¿Reaccionaremos contra la apostasía?

28 Febrero 1999
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Yo creo que sí. En la historia del cristianismo se ha dado el caso -que sin atreverme a llamarlo de “cíclico”-, a mayor oscuridad espiritual de repente surge una erupción de fuego y luz espiritual ascendiendo y difundiéndose. No haremos ahora el repaso de todos los grandes movimientos aparecidos tras largas épocas de oscurantismo, pues supongo están en conocimiento de nuestros lectores.

Lo importante será aquilatar, primeramente, a lo bajo que ha caído el cristianismo en los últimos tiempos. Sin embargo, es un hecho de lo más vergonzoso que el catolicismo romano se ha desprestigiado universalmente por los abusos cometidos por la clerecía, con el encubrimiento de las autoridades que debieron haberlo castigado. Otro tanto se podría decir del protestantismo, pues salvo honrosas excepciones, el elenco pastoral de más fama y prestigio cayó estrepitosamente con los escándalos promovidos por el afán de lucro, fama y poder de sus más notorios conductores.

Como siempre ocurre, no son los viejos caducos sino los jóvenes quienes se levantan contra el pernicioso status espiritual que les rodea. Los más ancianos, se conforman con asistir, oír, ver y callar. Los jóvenes, en tanto, están desencantados de toda la mundanalidad y superficialidad en que están sumidas las iglesias.

No hablo de un gran avivamiento; ni siquiera de frenar la gran apostasía que se viene antes de la manifestación del Anticristo.

Hablo de un despertar apenas producido entre los que escuchan el susurro: “¡La voz de mi amado! ¡Ya viene! -¡Amada mía, hermosa mía, levántate y ven!” (Cantares 2:8,10).


Cordiales saludos
 
Qué trascendente llamado, Ricardo!
Creo que a todos los creyentes nos falta un sentido de propósito, una CAUSA COMÚN más allá del de procurar placeres, bienes materiales o popularidad.
No nos sentimos soldados.
No sentimos la pasión de la aventura, ni nos creemos capaces de la victoria.

Vemos al mundo corrupto y hedonista como un gigante, un Goliat invencible del que hay que escondernos o peor aún, con el que hay que unirnos ("Si no puedes contra el enemigo, únete a él").
Es hora de ver también en este mundo a la muchedumbre de ALIADOS que tenemos para la CAUSA.
Es hora de ver en nuestro dentista, en la maestra de guardería, en el profesor de matemáticas, en el obrero de la fábrica, a un siervo de Dios que puede construir con nosotros el Reino de Dios. Es hora de voltear y ver los maravillosos acontecimientos por los que Dios ha puesto, en esta época, herramientas de increíble valor para la Causa. Por ejemplo, el Internet. Por ejemplo, la libertad religiosa. Por ejemplo, la oportunidad para mitigar y revertir el cambio climático. Por ejemplo, la oportunidad de hacer de esta pandemia por COVID el inicio de un sistema de salud más justo para todos.

Oh Dios, Gracias por el momento histórico en que me has permitido vivir.
Gracias por llamarme a servir. Gracias por las almas de las que me has rodeado, en mi familia y fuera de ella, en mi comunidad religiosa y fuera de ella.
Tuya es la Victoria. Eres el Más Grande, el Fuerte, el Compasivo, el Omnipotente.
 
-Aunque me he referido a viejos y jóvenes; lo que ya no se puede esperar de unos y lo que sí de los otros, también es verdad que hoy día conozco muchos jóvenes ya avejentados y algún que otro viejito jovial, y más que senil se le ve infantil por su ingenuidad y capacidad de sorpresa.

-Poco importa nuestra edad, salud y situación económica, cuando mantenemos viva la esperanza, en alto la fe que confesamos y unas ansias tremendas de amar y ser amados.

-Los seres humanos podemos ser todos muy distintos, pero dado que lo que nos hace iguales es ser todos pecadores, no sirve culpar a nadie de ser como es atendiendo a lo que nosotros mismos somos.

-Hemos necesitado de un Salvador, y desde que lo conocimos por tal, sabemos que su señorío se instaló en nuestras vidas para hacerse más expansivo y compenetrar todo nuestro ser.

-Mantengo mi foto de 26 años en mi avatar, para recordarme que sigo siendo el mismo, a pesar del transcurso del tiempo y lo que la vida y la experiencia fue marcando en el espíritu, alma y cuerpo. Entonces, era yo quién buscaba las ocasiones para testificar de Cristo y acercar a otros al Evangelio; ahora es al revés: son las ocasiones las que me salen al paso. Lo importante es el ¡siempre listo!


Cordiales saludos