Yo creo que sí. En la historia del cristianismo se ha dado el caso -que sin atreverme a llamarlo de “cíclico”-, a mayor oscuridad espiritual de repente surge una erupción de fuego y luz espiritual ascendiendo y difundiéndose. No haremos ahora el repaso de todos los grandes movimientos aparecidos tras largas épocas de oscurantismo, pues supongo están en conocimiento de nuestros lectores.
Lo importante será aquilatar, primeramente, a lo bajo que ha caído el cristianismo en los últimos tiempos. Sin embargo, es un hecho de lo más vergonzoso que el catolicismo romano se ha desprestigiado universalmente por los abusos cometidos por la clerecía, con el encubrimiento de las autoridades que debieron haberlo castigado. Otro tanto se podría decir del protestantismo, pues salvo honrosas excepciones, el elenco pastoral de más fama y prestigio cayó estrepitosamente con los escándalos promovidos por el afán de lucro, fama y poder de sus más notorios conductores.
Como siempre ocurre, no son los viejos caducos sino los jóvenes quienes se levantan contra el pernicioso status espiritual que les rodea. Los más ancianos, se conforman con asistir, oír, ver y callar. Los jóvenes, en tanto, están desencantados de toda la mundanalidad y superficialidad en que están sumidas las iglesias.
No hablo de un gran avivamiento; ni siquiera de frenar la gran apostasía que se viene antes de la manifestación del Anticristo.
Hablo de un despertar apenas producido entre los que escuchan el susurro: “¡La voz de mi amado! ¡Ya viene! -¡Amada mía, hermosa mía, levántate y ven!” (Cantares 2:8,10).
Cordiales saludos
Lo importante será aquilatar, primeramente, a lo bajo que ha caído el cristianismo en los últimos tiempos. Sin embargo, es un hecho de lo más vergonzoso que el catolicismo romano se ha desprestigiado universalmente por los abusos cometidos por la clerecía, con el encubrimiento de las autoridades que debieron haberlo castigado. Otro tanto se podría decir del protestantismo, pues salvo honrosas excepciones, el elenco pastoral de más fama y prestigio cayó estrepitosamente con los escándalos promovidos por el afán de lucro, fama y poder de sus más notorios conductores.
Como siempre ocurre, no son los viejos caducos sino los jóvenes quienes se levantan contra el pernicioso status espiritual que les rodea. Los más ancianos, se conforman con asistir, oír, ver y callar. Los jóvenes, en tanto, están desencantados de toda la mundanalidad y superficialidad en que están sumidas las iglesias.
No hablo de un gran avivamiento; ni siquiera de frenar la gran apostasía que se viene antes de la manifestación del Anticristo.
Hablo de un despertar apenas producido entre los que escuchan el susurro: “¡La voz de mi amado! ¡Ya viene! -¡Amada mía, hermosa mía, levántate y ven!” (Cantares 2:8,10).
Cordiales saludos