nos ordenaron marchar en orden y se formaron dos escoltas para marchar con medio paso de ganso. Todos éramos hombres. Luego nos hicieron que rodeáramos la pila de leña. Ya estaba oscureciendo. El director de formación comenzó la ceremonia evocando el tiempo en que los padres fundadores de la Organización habían dado su vida en contra de la gran conspiración anticristiana. Y habló de dar testimonio de la mística de nuestra organización, de nuestra formación, de nuestras ideas y de lo que queremos ser. «De manera que nos vamos a preparar para dar la demostración de este ejército de Dios», dijo. De pronto, el director grita: Stad firmus! Y al paso de la escolta, con la bandera nacional al frente, comenzamos a rezar el Rosario.
Se encendió una antorcha que fue pasando de mano en mano de los 50 que estábamos formados, de tal manera que al terminar el Rosario todos tenían una antorcha encendida. Y en ese momento el director de formación lanzó la antorcha a la pila de leña. Se levantó una tremenda hoguera. Todos estábamos impresionados y dispuestos a dar la vida por Dios y por la patria.
Terminada la oración, nos ordenaron ir a cenar, en silencio. Y cerca de las 11 de la noche, cuando pensábamos que ya íbamos a dormir, después de un día tan pesado, nos ordenaron ir otra vez al patio para instruir sobre las guardias nocturnas y los rondines. Algunos llevaban armas.
Luego nos llevaron a la iglesia y nos ordenaron mirar al altar. En ese momento entró otra vez la escolta con la bandera nacional y, ahora sí, la bandera de la Organización con el emblema del Yunque. Aquí ya era el Yunque.
Detrás de la escolta venía un sacerdote con el rostro cubierto con un cáliz en la mano y avanzó hasta el altar. Ahí se despojó de la capucha y se puso el brazalete.
—Stad firmus!
—Ut incus percusa!
Ésa fue la primera vez que oí a un sacerdote decir eso. Era impresionante. En la misa habló de la importancia de mantener la reserva. «El señor cardenal Miranda nos ha instruido que las organizaciones secretas no están autorizadas por la Iglesia. Pero nosotros somos una organización reservada», nos dijo. Luego explicó que había organizaciones como el Opus Dei que eran ingenuas, porque no habían entendido que los hijos de las tinieblas eran más sagaces que los hijos de la luz, y que había que ser más sagaces nosotros que la gran conspiración de los hijos de las tinieblas. Y por eso sólo podíamos estar cerca de Dios confesándonos con sacerdotes de la Organización, con ningún otro. Dijo que no deberíamos tener ningún problema de conciencia, porque había una iglesia muy clara que tenía perfectamente definida cuál era su misión: resistir la gran conspiración.
—¿Supo quién era ese sacerdote?
—No, nunca lo supe.
Casi para terminar la misa, un estudiante que luego supimos que venía de Sonora se desmayó, producto del cansancio de esa jornada agotadora y otro muchacho lo auxilió. Al terminar la misa, salimos al patio para ponernos otra vez en formación en dos largas filas. Por en medio tuvo que pasar el acomedido para que los golpeáramos. Nada justificaba romper la formación.
Inmediatamente nos ordenaron ir a dormir, mientras se hizo el reemplazo de la guardia y los rondines. El galerón estaba en penumbras y a mí me tocó en un segundo nivel. A la escalera me acuerdo que le faltaba un peldaño. Todos quedamos dormidos casi de inmediato, muertos de cansancio. Y cuando todo el mundo dormía, súbitamente, como a las tres de la mañana, se escuchó un escándalo con la llegada de varios coches, haciendo chillar las llantas. Hubo gritos, disparos y ruido de vidrios rotos.
Todos tratamos de salir del lugar, presas del pánico. Yo estuve a punto de irme de bruces por la escalera por la falta del peldaño. Muchos iban semidesnudos. Cuando llegó la calma, ya todos en el patio, el director, que tenía un reloj en la mano, ordenó la rápida formación y luego nos dijo que habíamos tardado tres minutos en reaccionar. «Si en este momento hubiera llegado el enemigo, todos estaríamos muertos. Tres minutos es mucho.»
—Fue una prueba de valentía.
—Sí, para estar alertas todo el tiempo.
Hasta aquí de traerles extractos, pero les recomiendo altamente leerlo.
También en este libro se habla ampliamente de los tecos, aquellos a cuyos Kalito prefiere guardar silencio....Y que llama "sedevacantistas"
Vean como es de escalofriante la ideología fascistoide y que la iglesia católica romana apoya "en lo obscurito".
Saludos en Cristo mis queridos hermanos.