Muy estimados señores:
Es para mí un honor poder dirigirme a vosotros en esta coyuntura tan significativa de mi vida, con la humildad y respeto que merecen personas de vuestra solvencia espiritual y erudición. Aunque el tiempo ha dejado ya su huella en mis sienes, no por ello he menguado mi afán de saber ni mi deseo de encontrar una guía firme en los senderos del espíritu.
A lo largo de las décadas, me he dedicado con tesón al estudio minucioso de las más diversas corrientes espirituales, filosóficas y místicas, siempre movido por ese anhelo profundo que late en el alma humana: conocer, trascender y hallar paz en medio del misterio de la existencia. Tras este largo peregrinaje intelectual y espiritual, he llegado a considerar con especial atención dos sendas que, a mi entender, encierran gran profundidad y posibilidad de realización interior: la doctrina bahaiense y la tradición rosacruz.
La primera, esto es, la fe bahai, me ofrece un marco universal, ordenado y profundamente humanista, que abraza la unidad de todos los pueblos y religiones bajo un mismo ideal de fraternidad universal. La segunda, por su parte, con su lenguaje simbólico y sus enseñanzas iniciáticas, me interpela desde el misterio y la introspección, tentándome a proseguir en la búsqueda de verdades más ocultas.
No sabría decantarme entre ambas sin antes recibir vuestro consejo ponderado, fruto de la sabiduría y la experiencia. Por ello, ruego encarecidamente a vuestras mercedes que me orienten sobre cuál de estas sendas podría ser más consonante con mi edad, mi temperamento y mi larga trayectoria de búsqueda sincera.
Quedo a vuestra disposición con toda la consideración y respeto debidos, y estaré siempre agradecido por cualquier luz que queráis hacer brillar sobre mi camino.
Vuestra gracia y favor imploro,
P. Goméz
Es para mí un honor poder dirigirme a vosotros en esta coyuntura tan significativa de mi vida, con la humildad y respeto que merecen personas de vuestra solvencia espiritual y erudición. Aunque el tiempo ha dejado ya su huella en mis sienes, no por ello he menguado mi afán de saber ni mi deseo de encontrar una guía firme en los senderos del espíritu.
A lo largo de las décadas, me he dedicado con tesón al estudio minucioso de las más diversas corrientes espirituales, filosóficas y místicas, siempre movido por ese anhelo profundo que late en el alma humana: conocer, trascender y hallar paz en medio del misterio de la existencia. Tras este largo peregrinaje intelectual y espiritual, he llegado a considerar con especial atención dos sendas que, a mi entender, encierran gran profundidad y posibilidad de realización interior: la doctrina bahaiense y la tradición rosacruz.
La primera, esto es, la fe bahai, me ofrece un marco universal, ordenado y profundamente humanista, que abraza la unidad de todos los pueblos y religiones bajo un mismo ideal de fraternidad universal. La segunda, por su parte, con su lenguaje simbólico y sus enseñanzas iniciáticas, me interpela desde el misterio y la introspección, tentándome a proseguir en la búsqueda de verdades más ocultas.
No sabría decantarme entre ambas sin antes recibir vuestro consejo ponderado, fruto de la sabiduría y la experiencia. Por ello, ruego encarecidamente a vuestras mercedes que me orienten sobre cuál de estas sendas podría ser más consonante con mi edad, mi temperamento y mi larga trayectoria de búsqueda sincera.
Quedo a vuestra disposición con toda la consideración y respeto debidos, y estaré siempre agradecido por cualquier luz que queráis hacer brillar sobre mi camino.
Vuestra gracia y favor imploro,
P. Goméz