Mendigos O Hijos Del Rey?
"Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin delmundo. Amén" (Mateo 28:20).
Un viejo indio, cojo, andrajoso y hambriento,
vagaba por las calles suplicando por comida para saciar su hambre.
Mientras devoraba ávidamente el pan que había recibido de una mano caritativa, una tira, brillante y coloreada, agarrando una pequeña bolsa muy desaseada era vista alrededor de sucuello.
Al ser cuestionado sobre lo que significaba, dijo que había sido un regalo recibido cuando aún era joven.
Aseguir, abrió la bolsa y mostró un amarillento y graso papel àlque le había preguntado.
se trataba de un documento oficial del Ejército Federal otorgándole una pensión vitalicia, firmado por el propio General Washington.
Allí estaba un hombre que sería honrado prácticamente en todos los lugares, caso hubiese se presentado en el lugar cierto.
Habría asegurado sostén y una vida digna por el resto de sus días, pero continuaba vagando hambriento y abandonado.
Es un retrato de personas que, con todas las promesas del Señor Jesus, permanecen hambrientas en el desierto de este mundo.
¿Hasta que punto hemos confiado en las promesas del Señor contenidas en Su Palabra?
Nosotros las conocemos, ya las leemos y releemos diversa veces,
recitamolas para muchas personas, y tenemos la convicción de que son verdaderas y actuales.
Pero ¿será qué tenemos apossadonos de cada deellas?
Muchas veces pasamos los días de malhumor,
quejamos de la situación terrible que enfrentamos,
llegamos a sentirnos abandonados y rechazados olvidando que el Señor nos prometió
"suplir las necesidades, estar con nosotros siempre y hacernos más que vencedores."
Llegamos a vivir como mendigos, suplicando a uno y a otro un auxilio para resolver problemas, pareciendo estar perdidos y abandonados a la suerte, flacos y hambrientos por alguna cosa que sostenga nuestro cuerpo espiritual. Olvidamos que llevamos con nosotros, no en una tira en el cuello, pero en el aconchego del corazón, el Señor que es "El Camino,"
el"Pan vivo que bajó del cielo,"
la Fuente donde encontraremos todas las bendiciones anheladas para nuestra felicidad.
¿Ha vivido suplicando bendiciones al Señor o ha sido una bendición delante de este mismo Señor?
Paulo Barbosa
Un ciego en el InternetAutor de los libros(en Portugués):
Despertando ParaMisiones, Mensajes Para el Corazón y Un Rayo de Sol ParaDías Sombríos
[email protected]¡
Sonría Dios lo ama
"Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin delmundo. Amén" (Mateo 28:20).
Un viejo indio, cojo, andrajoso y hambriento,
vagaba por las calles suplicando por comida para saciar su hambre.
Mientras devoraba ávidamente el pan que había recibido de una mano caritativa, una tira, brillante y coloreada, agarrando una pequeña bolsa muy desaseada era vista alrededor de sucuello.
Al ser cuestionado sobre lo que significaba, dijo que había sido un regalo recibido cuando aún era joven.
Aseguir, abrió la bolsa y mostró un amarillento y graso papel àlque le había preguntado.
se trataba de un documento oficial del Ejército Federal otorgándole una pensión vitalicia, firmado por el propio General Washington.
Allí estaba un hombre que sería honrado prácticamente en todos los lugares, caso hubiese se presentado en el lugar cierto.
Habría asegurado sostén y una vida digna por el resto de sus días, pero continuaba vagando hambriento y abandonado.
Es un retrato de personas que, con todas las promesas del Señor Jesus, permanecen hambrientas en el desierto de este mundo.
¿Hasta que punto hemos confiado en las promesas del Señor contenidas en Su Palabra?
Nosotros las conocemos, ya las leemos y releemos diversa veces,
recitamolas para muchas personas, y tenemos la convicción de que son verdaderas y actuales.
Pero ¿será qué tenemos apossadonos de cada deellas?
Muchas veces pasamos los días de malhumor,
quejamos de la situación terrible que enfrentamos,
llegamos a sentirnos abandonados y rechazados olvidando que el Señor nos prometió
"suplir las necesidades, estar con nosotros siempre y hacernos más que vencedores."
Llegamos a vivir como mendigos, suplicando a uno y a otro un auxilio para resolver problemas, pareciendo estar perdidos y abandonados a la suerte, flacos y hambrientos por alguna cosa que sostenga nuestro cuerpo espiritual. Olvidamos que llevamos con nosotros, no en una tira en el cuello, pero en el aconchego del corazón, el Señor que es "El Camino,"
el"Pan vivo que bajó del cielo,"
la Fuente donde encontraremos todas las bendiciones anheladas para nuestra felicidad.
¿Ha vivido suplicando bendiciones al Señor o ha sido una bendición delante de este mismo Señor?
Paulo Barbosa
Un ciego en el InternetAutor de los libros(en Portugués):
Despertando ParaMisiones, Mensajes Para el Corazón y Un Rayo de Sol ParaDías Sombríos
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Sonría Dios lo ama